LOS ESPECIALISTAS

Los Especialistas, ritmos calientes

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Puede que sean demasiado arriesgados para llegar al gran público, pero se han paseado por todas las listas y varias compañías durante los 90 para hacer llegar sus canciones a todos. Ahora, con Un pez en mi maleta vuelven a  intentar que a la gente le lleguen los ritmos latinos y africanos, utilizando, a la vez, más ritmos electrónicos e instrumentos acústicos. Leer más

ULTRASÓNICA 1999 ENTREVISTA CON ENRIQUE BUNBURY

ULTRASÓNICA 1999 ENTREVISTA CON ENRIQUE BUNBURY

Ultrasonica e-zine :: Xavier Valiño

ENTREVISTAS 1999


Enrique Bunbury, contracorriente

 

 

         Enrique Bunbury era famoso en medio mundo antes de que en España se le respetara mínimamente. Creció en público, tropezó y se levantó bajo los focos: los errores y los aciertos han sido asumidos con coraje. Otros se habrían creado un caparazón de indiferencia ante críticas y maldades varias. Enrique es esencialmente bueno y cree en comunicarse, en aclarar malentendidos, en explicarse, en desatascar oídos llenos de prejuicios.

 

         Con Enrique Bunbury se puede hablar de música. De la suya y de las de los demás. Frente al estereotipo del rockero español, que -ay- no oye otra música que la que le regalan en su discográfica, Enrique es un voraz comprador de discos, un selectivo explorador de fronteras, un paladeador insaciable de canciones y sonidos, que ahora presenta su segundo disco en solitario, Pequeño.

 

Enrique, hablemos de Pequeño.

         – El título estaba claro desde antes de empezar a grabar. Radical Sonora tenía una producción compleja que terminó apoderándose de las canciones: en Pequeño, ellas mandan. Es un disco poco pretencioso, con canciones de vocación popular. Algo que envidio de Manu Chao es que va a cualquier rincón del mundo y, si le preguntan que tipo de música hace, puede tocar los temas de Clandestino con una guitarrita.

 

Así que Pequeño supone la búsqueda de la sencillez…

         – Sí. Aspiraba a un sonido mediterráneo, a unas canciones populistas y callejeras. Radical Sonora se oía de maravilla con unos auriculares caros; Pequeño se puede disfrutar hasta con un radiocasete barato.

 

¿Y las letras?

         – Hay mucho de introspección, de buceo en recuerdos de mi infancia. No por nostalgia; lo que me interesa es volver a sentir la existencia del niño.

 

¿Cómo fue el proceso de grabación?

         – Primero fueron unos meses de preparación en Zaragoza y luego vino la grabación en El Cortijo, las semanas de mezclas en el Livingston londinense, las mil y una anécdotas de la confección de un disco a partir de un quinteto básico y docenas de invitados. Por ejemplo, el tema de Bambino, que grabamos justo antes de que llegara la noticia de la muerte de ese rumbero tan desgarrado…

 

Pero también has hecho múltiples colaboraciones.

         – Sí, en esos discos conceptuales coordinados por la revista Zona de Obras, el homenaje a Robert Wyatt, las aportaciones a proyectos teatrales o cinematográficos, las colaboraciones con artistas de mi onda… Aunque ahora está todo aparcado. La prioridad actual es el directo. Conciertos con diez músicos, incluyendo cuerdas y vientos, con el material de Pequeño y reescrituras de piezas de Radícal Sonora. Quiero bautizar la gira como Pequeño cabaret ambulante. Pertenezco a una generación marcada por David Bowie, una generación que siempre ha esperado que los conciertos sean algo más que unos señores tocando, que haya teatro y coreografía, humor y comunicación. Por experiencia propia, sé que la música muy electrónica no transmite tanto como la tocada con instrumentos más convencionales.

 

Hablas entonces de concierto más espectáculo…

         – Claro: las enseñanzas de los cafés cantante o los shows de Broadway son aplicables al rock. Hoy, yo no concibo el rock como una cultura de una edad determinada. Es cierto que antes tocaba para veinteañeros, para gente de mi edad o menor. Pero una vez al año montábamos en Zaragoza un concierto en recuerdo de Elvis. Solían ir más padres y siempre nos decían que les encantaba ver algo que era música pero también espectáculo. Había referencias lúdicas a los trajes, los movimientos, las diferentes estéticas de Elvis. Y aquel todo funcionaba: divertía, conmovía…

 

No hay nada malo en ofrecer un concierto para todos los públicos, me parece…

         – Nada en absoluto. Quiero que mi madre pueda ir a Pequeño cabaret ambulante y se entretenga y se emocione. Mi madre y cualquier madre que tenga un mínimo de sensibilidad. Si acudías a un concierto de Frank Sinatra, nadie te pedía el carnet para ver si tenías tal o cual edad. El rock ganará en grandeza cuando crezca en tolerancia, en voluntad de llegar a todas las edades.

