CAMPUS GALICIA ENTREVISTA JAMIROQUAI

ENTREVISTAS 2001

Jamiroquai, la discoteca espacial

Hasta ahora su obra se mide por el éxito. La odisea de diez años de Jamiroquai por la galaxia del funk ha generado cifras espectaculares. Los cuatro discos editados desde que surgió Jay Kay en 1992 del submundo del acid jazz de Londres han vendido unos 16 millones de álbumes. Si el popular Jay Kay hubiera sido menos consciente, ahora estaría en la luna con esas cifras arrolladoras. Los comentarios sobre su obra lo tienen bien puesto con los pies en la tierra.

"El éxito es cuando veo a toda esa gente delante de mí pasándoselo bien y saber que tienes un buen disco entre las manos que a ti te gusta tanto como a ellos", comenta Jay. "Lo más importante de vender tanto es que ha sido en todo el mundo, no sólo en Inglaterra, hay todo un universo de gente ahí fuera. Yo quiero ser universal".

Ahora que edita su quinto disco A Funk Oddyssey, Jay comenta que tiene buenas razones para sentirse orgulloso del alcance democrático de su música. "No había ningún plan maestro cuando me metí en un estudio para grabar mi primer single en 1992, “When You Gonna Learn?”. Allí ya quedaba claro que le gustaba el funk, el soul, el rhythm & blues, el jazz y la música disco. "Fui muy criticado por tener un estilo propio, aunque a medida que las tendencias se han desintegrado y los prejuicios se han disipado, la música contemporánea ha sincronizado con mi onda".

"Si Bootsy Collins y Gil Scott Heron te hacen una señal con el pulgar hacia arriba y figuras del hip hop contemporáneo como Guru, Busta Rhymes o Missy Elliot quieren trabajar conmigo, es que no lo debo estar haciendo muy mal".

Jamiroquai -que escogió su nombre de la tribu de los irocos, para reflejar su propia empatía hacia su condición de desterrados y a su mentalidad por la tierra- debutó en 1992 con Emergency On Planet Earth.

En estos momentos, a sus 31 años, aún mucho más joven que muchos artistas punteros de la música, él ya se ha retirado al campo, tiene a los periódicos pendientes de su vida sentimental, adora los coches de carreras, no tiene pelos en la lengua y todo ello le conforma en un principiante de superestrella pop.

"Lo que la gente tiene que recordar es que soy una persona, un ser humano y que nadie es perfecto", dice Jay. "Yo sigo creciendo y en cierta manera sigo siendo un niño en mi corazón. Alguna gente evoluciona muy deprisa y otros muy despacio. Pero todo lo que escribo en una canción sigue siendo lo que quiero decir y sigo aferrándome a mis teorías sobre la vida. Además lo que hago no hace daño a nadie, absolutamente a nadie. Sólo espero que mis temas hagan ponerse en pie a la gente y que digan `me encanta esta canción´, `quiero bailarla´, o `me encanta lo que decía en ésa´, o `eso es justo lo que me pasó ayer´”.

A Funk Odyssey vuelve a atacar directamente a las piernas, empujando al baile. Esta vez cuenta con un empuje extra –es la primera vez que la banda ha utilizado la nueva sala de programación recién construida en el estudio de Jay en Buckinghamshire, donde han fusionado el funk orgánico y el robótico. "Además el nuevo guitarrista Rob Harris ha supuesto," dice Jay, "una diferencia importante y no sólo porque haya coescrito muchos de los temas. Ha sido muy divertido y estoy encantado con los resultados. Hemos evolucionado".

En el nuevo disco el estilo peculiar de Jamiroquai se mantiene en el funk del primer sencillo “Little L”. “Feels So Good” hace referencia a los buenos tiempos clásicos de la música disco y las pistas de baile se estremecerán toda la noche con “You Give Me Something”. “Corner Of The Earth” presenta arreglos latinos, algo bastante en boga.

"Creo que "Corner Of The Earth" es esencial", comenta Jay. "Resume dónde me encuentro realmente. Resume dónde estoy y creo que eso vale para cualquiera que esté en un lugar o en un momento en el que es feliz. En cierto sentido es una canción espiritual. Me siento muy orgulloso de ella, creo que a nivel lírico fluye y se entrelaza estupendamente. Creo que "You Give Me Something" y "Little L" también son muy buenos para un grupo como nosotros porque son sencillos y van al grano, son como una especie de himnos. "Picture Of My Life" es como su nombre indica, como yo me sentí en aquel momento. Para ser sincero tengo que decir que lloré cuando escribí la letra para que os hagáis una idea. Porque realmente me salió del corazón. Y eso es lo que siento cada vez que lo escucho."

