ULTRASONICA ARTÍCULOS 1997 ZONA DE OBRAS

ULTRASONICA ARTÍCULOS 1997 ZONA DE OBRAS

Ultrasonica e-zine :: Xavier Valiño

ARTÍCULOS 1997


Zona de Obras, la revista-fanzine

 

 

 

Desde la capital maña, aunque no centrado exclusivamente en esa ciudad, se viene trabajando desde hace más de dos años en una publicación –¿fanzine?- que es, sin duda alguna, una de las más interesantes que se pueden leer por estos pagos.

 

Zona de Obras es responsabilidad principal de Rubén Scaramuzzino, que hace ya más de tres años se estableció en Zaragoza, después de dejar su Argentina natal, para trabajar como diseñador gráfico. Detrás de Rubén, en la dirección, y se supone que prestando apoyo crematístico, está el misterioso Dr. Feelgood, que no es otro que el líder de la banda hispano-argentina de mayor impacto de los últimos siete años, desaparecida recientemente. Piensa un poco y acertarás.

 

Cuando Rubén llegó de Argentina tuvo la idea de elaborar una publicación en la que dar rienda suelta a su creatividad artística, recoger la actividad musical del Estado y de Hispanoamérica y acercar más los dos continentes. Y así nació Zona de Obras, que actualmente cuenta con la distribución en el Estado a través de SURCO y en Argentina y Uruguay por medios propios.

 

         Dado el trabajo de Rubén, el auténtico lujo de esta publicación es su concepción gráfica, absolutamente brillante y a años luz de todo lo que se pueda ver en este tipo de publicaciones y, por supuesto, infinitamente superior a la de las grandes revistas que cuentan con una amplia tirada. Todas las páginas están cuidadas al detalle e, independientemente del gusto personal de cada uno, no se les puede negar originalidad y buen hacer.

 


 

Los contenidos de Zona de Obras conservan la frescura de los fanzines, con alguna particularidad. Para empezar, cuentan con las entrevistas que les apetecen según su gusto musical, con las que pueden competir sin ningún problema con las revistas especializadas -Rock de Lux, Mondo Sonoro, Ruta 66, El Tubo…- y sin caer en la cutrez de bastantes fanzines. Repasemos alguna de estas entrevistas: Antonio Escohotado, Alaska, Mil Dolores Pequeños, Sabino Méndez, Bustamante, El Niño Gusano, Cheikha Rimitti…

 

Pero no se conforman con tener acceso a todas esas bandas, sino que también consiguen que buena parte del mundillo musical colabore escribiendo artículos para ellos. Así, en los últimos números puedes leer lo que piensan o desvarían Manu Chao, Antón Reixa, Kike Turmix, Malcom Scarpa, Félix -Dr. Explosión-, Sergio Algora y hasta el ex-futbolista Miguel Pardeza.

 

Otra nota diferente la pone su redacción en Argentina. Desde allí se elabora la parte dedicada a grupos y artistas sudamericanos, y, gracias a ellos, en sus páginas puedes enterarte de quienes son Massacre, Patricio Rey, Chicos Eléctricos o de las últimas propuestas de Fabulosos Cadillacs, Los Tres, Café Tacuba y Spinetta. O sea, que creen en el rock latino y no como una moda, sino como una realidad que han mamado desde siempre y de la que pueden ofrecer una opinión de primera mano. De cómo se puede elaborar una revista a caballo de dos continentes, con la redacción dividida, es algo que pasa, inevitablemente, por el correo electrónico. Cuestión de modernidades.

 

Pero no todo se reduce a una revista pretenciosa en sus contenidos. Del mundo de los fanzines toman lo mejor: su falta de complejos y prejuicios. Así, junto a lo que ya hemos mencionado, pueden aparecer artículos sobre el heavy estatal -un completísimo dossier por entregas-, autos argentinos de los 70, cine gore, reggae, chamanismo, tatuajes, el Ché Guevara, los dictadores bananeros sudamericanos, el vinilo de siete pulgadas … Muchos de ellos son lo más reconfortante de Zona de Obras, por la duda que presentan: ¿están hechos de cachondeo o son todo un tratado versado sobre la materia? Puro material para el regocijo o la polémica.

