CAMPUS GALICIA ENTREVISTA STEVE WYNN

ENTREVISTAS 2001

Steve Wynn, el amigo americano

Steve Wynn es ya un clásico en vida. Después de encabezar durante los 80 la banda más influyente del nuevo rock americano, The Dream Syndicate, inicio una andadura en solitario que, tras el disco compartido con los asturianos Australian Blonde el año pasado, culmina en el magnífico Here Comes The Miracles recién editado.

– ¿Dirías que Here Comes The Miracles es un disco sobre -o inspirado por- California?

– No pensé en él como un disco conceptual cuando componía las canciones pero, sí, resultó que buena parte de los textos y, sobre todo, del ambiente, es californiano. Tal vez fue una reacción contra My Midnight, que me pareció un disco sobre Nueva York. Es sorprendente cubrir mis raíces en ambas costas en dos discos.

– Pones en el disco "Clasificar como Rock". ¿Crees que ahora el rock es más necesario que nunca?

– Me preguntan mucho por la supuesta muerte del rock o la irrelevancia de las guitarras, lo que me resulta divertido, ya que lo vengo oyendo desde que en 1982 comenzaba con The Dream Syndicate y todo el mundo pensaba que el futuro de la música eran Human League y Heaven 17. Bien, todas esas bandas desaparecieron y hoy suenan huecas, mientras que el rock más salvaje de entonces todavía suena bien. Siempre habrá excitación en cuatro individuos que enchufan sus guitarras a sus amplificadores ruidosos y que lo pasan a una cinta o tocan en directo. Se ha dicho antes, pero sigue siendo verdad: el rock and roll nunca morirá.

– Has compuesto para otros. ¿Qué versión te ha gustado más?

– Sí, a veces directamente para los grupos (The Nomads, Somebody’s Darling, Russ Tolman, etc.) y otras veces son ellos los que hacen versiones de mis canciones (Luna, Concrete Blonde). Las dos cosas son estimulantes. Me tomo el reto de escribir para los demás en serio. Creo que mi favorita es la versión que Concrete Blonde hicieron de "When You Smile".

– ¿Ves algún grupo que continúe la tradición de The Dream Syndicate?

– Sí, hay un buen número de grupos psicodélicos haciendo ruido y puedo escuchar elementos de lo que hicimos (intencionado o no) en Yo La Tengo, Primal Scream, Eleventh Dream Day, The Cosmic Rough Riders y muchos otros. Puede ser que les gustásemos o que tuviésemos la misma colección de discos. Todo tiene su origen en Bo Diddley.

– Pasas mucho tiempo viajando. ¿Hay algún lugar en concreto que consideres tu hogar?

– Siempre soñé con Nueva York y, cuando me mudé hace siete años, todo cambió. Me encuentro a gusto aquí y he sido más creativo desde entonces. Es un buen lugar, aunque me puedo imaginar viviendo en Roma, Barcelona o Amsterdam. Últimamente, también me encuentro muy en casa en Gijón.

– ¿Qué ves en España que no ven otros músicos?

– Bien, he tenido una experiencia muy diferente que la mayoría de los artistas internacionales, y es que he sido MIEMBRO de una banda española durante el último año. Me sorprendió ser considerado un artista local en las listas de lo mejor del año. Ayuda que hablo español, así que tengo más contacto con los fans y los amigos, y también he estado en muchas más ciudades pequeñas que la mayoría de artistas no visitan. Me encanta España y es mi país favorito para ir de gira.

– Después de grabar con Australian Blonde, ¿hay posibilidad de una gira en conjunto?

– Hemos dado bastantes conciertos juntos en los últimos meses en todo el Estado español y, probablemente, hagamos una gira mundial cuando el disco se edite en el resto del planeta, a finales de año. También dimos un concierto en Nueva York el pasado diciembre, que estuvo muy bien. El público de Nueva York pareció apreciar bien el sonido de Steve Wynn – Australian Blonde

– Has trabajado con bastante gente. ¿Quién crees que ha sido la mejor contribución a alguno de tus discos y quién sería el colaborador ideal?