En el nuevo siglo es difícil considerar los logros de Jamiroquai como parte de un género o como algo periférico a la escena principal. Hay que tener en cuenta que cuando Jay empezó era un chico blanco delgaducho que hacía música negra, con un estilo disco-funk y con mensajes hacia la ecología y la deuda en el tercer mundo. Diez años más tarde, la estrella más grande del rap es un chico blanco delgaducho, el disco y el funk están completamente rehabilitados y la nueva coalición contracultural está ahí fuera en las calles emitiendo mensajes ecológicos y contra la deuda del tercer mundo.

En ese caso, A Funk Odyssey es un buen momento para liberar los buenos sentimientos. "Me gustaría que fuera un buen año musicalmente hablando", dice Jay. "No se me ocurre pensar en nada más que pueda querer ahora porque eso se apodera de tu vida. Pero me encanta la sensación de montaña rusa que esto implica y me siento bien con este disco"

Xavier Valiño

CAMPUS GALICIA ENTREVISTA

ENTREVISTAS 2001

Fun Lovin’ Criminals, soul asesino

Como todos las buenas historias, la de Fun Lovin’ Criminals comienza en torno a una cerveza bien fresquita. De hecho, empieza con un par de tipos que trabajaban en un club de Nueva York llamado Limelight. La pareja trabajaba en las noches dance, rock y reggae, aunque siempre lograban encontrar un hueco para darle un poco a la tequila en las noches de hip-hop. Corrían los primeros años de los 90 y el rap estaba atravesando una de sus fases más ingeniosas, con De La Soul y A Tribe Called Quest en lo más alto. Pero Huey y Fast iban a llevar las cosas aun más lejos.

Inspirados por lo que habían escuchado en los clubes de Nueva York y en sus propias raíces musicales -a Huey le van el rock y el soul y a Fast los teclados y los muestreos- empezaron a producir sus propias cintas en el otoño de 1993. Juguetearon un poco con guitarras y muestreos. Nada de sonidos tabú, introduciendo toda una buena mezcla de rock, soul y rap hasta forjar un estilo único.

Ocho años después y con cuatro discos a sus espaldas, sus actuaciones en directo se han convertido en enormes juergas en las que la mayoría del público se despierta a las tantas al día siguiente con enormes resacas. Su nuevo disco, Loco, es el más ambicioso de todos y combina ritmos funky, sonidos punk, baladas tipo country y exóticos sabores latinos, con divertidas fábulas de la vida nocturna y los bajos fondos narradas con un sinfín de ritmos.

Pero para entender de dónde han salido Fun Lovin’ Criminals hemos de volver al Nueva York de principios de los 90. Después de tomar su nombre de la coletilla usada por un grupo de grafiteros locales, comenzaron a tocar en el Limelight cuando los artistas en cartel cancelaban sus conciertos a última hora. Liderados por el carismático guitarrista y vocalista Huey, criado en el Lower East Side de Manhattan, comenzaron a captar la atención de un público entendido después de tan sólo seis conciertos.

El primer disco del grupo, Come Find Yourself, editado en 1996, fue una mezcla inspirada de guitarras entrecortadas y ritmos muestreados de artistas como Lynyrd Skynyrd, Deodato y Tones On Tail. Entre sus platos fuertes destacaba “Scooby Snacks”, relato cómico de un atraco a un banco incitado por la droga. “Huey compuso un estribillo impresionante para esa canción", comenta Fast. “Uno de esos que a la gente le encanta cantar, sobre todo cuando están borrachos."

Si el primer disco estaba un poquito crudo, el segundo, 100% Colombian, publicado en 1998, se cocinó más a conciencia. Pesimista y con toques de jazz, se recuerda por los ritmos melodiosos de “Up On The Hill” y “Love Unlimited”, un cariñoso tributo a Barry White y las propiedades afrodisíacas de la música.

“El primer tipo de música que me llamó la atención fue el soul", explica Huey. “The Delfonics, The Stylistics, Earth, Wind & Fire y Barry White. Hay gente que llama a cierto tipo de alimentos Comida Cómoda. Bueno, pues ese tipo de música es Música Cómoda. Hubo una época en la que el soul equivalía a grandes cantantes como Otis Redding. Ése era el tipo de cosas que escuchaba mientras crecía en Nueva York.”

Con el disco de 1999 Mimosa, el grupo presentó todo un pastel fácil de escuchar, alternando versiones de sus primeros temas con versiones de éxitos de The Climax Blues Band, l0CC y Ozzy Osbourne. Entre los bossa-novas, destacó una notable contribución vocal de Ian McCulloch de Echo & The Bunnymen en “Summer Wind”.

“Hay una parte de este grupo que necesita tocar en el bar de un hotel cualquiera. Nos encanta tocar en directo y el aspecto lounge es una parte importante de lo que hacemos. Puedes relajarte, tomarte un margarita y poner Mimosa entes de ir a uno de nuestros conciertos y disfrutar de una noche única.”

Con Mockie perfectamente integrado en la formación del grupo, la química de la banda era perfecta. “El nuevo disco lo compusimos y grabamos en Nueva York, como el resto. Se puede escuchar en la música", asegura Fast.