 


 

La idea original vino acompañada desde el principio de la edición de un compacto para hacer aún más atractiva su propuesta. Desde entonces,  y cada dos meses, se han dedicado a repasar lo más interesante de los sellos independientes estatales, con un completo informe sobre sus artistas y un disco compacto en el que escucharlos: Triquinoise (n1 1), Subterfuge (n1 2), Munster (n1 3), Siesta y Grabaciones en el Mar (n1 4), Roto (n1 5), Por Caridad y Hall Of Fame (n1 6), Elefant (n1 7), Animal (n1 8), y Zona Bruta, Full On y Yo Gano (n1 9).

 

Además de los nueve números editados hasta el momento, a los responsables de Zona de Obras les ha parecido que no tenían suficiente trabajo -o es que son masocas- y se han decidido a lanzar su propia línea de números especiales monográficos, con una periodicidad semestral. Empezaron por la fiebre futbolera (n1 1), acompañado por un compacto con 27 de los himnos más coreados en los campos de fútbol ingleses, cortesía del sello británico dedicado al tema Exótica Records, que contiene más de una curiosidad.

 

 

Hace poco continuaron con el Especial Amor (n1 2), cargado de sugerentes y divertidos textos, en este caso con un doble compacto en el que aparecen, entre otros, Vainica Doble, Killer Barbies, Club 8, Sergio Makaroff, Joxe Ripiau, Tav Falco, Los Flechazos, Todos tus muertos, Willy Giménez…

 

Y no acaban ahí. El último especial se centra en los años 60, con un doble compacto con atención tanto a los grupos estatales como foráneos, y que inaugura una colección que va a repasar la historia del rock a través de sus cuatro décadas. ¿Quién da más?

 

Xavier Valiño

ULTRASONICA ARTÍCULOS 1997 CINCUENTONES

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ARTÍCULOS 1997


Aquellos maravillosos 50

 

  

A punto de acabar el siglo XX, el rock anda ya por su año cuarenta y tantos. Alguna de sus estrellas, de las que más brillan en su firmamento, han pasado ya la crisis de los veinte, la de los treinta, la de los cuarenta… (y entran ahora en la de los cincuenta! Mal año este 1.997 para algunos viejos rockeros, de esos que nunca mueren. Llegan a la cincuentena. Pero no te creas que les preocupa demasiado: viven cojonudamente de las rentas, la industria les permite grabar los discos que les da la gana, se les venera como dioses y alguno hasta tendrá su homenaje este año.

 

            No hay problema. Desde sus casas en Suiza seguirán prepararando nuevos conciertos y nuevos discos, manteniendo bien vivo el espíritu rebelde del rock’n’roll. Mucho tienen aún que aprender los mocosos esos que empiezan a editar sus discos y así se lo seguirán demostrando, siempre que no haya que parar por alguna inoportuna visita a la clínica.

 

            Algunos ya han pasado por la experiencia, y no parece que eso les haya hecho dejarlo. Como es el caso de los más conocidos, los Beatles, los que viven, claro, empeñados en demostrar que sus maquetas merecen un hueco en la historia y que ponerle música a bocetos de John Lennon es una idea de la leche. O los Stones, preparando nueva gira para poder morir con las botas puestas –(si hasta se reúnen los Sex Pistols, tío!- y batir el récord Guiness de ganancias por dar la vuelta al mundo desde los estadios. En meses precedentes llegaron también a tan estupenda edad Van Morrison, Neil Young, Robert Fripp, John Fogerty, mano-lenta Eric Clapton, Donovan, la recauchutada Cher o la viuda Patti Smith.

 

 

            Vayamos ya con los que cumplen años en este 1997. Quien se lleva siempre el gato al agua es el camaleón David Bowie, que celebra su cumpleaños entre homenajes y nuevas biografías, al lado de la bella Omán y viendo cómo lo mejor de su producción es saqueado impunemente, y con el beneplácito de todos, por unos mozalbetes llamados Suede. Ya avisó Mick Jagger: "no se puede llevar un par de zapatos nuevos en presencia de Bowie, porque te roba la idea", y Bowie hace honor a su fama con lo que nos preparó, todo sin quitarse el guardapolvos que paseó por el Doctor Music Festival. Primero, colaborando con los Pet Shop Boys; luego, poniendo sonidos jungle en su nuevo disco; y, por último, ayudando a Brian Eno a que le acabe su trilogía futurista antes de final de siglo. Si para entonces se ha convertido en Nathan Adler, su sosías en Outside, o sigue siendo el mismo es algo que está por ver.