– Es difícil decir que uno ha sido mejor que otro. Realmente he disfrutado trabajando con los colaboradores que he tenido en este disco. También a lo largo de los años me ha ayudado gente muy interesante como Linda Pitmon, Chris Brokaw, Robert Lloyd, Chris Cacavas y otros. Me siento feliz por tener amigos con tanto talento y tan creativos. Hace que el tiempo en el estudio sea más divertido e interesante.

– ¿Qué queda en el Steve Wynn de hoy del chaval que empezó hace veinte años en un grupo llamado Goat Deity?

– Más cosas en común que cosas que nos distancien. Todavía me gusta la música y compongo con pasión. Aún siento lo mismo cada vez que todo conecta de la forma que sólo es posible cuando las fuerzas creativas se alían como deben. La posibilidad de trascender es algo que aún me mantiene en marcha. Y espero que esté haciendo mejores cosas ahora que cuando tocaba con Goat Deity, aunque aquella era una banda más rompedora. Tal vez debería mirar atrás y estudiar aquellas cintas que grabé en su día.

– ¿Qué sientes si alguien te llama un clásico?

– Halagado y un poco viejo.

Xavier Valiño

CAMPUS GALICIA ENTREVISTA STARSAILOR

ENTREVISTAS 2001

Starsailor, buenas almas

El 2001 fue su año: Starsailor tuvieron dos singles de éxito, concretamente “Fever” y el colosal “Good Souls”, sin haber editado aún un disco de larga duración. Casi al mismo tiempo ofrecieron su primera gira británica, fueron invitados a tocar con los Manic Street Preachers y grabaron, por fin, su álbum de debut. Su éxito meteórico ha sido sorprendente, aunque no imprevisto. Simplemente saben cómo conectar con la gente.

Después de todo el despliegue, llega la hora de enfrentarse al resto del mundo. “Es posible que Starsailor haya comenzado el año siendo uno de los nuevos grupos más comentados en todos lados, pero creo que hemos sabido soportar las presiones sin darles ninguna importancia, y en los últimos meses parece que nuestra música, por muy primeriza que sea, ha empezado a sintonizar con más gente, aunque ello no nos evite declaraciones en contra de gente como Mogwai”, explica James Walsh, líder de la banda.

No es difícil entender su éxito. Escucharles por primera vez es una experiencia absolutamente intensa. La franqueza y el poder melódico de sus canciones ocultan su verdadera juventud. El impacto de su música es similar al experimentado al escuchar a otras bandas intensas por primera vez, aunque lo suyo no lleve las guitarras eléctricas a la máxima electricidad. Sus canciones, historias de amor, esperanza y redención enmarcadas por la voz acrobática de James Walsh, combinan ingenuidad con una tremenda sofisticación que recuerda al Neil Young de principios de los 70 y, sobre todo, tanto a Tim Buckley como a su hijo Jeff.

Este cuarteto del noroeste de Gran Bretaña -Chorley, para ser más exactos-, bautizado con el nombre d un maravilloso disco de Tim Buckley, Starsailor, gira en tomo al extraordinario talento compositivo del joven Wa1sh, de 21 años. En una época en que se ha convertido en un tópico ser calificado de artista post-Buckley, Walsh ha retrocedido hasta las propias raíces y ha dado con al menos una docena de temas de una cruda claridad emocional.

¿De dónde le viene la fijación con el malogrado cantante? “Hace unos dos años, recuerdo haber leído una entrevista con un grupo que admitía la influencia de Jeff Buckley”, recuerda Walsh, “así que fui y me compré este disco y vi que era mil veces mejor que todo lo que oía por aquel entonces. A partir de ahí, empecé a escuchar a Tim Buckley, Neil Young y Van Morrison. Nuestra música no se basa sólo en él, simplemente actuó de catalizador. Gracias a su música encontré a alguien con capacidad para conmoverme de veras, y me di cuenta de que eso era exactamente lo que yo quería hacer”.