Mientras que sus orígenes neoyorquinos siguen constituyendo su influencia más vistosa, esta vez también es posible encontrar una visión más universal. Huey comenta: “Tiene mucho de Nueva York, pero durante los últimos cinco años hemos viajado mucho, por lo que también tiene un toque internacional. Cuando conoces gente de Polonia o Japón, te das cuenta que todos tienen los mismos impulsos en todo el mundo. Hemos progresado mucho musicalmente. Al principio usábamos muchos sonidos de otros como muestreo y ahora tocamos más y tomamos sonidos de nosotros mismos. Este disco lo hemos grabado con Mockie a la batería, o sea, que hemos vuelto a la frescura del primer trabajo. Tiene esa energía.”

Pero, como siempre, las grabaciones de Fun Lovin’ Criminals son sólo la mitad de la historia, y el variado esplendor musical de Loco hará que las actuaciones en directo del grupo sean aún más emocionantes. Justo lo que necesitan para conocer más mundo, entretener a sus tropas, resolver crímenes, crear su propio país y pasárselo en grande.

Xavier Valiño

CAMPUS GALICIA ENTREVISTA EMBRACE

ENTREVISTAS 2001

Embrace, más simples todavía

En la canción que da título a su último álbum, If You’ve Never Been In Love With Anything, hablan de lo que supone el hecho de no haberse enamorado nunca de nada ni de nadie. Si eres una de esas personas, seguramente el nuevo disco de Embrace no está hecho para ti. En cambio, si eres de los que piensan que la música está llena, ante todo, de pasión, y no de artificios vacíos y artificiales, si piensas que las emociones son más importantes que las manipulaciones tecnológicas, y si además crees que los sentimientos son algo mucho más atractivo que la perfección más absoluta, entonces te damos la bienvenida al mundo de Embrace.

El tercer álbum del grupo ha sido producido por Ken Nelson, responsable del éxito de varios álbumes de grupos como Gomez, Badly Boy y el recordado Parachutes, de Coldplay, todos ellos ganadores del prestigioso premio Mercury, If You’ve Never Been no supone exactamente un cambio radical o un nuevo estilo musical para el grupo. Sencillamente, destaca como la expresión más coherente, con más confianza y con más clase de lo que representa Embrace musicalmente hablando.

"Después de la grabación de nuestro último álbum, funcionábamos a toda velocidad: las canciones surgían muy deprisa, casi sin darnos cuenta”, afirma el cantante del grupo, Danny McNamara. “Por eso el disco ha surgido rápidamente, por la sencilla razón de que lo que hacemos surge de forma natural, en vez de limitarnos a seguir un único camino establecido. Eso no quiere decir que estemos saltando constantemente de un género a otro. Seguimos adelante, evolucionando, aunque por encima de todo nuestros temas muestran una continuidad muy marcada en lo que se refiere a nuestro estilo”.

El guitarrista Richard McNamara está de acuerdo con Danny: “Te puedes pasar toda la vida en el estudio intentando mejorar tu disco una y otra vez, pero si compones una canción, la grabas y ves que suena bien, ¿qué más necesitas? No vemos la necesidad de seguir dándole vueltas Teníamos tantas canciones preparadas que lo único que queríamos era grabarlas y publicarlas, porque sabíamos que eran suficientemente buenas”.

El resultado es un álbum que nació en tan sólo tres meses, a diferencia de los dos anteriores trabajos del grupo, en cada uno de los cuales invirtieron más de un año. “Puede que antes tardásemos demasiado tiempo en grabar nuestros discos”, confiesa Danny. “Esta vez decidimos concentrarnos más en los sentimientos sin preocuparnos tanto por conseguir la perfección absoluta. Debido a eso, es posible que el resultado no suene tan cuidado y tan minuciosamente perfecto, pero sin duda se trata de un álbum muy interesante, con un gran atractivo. Por primera vez, estoy convencido de que las canciones suenan en el disco tan bien como sonaban en mi mente cuando las compuse”.

A diferencia del álbum anterior, Drawn From Memory, que se grabó en medio de una espectacular mansión de estilo victoriano, esta vez If You’ve Never Been se ha grabado en un pequeño y acogedor estudio situado en la ciudad inglesa de Leeds. “Me recuerda a una celda oscura y sin demasiado aire, un sitio tan poco atractivo que incluso muchos de los grupos que se ganan la vida tocando únicamente en pubs y bares se lo pensarían dos veces antes de grabar allí”, afirma Danny. “Sin embargo, allí nos hemos sentido muy cómodos. No hemos sufrido ningún tipo de distracciones, y cuando sientes que has grabado una buena toma, sabes que el resultado merece de sobra la pena por si mismo, y no porque estés utilizando la tecnología más alucinante del momento, porque algún aparato está haciendo que tus canciones suenen mejor de lo que son en realidad. Al ser un sitio pequeño, tampoco vas a basar lo bien que suena algo al hecho de encontrarte en medio de una enorme mansión".