 

 

            El bestia de su amigo, Iggy Pop, también está de fiesta. Aunque seguramente la haya celebrado de concierto en concierto, por los escenarios de varios continentes. Todos los que organizan festivales saben que no hay nada como el torso desnudo de la Iguana para vender entradas y tener garantizados unos minutos en la tele, y el simpático Iggy Pop cumple cantando una vez más cualquiera de sus ¿éxitos? como si de un karaoke se tratara. Pone la misma entrega que si tuviera veinte años, o casi, que para eso está su hijo de roadie, esperando a colocarle la bata blanca y ayudarle en caso de desfallecimiento.

 

             Tampoco se libra Reinald Kenneth Dwight. )Qué quién es ese tipo? El del peluquín, hombre. Elton John, que, tal y como se podía augurar, colocó de nuevo para el mercado navideño del 97, a modo de celebración, un nuevo disco de baladas con piano. La novedad, este año, tuvo como excusa la muerte de alguien de la realeza para poner una canción suya en la otra cara del single de homenaje y convertirlo en el más vendido de todos los tiempos. (Qué brillante! )No?

 

            Vamos ahora con los pesos pesados. El primero es el Bonnie Tyler masculino, más conocido como Meat Loaf -cacho carne-. En su caso, lo más lógico sería darle un aire melodramático a tan señalado acontecimiento, colaborando de nuevo con su pareja artística Jim Steiner y pegando los gritos de rigor, aunque ya lo haya hecho antes sin tener nada que celebrar. A modo de saga cinematográfica podría reaparecer con la tercera entrega del Murciélago salido del infiernoBat Out Of Hell– y no por ello el mundo tendría que reprochárselo.

 

            En el caso de Ian Anderson, de los añejos Jethro Tull, eso parece más impensable, pero cualquier día saca la flauta del empolvado estuche en el que la pasea por medio mundo, al tiempo que visita piscifactorías, ya que es un reputado empresario del sector, y nos entrega un segundo Thick As A Brick. Recuerda que ya tuvimos unas segundas Tubular Bells -y pronto unas terceras-, o sea que no tiene que ser tan complicado. Más difícil sería pensar en la reconciliación de Roger Waters y David Gilmour, los dos de cumpleaños, y hace un tiempo compañeros en Pink Floyd. Si se deciden a amenizarnos con algo algún día, lo más seguro es que nos eviten verles las caras, por eso de las arrugas, y así no tengamos que pasar el mal trago de ver lo mucho que disfrutan con su rock sinfónico de fin de siglo.

 

 

            Algunos no lo tienen tan claro. El héroe de la guitarra Brian May no encuentra su acorde desde que Freddie Mercury se fue. Seguro que aún queda alguna grabación inédita y así podría explicar otra vez la historia de Queen. Más difícil será ver al autor de "Morning Has Broken" sobre un escenario. Cat Stevens lleva retirado muchos años, convertido al Islam, pero siempre puede hacer una reaparición sorpresa para reafirmar los principios fundamentalistas islámicos, tal y como hizo hace un par de temporadas.

 

            Algo similar sucede con Santana, que aparece de vez en cuando… acompañando al setentón John Lee Hooker. De todas formas, aunque no haya grabaciones nuevas del latino y viva de las recopilaciones, grupos como Girasoules hacen todo lo que está en sus manos -y en sus guitarras- para que no nos olvidemos de él. Y Barry Gibb, con o sin sus hermanos Bee Gees, tendría en estas fechas una ocasión inmejorable para poner su sensacional falsete en ayudar a las carreras en solitario de los chicos de Take That.

 

            Marianne Faithful está refugiada de nuevo en la campiña irlandesa, un tanto al margen del circo rock, aunque las infidelidades su ex, el insaciable Mick Jagger, bien podrían servirle para añadir páginas a su autobiografía o como excusa para interpretar de nuevo "As Tears Go By" como si fuera propia.

 

            Nada de eso pueden hacer Ralf Hüttter, Florian Scheneider y Karl Bartos, los inventores del techno con Kraftwerk. Desde que se decidieron a cantar dos canciones en castellano en su último disco, Electric Caffe, no han podido grabar más. Así de exhaustos quedaron. Pero los maestros están al alcance de cualquiera que pueda pagarles unos duros. Bernard Summer y Johnny Marr le han hecho un hueco a Karl en el segundo disco de Electronic, así que, a falta de alguien que pague mejor, no deja de ser una salida digna.