Para Walsh, fue la revelación tanto tiempo esperada. Obsesionado por la música y un tanto solitario, creció sintiéndose apartado de las actitudes más masculinas de sus compañeros del colegio y de su grupo social inmediato. “Siempre buscaba algo más. En el colegio me veían como un bicho raro”, confiesa. “La gente pensaba que era demasiado sensible, pero simplemente me cuestionaba las cosas. Todo el mundo parecía estar envuelto en un cinismo que yo nunca tuve y sigo sin tener.”

Para canalizar sus sentimientos, empezó a tocar el piano a los 12, y a los 14 ya estaba componiendo temas y se pasaba todo el día devorando cualquier cosa de la prensa musical. Pero hasta que no llegó al conservatorio de música de Wigan y conoció a James Stelfox (bajo) y Ben Byrne (batería) sus canciones no empezaron a cobrar fondo y forma. “Simplemente quería hacer algo que fuera realmente natural y dijera algo acerca de quién eres y de cómo te sientes, que no fuera sólo ruido. Hay gente que va de bares y se emborracha y otra que escribe libros; ésta es mi forma de expresarme.”

La última pieza del rompecabezas quedó colocada con la llegada del teclista Barry Westhead a principios del 2000. Con un sonido más sobrio y una visión clara del enfoque del grupo, señaló el comienzo de un ascenso meteórico. “En abril del 2000 dimos nuestro primer concierto en el Heavenly Social de Londres. Cuando regresamos a principios de julio, unos días después de Glastonbury, las discográficas ya estaban intentando hacerse con nosotros. Tres meses después, nos decidimos por una de esas compañías -EMI Chrysalis, en concreto- y fue entonces cuando comenzó la verdadera locura.”

“Después de unos primeros meses del 2001 frenéticos, nos sentimos aliviados cuandopor fin llegó el momento de empezar a grabar nuestro debut”. El trabajo comenzó en mayo, cuando la banda se encerró durante seis semanas junto al productor Steve Osborne, que ya había trabajado con ellos en “Good Souls”. Esta experiencia les hizo recordar por qué habían formado el grupo. “Estábamos como en una cápsula”, sonríe Walsh echando la vista atrás. “Somos tal como éramos cuando tocábamos en Warrington, no nos hemos contaminado por todo lo que ha pasado. Trabajar en los estudios Rockfield fue un poco como cuando The Band grababa en Woodstock. Se aislaron de la música moderna y lograron algo con lo que se veía que todos disfrutaban tocando. Lo mismo nos ha ocurrido a nosotros…”

El resultado de su esfuerzo es Love Is Here, un sensacional álbum de debut que desarrolla el sonido de Starsailor considerablemente. “En cuanto a la visión global del disco”, explica Walsh, “queríamos que fuera algo entre Grace de Jeff Buckley y Harvest de Neil Young, un disco con un sonido muy vivo, pero con sutiles toques acústicos por encima. Hemos hecho algunos experimentos raros en el disco: en algunos temas aparecen guitarras de extraños sonidos y atmósferas a lo Potishead. No queríamos hacer nada demasiado retro.”

“Love Is Here” es el tema central del disco. Es una canción animada y positiva. Queríamos hacer algo que se percibiera como hippioso porque parece que todo lo que circula últimamente tiene un toque de cinismo. Es nuestra forma de ver las cosas.” Y es precisamente su honradez y franqueza lo que diferencia a Starsailor de sus coetáneos. Love Is Here es ya un disco para el recuerdo.

Xavier Valiño

CAMPUS GALICIA ENTREVISTA REM

ENTREVISTAS 2001

R.E.M. «Nunca miramos atrás»

Rebobinemos hasta octubre del 97. Los días en que peligró el futuro de REM, la banda que supo convertirse en el mejor grupo para todos los públicos sin dejarse su integridad en el camino. Diecisiete años después de su formación en Athens (Georgia), el batería Mike Mills comunicó su deseo de abandonar, dilapidando meses de trabajo en la gestación del decimocuarto trabajo de la formación, Up.

