CAMPUS GALICIA ARTICULO RESUMEN 2001

ARTÍCULOS 2001

Resumen del 2001: el rock en los tiempos de Napster

Leonard Cohen

En los últimos años no habíamos asistido a una eclosión de grupos que recuperaran la esencia del rock como en el primer año del siglo XXI. ¿Es éste el futuro que preveían algunos? Y lo más curioso es que sus máximos valedores son chavales que no habían nacido cuando los Beatles se separaron; algunos, ni tan siquiera cuando los Sex Pistols editaron su único disco. Estamos hablando de The Strokes, cinco residentes de Nueva York que, en el año más negro de la historia de su ciudad, le han dado a su escena el disco de debut más interesante en dos décadas.

No han sido los únicos. Desde Detroit, Jack y Meg Ryan como The White Stripes, enfundados en un atractivo blanco y rojo, han acercado el sonido garage al gran público, tiñéndolo, eso sí, de otras muchas influencias, algo similar a lo que hacen los suecos The Hives. Black Rebel Motorcycle Club, también norteamericanos, hicieron lo propio con el legado de The Jesus & Mary Chain o Joy Division.

Por su parte, Andrew WK se aventura ya como el Meat Loaf del futuro inmediato, con canciones tan pesadas como contagiosas y con el hedonismo como bandera de su forma de vida. Pero de todos ellos, quien lleva camino de convertirse en una estrella creíble es Ryan Adams, un Bruce Springsteen alternativo que no tiene problemas para codearse con Elton John o Alanis Morissette. Su Gold tiene todos los números para convertirse en el nuevo Born In The USA, incluyendo una cita crítica a la bandera en su portada, exactamente igual que aquel disco histórico.

Otras muchas bandas mantienen el espíritu del pop de guitarras clásico, retomándolo justo donde dejaron los Beach Boys o los Beatles. El 2001 ha sido un gran año para lo que conocemos como power-pop, con discos para el recuerdo de Weezer, Pernice Brothers, Cosmic Rough Riders, Splitsville, Big Soul –más cercanos al funk- o El Goodoo.

Aún más clásicos suenan Travis, con un hermoso y humilde tercer álbum, TheInvisible Band, que nos retrotrae a las melodías de The Byrds; Starsailor, alabados por aquellos a quienes siguen –Neil Young y Van Morrison-, aunque lo suyo tenga más del espíritu de Jeff Buckley; James, a base de perfectos himnos pop; y, por último, Super Furry Animals, que editaron el trabajo más ambicioso –y de resultados más sorprendentes- de todo el año, Rings Around The World.

Bob Dylan encabeza la lista de veteranos en racha creativa en el 2001. Su Love And Theft, producido por él mismo, deja claro que la sencillez puede conducir a las cimas más altas. Algo así como lo que Leonard Cohen lleva hasta las últimas consecuencias en Ten New Songs, despojándose de todo lo accesorio, aunque en su caso el mérito lo comparte con su colaboradora Sharon Robinson, compositora, instrumentista y productora del disco. Nick Lowe y Paul Weller también han incidido en esa línea, a través de una producción espartana el primero y de recitales acústicos el segundo.

Son, tal vez, los artistas surgidos durante los 80 y principios de los 90 los más preocupados por buscar nuevas vías. REM lo llevan intentando una década, aunque para su disco más conseguido en este tiempo, Reveal, han recurrido a algún truco de su libro de estilo. The Charlatans insuflaron aires negros y falsete a su música, consiguiendo el honroso mérito de sonar como los Rolling Stones de “Miss You”. Mientras New Order, intentando rejuvenecer el suyo con guitarras saturadas, dejaron parte de su encanto en el camino.

Una vez más, Björk ha conseguido lo casi imposible: sorprender de nuevo, en esta ocasión utilizando sonidos domésticos para configurar canciones que deben ser escuchadas en la intimidad del hogar. Radiohead, profundizando en su faceta experimental, han logrado atisbar nuevos caminos inexplorados aún y, lo que hoy suena vanguardista, mañana será una absoluta referencia.

¿Así que dónde quedó la música electrónica? Relegada a un segundo lugar, al que sólo el corta y pega de The Avalanches redimió momentáneamente. Cierto es que Gorillaz tuvieron la máxima repercusión partiendo de la nada, pero Basement Jaxx y Daft Punk repitieron, y reiteraron, sus momentos de éxito. Lo de Air, a ritmo de rock sinfónico, sólo tiene una definición: el mayor fiasco del año.

