YACHT ROCK (1)
Yacht rock, el ahora reivindicado soft rock californiano de finales de los 70 (1)
(Artículo en 4 partes)
Michael McDonald, Thundercat y Kenny Loggins
Sucedió hace ahora cinco años, cuando un músico como Thundercat, quien había militado en la escena hardcore poco tiempo antes, contó para su disco Drunk con Michael McDonald y Kenny Loggins. ¿Qué? ¿Cómo? Pues sí, y aunque se trataba solo de una canción, “Show You the Way”, servía para recuperar a un par de músicos un tanto denostados y que habían tenido su momento álgido 40 años atrás. Y lo hacía sin el más mínimo atisbo de ironía.
Steely Dan (con Michael McDonald)
The Doobie Brothers
Se podía entender lo de Thundercat como una reivindicación, como un homenaje suyo a dos personas que admiraba, por difícil que parezca. Pero el caso es que bien se puede fijar ese momento como la constatación de que una música que había estado bastante olvidada y menospreciada empezaba a ser reevaluada, degustada por nuevos y viejos seguidores que experimentaban placer auditivo escuchando aquellas canciones sin ningún tipo de prejuicio. Según parecía decir Thundercat y estos oyentes, es posible no vivir exclusivamente de sonidos hechos por guitarras eléctricas poderosas y cambiar la dieta de vez en cuando, degustando otros sonidos, otros ritmos y otras voces más suaves, eso sí, en pequeñas dosis, no vayan a salir sarpullidos.
Seals & Crofts
Boz Scaggs
No son los únicos. Durante los últimos años, la emisora SiriusXM ha mantenido en antena una emisora que solo programa música de aquellos años ahora conocida como yatch rock, durante la temporada principal de navegación, o sea, los meses de primavera y verano. Se han editado también varios recopilatorios recientemente y proliferan las listas de reproducción en plataformas en la red. Hay también bandas que recrean lo que se escuchaba en los años de gloria de McDonald y Loggins, como Yacht Rock Revue, y toda una serie de artistas recientes que, aunque no se puedan agrupar en una escena o término común, llevan en su ADN grabado a fuego lo que se hizo entonces.
Serie Yacht Rock
Kenny Loggins & Jim Messina en un barco
¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Por increíble que parezca, la culpa la tiene Youtube. Más concretamente tres personas -el escritor, director y productor JD Ryznar y los productores David B. Lyons y Hunter D. Stair- que filmaron y colgaron el 26 de junio de 2005 en la plataforma una serie de doce capítulos cortos, pero memorables, llamada Yatch Rock, que parodiaba, no sin cierto cariño, a los principales personajes de aquella escena. La serie retrataba satíricamente el principio de los 80 como la cúspide del mal estilo pero, al mismo tiempo, parecía reverenciar con genuino aprecio su banda sonora.
Gerry Rafferty
Bob Welch con Stevie Nicks
La llamaron así, Yatch Rock (Rock de Yates), algo que se podría entender incluso como un insulto, para aglutinar a aquellos artistas que probablemente tendrían yates y escucharían aquella música en sus estéreos de alta fidelidad, lo que podríamos entender como el rock yuppie de los 80. Pero el efecto fue más bien el contrario, ya que el estigma desapareció inmediatamente para aquello que antes se consideraba, en el mejor de los casos, un placer culpable, y anticuado en comparación con otros géneros florecientes de entonces como el punk rock, la new wave o el hip-hop. El nombre podía tener cierta gracia cuando se escuchaba por primera vez, pero acabó siendo adoptado para dar nombre a una forma de hacer música, reconociendo que entre todo lo editado entonces había canciones que valía la pena recuperar. Seguramente se trate de la primera vez que una etiqueta nace después de que la música a la que dio nombre y sus años de gloria hayan quedado atrás, muy atrás.
Daryl Hall & John Oates, con Todd Rundgren en el medio
Bobby Caldwell
Efectivamente, los discos y músicos que aglutinaría ese término reinaron en las listas de éxitos entre 1976 y 1983, con algunos antecedentes desde unos meses antes y algunos coletazos hasta 1986. Sus canciones suaves y sus textos melancólicos evocaban un ambiente relajado y tranquilo, con unas cuantas referencias -también en sus portadas- a la navegación, el buen tiempo y California, todo muy adecuado para que se acabase llamando así.
Dan Fogelberg
Orleans
El equivalente más similar a la nueva denominación sería soft rock, o rock suave, un rhythm and blues blanqueado que se traducía en canciones equidistantes entre el AOR (rock orientado para adultos), el soul, el jazz y el pop, con voces claras y un enfoque en la melodía por encima del ritmo. Si acaso, su lazo en común más evidente fue el alto estándar en la producción, un sonido sofisticado, prístino e inmaculado, trabajado con los mejores músicos de estudio, arreglistas y productores que el dinero podía conseguir.
Ambrosia
En sus letras predominaban los temas adultos compuestos por personas que entraban en su madurez y se dirigían a otros adultos -mujeres, claro está-, dejando entrever en ellos nostalgia, sueños empañados y deseos frustrados, nada que ver con los adolescentes a los que en los primeros años del rock se dirigían las canciones. Aquí había deseo tamizado por una cierta angustia, bajo control, eso sí, en textos escritos por protagonistas masculinos que se lamentaban de su propia estupidez al tratar de volver con sus ex o al coquetear con mujeres que tenían la mitad de su edad. La nueva masculinidad empezaba aquí, aunque de forma un tanto sensiblera y sin tener muy clara cuál era su posición frente a lo que sentían.
Elvin Bishop
Little River Band
El contexto había propiciado ese tipo de canciones. Los primeros años 70 fueron una época oscura para los estadounidenses, con la crisis del petróleo, una inflación desbocada y una recesión económica mundial, a lo que había que sumar la retirada de las tropas de Vietnam entre el cuestionamiento de la sociedad y el escándalo Watergate. Los jóvenes de entonces, en lugar de intentar cambiar la sociedad como pretendía la revolución juvenil de finales de los 60, se conformaron con un mundo más individualizado, más atomizado, en el que prefirieron mira hacia el interior y prosperar ellos mismos.
Dane Donohue
Por eso sus textos dejaron de lado lo que sucedía a su alrededor, de manera que nunca resultaron peligrosos y no molestaron a nadie. Completamente apolíticas, las letras no tenían ningún tipo de ataduras con los acontecimientos del momento. A cambio, le ofrecían al oyente un bálsamo reconfortante, una propuesta de escapismo a un mundo con el tiempo y los medios para pasar el rato bebiendo cócteles, recreándose en sus relaciones amorosas y mirando al mar. De ahí que entre sus momentos más sonados haya canciones como “Escape (The Piña Colada Song)” (“Escape (La canción de la piña colada)”) de Rupert Holmes, “Kiss on My List” (“Tu beso en mi lista”) de Daryl Hall & John Oates o “Sailing” (“Navegando”) de Christopher Cross.
Atlanta Rhythm Section
The Orzak Mountain Daredevils
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