En medio de la crisis, salieron del atolladero completando aquel estimable disco de corte experimental, denso y un punto tecnológico con el que reaccionaron contra las claves de su popularidad. Refundados como trío, los nuevos REM no recordaban siquiera levemente a la banda que fuera el epítome del rock americano de los ochenta. Tampoco al grupo que encaró la pasada década triunfando en todo el globo con Losing my religion, sin por ello dejar de ser un modelo de actitud para varias generaciones de bandas alternativas.

Aunque sus ventas recientes no están a la altura de su millonario contrato discográfico –más de 11.000 millones–, REM siguen sin ceder a presiones comerciales. Podría parecerlo ante su nuevo sencillo, Imitation of life (puro REM), pero el resto de su nuevo álbum –Reveal– devuelve a una banda que busca la redención en la recuperación de su propia identidad.

Ejercicio de frescura

Renacidos como grupo al uso con la ayuda de viejos asalariados de lujo como Joey Waronker (Beck), Scott McCauhgey (Young Fresh Fellows) y Ken Stringfellow (Posies), se han marcado un ejercicio de frescura desde la fidelidad a las esencias de unos dinosaurios en buena forma, pese a esas dos décadas de andadura.

Grabado en Vancouver, Dublin, Miami y Athens, Reveal es un disco luminoso y, a la vez, meditativo. Un trabajo abrillantado con delicados arreglos de cuerdas y metales, melodías y sutiles cajas de ritmos sobre la formación clásica de guitarra, bajo y batería. Todo al servicio tanto de canciones «luminosas y veraniegas» (Stipe habla así de Beachball o de ese plagio velado a los Beach Boys que es Summer turns to high), como a tupidas piezas etéreas a medio tiempo o reflexiones campestres de tono enigmático y descreído.

– ¿Qué habéis tratado de revelar con Reveal?

– Michael Stipe: No hay un mensaje concreto. En Up, éramos tres tíos trabajando en un disco; ahora somos de nuevo una banda. Nuestra intención principal era ir más allá como grupo de lo que habíamos hecho en las actuaciones. Quería que pareciera un disco de verano, el típico álbum que puedes ponerlo como acompañamiento de fondo y que nunca tienes ganas de cambiar. Música que escuchas casi sin darte cuenta de que está ahí. Las canciones son más concisas. Con el último álbum, lo hicimos lo mejor que pudimos, pero ahora es cuando hemos podido levantar la voz de nuevo, musicalmente hablando. Hemos grabado tocando juntos en el estudio, y ello le ha dado al disco un aire más cálido y cercano.

– Peter Buck: Acabábamos de finalizar la última gira con Joey (Waronker), Scott (McCaughey) y Ken (Stringfellow) y nos sentíamos como un auténtico grupo. Son el tipo de tíos con los que te puedes encerrar en un estudio a componer. Hubo una comunicación muy natural, ya que nos conocemos desde hace mucho Con Scott tocamos desde el 85 y a Ken le conozco desde hace más de diez años. Desde el principio, tuvimos el tipo de canciones que queríamos para este disco. Eso le ha dado la unidad que quizá Up no tenía.

– ¿Tan traumático fue el abandono de Bill Berry? ¿Pensasteis en la separación de REM?

– P. B.: Teníamos una banda desde siempre y todo cambió de un día para otro. Up se grabó en medio de un pequeño caos, pero nunca llegué e pensar en una separación. La música me seguía apasionando y no estaba dispuesto a irme a casa sin tratar de buscar una solución.