Al margen de los circuitos habituales, cabe destacar el momento dulce del rock francés, con Dominique A y Experience a la cabeza, el aire bucólico de los noruegos Kings Of Convenience, los nuevos Simon & Garfunkel, y la repercusión pública de Manu Chao, aún a costa de repetir los esquemas de Clandestino en Próxima estación: esperanza, su “hermano menor”.

Por lo demás, el 2001 será recordado como el año en el que Napster, y otros clones suyos después, permitieron descargar música gratuitamente desde la red. Evidentemente, ello supuso un aumento de la piratería y un desconcierto de las compañías discográficas tradicionales, que no han sabido aprovechar las posibilidades, hoy tan sólo atisbadas, de las nuevas tecnologías. Aunque ésa es otra historia.

Xavier Valiño

CAMPUS GALICIA ARTICULO REUNIONES

ARTÍCULOS 1999

Reuniones,¿

todopor la pasta?

RadioFutura

Enun momento en el que reaparecen Mecano, Golpes Bajos, Aviador Dro, RadioFutura, Public Enemy o New Order, el refrán los contradice: segundas partesnunca fueron buenas. A los grupos de rock les da igual si el dinero anda pormedio. Muchos, que no tienen otra profesión, necesitan ver a sus viejosamigos -enemigos- de vez en cuando para seguir tirando. ¿Quémás da destruir el mito?

Curiosamente,fue en esta década, la de los 90, en la que todos decidieron volver. Antes elmito tenía más importancia que la pasta. Cuando alguien decidía separarse,no quedaba más que recrearse con los viejos discos o lamentarlo de por vida.Ahora ya no hay nada inalterable, y nadie se cree que las separaciones sonpara siempre. Muchos ya reconocen abiertamente dejar la puerta abierta atrabajar juntos otra vez en el futuro -Duncan Dhu, Radio Futura, El Último dela Fila…-, y así, si un buen día no les queda más remedio que volver aretomarlo donde lo dejaron, nadie les podrá acusar de ir contra su propialeyenda. Eso, en el caso de que hubieran llegado a tenerla.

Talvez el caso más conocido es el de la Velvet Underground. Después de tirarse los trastos a la cabeza yalgo más, Lou Reed los abandonó a principios de los 70. Sobrevivieron unos añosantes de dejarlo todos definitivamente y dar paso a, tal vez, la mayor leyendadel rock. Lou Reed y John Cale, los irreconciliables, limaron sus diferenciasen el homenaje a Andy Warhol, Songs ForDrella. Poco después, en una actuación sorpresa parisina, sereencontraron con Moe Tucker y Sterling Morrison.

Asíque decidieron reemprender una gira, más de 20 años después, que dio lugara un doble disco en directo. La preparación de un nuevo disco, en el que LouReed se pretendía imponer a todos los niveles, fue motivo más que suficientepara que los otros tres lo acusaran de tirano y renacieran las viejasrencillas. O sea, una reunión tan frustrada y frustrante de la que no haymiedo que vuelva a suceder: Sterling Morrison murió el año pasado, pocodespués de acabar con este amargo capítulo.

Niel espíritu más nihilista puede ser obstáculo para rendirse a la evidenciadel dólar. Sí, el punk, además delos reencuentros de Damned, los Ramones o Generation X, se prestó también ensu mayor exponente: los Sex Pistolsoriginales aunque, lógicamente, sin su mayor icono, Sid Vicious.

Porlo menos estos tuvieron la honradez de titular su regreso "Filthy LucreTour" -"La gira del lucro indecente"-. Y, aunque con susinstrumentos eran mucho más profesionales y no querían saber nada de losescupitajos desde la primera fila, sus pocos meses juntos tuvieron su gracia:ruedas de prensa caóticas, conciertos suspendidos y camisas floreadas quepaseaban con orgullo y sin importarles un pimiento. Tuvieron tiempo a reeditarsu único disco grabado mientras existían -y todo el resto de su producciónpublicada después de disueltos- y un disco en directo con el que hinchar suscuentas corrientes. De ésta probablemente quedaran todos escaldados.

Deaquellos grupos que nacieron con el cambio de década de los 70 a los 80, losSex Pistols no son los únicos que decidieron darse un paseo por losescenarios de nuevo. Tal vez el caso más conocido sea el de Madness.Parece que en las Islas Británicas nadie logró representar tan bien su humoren las canciones y los videos, ya que al menos en dos ocasiones regresaron alo grande, con conciertos multitudinarios, en su mayor parte en Londres, y conreedición de sus grandes éxitos. Este año presentan nuevo disco, el primeroen más de una década.