 

 

            Quedan para el final los segundones. Ésos que da igual lo que hagan porque nunca han tenido el más mínimo éxito. Warren Zevon sigue cantando, a sus 50 años, a los "Hombres-lobo de Londres", esperando que sus amigos de REM quieran aprender algo más de él en una nueva entrega de Hindu Love Gods. Ry Cooder vive de tocar en los discos de todo el mundo, incluyendo a Carlos Núñez e incluso Luz, siempre que necesiten un mercenario de lujo, y de aliarse con amigos cubanos, que bien le pueden costar una sentencia en prisión en su país. Y Dave Davies, irreconciliable con su hermano Ray y los Kinks, debería empezar a pensar en volver al redil familiar. No le queda demasiado tiempo.

 

            Y si creías que el punk era algo joven, te falta por saber que su inventor, Malcom McLaren, también quemó en el 97 sus 50 años. Eso sí, en su caso puede que cualquier día nos descubra el flamenco a ritmo dance o cualquier otra de sus genialidades. )Quién dice que la edad le impide seguir haciendo el mono?

 

 

Los que no llegaron a la cita

 

            Puede que por eso su leyenda siga intacta. Algunos de los auténticos pioneros han dejado su huella en la historia del rock pero, por diversas causas, no han llegado hasta el 97. En este año hubieran cumplido 50 años, y algunos de los que si han tenido esa suerte pactarían con el diablo o darían toda su carrera por gozar del respeto que tienen los que ahora siguen. Vamos allá.

 

 

            Muy pocos recuerdan a Gram Parsons, pero el fue el auténtico renovador del country  e inventor del country-rock, comandando los Byrds y los Flying Burrito Brothers. Sus dos únicos discos en solitario G.P. y Griveous Angel son reivindicados una y otra vez desde entonces. Apareció muerto en el 73 en un desierto cercano a Los Ángeles, con restos en su sangre de morfina, cocaína y alcohol. Su amigo Phil Kaufman robó su féretro días después y quemó sus restos junto al Joshua Tree, el mismo que dio título a aquel disco de U2.

 

            Tim Buckley no lo contará tampoco, pero al menos tiene la suerte de ver como su hijo Jeff Buckley es el más digno de los herederos de los músicos rock del pasado. Su intensa voz, al servicio de canciones folk sensibles y atormentadas, hacía prever lo que sucedió. Después del fracaso artístico fue taxista, conductor para Sly Stone y acabó muriendo en el 75 después de confundir una dosis de cocaína con heroína.

 

 

            Marc Bolan estaba más en la onda del espectáculo, al menos con su época glam al frente de T. Rex. Antes había editado interesantes discos en solitario con títulos tan increíbles como Mi gente era hermosa y tenía el cielo en el pelo, pero ahora son felices por llevar estrellas en la frente. Murió en el 77 cuando el coche que conducía su novia Gloria Jones se estrelló, pero sus guitarrazos siguen aún bien vivos en la memoria y los discos de muchos.

 

            Steve Marriot, al frente de los Small Faces, fue la imagen de los mods auténticos, frente a los reciclados Who que la adaptaron por indicación de su manager. Adeptos a las anfetaminas y al soul negro, pasaron del salvaje rhythm and blues al cabaret pop. Marriot murió en el 91, en un incendio en su casa mientras dormía una borrachera. Nadie es perfecto, que decía el otro.

 

Xavier Valiño

ULTRASONICA ARTÍCULOS 1997 LIBROS-ROCK

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ARTÍCULOS 1997


Libros rock, lectura navideña

 

No son las compañías discográficas las únicas que se lanzan con todos los medios a su alcance a por los pobres incautos consumidores durante las fiestas navideñas. También las editoriales quieren su tajada del pastel. ¿Y a nosotros que narices nos importa si el caso es tener libros decentes en las librerías?

 

Lo más curioso del fenómeno es que si hasta hace muy pocos años la bibliografía rock era muy, muy escasa por aquí, ahora llueven los libros rock. No todos son recomendables, pero suponemos que las editoriales, al igual que las multinacionales del disco, tienen que tener su parte de chicos de la calle de atrás y chicas especiadas en los quioscos para poder poner en el mercado otras cosas. Tampoco lo que se edita está al nivel de otros Estados, pero allí el mercado es más grande, tienen más tradición y un libro documentado sobre rock está considerado. Aquí, por ahora y por desgracia, sigue siendo un género menor.