– M. S.: Quizá los demás opinen otra cosa, pero sentí que el grupo se acababa. Tenía la sensación de que íbamos a grabar un gran disco y, de repente, Bill anunció que se iba, las relaciones se enturbiaron y todo se volvió confuso. No es algo de lo que me guste hablar. Me resulta embarazoso, me siento como el típico rockero contando al Rolling Stone problemas y terapias que a nadie le interesan. Por fortuna, descubrimos que nuestra amistad es lo que sostiene el trabajo de toda una vida.

– ¿Que ha inspirado esos textos tan escépticos ¿Hay alguna sensación concreta que hayáis tratado de abordar en Reveal?

– M.S. Dejé de pensar y me dejé llevar; creo que esa es la forma más pura de expresión. Es como compuse alguna de las canciones más conocidas de REM. Al menos ocho de las canciones están hechas así: me he guiado por mi instinto más que nunca. Escribo de cosas íntimas pero que reflejan las inquietudes espirituales . Creo que ese escepticismo es un equilibrio entre lo real y lo irreal, entre el idealismo y el cinismo. Un equilibrio que entronca con la vieja separación entre el cuerpo, la mente y el espíritu.

– Con vuestros últimos discos habéis perdido a muchos de vuestros viejos fans. ¿Tratáis de recuperarlos volviendo a un sonido más clásico?

– P. B.: No veo este disco como una rectificación, sino como un paso adelante. No es un álbum fácil, pero estoy muy contento con su sonido. Perdemos fans con cada álbum, pero también ganamos otros nuevos. Puede que tenga un sonido más clásico y melódico, pero hemos utilizado también mucha tecnología actual. La misma que Puff Daddy, pero de otra manera. Me gustan todos esos aparatos antiguos, tengo una habitación llena de esos juguetes. A veces me preguntan de dónde he sacado un sonido y les contesto que de un cacharro que compré de segunda mano por 99 pavos.

– M. S.: Las ideas que manejo para una canción no siempre tienen que ver con el pop típico. Trato de llevar las ideas al límite y eso me conduce a veces al terreno más experimental. Oigo música electrónica y lo que ahora hacen grupos que admiro como Radiohead, pero, como banda, tratamos de evolucionar sin perder nuestras señas de identidad.

– Hay temas casi folkies, como Turns to High o She wants to be, que recuerdan vuestro pasado independiente.

– M. S.: Sí, hay algunas canciones lentas y algo lánguidas. Es inevitable que en nuestras canciones haya elementos de nuestros primeros discos, pero no es algo consciente, ya que tratamos de ir siempre todo lo lejos que podemos sin mirar nunca atrás. Nuestros últimos discos reflejan lo que somos ahora, pero supongo que tenemos un estilo.

Contra la rutina

– El primer single es algo confuso, más rápido y pegadizo que el resto del disco.

– P. B.: Es la única canción con el típico sonido REM. Ni siquiera la íbamos a meter, porque no queríamos hacer un disco con el sonido de siempre, pero la compañía la escuchó, les encantó y decidieron sacarla como single. Tuvimos que cortarla porque, originalmente, duraba más de seis minutos. Mi favorita es un tema muy poco popular. Saturn Return; tiene unas melodías muy hermosas. Creo que representa muy bien a los Rem de 2001.

– Habéis tocado ya estas canciones en directo. ¿Cómo las ha recibido el público?

– M.S.: La reacción ha sido muy buena, sobre todo, teniendo en cuenta que no es un disco fácil. Es un desafío poner enfrente del público canciones en las que has estado trabajando aislado durante año y medio. Cambia por completo tu perspectiva.

– ¿Vais a salir de gira este año?

– P.B.: Nos encanta tocar en directo, pero es agotador y cada vez más complicado. Una gira larga es un compromiso para nosotros. Hemos ido echando raíces con el paso del tiempo. Hicimos muchas giras en los ochenta, así que en los últimos tiempos hemos decidido no meternos en tantas. Nos gusta que nuestros conciertos sean algo especial y no podemos estar girando con cada disco; todo se volvería demasiado rutinario.

– ¿Cuál es el secreto para tener un gran contrato discográfico y hacer al mismo tiempo discos para una amplia minoría?

