CAMPUS GALICIA ENTREVISTA CON GRADO 33

ENTREVISTAS 2003

Grado 33, el cuarto hombre

Juan Carlos Ordóñez tiene un pasado tras de sí. Primero Prozack, con el que se abrieron las puertas a la electrónica hecha en Galicia. Después Gauss, su proyecto más minimalista. Y, para rematar la faena, Radio, aventura que compartió con Coco y Mario, de Silvania.

Se cansó de esos sonidos, y miró hacia el pop, especialmente el de los 80. Un buen día conoció a Alexandra Cabral y se planteó una nueva vida. Como Grado 33 editó una primera maqueta, que ya aventuraba lo que venía detrás.

El sello Autoreverse, que dirigen Aldo Linares -reputado crítico de, entre otros, Rock de Lux- y Elena Cabrera -responsable del periódico del Festival Internacional de Benicassim- decidió editarles su primer disco, Ya se oculta el sol. Con él, Juan Carlos Ordóñez se consolida como la figura más importante de la escena electrónica que haya dado Galicia.

¿Por qué se produce en este momento concreto tu viraje hacia el pop?

– Porque vengo de ahí. Porque es lo que escuchaba en mi casa cuando tenía doce años. Escuchaba los discos de mis hermanos mayores; eso me ha influido mucho. Uno de ellos era punk, pero de los de verdad, escuchaba The Clash, Ramones, Desechables, Parálisis Permanente… Mi otro hermano era new romantic, iba maquillado y usaba abrigos largos. Escuchaba Mecano, OMD… Todo eso te marca. De adolescente descubrí a Cocteau Twins y todo lo de 4AD, a New Order, Décima Víctima, La Dama Se Esconde. Todo eso era muy emocionante. Ya desde pequeño coqueteaba y jugaba con cajas de ritmo, así surgió todo lo demás. Si te fijas, el primer disco de Prozack, que sonaba a bacalao, está dedicado a Eduardo Benavente, y el segundo, ya mucho más abstracto, se llama Tan Lejos, como la hermosa canción de Décima Víctima.

Es curioso que coincida con el de Ciëlo y Humanoid, ¿no te parece?

– Bueno, en mi caso han sido muchos años de experimentación y ruido. Había que hacer algo más cálido. Me acuerdo de varias y sudorosas sesiones de techno en el 97, 98… De repente, en medio de toda la abstracción, sonaba “Just Can’t Get Enough” de Depeche Mode y la gente se volvía histérica. Es algo que se veía venir. De todos modos, ni Ciëlo ni yo tenemos nada que ver con Humanoid.

¿De dónde viene Alexandra? ¿Cómo la encontraste?

– Solíamos encontrarnos en afters de Vigo. Ella iba a esos sitios con sólo dieciséis años, iba con unas pintas que nadie entendía, como sacada de otra época.

¿Tiene algo que ver lo de Grado 33 con una antigua canción de Gabinete Caligari? Hay también una estructura similar en “Náufrago” a “Cuatro Rosas”¿Qué te parece el símil?

– Totalmente. Sí, ya me han dicho que “Náufrago”se parece un poco a “Cuatro Rosas”, pero juro que es purísima coincidencia, porque las canciones que más me gustan de Gabinete Caligari son “Golpes”, “Grado 33” y “Obediencia”. De todos modos, no me molesta en absoluto la comparación. Creo que lo que hace recordar a “Cuatro Rosas” es que ambas comienzan por “Hay…”, pero luego no tienen nada que ver.

¿Ha cambiado tu forma de componer ahora?

– Sí, un poco, pues ya no busco tanto la textura, la experimentación… Ahora busco, más bien, la canción, hay que hacer textos…

¿Influye en las canciones tu trabajo pinchando en un local?

– Influye en la medida en que lo que pones es lo que te gusta, evidentemente. De todos modos, no pincho en ningún local y jamás he sido DJ, pues nunca me ha interesado, lo que no quita que, cuando me llamen y me apetezca, ponga cuatro discos en algún lado. Pero profesionalmente, jamás.

¿Cómo ves la escena electrónica gallega?

– No la veo porque no existe ninguna escena. Lo único bueno es que el Vademécum de Vigo sigue con su buen gusto a la hora de programar conciertos. Igual hay alguien que hace cosas, pero si te digo la verdad, estoy totalmente desconectado.

¿Y la portuguesa? ¿Por qué crees que están más avanzados en este aspecto?

– Horrorosa. Detesto el house, por lo tanto detesto salir por Portugal. De Portugal me quedo con su luz y la belleza de sus pueblos y ciudades.

¿Crees que tu trabajo se daría mejor a conocer si vivieras en otro sitio?

– No. Los medios y vías de la música alternativa en este país son los mismos para todos.

¿Vas a recuperar en algún momento los proyectos de Prozack, Radio o Gauss?

– De Gauss se ha quedado un disco maravilloso sin publicar. Lleva cinco años hecho y de algún modo quiero sacarlo. Por lo demás, no creo. Quiero reinventarme.