 

Cuéntanos algo de temas como “Infinito”.

         – Se trata de una letra atangada, con algo de ranchera y algo de Tom Waits metido en la batidora. No soy purista a la hora de construir mi dramaturgia.

 

“El extranjero”.

         – Fue concebida bajo la sombra de Emir Kusturica, Goran Bregovic, Zorba el Griego. La letra no tiene dobleces: es una enmienda a la totalidad del nacionalismo excluyente. Ah, la Antigua a la que me refiero como un buen lugar para no morir no es la isla del Caribe, sino la antigua capital de Guatemala, una ciudad que fue arrasada por los terremotos pero conserva la belleza de los tiempos coloniales.

 

“Lejos de la tristeza”.

         – Suena latina pero con esos toques naif de Esquivel. Me ha ocurrido varias veces en este disco que una canción empieza dentro de unos parámetros y, como por propia voluntad, se desplaza hacia otros. Ésta nació cubana y terminó en tango.

 

“Contradictorio”

         – Si alguien quiere entender mí trayectoria, con todas sus contradicciones, basta con escuchar esta letra, que mis seguidores comprenderán a la primera. Se inicia en clave Marvin Gaye y va creciendo hasta un final apoteósico, pelín hortera, tipo Sonido de Filadelfia. Cierra el disco por sus siete minutos de duración y por tener una carga muy positiva.

Xavier Valiño

ULTRASÓNICA 1999 ENTREVISTA CON EVERYTHING BUT THE GIRL

ULTRASÓNICA 1999 ENTREVISTA CON EVERYTHING BUT THE GIRL

Ultrasonica e-zine :: Xavier Valiño

ENTREVISTAS 1999


Everything But The Girl, tras la pista

 

 

Ben Watt y Tracey Thorn se cansaron un día de seguir haciendo discos acústicos y decidieron poner fin a la rutina en su vida en común. Tracey colaboró con Massive Attack y Ben  sufrió una extraña enfermedad que lo tuvo al borde de la muerte. Después de reinventarse con Walking Wounded, Ben nos explica su último paso, aún más orientado hacia la pista de baile, Temperamental.

 

Temperamental parece un nuevo giro de tuerca en la línea abierta con Walking Wounded. Es un disco aún más dance.

– Sí, estamos muy orgullosos del nuevo publico al que accedimos con Walking Wounded y queríamos llevar esa evolución al siguiente nivel. Mantener una línea similar, pero con un sonido más intenso y ritmos más profundos y sólidos. Es un disco con un sonido mayor y más contundente. Estaba muy interesado en ver hasta dónde podía hacer llegar los ritmos y las bases percusivas manteniendo la voz de Tracey y el formato de canción del grupo. Creo que nos ha quedado un álbum muy rítmico, con un importante componente vocal. Quería que la voz de Tracey jugara un papel algo diferente. La hemos utilizado casi como un instrumento, incidiendo más en el ritmo que en la melodía, jugando con los ecos, filtros, usando fragmentos de la voz como si fuera percusión.

 

Deep house, drum’n’bass, jazz, funk suave, hip hop… El abanico de influencias parece también mayor.

– Creo que en Walking Wounded también había muchos elementos diferentes, lo que ocurre es que la gente recuerda sólo la influencia del drum’n’bass. Pero, si se escucha atentamente, se ve que tenía canciones muy distintas, temas cercanos al soul, algo de trip-hop, pop acústico. Algo parecido está pasando con Temperamental. La gente está diciendo que hemos hecho un disco de deep house, pero es mucho más que eso. Temas como “Compression” o “Blame” aglutinan muchos estilos diferentes.

 

Del clásico pop acústico de Everything ButThe Girl sí que no queda nada.

– Ja, ja… No, no hay demasiado de eso. Obviamente, nuestro interés está ahora en el ritmo y la cultura de baile, así que no encontrarás guitarras acústicas en el disco.

 

Los últimos años te has dedicado, sobre todo, a trabajar como pinchadiscos. ¿Cómo ha afectado al disco?