– M. S.: No puedes pensar en la gente cuando compones. Tienes que abstraerte. Si lo que la gente de 19 años quiere es lo que suena en la radio, yo no voy a dárselo. Intentamos hacer el disco perfecto y todavía no lo hemos conseguido.

Xavier Valiño

CAMPUS GALICIA ENTREVISTA RAGE AGAINST THE MACHINE

ENTREVISTAS 2001

Rage Against The Machine, la amenaza continúa

Furia contra la máquina, sí. Tom Morello, Brad Wilk, Timmy Commerford y, por supuesto, Zack de la Rocha han sido hasta ahora Rage Against The Machine. Zack de la Rocha ha anunciado que deja la banda, al no satisfacer todas sus ambiciones.

Así que es Tom Morello, a la falta de un vocalista que de la cara, quien tiene que defender su nuevo disco, Renegades, un álbum de versiones que van de Public Enemy a Paul Weller, de The Clash a Bruce Springsteen, de Eric B & Rakim a Afrika Bambaata, de MC5 a The Stooges, de Rolling Stones a Bob Dylan.

– ¿Sabías que Zack iba a dejar el grupo?

– No, lo escuché directamente de él cuando me llamó, el mismo día que hizo pública su declaración.

– ¿No es algo extraño un disco de versiones y más en este instante?

– Sí. Aunque he de decir que la banda no se ha separado. Tenemos que decidir qué vamos a hacer. Zack había estado tomándose su tiempo para trabajar en otros proyectos. En lo que respecta a nuestra vida diaria, no hay mucha diferencia.

– ¿En algún momento pensasteis en dejarlo?

– Zack pensaba que su contribución no era reconocida por nosotros tres, cuando había escrito la mitad de las canciones de discos anteriores. Sólo buscaba reconocimiento, no dinero ni mayor protagonismo. Así que, en nuestro último disco, nos centramos en la música y él en las letras. Al final fue un proceso mucho más saludable que en el pasado. No veo ninguna razón para no continuar, sobre todo porque hemos superado gran parte de las tensiones. No creo que en el fondo de nuestros corazones quisiéramos destruir el don por el que hemos luchado. Quiero decir que podíamos haber vendido dos o tres veces más que nuestro primer disco, pero eso nos hubiera destruido. La tensión creativa es parte fundamental de nuestra química y no la cambiaría por nada.

– ¿Tiene algo que ver con la idea inicial de no hacer videos?

– Discutimos sobre si deberíamos hacer videos para que la gente asimilara información. Al principio nos oponíamos, y creo que fue la decisión correcta. ¿Se percibirían nuestras acciones de la misma manera si hubiéramos vendido siete millones de discos sin más? No lo creo. Ahí es donde Zack y yo no coincidíamos. Tenemos una forma de pensar diferente sobre cómo dirigir nuestras opiniones. Pero después estamos de acuerdo en casi todo lo demás. Al final el enfrentamiento nos ha ayudado.

– ¿Y la idea de no conceder entrevistas durante varios años?

– Una de las cosas que quería asegurar era la protección de la integridad del grupo. Que hablábamos de lo que hablábamos en lugar de sólo hablar. Tratamos con una monstruosa cultura pop que tiene una tendencia a domesticar y hacer todo más digerible. Le ha pasado a tantas bandas en el pasado… Es importante que los artistas de nuestra posición prediquen con el ejemplo de que hay una línea muy fina entre la promoción de un producto y la promoción de una idea. Así que para proteger nuestra integridad decidimos contenernos.

– Ya habéis creado escuela. Sin vosotros no existirían Korn, Limp Bizkit, Molotov o grupos españoles como Superskunk.