Tambiénlos Buzzcocks regresaron para unagira y un nuevo disco, aunque no hizo mucho en su contra, tampoco parece queles ayudara a que los conociera alguien más que sus seguidores de siempre. Lomismo les pasó a Television, labanda de Tom Verlaine, que volvieron en el 92 sin lograr superar en ningúnmomento su cima Marquee Moon, aunqueconsiguieron evitar los reproches generalizados y no destrozaron en exceso suleyenda.

TambiénEcho & The Bunnymen regresaronhace dos años, después de las aventuras en solitario de Ian McCulloch y dehaberlo intentando junto a dos de los otros miembros originales, sin el bateríaPete De Freitas, muerto en accidente de moto. Con el nombre de Electrafixionnadie les hizo caso, así que se sintieron autorizados a retomar su viejonombre y, sorpresa, todos parecen haber coincidido en que sus dos discos deregreso son una de las más notables vueltas de un grupo.

Ademásde Blondie, uno de los últimos enprobar suerte han sido Jane’s Addiction,que giraron por los USA el año pasado. Su disco de finales del 97, KettleWhistle, fue una forma decente de recuperar sus viejas canciones y partede su espíritu. Aunque, en su caso, el reencuentro vino motivado, sobre todo,por la falta de respuesta a los dos discos del proyecto de Perry Farrel -PornoFor Pyros- y a que parte de los miembros actuales de Red Hot Chilli Peppersandaban un tanto desorientados.

Perolos que más se han prodigado últimamente son los clásicos americanos de los60 y 70, para bien y para mal. No hay más que recordar las recientes giras,acompañadas de discos de grandes éxitos o en directo, de Eagles,Chicago, Boston y Kiss o los Jackson Five hace algunos años. Según las crónicas, lo de SteelyDan se puede colocar un punto por encima de la media.

Peroalgunos británicos también han caído en lo inevitable. Traffic,con Steve Winwood y Jim Capaldi, volvieron en el 94 con un disco normalito,tal vez para sacar provecho de las continuas referencias de Paul Weller oOcean Colour Scene. Lo de Supertrampy Pink Floyd no tiene nada de especial porque ya es más que habitualcada poco tiempo.

Otrosdos casos tienen más relevancia. Lo de King Crimson es, gracias a la labor de Robert Fripp, un motivo desatisfacción para sus fans, ya que no deja de experimentar con su música dela misma forma que en sus primeros días. Y cuando Alex Chilton decidióresucitar a Big Star lo hizo conalguno de sus seguidores: primero con gente de los Posies, utilizando elnombre de Big Star, y más tarde con Teenage Fanclub, para que quedara claropara todo el mundo de donde les venían las influencias a ambos.

Tambiénse podrían tener en cuenta en este capítulo los reencuentros de los solistascon sus bandas. En los dos primeros casos, Elvis Costello con The Attractions y Bruce Springsteen con The E. Street Band, sus recientescolaboraciones no llegaron a la altura de sus primeros trabajos, pero quedaronmás o menos dignas. Sin embargo NeilYoung con Crazy Horse, suantigua banda, firmó, a principios de los 90, una serie de discos que figuraentre lo mejor del canadiense y del rock eléctrico. Y eso a pesar de que llegóa despedirlos de nuevo por adelantar las maquetas de uno de esos discos.

Deberíamos citar, también, las continuas separaciones y reencuentros de los Rolling Stones, The Who, The Kinks, The Animals o Beach Boys, pero en su caso nunca quedó tajantemente claro que se hubieran separado, y todo lo más que hubo fue unas broncas descomunales entre ellos, nada especial. Queda también la reunión de los tres Beatles vivos para dar luz a una idea mísera: poner música a maquetas de segunda fila de John Lennon. Y Robert Plant y Jimmy Page intentan sobrevivir juntos al legado de Led Zeppelin con nuevas canciones y algunos de sus clásicos, además de haberse juntado en un par de ocasiones con John Paul Jones y el hijo de John Bonham.

Hay otros que han conseguido escapar a los rumores y a las suculentas ofertas en forma de cheques. Sting aún duda si reunir a Police e Iggy Pop no las tiene todas consigo respecto a juntar a los Stooges. Este año grabaron nuevas canciones Kraftwerk, Blondie, The Records y Public Enemy, preparan nuevos conciertos New Order, Bow Bow Bow y hasta Culture Club!, mientras Simple Minds recuperan a su formación original. Hasta ahora sólo se han salvado The Jam y The Clash. Aún hay quién resiste la tentación!