– De una manera radical. Me ha abierto los oídos a nuevas posibilidades, a nuevos sonidos que funcionan de una manera diferente. Ya sabes: los discos que escuchas en tu casa o en el coche no tienen nada que ver con lo que puedes oír en un club. He salido mucho por ahí, me he pasado muchas noches pinchando en clubes y muchos días en las tiendas buscando discos. He absorbido todo lo que he podido, y eso me ha ayudado a dar un nuevo enfoque a nuestra música.

 

¿Qué importancia tuvo en vuestra reconversión la colaboración con Massive Attack y las remezclas de Todd Terry?

– Fueron muy importantes. Para ser sincero, creo que a principios de los 90 estábamos muy aburridos de nuestra propia música y cortamos por lo sano con la escena musical. No podíamos entender cómo habíamos llegado a aquel punto. Hicimos dos discos, Language Of Life y Worldwide, que no conectaron con la gente, y queríamos cambiar. Yo estaba cada vez más interesado en la música de baile y compraba discos sin parar. Pero necesitábamos coraje para ir en esa dirección. Trabajar con ellos ayudó a llamar la atención de la gente y nos animó.

 

Hubo quien os acusó de oportunistas.

– Sí. Para algunos éramos algo sospechosos. La música de baile es una escena algo cerrada, aunque si haces un buen disco o una buena mezcla, te ganas el respeto. Pero la gente que nos seguía desde el principio recordaba que ya entonces experimentábamos con el jazz y la música de club. Tipos que ahora son pinchadiscos consagrados, como Gilles Peterson, nos recuerdan de la escena de clubes y no ven un giro tan radical. Lo nuestro les parece una progresión larga. Quizás es más extraño para quienes nos conocieron a finales de los 80, cuando hacíamos baladas.

 

¿Se han convertido las remezclas en una moda más?

– Creo que son algo fantástico. La del jazz es, en realidad, la historia de gente reinterpretando viejas canciones. Ya sabes, Coltrane haciendo en los 60 temas que Cole Porter había grabado en los 40, y luego Keith Jarret haciendo lo mismo en los 70. La música de baile tiene el mismo enfoque: no hay versiones definitivas, y esa cualidad progresiva me perece muy interesante.

 

Recientemente se publicaba aquí Paciente, tu biografía en la que narras tu traumática experiencia tras sufrir aquella extraña enfermedad. ¿Por qué decidiste escribir sobre un período tan doloroso de tu vida?

          – Recordar lo que sufrí hace siete años fue una especie de terapia. Estuve muy cerca de la muerte, y eso cambió mi actitud frente a la vida. Me volvió más introspectivo, me costaba relacionarme con mis amigos y mi familia. Así que empecé a escribir en mi propio beneficio, para intentar sacar lo que me comía por dentro. A medida que lo hacía me sentía mejor, así que seguí. Cuando acabé, le mostré la historia a un par de personas que me animaron a publicarla.

 

Lleváis juntos desde el 82. ¿Es difícil combinar lo sentimental y lo profesional?

          – En realidad, no, aunque la gente siempre se pregunta eso. Para otros quizá sería terrible, pero no para nosotros. Trabajo en solitario muchas horas en el estudio, me dedico a la música todo el tiempo, pero Tracey es muy distinta: a ella sólo le gusta entrar ocasionalmente… Pero es una editora fantástica. Aporta su sensibilidad y sabe discriminar muy rápido lo que le gusta y lo que no. Esa capacidad de concreción es fundamental para mí; confío ciegamente en su juicio. Creo que hemos encontrado un equilibrio perfecto.

Xavier Valiño

ULTRASÓNICA 1999 ENTREVISTA CON FANG

ULTRASÓNICA 1999 ENTREVISTA CON FANG

Ultrasonica e-zine :: Xavier Valiño

ENTREVISTAS 1999


Fang, vestidos de negro

 

 

         Desde Cataluña, música intensa que no tiene nada que envidiar a dos de los grandes nombres internacionales de los 90  -si aún no sabes quiénes son, busca más abajo-. Jaume y Mariona forman una entidad que comparte trabajo y vida y que hace, sobre todo, grandes discos.

 

¿Tiene que ver la evolución entre My Weakpoint y vuestro segundo disco My Black Dress con un proceso distinto a la hora de componer?

– Efectivamente. En nuestro primer disco, la labor compositora fue diferente a la del segundo. Nuestro segundo disco, My Black Dress, fue creado totalmente al cincuenta por ciento por los dos, Mariona y Jaume, aportándole una riqueza que el primero no tenía.

 

¿Qué tipo de papel jugaron los colaboradores como An Der Beat en el disco?