Esta vez, el ambiente en el que se encontraba el grupo les ha animado a confiar plenamente en sus instintos, una ventaja de la que sobre todo Danny ha sabido sacar un buen partido en lo que a su voz se refiere. “Cuando consigues mejorar tu nivel técnico, corres el riesgo de perder parte de tu calidad vocal”, afirma. “Si intento conseguir el tono ideal cuando canto, el resultado puede parecer exagerado y poco natural, así pues me he dejado llevar por mis emociones más profundas y sinceras. Esta vez mi mayor intención era mantenerme fiel a mí mismo y a mis propias convicciones. Sólo he hecho lo que me parecía que estaba bien. Si no siento algo especial al cantar una letra determinada, entonces no puedo interpretarla”.

En teoría, seis de los temas del nuevo álbum han sido compuestos por Danny, y los otros cuatro por Richard. Sin embargo, en realidad el proceso ha resultado bastante más complicado, según nos cuenta el propio Richard: “La verdad es que no importa demasiado cuál de nosotros compone en realidad las canciones, porque todos vamos añadiendo algo a cada tema poco a poco, y esos pequeños elementos son los que consiguen mejorar las canciones. Danny es muy generoso al atribuirme a mí una o varias canciones determinadas, pero nunca me atrevería a decir que son mías. No creo que fuera justo. Yo más bien las veo como una especie de ‘composiciones colectivas’”.

En todo caso, parece claro que los dos hermanos poseen estilos creativos muy distintos. Las canciones más “panorámicas” y universales de Danny se caracterizan normalmente por incluir versos impresionantes y estribillos con una fuerza impresionante, elementos que se hacen especialmente presentes en canciones tan increíbles como “Over”, en “Make It Last” o en “Wonder”, el primer single del nuevo álbum. En cambio, los temas compuestos por Richard suelen incluir ritmos mucho más angulares y un tono de corte más rock, algo que podemos disfrutar en una canción tan potente como “It’s Gonna Take Time” o en el ritmo contagioso de “If You’ve Never Been In Love With Anything”, que incluye varias armonías que nos parecen tomadas de una mezcla entre los Beach Boys y los Turtles.

"Esa canción es un caso muy especial”, afirma Richard. “Compuse la melodía utilizando un teclado Wurlitzer, pero las armonías se las dejé a Danny, que más tarde insistió en que le añadiera un poco más de guitarra”. Danny nos confirma los detalles del proceso creativo: “Por ejemplo, podemos fijarnos en el caso de “I Hope You’re Happy Now”, que surgió del modo contrario. Me gustaba la canción, pero no acababa de convencerme tal como estaba. Entonces vino Richard y la convirtió en un tema más sencillo, fue como si dejara que la canción respirase mejor por si misma, y de ese modo resultó mucho más interesante y completa”.

Los hermanos McNamara crearon el grupo Embrace en 1990, en la ciudad inglesa de Brighouse, en el condado de Yorkshire. Empezaron ensayando en el cobertizo situado bajo el jardín de la casa de sus padres, un lugar que ellos mismos insonorizaron utilizando cartones de los que se utilizan para proteger los huevos. El batería Mike Heaton se incorporó al grupo en 1991, y desde entonces ha formado parte de Embrace. Por su parte, el bajista Steve Frith llegó en 1995, después de contestar a un anuncio publicado en un diario local. En aquel momento, Steve buscaba un armario de segunda mano, cuando encontró el anuncio por casualidad. Un año más tarde, en 1996, Mickey Dale, el teclista del grupo, completó la formación, poco después del lanzamiento del primer álbum del grupo.

La primera etapa de la historia del grupo estuvo llena de trabajo duro y poco reconocido. “Nos pasamos varios años tocando en un montón de sitios cutres antes de conseguir nuestro primer contrato discográfico. Ni siquiera podíamos conseguir actuar en los pubs de la ciudad, porque no encajábamos con la imagen que la gente tenía de los grupos que en aquel momento representaban el llamado “britpop”.

Sin embargo, ellos estaban convencidos de que la música iba a convertirse en su auténtica profesión. “Cuando sabes que nadie escucha lo que haces, no te pasas ocho años en un grupo por el simple hecho de querer convertirte en una estrella. Lo haces porque te apasiona la música”, afirma Richard.

Tras el lanzamiento de “All You Good People”, su primer single, en edición limitada, publicado en el sello independiente Fierce Panda a finales de 1996, se incorporaron a Hut Recordings y comenzaron a publicar una serie de Eps que consiguieron alcanzar puestos cada vez más altos en las listas de ventas. Aquella progresión de éxitos culminó con “Come Back To What You Know”. Dos semanas más tarde se editaba el primer álbum del grupo, The Good Will Out,.