Xavier Valiño

CAMPUS GALICIA ARTICULO FESTIVAL SANTIROCK 2000

ARTÍCULOS 2000

Santi Rock, digna primera edición

Sonic Youth en Santiago de Compostela

Curioso festival. Ya desde que uno llega el primer día y se encuentra con aquello de “Prohibida la entrada de animales cuadrúpedos; para los bípedos nos reservamos el derecho de admisión”, se adivina que no está ante un evento al uso. Sí, los pasados 13, 14 y 15 de julio tuvo lugar en Santiago la primera edición del Festival Rock por excelencia de Galicia desde ya mismo. Y lo ha sido porque no muchos pueden presumir de reunir el cartel con el que hemos contado.

A pesar de todo, el protagonista principal no fue ninguno de los grandes nombres, sino… ¡el viento! Quedará para siempre grabado en los oídos de los asistentes como las rachas de viento hacían que el sonido de los grupos fuera y viniese sin otra explicación. Y no es que el equipo contratado por la organización se quedase corto, sino que ante los elementos de la naturaleza poco se puede hacer. De todas formas, nada como acercarse al escenario o pensar que mejor eso que tener que suspender por la lluvia o algo peor.

Iggy Pop triunfó la primera noche. Como siempre, a torso descubierto, pantalón de cuero negro y sobriedad en el escenario y en sus músicos, aunque para energía y electricidad sin tregua ya estaba él con sus 53 años. Él suda, mientras otros –Jagger, por ejemplo-, transpiran colonia de precio prohibitivo. A su misma altura, en otra concepción muy distinta de la música, estuvieron Asian Dub Foundation, la única nota plenamente actual de los tres días, con sus proclamas políticas, sus increíbles bases rítmicas y un sonido insuperable, aunque para entender a su cantante se necesite haber nacido en su misma casa.

El segundo día brilló con luz propia la voz y la presencia en escena de Skin, cantante de Skunk Anansie. Los músicos que la acompañan no siempre están a la altura y en este caso, aunque queda claro que ganan en directo respecto a sus discos, sólo pudieron seguirla al principio y al final. Ash no pasaron de correctos, mientras que Killer Barbies y L 7 demostraron un saber estar encima de las tablas casi similar al de Skin. Potentes, cuando menos. Dover, como siempre, lo tenían todo ganado, y ni siquiera necesitaban de versiones como “Time After Time” de Cindy Lauper o el espectáculo de ver a su batería desnudo haciendo el pino para arrasar con su sonido de hace diez años.

Sonic Youth, por mucho que digan, brillaron como en sus mejores momentos, en el que fue sin duda el mejor día de los tres. Dejaron de lado su difícil último disco y dieron, de nuevo, una lección para todos sus discípulos en el mundo del noise, del grunge, del punk y, por extensión, a toda la escena del rock. Emplearon sus mejores armas: un buen diseño de escenario y distorsión a raudales, la misma que utilizaron por momentos Yo La Tengo. Aunque en el caso de estos últimos, lo suyo fue mucho más atípico: de la delicadeza a la furia en segundos y dejando para la posteridad el mejor momento de todos: su interpretación coreografiada –y cómica- de un oscuro éxito de la música disco “You Can Have It All”.

Mientras, Manta Ray volvían a deslumbrar con sus ambientes, que no canciones, siempre embelesadores en vivo. Teenage Fanclub decepcionaron por no traerse ensayada la lección y por empeñarse en sonar aún más pop en sus nuevas canciones. Ocean Colour Scene, aunque se mostraron por encima de lo esperado escogiendo lo más granado de su repertorio, se empeñaron en dejar claro lo retro de su sonido cerrando con el “Day Tripper” de los Beatles.

La sorpresa llegó de la mano de los portugueses Madamme Godard, un grupo sin sello discográfico aún por el que vale la pena suspirar. Ocean Colour Scene aportaron el personaje más entrañable: un viejecito que tocaba la pedal steel guitar y que hacía de roadie para el grupo, encendiéndoles los cigarrillos. ¿Sería el padre de alguno de ellos, el auténtico causante de la vocación de sus hijos?

Más curiosidades: Iggy Pop apareciendo en Mercedes en el recinto para, a continuación, seguir con atención la actuación de Sexy Sadie y pedirles un disco. No fue el único que mostró su alma de fan: Cristina Llanos, de Dover, presenció varias actuaciones desde la primera fila, en especial la de las salvajes L 7. También se pudo ver entre el público a gente de Los Enemigos, Los Flechazos o Barricada, estos acomodados a resguardo del viento y haciendo tiempo hasta que les tocase salir al escenario en otro punto de Galicia.