– La importancia de las colaboraciones dependen del papel que tienen cada una de ellas: An Der Beat colaboró grabando unos scratches y los usamos como complemento. Los violines los grabamos pensando en la importancia de su textura. Y, respecto al acordeón, supimos en seguida que formaba una parte muy importante de la canción “My Black Dress” y decidimos resaltar aún más su sonoridad.

 

¿Había intención en el disco de experimentar más con scratches y bases electrónicas?

– Quizás en este segundo disco predominan los ambientes electrónicos, porque los hemos hecho más evidentes.

 

¿Hay alguien con  quién os gustaría contar en un disco vuestro o un productor que quisierais tener?

– Nunca hemos pensado en algún nombre en concreto, aunque lo que sí nos gustaría es poder disponer en el disco de una sección de cuerda, de un buen batería, etc…

 

¿Vuestra música persigue  de forma intencionada la sensación de misterio que desprende y sois conscientes de que una parte de quien la escuche sólo descubrirá la parte triste y siniestra?

– La sensación de misterio que pueda desprender no es premeditada. Aun así, sabemos que mucha gente tiene esta percepción escuchando nuestros discos. En cuanto a lo que dices referente a que determinada gente sólo ve una parte en nuestra música, ése no es nuestro problema: a nosotros no nos pasa.

 

¿Habéis sentido algún tipo de discriminación por cantar en inglés en Cataluña y es ése el idioma en el que más cómodo se encuentra Mariona?

– Este tipo de cuestiones demuestra que mucha gente tiene una opinión muy equivocada de la realidad de Cataluña y el tema del idioma. Mariona se encuentra más cómoda con el inglés, evidentemente, no tanto para hablarlo normalmente, aunque sí a la hora de cantar.

 

¿Qué nuevos sonidos habéis descubierto en estos dos últimos años que os hayan emocionado?

– La música con raíces, sean las que sean.

 

Supongo que la versión  de “In Heaven” vendrá por que habíais visto la película de David Lynch “Eraserhead” ¿Conocíais las versiones que habían hecho Pixies y Bauhaus?

– La película de David Lynch no la hemos visto y no podemos opinar sobre ella. Sé que hay diferentes versiones de “In Heaven”, pero nosotros sólo habíamos escuchado la de Pixies.

 

¿Hay otras versiones que hagáis en directo o en el estudio o versiones que os  gustarían y nunca hayáis hecho?

– Sí que existen muchas versiones que nos gustaría hacer: clásicos melódicos,  boleros, canciones de The Cure…

 

¿Entendéis las continuas referencias a P J Harvey y Portishead como algo que muestra falta de imaginación o como un piropo?

– Nos gusta la pregunta, pero está bien por nuestra parte no contestarla.

 

¿Cómo son las presentaciones en directo, con banda o bases pregrabadas?

– Como un grupo de hip-hop, usamos bases grabadas en samplers como apoyo. No intentamos reproducir una banda de rock. Quien busque eso en directo, no lo encontrará.

 

¿Os sentís cómodos en directo y pensáis que podéis conseguir la tensión de los discos?

– Depende del día, de la sala, del tiempo, del cachet, del catering, del público….

Xavier Valiño

ULTRASÓNICA 1999 ENTREVISTA CON HANK

ULTRASÓNICA 1999 ENTREVISTA CON HANK

Ultrasonica e-zine :: Xavier Valiño

ENTREVISTAS 1999


Hank, hermano pop

 

 

         A la espera de nuevo material de Del-Tonos, el supuesto hermano de Hendrix Roever, líder del grupo cántabro, lo intenta de nuevo con un segundo disco de agradecido power-pop.

 

¿Lo de melodía más distorsión al cuadrado pretende facilitar las cosas a la gente?

– Evidentemente. Eso de que una canción vale más que mil palabras no es suficiente, así que al mismo tiempo hay explicarlo un poco con palabras. Esa fórmula es lo suficientemente variable como para que se ajuste a todo tipo de canciones.

 

Pocas veces una etiqueta estuvo tan bien elegida, ¿no?

– Si lo tomamos en serio, más que una definición o una etiqueta, de lo que se trata en este caso es de una fórmula, la fórmula del rock.

 

¿Es necesario ubicarse uno mismo antes de que lo hagan los demás?

– A mí me gusta la música en general y me gusta inventarme grupos distintos para hacer músicas distintas. En el caso de Hank, llevamos ya cinco años, así que no se trata de algo absolutamente nuevo.

 

¿Qué más hay de formación en Hank que Teenage Fanclub, The Posies, Matthew Sweet o Red Kross?