Teniendo en cuenta que procedían del norte del país y que además el grupo estaba formado por dos hermanos, los medios empezaron a describir a Embrace como “los nuevos Oasis”. Por si fuera poco, Danny solía incluir comentarios bastante “sustanciosos” en sus declaraciones en la prensa, así que poco a poco su reputación como una banda bastante polémica fue creciendo poco a poco. “Ahora, cuando leo algunas de las cosas que dije entonces, me parecen muy arrogantes cuando las veo impresas”, confiesa Danny, “pero entonces éramos muy entusiastas, y confiábamos plenamente en nosotros mismos. De hecho, no hay más remedio que ser así”.

En cuanto a aquel álbum, reconoce que quizá algunos de los que le tacharon de ser excesivamente ambicioso estaban en lo cierto: “De todos modos, no hay nada de malo en ello. De hecho, seguramente si tu primer álbum no es ambicioso eso significa que algo no funciona demasiado bien”.

El segundo álbum del grupo, Drawn From Memory, se publicó en 1999, con producción de Tristan Nowell, que ya había trabajado en el álbum OK de Talvin Singh, por el que obtuvo el prestigioso premio Mercury. Gran parte del disco se grabó en Batsford Manor, Gloucestershire (Inglaterra), donde el grupo vivió durante varios meses, celebrando unas espectaculares fiestas durante los fines de semana y grabando de lunes a viernes bajo la luz de las velas. “Pienso que en el primer álbum teníamos las ideas muy claras”, afirma Danny. “El segundo se centraba en la conexión que tenía en aquel momento el grupo, y que aún tiene, a la hora de tocar juntos, y resultaba un disco mucho más experimental. Ahora, el tercer álbum supone una mezcla entre la profundidad emocional del primero y la visión orgánica del segundo”.

Richard está de acuerdo con Danny: “Además, pienso que ahora nos tomamos las cosas desde un punto de vista más relajado. Al principio estábamos un poco paranoicos. Después nos relajamos y dejamos que Ken Nelson hiciera su trabajo. Eso nos permitió ser bastante más objetivos respecto a nuestras canciones. Teníamos tantas ideas que el álbum surgió muy deprisa, casi sin darnos cuenta”.

Con una profunda humanidad e inteligencia, y con una pasión y un romanticismo irresistibles, If You’ve Never Been nos muestra a Embrace haciendo lo que mejor saben hacer.

Xavier Valiño

ULTRASÓNICA 1999 ENTREVISTA CON P18

ULTRASÓNICA 1999 ENTREVISTA CON P18

Ultrasonica e-zine :: Xavier Valiño

ENTREVISTAS 1999


P18, fusión franco-cubana

 

 

         Tras Mano Negra y unas visitas a Cuba, Tomás Darnal vio la luz al juntarse con músicos de la isla caribeña. Las bases electrónicas y los ritmos calientes se funden en P18 como nunca antes.

 

¿Colaboraste en la edición del disco recopilatorio de éxitos de Mano Negra? ¿Con qué criterio se escogieron las canciones?

– Colaboré muy poco. Me quedé en París el último verano y, cuando me llamaron, yo tenía mucho trabajo para acabar Urban Cuban y Rumours Of War. Un disco de éxitos tiene que tener todos los éxitos, y este recopilatorio fue un éxito. Si lo hubiera hecho a mi gusto, la elección de los temas sería diferente, sobre una temática de fusión latin-punk-reggae bailable.

 

¿Cómo es el barrio de París P 18 de dónde habéis tomado vuestro nombre?

– En esa parte de París hay lados diferentes. Está Pigalle, Montmartre y la plaza Dalida en lo que se refiere a la parte turística, y el Mercado de Pulgas de St. Ouen en el que hay gente de los cincos continentes -más de 52 países- que viven aquí con su tiendas de música, de comida, de belleza… El mundo entero vive en paz en el barrio 18, dicho en broma. ¡Somos el futuro!

 

¿Cuándo fuiste a Cuba por primera vez?

– Fui a Cuba por primera vez el 92 con ocasión de la gira ‘Cargo 92’ de Mano Negra, y en esa época conocí a Esther Carlos Miguel, Bárbaro, Niovis y Yamilka cuando estaba perdido por las calles de La Habana. Después de una larga caminata con Raimundito, alias ‘El Temba’, hicimos un descanso en casa de su abuela. Vi dentro de la sala instrumentos de música y fotos de músicos, y nos hicimos rápidamente amigos y nunca partí verdaderamente de aquella casa.

 

¿La colaboración con músicos cubanos en P 18 estaba clara desde el principio o fue surgiendo espontáneamente?

– Cuando comenzamos el proyecto P18, no pensamos incluir músicos cubanos, pero en el 95, en una visita a La Habana, después de una fiesta memorable, habíamos decidido más o menos grabar algo juntos, y Urban Cuban es el resultado de esos dos proyectos.

 

¿P 18 es más una idea abierta que un grupo cerrado?

