CAMPUS GALICIA ARTICULO FESTIVAL SANTIROCK 2000
ARTÍCULOS 2000
Santi Rock, digna primera edición
Sonic Youth en Santiago de Compostela
Curioso festival. Ya desde que uno llega el primer día y se encuentra con aquello de “Prohibida la entrada de animales cuadrúpedos; para los bípedos nos reservamos el derecho de admisión”, se adivina que no está ante un evento al uso. Sí, los pasados 13, 14 y 15 de julio tuvo lugar en Santiago la primera edición del Festival Rock por excelencia de Galicia desde ya mismo. Y lo ha sido porque no muchos pueden presumir de reunir el cartel con el que hemos contado.
A pesar de todo, el protagonista principal no fue ninguno de los grandes nombres, sino… ¡el viento! Quedará para siempre grabado en los oídos de los asistentes como las rachas de viento hacían que el sonido de los grupos fuera y viniese sin otra explicación. Y no es que el equipo contratado por la organización se quedase corto, sino que ante los elementos de la naturaleza poco se puede hacer. De todas formas, nada como acercarse al escenario o pensar que mejor eso que tener que suspender por la lluvia o algo peor.
Iggy Pop triunfó la primera noche. Como siempre, a torso descubierto, pantalón de cuero negro y sobriedad en el escenario y en sus músicos, aunque para energía y electricidad sin tregua ya estaba él con sus 53 años. Él suda, mientras otros –Jagger, por ejemplo-, transpiran colonia de precio prohibitivo. A su misma altura, en otra concepción muy distinta de la música, estuvieron Asian Dub Foundation, la única nota plenamente actual de los tres días, con sus proclamas políticas, sus increíbles bases rítmicas y un sonido insuperable, aunque para entender a su cantante se necesite haber nacido en su misma casa.
El segundo día brilló con luz propia la voz y la presencia en escena de Skin, cantante de Skunk Anansie. Los músicos que la acompañan no siempre están a la altura y en este caso, aunque queda claro que ganan en directo respecto a sus discos, sólo pudieron seguirla al principio y al final. Ash no pasaron de correctos, mientras que Killer Barbies y L 7 demostraron un saber estar encima de las tablas casi similar al de Skin. Potentes, cuando menos. Dover, como siempre, lo tenían todo ganado, y ni siquiera necesitaban de versiones como “Time After Time” de Cindy Lauper o el espectáculo de ver a su batería desnudo haciendo el pino para arrasar con su sonido de hace diez años.
Sonic Youth, por mucho que digan, brillaron como en sus mejores momentos, en el que fue sin duda el mejor día de los tres. Dejaron de lado su difícil último disco y dieron, de nuevo, una lección para todos sus discípulos en el mundo del noise, del grunge, del punk y, por extensión, a toda la escena del rock. Emplearon sus mejores armas: un buen diseño de escenario y distorsión a raudales, la misma que utilizaron por momentos Yo La Tengo. Aunque en el caso de estos últimos, lo suyo fue mucho más atípico: de la delicadeza a la furia en segundos y dejando para la posteridad el mejor momento de todos: su interpretación coreografiada –y cómica- de un oscuro éxito de la música disco “You Can Have It All”.
Mientras, Manta Ray volvían a deslumbrar con sus ambientes, que no canciones, siempre embelesadores en vivo. Teenage Fanclub decepcionaron por no traerse ensayada la lección y por empeñarse en sonar aún más pop en sus nuevas canciones. Ocean Colour Scene, aunque se mostraron por encima de lo esperado escogiendo lo más granado de su repertorio, se empeñaron en dejar claro lo retro de su sonido cerrando con el “Day Tripper” de los Beatles.
La sorpresa llegó de la mano de los portugueses Madamme Godard, un grupo sin sello discográfico aún por el que vale la pena suspirar. Ocean Colour Scene aportaron el personaje más entrañable: un viejecito que tocaba la pedal steel guitar y que hacía de roadie para el grupo, encendiéndoles los cigarrillos. ¿Sería el padre de alguno de ellos, el auténtico causante de la vocación de sus hijos?
Más curiosidades: Iggy Pop apareciendo en Mercedes en el recinto para, a continuación, seguir con atención la actuación de Sexy Sadie y pedirles un disco. No fue el único que mostró su alma de fan: Cristina Llanos, de Dover, presenció varias actuaciones desde la primera fila, en especial la de las salvajes L 7. También se pudo ver entre el público a gente de Los Enemigos, Los Flechazos o Barricada, estos acomodados a resguardo del viento y haciendo tiempo hasta que les tocase salir al escenario en otro punto de Galicia.
Se pueden mejorar muchas cosas, desde luego, y la organización es consciente de ello. Sobre todo, esa carpa dance que, prevista para sólo mil personas, se quedó pequeña desde el primer momento. Mejorar las señalizaciones de entrada, poner autobuses gratuitos desde el centro de la ciudad y habilitar una sala de prensa son también cuestiones pendientes. Ni se debería tampoco anunciar el cartel hasta que esté cerrado en su mayor parte, tal y como se hizo este año, creando unas expectativas que luego no se pueden cumplir.
Pero lo que hay que dejar muy claro es que el balance es totalmente positivo, sobre todo por esos casi 40.000 asistentes que superaron ampliamente a los 5.000 que esperaba la Consellería de Cultura. Por todo ello, por el éxito artístico y de público, se debe asegurar ya, sin más dilación, la continuidad de un acontecimiento que se ha convertido, en su primera edición, en cita ineludible del verano festivalero.
Xavier Valiño