– Todo eso que dices es lo obvio. Por supuesto que escucho a todas esas bandas, pero también otras cosas de hoy en día como Fountains Of Wayne, Nada Surf, You Am I o Gigolo Aunts, y, por otra parte, está la vertiente arqueológica, de sacar brillo a viejas canciones para que puedan volver a brillar. En el primer single hicimos una versión de “Watching The Detectives” de Elvis Costello y en el segundo single una de Tod Rundgren, que puede hacer que la gente se acuerde de esta gente bastante olvidada.

 

¿Hay alguien en España haciendo lo mismo?

– No sé, pero tampoco me he puesto a buscar para comparar. Como Hank llevamos cinco años en esto y no nos consideramos parte de nada. España me parece más un país de canciones que de grupos, y nadie se toma el tiempo suficiente para asentarse.

 

¿Podrían ser Ross y Australian Blonde lo más cercano, aunque se expresen en otro idioma?

– Lo que sucede es que hay con ellos una gran diferencia y muy evidente: que cantamos en castellano y ellos en inglés. Nosotros estamos convencidos de que la letra es la mitad de la canción y que se merece el mismo trato que la música. Ponemos bastante interés en que las letras sean sugerentes y tengan sentido.

 

¿Es cierto que el diablo vino a ti y te convirtió en el estandarte de su cruzada contra el inglés?

– Eso es un poco un juego que tiene que ver con El exorcista. Una de las principales condiciones para saber si alguien estaba poseído por el diablo era que hablase en un extraño idioma que no conoce y que no ha estudiado nunca. Y eso se puede aplicar a muchos grupos españoles. Y pensamos… ¡Dios mío, Larry, están todos poseídos por el diablo!

 

¿Te parece que el mundo ‘indie’ ha estado demasiado cerrado en sí mismo?

– Sí, como demasiado preocupados por el qué dirán o por salir en la foto, más que en la música. Además eso del ‘indie’, ¿existió realmente? Parece como que un día la gente se levantó y había niebla y, más adelante, la niebla se disipó y ya está.

 

Supongo que escuchas muchos otros tipos de música.

– Todo tipo de músicas. Por ejemplo, me gusta mucho el country, así que acabaré creando otro grupo o dando vida a otro hermano de Hendrix Roever y de Hank para poder hacer country.

 

¿Cómo son vuestras relaciones con la industria que tantos sobresaltos os han dado?

– Con el primer disco de Hank no teníamos tampoco excesivas expectativas a nivel comercial, más que la diversión y que se conociese el grupo. Para este segundo, nos hemos buscado una compañía más grande, que nos diese la posibilidad de hacer promoción y llegar a más gente. Ahora mismo estamos cómodos así.

 

¿Y en qué se nota eso para marcar diferencias respecto de ¡Dios mío Larry…qué demonios es eso! frente a A lo bomba?

– Lo principal son los medios. Lo que sucede es que el disco lo grabamos antes de buscar compañía. Después íbamos por ahí con la oferta de El Padrino: “Tío, tengo una oferta que no podrás rechazar. Escucha esto y dime que no vas a fichar a este grupo”. Ahora estamos pensando en regrabar el primer disco, sacarle lustre y hacerlo accesible a más gente, con caras B o una chocolatina de regalo.

 

¿Qué parte de culpa ha tenido el productor Kaki Arkarazo?

– Tampoco él ha sido el productor, sino más bien el técnico del estudio. Las producciones las hace aquí el menda, aparte de que estaba muy claro lo que queríamos hacer y que estaba todo muy ensayado, y Kaki se dedicó a poner eso en cinta.

 

¿También a Hank le gustan las películas de serie B, sobre todo por el título del disco?

– Eso no recuerdo ya ni de qué película viene, aunque se ha convertido en una frase habitual de nuestro vocabulario, y es algo que se puede aplicar a todo tipo de situaciones. Todos tenemos algo de ese sentido del humor algo especial.

 

¿Es más importante y consciente la imagen en Hank?

– No; parece como si yo me disfrazase por las mañanas para salir como Hank. Ésta es la pinta que tengo. ¿Qué sucede? ¿Qué antes me ponía más camisetas y ahora camisas? No es algo que destacar, lo que importa son las canciones. De todas formas, llegamos al siglo XXI y las camisetas están un poco obsoletas y se van a llevar las camisas. Llevaba ya mucho tiempo con camisetas y con lo cómodo que es llevar una camisa, que la puedes abrochar…

 

Por último, ¿qué sentido tiene hoy en día el pop de guitarras?

– Sigue siendo lo más inmediato y lo que más directamente te puede tocar la fibra sensible.

Xavier Valiño
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