– P18 es por naturaleza un proyecto abierto, una geometría variable, una arboleda, un espectáculo en vivo, una unidad de producción autónoma, una nación detrás del ritmo.

 

¿Qué relación hay entre el son, la música tradicional cubana y las bases electrónicas que utilizáis en el disco?

– La relación con la música cubana es la fiesta, el baile, el ritmo, la sensualidad, la alegría de vivir. La electrónica, lo digital es sólo un medio, un instrumento de trabajo, que nos hacen descubrir los horizontes nuevos de territorios sonoros inexplorados.

 

¿Por qué estas fusiones no son tan habituales en Cuba y tiene que ser gente de fuera de la Isla la que las impulse?

– Creo que esta fusión viene de Europa principalmente porque con el bloqueo de los EEUU los equipos tipo sampler son muy raros. Pero escuché un grupo genial allí que se llama Sin Palabras, que hace una mezcla inédita de música africana y electrónica.

 

En concierto sonáis menos electrónicos y mucho más directos. ¿Es ahí dónde se nota la parte más clásica del grupo?

– Hasta hoy hemos hecho sólo 5 conciertos y estamos siempre buscando nuevas cosas. Me gustan las bandas con mucha gente. Cuando las máquinas tocan durante todo un concierto, al final es difícil saber quién toca qué.

 

¿Se reciben mejor en Francia o España que en Cuba?

– Cuando el disco llegó a la isla fue un acontecimiento para todas las radios y los cubanos fueron muy sensibles a esta amistad franco-cubana. Además, Esther y Bárbaro son conocidos allá, y al saber que estaban asociados a un proyecto como éste entusiasmó a todos.

 

Tu trabajo parece más la continuidad de aquel grupo que lo que ha hecho Manu Chao en solitario, aunque ambos discos son perfectamente complementarios, ¿no?

– Esta idea de continuidad viene quizás del hecho que dos títulos de nuestro disco hubieran podido estar en un hipotético sexto elepé de Mano Negra, “Urban Cuban” y “La verdolaga”, por la sonoridad de los timbales y de los bongos o por mis teclados. Por lo que se refiere a la complementariedad de Urban Cuban con Clandestino, no lo sé. Podéis intentar pegar los dos compactos juntos y ver lo que ocurre.

 

¿De dónde viene tu interés por la música marroquí?

– Una vez más, de vagabundeo. Me extravié en la Medina de Marrakesh cuando iba a visitar a la madre de mi esposa. Llegamos a un local de músicos. Los marroquíes fueron muy hospitalarios. Nos quedamos un rato bebiendo té y fumando kif en largas pipas finas. Los músicos tocaban percusiones y guembri, una especie de bajo acústico. Más tarde, me enteré que era música de los gnawas, una música sagrada, de zozobra, que de algún modo, disculpa la asociación fácil, me hace pensar en las ceremonias religiosas de santería

 

¿Qué encuentras en este tipo de músicas que no hallas en la música del resto del mundo?

– No tengo vocación de ser el especialista de las músicas del mundo. Soy un ratón de ciudad: me gusta perderme en ella, me gusta la casualidad de los encuentros y lo que hace que me enganche más a una música que otra es cuando se me vuelve familiar. Por lo tanto, escucho de todo siempre. Poco importa la botella, ¡sólo cuenta la borrachera!

 

¿Quiénes son los miembros más estables y quiénes han sido los colaboradores más habituales?

– No hay nunca nada habitual. Actualmente podemos decir que P18 son doce personas: Esther, Niovis y Amilka (voces y baile), Charlotte (manager y mi querida esposa), DJ Sree, Gilles (bajo), Phil y Carlos Miguel (percusión), Daniel (guitarra), Paddy, Christian y Bárbaro (metales).

 

¿Desde el fin de Mano Negra hasta el recopilatorio Rumours Of War habías hecho algún otro trabajo?

– P18 empezó en el 96 con nuestros primeros EPs “Light & Fire” y “Da Weed Da Mike & Da Motherfucker”. Eso por lo que respecta al trabajo discográfico. Desde el fin de Mano Negra, en el 93, toqué con Daddy Yod & The Ruption Crew en gira con Dennis Brown y también realicé el disco de los Moskokids -los niños del barrio que cantan “El Alakran” en Casa Babylon– y el año pasado toqué con Amadou y Mariam, dos cantantes ciegos de Malí. Recomiendo su disco Sou ni tilé.

 

¿Aquél disco es tu trabajo de espíritu más punk y combativo?

Rumours of War salió en agosto del 98. Tiene algo de punk en su agresión sonora y es combativo por su contenido. Pero es un trabajo hecho en un estudio casero, un trabajo doméstico, una guerra virtual. Me siento verdaderamente más al combate con un proyecto en vivo como Urban Cuban.

 

También hiciste una remezcla de “King Kong Five”. ¿Dónde se editó y cómo fue el resultado?