 

Estudios rock

 

Dos de ellos están entre los libros más interesantes publicados hasta ahora. Geografía del rock de Ignacio Juliá, uno de los directores de la revista Ruta 66, hace un recorrido por todos los puntos del mapa que han tenido alguna relevancia en la música de este final de siglo, parando en locales de ensayo, hoteles, viviendas, bares, salas de conciertos, escenarios de festivales, estudios de grabación… Cómo no, presta especial atención a los USA y al Reino Unido, haciendo unas pequeñas referencias a Australia y Europa.

 

El libro se completa con dos apéndices: el primero dedicado a las doce mejores tiendas de discos del mundo y el segundo  a enumerar las canciones relacionadas con algún lugar geográfico, real o ficticio. O sea, el libro indispensable para callejear por las principales capitales del mundo del rock aunque, tal vez, se hubiera podido pensar en otra estructura y en dedicarle un capítulo a la Península.

 

La censura en el rock, de Jordi Bianciotto, periodista musical y coordinador de Fantastic Magazine, da un repaso a todos aquellos momentos en los que el rock ha estado contra las cuerdas gracias a los gobiernos, los medios de comunicación o las propias compañías, tanto fuera como dentro de España, a la que se dedica una parte especial.

 

Y su mejor baza es que no se para en lo evidente: sean dictaduras, democracias, regímenes comunistas o islámicos, todos tuvieron algo que decir y censurar. O sea, todos los enemigos del rock retratados a través de numerosas anécdotas, unas más conocidas que otras, aunque sus caras no siempre son públicas: ahí queda, para otro estudio, el reto de desenmascarar a los funcionarios y políticos que en los años 60 y 70 se dedicaban a parar o  masacrar imágenes, canciones, discos, medios de comunicación, conciertos en directo…

 

Satanismo y brujería en el rock, el primer libro de Jota Martínez Galiana, es más previsible. Su índice podría haber sido adivinado fácilmente: hippies, familia Manson, Black Sabbath y Led Zeppelin, heavy, rock industrial… De todas formas el trabajo no deja de ser exhaustivo y va dirigido a un público muy concreto.

 

Diario del rock, de Joseba Martín, director de La jungla sonora en Radio Euskadi, es una completa agenda de las más de 3000 fechas con alguna relevancia en el mundo del rock: nacimientos, bodas, divorcios, muertes, conciertos, problemas con la justicia, relaciones con los medios, noticias, canciones… Aviso para despistados: se trata de una obra de referencia y no de un libro para leer como una novela.

 

También se han editado recientemente libros dedicados a grupos como Nirvana, P J Harvey o Rage Against The Machine, todos ellos con letras, comentarios de los propios artistas y una buena selección fotográfica, pero de este tipo sí que abundan los libros en los estantes.

 

Queda para el final el Anuario de la Música 97, editado por El País que, junto a su repaso de lo que ha sido el año, con un acercamiento a medio camino entre lo estrictamente comercial y lo más especializado, incluye una completa guía profesional y un CD con grabaciones inéditas de artistas de bastante éxito.

 

Xavier Valiño

ULTRASONICA ARTÍCULOS 1997 SPIRITUALIZED

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ARTÍCULOS 1997


Spiritualized, cimas astrales

 

 

(Ese sonido que se escucha a lo largo de los 69 minutos de Ladies And Gentlemen We Are Floating In Space! Sí, algo así como el sonido de un Brian Wilson joven con sus alucinaciones. ¿Qué es? Pues ni más ni menos que un grupo dispuesto a explorar los abismos más profundos y oscuros del vudú de Nueva Orleans, usando orquestas de jazz cósmicas y coros gospel.

 

Volvamos a la realidad por un momento -y hace falta echarse cubos de agua por toda la cara-. Porque Spiritualized, tal y como te dirán los que están enganchados en el mundo de Jason Pierce desde las andanzas de Spacemen 3 en busca de la prescripción ideal, están tan inclinados hacia las sustancias farmacéuticas que es fácil dejarse llevar por el gran número de conceptos que te lanzan desde sus discos.

 

Una vez claro esto, el álbum. Ya casi con dos años (el bueno de Jason se ha tirado 18 meses vagando por el mundo buscando la mezcla perfecta) y con 58 músicos en nómina, es, simplemente, una hazaña de dimensiones sísmicas. La obra de un hombre que, después de asimilar un abanico exagerado de influencias -de Frank Zappa a Sly Stone, por supuesto, pero también cualquier otra desde Elvis hasta Captain Beefheart, pasando por la última banda alternativa que puedas pensar-, ha conseguido crear un estruendo totalmente nuevo desde las ruinas.