– Da la casualidad de que hemos sido un grupo que hemos creado un espacio abierto dentro de la música pop y que hemos intentando poner en marcha una nueva era en la que más voces disidentes en la música comercial puedan formar parte de un nuevo diálogo. De todas formas, por cada Nirvana hay 10 o 15 Bush o quién quiera que sean y tras Rage Against The Machine han aparecido unos cuantos grupos no tan buenos. Me sorprendo cuando pongo la radio y escucho clones nuestros de sexta generación. Cuando empezamos éramos lo más radical. El vocabulario físico de un líder ha sido definido por Zack.

– Siempre os ha rodeado el aura de ser una banda especial.

– Para nuestro primer concierto en 1991, después de ensayar durante tres meses, decidimos fastidiar a las compañías y vender nuestras propias cintas. La reacción del público fue tan intensa que se convirtió en una celebración de la frustración y la rabia. Fue una sensación increíble. Me di cuenta de que teníamos algo especial y que podíamos llevar las cosas más allá. No hay nada igual. Pero no es que nos levantemos y rompamos el cartón de leche sólo porque no conseguimos abrirlo. Aunque el hecho de que no somos el típico grupo crea una mística alrededor de nosotros que es algo bueno. Siempre es más fácil hablar de política que de ti mismo.

– ¿Hay algo más que la gente no alcanza a ver?

– Aunque nuestro trabajo es siempre jodidamente serio, en el día a día puede verse que lo hacemos divirtiéndonos. No siempre hay un sentimiento político tan fuerte. Eso es lo que el público ve, justo lo opuesto a la banalidad de lo que sucede en los camerinos.

– Aunque no tenéis que ver en ello, hay parte del público que sólo busca diversión con vuestras canciones.

– Sí, pero nosotros no nos escondemos. No es que disculpe a esa gente, la que sólo viene por la música. Sucede que en el mundo de la cultura hay mucho rock, y dentro hay mucho rock misógino y mucho rock escapista. Y hay muy poco rock que sea auténtica música de rebeldía. Así que creo que es necesario que esté ahí, emitiendo por lo menos desde nuestros amplificadores.

– ¿Y cómo os enfrentáis al hecho de que todos los periodistas tengan que preguntaros por la contradicción entre vuestra rebeldía contra el sistema y la utilización de una multinacional?

– Entiendo por qué lo preguntan, y creo que se debe a que destacamos por nuestra posición política. Una pregunta mejor sería a los otros grupos que están en multinacionales: “¿Por qué no hacéis algo con la gran exposición pública que tenéis para lograr algún tipo de cambio?” Mejor eso que atacar a un grupo que lo está haciendo para conseguir unos objetivos políticos. ¿Por qué no dirigirse a quién no lo hace?

Xavier Valiño

GALICIA CAMPUS ENTREVISTA OCEAN COLOUR SCENE

GALICIA CAMPUS ENTREVISTA OCEAN COLOUR SCENE

ULTRASÓNICA

ENTREVISTAS 2001 


Ocean Colour Scene, el sonido retro en los 90

 

Evidentemente, hay músicas para todas las edades. Las Spice Girls tienen su público y Ocean Colour Scene el suyo, como prueba, una vez más, su disco de grandes éxitos recién publicado. Lo suyo está basado en el folk-rock de los 60, siempre influenciados –en el sonido y en la estética- por el movimiento mod, el que va de los Who y los Small Faces a los Jam y Paul Séller, colega de toda la vida.  

Simon Fowler, su líder, defiende esta teoría. “Mira, no tengo ningún problema con las Spice Girls. Cuando era un chaval, me gustaban Gary Glitter y The Sweet, así que no tengo muchos prejuicios sobre el tema. Y poner a las Spice Girls en el mismo saco que Radiohead, Oasis o nosotros mismos es ridículo. Obviamente, se trata de algo para pasar el rato, ¿qué hay de malo en ello? Si los chavales no se lo pueden pasar bien sin ser criticados, ¿adónde llegaremos? Se trata de entretenimiento para niños.”  

La defensa está más que justificada. Ocean Colour Scene, grupo de éxito y considerables ventas, son criticados constantemente por dedicarse a reproducir un sonido del pasado, sin aportar nada nuevo. Tampoco es algo que le preocupe demasiado a nuestro interlocutor, ya que él mismo fue crítico musical en el pasado.  