– Esa remezcla de “King Kong Five” fue un compacto-single promocional para acompañar la salida del Best of Mano Negra. Lo hicimos con DJ Sree, en una onda electro rock, y creo que quedó bien.

Xavier Valiño

ULTRASÓNICA 1999 ENTREVISTA CON OS DIPLOMÁTICOS DE MONTE-ALTO

ULTRASÓNICA 1999 ENTREVISTA CON OS DIPLOMÁTICOS DE MONTE-ALTO

Ultrasonica e-zine :: Xavier Valiño

ENTREVISTAS 1999


Os Diplomáticos de Monte-Alto, surcando todos los mares

 

 

Capetón es el último disco de Os Diplomáticos de Monte-Alto, en homenaje a los marineros gallegos y sus andanzas por los mares de todo el mundo. Xurxo Souto nos habla de su disco y de otras muchas cosas, como era de esperar en un ser tan prolífico y parlanchín.

 

¿Cómo ha ido vuestro último disco?

– Ha sido un proceso largo. Primero fue Fumareu, libro que se acompañaba de un CD con cinco canciones, y que trataba de recoger historias que escuchamos en ruta, para después musicarlo. Lo que se intenta con todo ello es ampliar el ámbito de Galicia, extendida por todos los océanos. Para finalizar, haremos un musical en sentido escénico con Capetón.

 

También acabas de editar una primera novela.

– Mi tercer libro, O retorno dos homes mariños, primera novela, después de los dos libros A tralla y a arroutada y Fumareu. Trato de reivindicar A Coruña como un espectro en el medio del Atlántico y como ciudad abierta a todos los mares, de donde salían los emigrantes gritando aquello de ‘Aí vos quedades, aí vos quedades, entre curas, frades e militares’. Y también reivindicarla como ciudad en donde ocurren cosas extraordinarias. Te pondré varios ejemplos. El primero, un recuerdo de la infancia: el hundimiento del petrolero Urquiola. El segundo, un recuerdo de la adolescencia: el hundimiento del Mar Egeo. Más tarde, un vertedero que cae al mar y, después, una plataforma petrolífera que aparca mal, en doble fila, en la parte de la Torre de Hércules. En ese contexto aparecen los hombres marinos, que fueron vistos por primera vez por un cardenal en el siglo XVI.

 

¿Te parece que ahora habéis conseguido acercaros definitivamente a un sonido que tiene más de popular que de rockero?

– No es algo intencionado, sino que surge precisamente de viajar y entrar en contacto con otras gentes, que es lo fundamental de tener una banda o de escribir: conocer historias y poner en contacto las dos esquinas de Galicia, Ribadeo y Baiona.

 

¿No os resulta curioso que ésa sea la misma evolución que siguió Manu Chao?

         – Puede, pero hay una diferencia fundamental: la espacial. Nosotros intentamos relacionar lo que tenemos cerca mientras que la geografía de Manu Chao pasa por relacionar Galicia con Brasil o con México.

 

Hace nueve años, cuando hablamos por primera vez, me comentaste que una de tus máximas ilusiones sería contactar con Manu Chao y Fermín Muguruza. ¿Cómo fueron esos encuentros? ¿Te decepcionaron?

– Sí, ya me había olvidado. Ahora hay una relación más intensa, de amistad, con Manu Chao. Tengo una historia curiosa: cuando el padre me pasó su teléfono en Madrid, lo llamé desde mi programa de radio para saludarlo en directo y realmente se enfadó. Después, de nuestra relación nace un sueño como A Feira das Mentiras. De hecho, nuestra propia compañía Fonomusic me ha pedido que haga una selección de músicas bravús extendidas polo mundo, y voy a tomar como base las bandas que estuvieron allí. Con Fermín, más que una relación tan fecunda, lo que existe es una relación con Euskadi, que es una tierra similar a la nuestra. La idea es relacionar países pequeños que hacen música con una identidad, con los escasos medios que tienen y que están enriqueciendo la cultura del planeta. Algo así pasó con Mau Mau del Piamonte, que acabaron grabando una canción en gallego.

 

¿Y Manolo Rivas?

– La relación con él fue curiosa. Manolo Rivas nació también en el barrio de Monte-Alto, pero no nos conocíamos. Un día me ofreció trabajar en el periódico El Sol de Madrid, donde me tocó cubrir los sucesos, y ahí descubrí que no quería ser periodista. Después sentimos una afinidad y, para la presentación da su novela En salvaxe compaña, definimos el término ‘punkismo mágico’, que tiene mucho que ver con la épica del mar y el presente frustrante de refinerías y petroleros, y nosotros que tenemos que vivir en esa vorágine dramática, aunque a la vez totalmente creativa. Más tarde, nos pidieron que hiciéramos conjuntamente el pregón de las fiestas del barrio de Monte-Alto y ahora le hemos ayudado a presentar el libro Ela, maldita alma.

 

¿Que diferencia puede haber entre toda esta gente y aquella de las charangas y de los pueblos que también vas encontrando por el camino?