Se pueden mejorar muchas cosas, desde luego, y la organización es consciente de ello. Sobre todo, esa carpa dance que, prevista para sólo mil personas, se quedó pequeña desde el primer momento. Mejorar las señalizaciones de entrada, poner autobuses gratuitos desde el centro de la ciudad y habilitar una sala de prensa son también cuestiones pendientes. Ni se debería tampoco anunciar el cartel hasta que esté cerrado en su mayor parte, tal y como se hizo este año, creando unas expectativas que luego no se pueden cumplir.

Pero lo que hay que dejar muy claro es que el balance es totalmente positivo, sobre todo por esos casi 40.000 asistentes que superaron ampliamente a los 5.000 que esperaba la Consellería de Cultura. Por todo ello, por el éxito artístico y de público, se debe asegurar ya, sin más dilación, la continuidad de un acontecimiento que se ha convertido, en su primera edición, en cita ineludible del verano festivalero.

Xavier Valiño

ARTICULO CANCIONES DEL DÍA DE SAN VALENTÍN

ARTICULO CANCIONES DEL DÍA DE SAN VALENTÍN

ULTRASÓNICA

ARTÍCULOS 2001


San Valentín: toda rosa tiene su espina

    

Marvin Gaye

 

“Siempre escribes sobre relaciones de las que no quieres que la gente sepa nada, y tratas de esconderlo en tus palabras. Así que lo dices, pero nadie te descubre.” Neil Young resumió así una vez el dilema de la mayoría de los compositores. Es cierto que, muchas veces, lo que se dice en una canción está tan oculto que incluso la persona sobre la que se escribió no está segura de si es la protagonista -por ejemplo, Marianne Faithfull estaba convencida de que Mick Jagger había escrito “Wild Horses” sobre su relación, hasta que llegó Keith Richards a aclarar que la protagonista era, en realidad, la actriz Anita Pallenberg-.

  Pero lo que Neil Young no dijo es que, por una razón u otra, una buena parte de las intenciones reales al escribir una canción acaban por descubrirse. Lo que sigue son algunos ejemplos de canciones inspiradas por Cupido -o, mejor dicho, por las rupturas amorosas- que no deberías poner a tu amad@ en el día de San Valentín. 

– “Here, My Dear” de Marvin Gaye: Después de divorciarse de Anna, la hija de su jefe en el sello Motown, un juez ordenó que Marvin Gaye le diera todos los ingresos generados por los derechos de autor de su próximo disco a su ex. Su carácter testarudo y astuto le hizo responder con una dulce venganza, una obra maestra en forma de disco doble que hablaba de recuerdos amargos, recriminaciones y soliloquios tristes sobre el amor encontrado, perdido y definitivamente destrozado en los tribunales.  

– “Positively 4th Street” de Bob Dylan: Parecía que Dylan quería responder con esta tormenta eléctrica a las acusaciones de haberse vendido que le echaba en cara la comunidad folk de la calle 4 de Greenwich Village, en Nueva York, por haber electrificado su sonido. La línea central –“Ojalá pudieras ponerte por un minuto en mi piel, y entonces sabrías la lata que es tener que verte” así lo parecía indicar, aunque Joan Baez, su amante durante un tiempo, sabía a ciencia cierta que ella era la verdadera diana de aquellos versos. Y para probarlo, nada mejor que Don’t Look Back, el documental de sus giras del 65 en el que Dylan ignora sistemáticamente a Joan Baez.  

– “Where Did You Sleep Last Night” de Nirvana. En el último corte de “Unplugged In New York”, editado después de su suicidio, Kurt Cobain canta una balada tradicional que había hecho famosa Leadbelly, y que habla de un alma condenada a dormir en la fría soledad después de que su amor lo ha dejado. No es todo: el cantante pasa la noche estremecido pensando en la traición, la desesperación y la muerte. ¿Te suena? ¿Puede haber algo más triste? Fundido a negro.  

– “Brilliant Disguise” de Bruce Springsteen. En este caso, el amor es representado como una charada, un juego de sombras y luces en el que los verdaderos sentimientos se esconden. Era la primera vez que se podía intuir que no todo iba bien en el matrimonio que duraba ya un año entre Springsteen y la modelo Julianne Phillips –a la espera de que entrase en su vida Patti Scialfa-, descubrimiento que se cerraba hablando de una maldición gitana sobre su boda.  