 

 

Y de ruinas es de lo que habla todo el disco: el sonido de una relación no tanto en su momento más bajo sino completamente destrozada. Para ser francos, se trata de escuchar los diarios más privados de su autor convertidos en música. Los nombres reales y los sucesos son irrelevantes (aunque la teclista Kate Radley tiene algo que ver); es el dolor causado lo que importa.

 

La frase que lo abre lo dice todo -"lo que necesito es un poco de amor que se lleve el dolor"-, agitándose como una nana desde las puertas de la redención. El ánimo del disco queda fijado. El amor es la ley y, después de perderlo, nada que no sea el olvido que proporcionan las drogas puede evitar el dolor.

 

En el momento en que uno sale del analgésico gospel "Cool Waves" y de la demoledora colaboración con Dr. John de 16 minutos "Cop Shoot Cop", queda plenamente convencido de que, si existieran las catedrales sónicas, entonces Ladies And Gentlemen We Are Floating In Space sería todas las que hay en Europa fundidas en una sola.

 

Jason Pierce, amante despechado  y alquimista sónico, ha creado su obra maestra definitiva, eso es todo, y si quieres una parte de su genio ciego todo lo que tienes que hacer es encender uno largo, muy largo y dejarte mecer por él…

 

Xavier Valiño

ULTRASONICA ARTÍCULOS 1998 ALASKA

ULTRASONICA ARTÍCULOS 1998 ALASKA

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ARTÍCULOS 1998


Alaska, arqueología pop

 

 

Nada menos que hasta tres novedades discográficas del clan Alaska se han publicado casi simultáneamente en el breve lapso de tiempo de medio año. Lo de novedades habría que relativizarlo porque, en realidad, la actual formación de Fangoria -Olvido Gara, que es el nombre real de la propia Alaska, y Nacho Canut- parece atravesar un período de escasa creatividad. Y contamos sólo tres si no tenemos en cuenta el disco Delirios de grandeza, un disco recopilatorio más convencional, aunque con algunas curiosidades, publicado también en el curso de los últimos meses.

 

Primero apareció Interferencias, un álbum de versiones de canciones de Adamo, Cecilia, Tino Casal, Mina, Los Vegetales, Adam Ant, Radio Futura y Décima Víctima, a cargo de su más reciente aventura, Fangoria, acompañada de diferentes invitados -Family, Le Mans, Intronautas, Doctor Explosion, Madelman, Iluminados, Heroica y Terry IV-, un disco que resultaba interesante precisamente por los invitados y la elección de los temas repescados.

 

Más recientemente se ha editado El huracán mexicano, con remezclas, remixes, rarezas, caras B y curiosidades que abarcan toda la trayectoria de Alaska en sus diferentes etapas. Lo acaba de editar su antigua compañía, Hispavox, seguramente aprovechando el reciente tirón mediático de la revisitada movida madrileña.

 

Esta segunda iniciativa recorre hasta treinta y cuatro títulos de la diva madrileño-mexicana. Las canciones reflejan primero la pionera etapa popera de Los Pegamoides, en los que militó Eduardo Benavente, mente inquieta que creó luego Parálisis Permanente, antes de fallecer en un accidente de tráfico, víctima del alocado mundo de las giras. Hay también sitio para las aventuras con Dinarama o como Fangoria, incluyendo la versión en inglés de “Bailando”, colaboraciones con Los Nikis o versiones impagables de Los Panchos (”Basura”) o Raffaela Carra (“Rumore”).

 

Y, por último, éste un poco más reciente, aparece Mundo indómito, editado por la inquieta gente del sello Subterfuge, que es, quizás, el más interesante por ser el recopilatorio en el que más se han involucrado los propios interesados. Se incluye dentro de la colección Canciones desde la tumba, una repesca de grabaciones de grupos ya desaparecidos, y lleva el subtítulo Las grabaciones inéditas de Alaska y Los Pegamoides. Lo que se puede encontrar son veintiocho canciones que van desde febrero de 1980 hasta finales de 1982, algunas inéditas y otras más conocidas en su repertorio, en el primitivo formato de maqueta. O sea, tomas domésticas de canciones que marcaron a una generación en una curiosa labor de arqueología pop.

 

Xavier Valiño

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