– Lo cierto es que, cuando hablamos del rock’n’roll, hay siempre una visión de industria, excepto gente como Manu Chao o Fermín Muguruza, que decidieron vivir al margen de la industria. Pero las relaciones que funcionan son siempre las de amistad. Desde que Jesús Ordovás nos habló de los Mau Mau, ya han estado aquí, grabaron en gallego, participaron en el nuevo disco de Manu Chao… El otro día fui a entrevistar a Compay Segundo con la señora Josefa de Bastavales, una panderetera mayor, y Compay nos cantó canciones en gallego que escuchaba en Cuba. Hay que tejer más hilos de comunicación con lugares como Portugal, de los que no sabemos casi nada.

 

¿Cuál de tus actividades -radio, TV, prensa escrita, músico- es la que te llena más?

         – Todas son complementarias, pero lo que más me llena es escribir. Cuando se estrenó La lengua de las mariposas, su director, José Luis Cuerda, nos decía que los gallegos no teníamos ningún mérito, ya que nos llegaba con escribir lo que se cuenta por los bares. A él le conté la historia del tío Faluco, que se embarcó una vez para Brasil y, a los dos días, estaba jugando al tute en su pueblo, Malpica. La razón era que su mujer lo había llamado al barco pidiéndole que volviera, ya que el gato había dejado de hablar. Como moría de la pena, el hombre se montó en un helicóptero y el gato, cuando llegó a casa, lo saludó con un: ‘¡Qué viva el tío Faluco! ¡Qué viva Muxía! ¡Qué viva la Virgen de la Barca!’. Todas estas historias tienen una musicalidad, y a esto se suma una nueva generación que tuvo la oportunidad de formarse en gallego.

 

¿Notas alguna evolución en estos últimos años en la sociedad gallega?

         – Total. Hasta ahora la cultura oficial se hacía en castellano y el gallego no tenía más que unos medios marginales. La gente nueva funde esa tradición con el toque salvaje del rock.

 

También me comentaste alguna vez que los Diplomáticos no bajaron su caché en una ocasión para que no os identificaran con una fuerza política. ¿Te posicionarías políticamente si te lo pidieran para algún acto a título particular?

– Sin ningún problema, pero no como grupo. Lo que sucede es que se está empleando mal el término nacionalismo, tendiendo a identificarlo con el chauvinismo e incluso con el fascismo, y creo que intencionadamente. Los que nos consideramos nacionalistas no pensamos que una cultura es mejor que las otras, sino que todas son igual de importantes, y ésa es la diferencia.

 

¿Crees que los vascos y los catalanes han conseguido más en estos años de autonomía y que desde aquí no se reivindica nada, aparentando que los gallegos somos conformistas?

         – Ése es otro debate, el de entender el nacionalismo como una reivindicación decimonónica de lo que es un Estado, que no me interesa nada, frente a la idea central de la autodeterminación, que sí que es algo radical.

 

¿Tiendes a identificarte más con los portugueses que con el Sur de España?

         – Es normal, ya que la relación con Portugal, aunque no oficial, siempre estuvo ahí. Ahora acabo de descubrir un muchacho angoleño, Alberto Mundi, que vive en Goiáns y que hace justo lo contrario de lo que hizo Zeca Afonso, que fue a Mozambique e introdujo aquella música en la occidental veinte años de que Paul Simon lo hiciera con Graceland.

 

En cuanto al bravú, lo que más me llama la atención es que me dicen constantemente que ya no tienen tanta fuerza como la que tuvo.

– Objetiva y mediáticamente es así, ya que tuvo un tirón inicial fuerte y luego fue disipándose. Lo maravilloso fue que un invento de unos chavales, en una cena en una aldea, de cultura desde abajo, sin subvenciones, tuviera tanta repercusión. Todo eso llevó a poner en contacto a gente: conocer a marineros, al chaval angoleño, a los Mau Mau, a Manu Chao… El futuro depende de los artistas y no del bravú, que no fue una institución, y hoy sigue incorporándose gente, empleando ese recurso de la comunicación. Lo que debe hacer la gente joven, entiendo, es organizarse como nosotros hicimos.

 

Por último, ¿es Os Diplomáticos un proyecto de larga vida?

– El momento de Os Diplomáticos ya pasó, entiendo. Ya hicimos lo que teníamos que hacer: romper con el tópico de que en A Coruña no se hablaba gallego y crear un vínculo de comunicación con otra gente que es el bravú. El proyecto de Os Diplomáticos ya debería estar acabado, pero la propia dinámica nos pide hacer más cosas. Ahora estamos con la idea del musical, pero ya se ha establecido una amistad y ganas de seguir, y veremos si hay más necesidad de continuar. Deberían llegar nuevas bandas y tener nosotros un relevo, para mantener la creatividad de esta pequeña cultura del fin del mundo.

 

Xavier Valiño

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