– “You’re So Vain” de Carly Simon. Aunque también se citó a otros sementales inagotables como Warren Beatty o Mick Jagger, era su esposo James Taylor el directo dardo de esta suave gema envenenada que, indirectamente, pretendía dirigirse a toda la fraternidad macho de Hollywood. Aunque, ciertamente, aquel estribillo –“Eres tan vanidoso que seguramente creerás que esta canción habla de ti”- le va a cualquier persona que haya sentido precisamente eso alguna vez.  

– “Go Your Own Way” de Fleetwood Mac. Estaba en Rumours, un disco multimillonario que no tiene parangón en la historia del rock, al documentar cómo se resquebrajaba más de un matrimonio dentro de un grupo. Lindsay Buckingham declaraba a los cuatro vientos que la ruptura era completa y que no había posible reconciliación. Irónicamente, él y Stevie Nicks, a quien se dirigía, han seguido cantándola juntos en varias de esas giras de reunión de la banda.  

– “Every Breath You Take” de Police. Antes de que Puff Daddy le diera el tratamiento vulgar, ésta era la canción de aquellos que seguían al acecho, dominando y controlando a sus antiguas parejas. En lo que fue uno de sus momentos más acertados, Sting tomaba el espíritu de Buddy Holly y lo pintaba de negro. La dama afortunada que acreditó como su inspiración, su ex Frances Tomelty, llegó a declararse “halagada y horrorizada al mismo tiempo”.  

– “How Do You Sleep?” de John Lennon And The Plastic Ono Band. Por supuesto, no todas las relaciones amor-odio son heterosexuales. Lennon se destapó con este retazo de amargura post- Beatles -“¿Cómo duermes?”- hacia el que más tarde llamaría su “relación más antigua y extraña”. McCartney respondió con una pieza similar musicalmente, aunque más conciliadora en el texto, “Let Me Roll It”, de su disco Band On The Run dos años después.  

– “Rosanna” de Toto. El teclista de Toto, David Paich, escribió esta canción ganadora del Grammy, y éxito a ambos lados del Atlántico, para la actriz Rosanna Arquette: “Rosanna, no sabía que buscaras más de lo que podía darte”. La aludida ni si inmutó, declarando que “esa canción es una mierda”, mientras encontraba consuelo en los brazos de Peter Gabriel.  

– “Till Death Do Us Apart” de Madonna. Una relación con Sean Penn y Madonna por medio no podía acabar bien. Después de su ruptura, Madonna incluyó este corte en su disco Like A Prayer. Éste era el momento cumbre, una canción conducida por un ritmo turbulento que revela una profunda sensación de pérdida y que deja entrever varias escenas de un matrimonio en descomposición.  

– “Your Pretty Face Is Going To Hell” de Iggy Pop. La lengua viperina de Iggy Pop podía ser la peor, siempre que contara con la guitarra endemoniada de James Williamson y con una buena cantidad de drogas desquiciantes. Si uno pincha este “Voy a enviar tu cara bonita al infierno” después de “Wonderful Tonight” de Eric Clapton o de “Lady In Red” de Chris de Burgh, da la impresión de que acaba de caer encima una bomba de neutrones.  

– “Rid Of Me” de P J Harvey. Se ha terminado todo, pero aún falta algo. P J Harvey pide que le hagan la autopsia y que su ex amante le lama las heridas. Suponemos que hablaba en sentido metafórico.  

– “Whatcha Gonna Do About It?” de Sex Pistols. Como siempre, directos. Tomaron una canción de Small Faces y le cambiaron una única palabra para que quedase claro: “Quiero que sepas que TE ODIO, cariño”.  

– “Get Out Of My Life Woman” de Lee Dorsey. Como dijo Paul Simon, hay cincuenta formas de dejar a tu amante, pero ninguna tan directa como ésta: “Sal de mi vida mujer”. En Nueva Orleans no se andan con rodeos.  

Xavier Valiño

CAMPUS GALICIA ARTICULO HIJOS DEL ROCK

ARTÍCULOS 2002

Hijos del rock: buscando mi destino

Jeef y Tim Buckley Bob y Jakob Dylan

“Odios a los mártires del rock”, cantaban Def Con Dos. ¿Y a los hijos del rock, a aquellos con padres que ya son leyenda en el olimpo rock, qué? ¿Es lícito odiarles por su –en la mayoría de los casos- intrascendente producción o hay que compadecerles por tener que soportar la sombra de sus progenitores y la omnipresente comparación con ellos?