Su carrera ascendente no fue, contra lo que pueda parecer, meteórica. Después del fracaso de su primer disco homónimo en 1991, pasaron bastantes años trabajando sin medios en su continuación, Moseley Shoals (1996), el disco con el que se dieron a conocer. Desde entonces han  editado Marchin’ Already (1997), B-Sides: Seasides & Freerides (caras B, 1977), One From The Modern (1999) y Mechanical Wonder (2001), discos efectivos de contenido similar.  

“No necesitamos a la prensa”, es el veredicto de Fowler. “Llegamos a las listas de éxito. La gente nos escuchó y les gustamos. Ésa es la única razón de nuestro éxito. ¡La otra es que somos un buen grupo! Da igual que a alguien en concreto le guste o no nuestro estilo de música, somos buenos en ello."  

Esa imagen que dan de sí mismos como gente honesta y arrogantes puede ser irritante, pero a la gente le gusta. Y buena parte de sus seguidores más acérrimos están en lugares como Irlanda, Escocia y España. Curiosamente, para él España no se asocia a lo más tópico, sino que tiene que ver con la geografía, la tradición e incluso la cultura de los pubs y los bares, que conecta con sus canciones, fáciles de cantar por la gente.  

“Ese tipo de reacción tiene que ser algo celta, aunque también son naciones de marineros, así que tienen sus tradiciones. En lugares como Irlanda, cantar en el pub es parte de la cultura, por eso reconocen la importancia de las canciones, las hacen  suyas y se dan cuenta de que no es nada estúpido.”  

         Olvidemos sus intentos como aprendiz de la sociología: la música de su grupo le debe mucho al folk-rock. Simon Fowler cita artistas como Joni Mitchell, Fairport Convention, o Neil Young. Curiosamente, compartía esa devoción con Linda McCartney, la mujer de Paul McCartney. "Sí, conocimos a Paul McCartney porque su hija y su mujer Linda solían poner nuestros discos en casa. Llegué a hablar con ella un buen rato y nuestro interés común resultó ser Neil Young. Ella era encantadora. Cuando coincidimos en el estudio con Paul para la grabación del tema “Come Together” para el disco benéfico Help no podía con los nervios. Creo que le llamé sir incluso antes de que lo hicieran caballero.”  

De todas formas, el elemento más importante en el éxito de Ocean Colour Scene, les guste o no, es su asociación con la nostalgia por un estilo de vida y un sonido, algo en lo que han seguido las huellas de Oasis y a lo que ha contribuido, y mucho, su amistad y colaboración con el padrino de los mods, Paul Weller. El guitarrista Steve Craddock y el bajista Damon Minichella han venido acompañándolo en numerosas actuaciones a lo largo de la pasada década y suelen aparecer juntos en proyectos conjuntos.  

         No es que fuera un movimiento oportunista: cuando empezaron a colaborar, Paul Weller estaba en el peor momento de su carrera, justo tras la  disolución de The Style Council. Pero su presencia fue crucial, sobre todo cuando la banda estaba a punto de arrojar la toalla. “Nos encontramos en el 91, al grabar nuestro primer disco. Para el segundo nos ayudó a encontrar nuestra propia estima, indicándonos que no se trataba de un pasatiempo, que era justo nuestro mayor temor. Nos dio mucho más de lo que él y todos creen. Si nuestro manager puede ser considerado el quinto miembro del grupo, Paul Weller es el sexto.”  

         Hoy en día no precisan de su apoyo, ya que sus discos posteriores han sido bien recibidos y su entusiasmo por dar conciertos permanece inalterable. Justo como dirían Gary Glitter, The Sweet e, incluso, las Spice Girls, el estrellato pop es como un novio veleidoso, y no lo importa lo más mínimo que seas una banda mod de añejo sonido folk-rock. 

Xavier Valiño

 

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