Como en todo, hay que empezar por los Beatles. John Lennon aportó los genes para la apariencia física de sus vástagos, pero, definitivamente, fueron los de sus madres los que contribuyeron a que su música sonara tan distinta. Julian Lennon, hijo de su primera esposa Cynthia –y motivo de varias canciones de los Beatles, entre ellas “Lucy In The Sky With Diamonds” o “Hey Jude”-, paseó su faceta más amable por cinco discos en los que queda claro que también heredó la voz de su padre. Por su parte, Sean Lennon, hijo de su segunda mujer Yoko Ono –y el que aseguró que su padre había sido asesinado por el gobierno norteamericano-, se acercó más a las bandas independientes –fue bajista de Cibo Matto- antes de grabar un disco, Into The Sun, más arriesgado que los de su hermanastro, para el sello de The Beastie Boys.

Otros descendientes de los tres Beatles restantes lo intentan también, aunque más en un segundo plano. El hijo de Paul McCartney, James, toca guitarra y percusión en el último disco de su padre, Driving Rain. Dhani, hijo de George Harrison, colaboró con su padre en “Horse To Water”, la última canción del guitarrista recientemente desaparecido que estaba incluida en el disco colectivo de Jools Holland. Y Zack Starkey, hijo de Ringo Starr, es un reputado batería de estudio que ha tocado varias veces con su padre.

La década prodigiosa

En los 60, muchos se acunaron rodeados de guitarras eléctricas. No es de extrañar, pues, que una buena parte de los nombres que dominaron su escena vean a sus descendientes intentarlo por su cuenta.

De entre todos, destaca Jakob Dylan, preocupado siempre por marcar las distancias con su padre, Bob Dylan. Para empezar, se oculta detrás de una banda, The Wallflowers, aunque él sea el principal compositor, y rehuye el tema familiar en las entrevistas. Musicalmente, sus tres discos recuerdan más a Tom Petty –compañero, por otra parte, de Bob en el entretenimiento The Traveling Wilburys-, aunque en los textos no puede evitar recordar a su padre, algo que no es ningún desmérito.

También han intentado encontrar su propia personalidad otros hijos de aquellos pioneros. Dweezil Zappa, hijo de Frank Zappa, llegó a editar cuatro discos en solitario y dos en compañía de su hermano Ahmet como cantante, influenciados por luminarias del estilo Van Halen o Steve Vai.

Adam Cohen consiguió, después de trabajar con varios grupos durante los 90, grabar su primer disco en solitario en 1998, canciones de rock adulto más vigorosas que las de su padre Leonard Cohen. Curiosamente, fue la misma compañía de su padre, Columbia, quien se lo editó, porque si no…

Teddy Thompson, hijo de Richard Thompson y su esposa Linda, ha grabado y girado con sus padres en varias ocasiones. Su disco homónimo de debut le debe bastante al folk-rock que practican ellos. Van Morrison firma y participa en dos de las canciones del segundo disco de su hija Shana, 7 Wishes, quien ya había demostrado su espectacular voz acompañando a su padre en directo.

Otros marcan las diferencias. Chris Stills, hijo de Stephen Stills –de Crosby, Stills, Nash (& Young)- le dio a su disco de debut en 1998 un aire más independiente. Por su parte, Emma Townshend, hija de Pete Townshend, grabó su primer disco en 1998 en un estudio casero y reconoció que su principal influencia era Randy Newman.

Lo de Jasón Bonham, hijo de John Bonham, batería de Led Zeppelin es casi un caso de suplantación. Además de ocupar el lugar de su padre en las ocasiones en que Led Zeppelin se han reunido desde la muerte de John, ha hecho varias giras interpretando canciones del grupo de su padre y llegó a editar un disco titulado In The Name Of My Father: The Zepset Live From Electric Lady Land con el repertorio del grupo.

Sin embargo, fueron Wilson Phillips las únicas que en los 90 lograron un cierto éxito. Carnie y Wendy Wilson (hijas del Beach Boy Brian Wilson) y Chynna Phillips (hija de John y Michelle Phillips de The Mamas & The Papas) parece que entendieron bien que en estos años el pop edulcorado lo tiene más fácil. Eso sí, en sus dos discos demostraron que al menos se les había pegado algo de las armonías vocales de sus padres.

Cruce de caminos

Puede que en aquellos sonidos no estrictamente rock las comparaciones no sean tan habituales y sea más fácil forjarse un estilo propio. Desde luego, a Liza Minelli, hija de la cantante y actriz Judy Garland, aún siguiendo los pasos de su madre en el mundo del espectáculo –ambas representan perfectamente la época en la que cada una se dieron a conocer-, no se la valora con relación a sus antecedentes.

Nancy Sinatra, a pesar de alcanzar el número uno con “Somethin’ Stupid” al lado de su padre Frank Sinatra, optó inteligentemente por el pop y, durante los 60, sus composiciones con Lee Hazlewood –como “These Boots Are Made For Walkin’” o “Some Velvet Morning”- produjeron alguno de los éxitos infiltrados en las listas más atípicos de aquellos años.

Casi al mismo tiempo, Fela Kuti se convertía en el rey del afro-beat en África. Treinta años más tarde, su hijo Femi Kuti ha recogido su testigo y lleva camino de obtener su misma repercusión, aunque con el lastre de que precursores sólo lo son los primeros en llegar. Algo similar a lo que le sucede a Ziggy Marley -al que alguno de sus hermanos acompañan en directo- en relación con su padre, Bob Marley.

En Brasil, también a principios de los 60, Joao Gilberto daba vida a la bossa nova. Su hija Bebel Gilberto –sobrina también de Chico Buarque-, nacida en 1965, se lo tomó con calma. Grabó con su madre a los siete años, actuó con Stan Getz a los nueve, grabó su primer EP en 1988 y viene colaborando desde entonces con David Byrne, Thievery Corporation, Towa Tei, Caetano Veloso, Smoke City o Arto Lindsay, antes de grabar su primer disco, Tanto tempo, en el 2000, que supone algo más que una relectura electrónica de la bossa nova.

Don Cherry, trompetista de jazz al lado de visionarios como Ornette Coleman, ha visto como su hijo Eagle-Eye Cherry se ha hecho un hueco dentro del pop sin complicaciones con dos discos. Mientras, su hijastra Neneh Cherry barrió alguna de las fronteras entre el hip-hop y el pop en sus tres discos, aunque su fuerza se haya ido diluyendo con el paso del tiempo.

Asuntos internos

También dentro de nuestro Estado empiezan a despuntar algunos descendientes de los que, contra viento y marea, se han empeñado en dedicarse a esto. Lúa Ríos, al frente de su grupo Balboa, empieza a grabar sus primeras maquetas. Ella es la hija a la que Miguel Ríos le cantaba aquello de “Lúa, Lúa, Lúa, cuando crezcas algo llena tu cabeza de rock”. Por ahora parece que el consejo no cayó en saco roto.

Rodrigo, hijo del colega de Miguel Ríos, Rosendo, empieza ya a dar la cara, como en el último disco de su padre, con el que canta “El alma se colma”. Iker Piedrafita, hijo de Alfredo Piedrafita, guitarra de Barricada, tiene su propia banda, Los Dikers, con un par de discos en la onda Green Day.

Mientras, Raúl F. Rodríguez, hijo de Martirio, está a medio camino entre el flamenco y el rock, colaborando asiduamente con su madre o con gente como Kiko Veneno o Raminundo Amador.

La fiebre continúa

Quedan para el final tres artistas que se han situado, cuando menos, al mismo nivel que sus padres. Evidentemente, el caso de Whitney Houston sobrepasó en todos los sentidos a la atención que su madre, Cissy Houston, había despertado. Poco pudieron hacer discos como Presenting Cissy Houston o sus colaboraciones con Aretha Franklin. Ni siquiera su versión original de “Midnight Train To Georgia” la ayudó: al año siguiente representó un número uno para Gladis Knight & The Pips. Queda, para el morboso, el dueto que Cissy y Whitney grabaron juntas en 1988, “I Know Him So Well”.

El caso de Jeff Buckley, aún marcando las distancias con su padre, Tim Buckley, que lo abandonó de pequeño, duele por las semejanzas entre ambos. Ambos, artistas torturados de canciones intensas, murieron a la misma edad, los 29 años -de sobredosis el padre y ahogado el hijo-. El legado de los dos viene siendo reivindicado continuamente en los últimos años, con Starsailor, una de las últimas revelaciones del pop británico, como ejemplo: toman su nombre de un disco del padre y evocan en sus canciones a las del hijo.

La más reciente sorpresa viene de la mano del grupo que más elogios ha provocado en los últimos meses. The Strokes cuenta con un guitarrista de nombre sospechoso: Albert Hammond Jr. Una vez investigados sus lazos familiares, la sospecha se confirma: su padre es el mismísimo Albert Hammond, aquel que grabó “It Never Rains In Southern California” y acabó componiendo para Julio Iglesias. Sorpresas te da la vida…

Xavier Valiño

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