Xavier Valiño

CAMPUS GALICIA ENTREVISTA CON LUCINDA WILLIAMS

ENTREVISTAS 2003

Lucinda Williams, la esencia del arte

Ya pasados los 50, Lucinda Williams se ha convertido en una de las mejores cantantes y compositoras de los EEUU, con discos que cabalgan entre el rock y el country. Ahora publica World Without Tears.

“Estoy realmente contenta con este disco porque no se parece en nada a lo que haya hecho anteriormente”. Habla Lucinda Williams, una de las artistas más completas del country-rock acerca de su último trabajo, el esperadísimo World Without Tears. “Creo que se nota una progresión. Se nota el esfuerzo”.

Tanto como si eres fan como si te acabas de incorporar a la cautivadora forma de trabajar de Lucinda Williams, World Without Tears es una joya eléctrica que va directa al corazón. Además, que su máximo logro es huir de las definiciones, porque desafía a esas definiciones. Es, por igual, un disco de blues, de folk, de country o de rock, basado en la poética forma de escribir las letras que van directas a los sentimientos más universales del ser humano: la pérdida, la alegría, la redención.

Precisamente, las letras han sido el fuerte de Lucinda desde siempre. Conocida antes por ser la hija menor del poeta Miller Williams, Lucinda grabó dos aclamadísimos discos para Smithsonian / Folkways antes de que, en 1988, fichara por Rough Trade. “Todo el mundo de la industria discográfica pareció tomar buena cuenta de mi forma de componer y, en poco tiempo, las versiones de las canciones de las artistas de country Patty Loveless y Mary-Chapin Carpenter (“The Night Is Too Long” y “Passionate Kisses”, respectivamente) fueron directamente a lo alto de las listas de éxitos americanas, lo que le permitió a Lucinda ganar su primer Grammy en 1992.

Ese mismo año, Lucinda editó Sweet Old World, que también contó con buenísimas críticas y que la situó de inmediato a la cabeza de la música de raíz americana. Así, en 1998, se abrieron las compuertas del éxito con el disco Car Wheels On A Gravel Road. A este le siguió, en el año 2000, el disco Essence, un disco que provocó que el Time Magazine nombrara a Lucinda “La mejor cantautora de USA”. Y, ahora, llega el esplendoroso World Without Tears.

“Cada canción tiene un sabor diferente y reflejan muchas de mis influencias,” dice Lucinda de su trabajo. “Supongo que parece que el disco refleja una buena mezcla de estilos.” Por ejemplo, está muy presente esa crudeza y esa sexualidad tan instalada en el rhythm & blues de “Righteously”, que cuenta con un riff de guitarra que bien podría haberlo firmado Jimi Hendrix.

“Supongo que la canción “Atonement” es un curioso jaleo que puede llevar desde ZZ Top hasta Howlin’ Wolf,” apunta. Y, finalmente, está ese dylaniano “Sweet Side” y esa herencia de los Stones del Exile On Maine Street de “Real Live Bleeding Fingers And Broken Guitar Strings”.

Una de las pistas más reveladores de este World Without Tears es “American Dream”, una canción que nos puede recordar a los Doors más añejos y en la que Lucinda engancha una letra devastadoramente personal: “A pesar de todo, sí, es un país maravilloso éste en el que vivimos pero, al mismo tiempo, hay una serie de problemas que necesitamos solucionar”, dice Williams de este tema en concreto.

“Para la grabación, llamé a Mark Howard, que también estuvo detrás de los controles con Bob Dylan y U2.” Como ya ha hecho con otros artistas a los que ha grabado, Mark convenció a Lucinda de que conseguiría un toque muchísimo más cálido e íntimo si grababa en directo las canciones.

“Todo fue espontáneo y emocionante”, subraya Lucinda. “Fue maravilloso. Grabamos todo en una mansión del 1920 justo en el centro de Los Angeles. Y grabamos de la forma que grabaría una banda de directo”. Y esa banda eran: Doug Pettibone a la guitarra, Jim Christie a la batería, la percusión y los teclados y Taras Prodaniuk al bajo.

“Y eso hizo que este disco sea tan especial: personas que llegan a crear algo absolutamente original de influencias de todas partes”. Definitivamente, Lucinda Williams ha captado el espíritu y la esencia del arte.

Xavier Valiño

CAMPUS GALICIA ENTREVISTA CON CORCOBADO

ENTREVISTAS 2003

Corcobado, diana emocional

Tras más de 4 años fuera de la escena, Javier Corcobado edita ahora Fotografiando al corazón. “El camino recorrido para que este disco se editara ha sido largo, accidentado y lleno de aventuras. Este nuevo disco fue elaborado casi en su totalidad en México, aunque no se adviertan claras reminiscencias de la música que allí se practica. Estilísticamente hablando es una obra bastarda, que escapa a cualquier denominación. Pero sí podríamos hablar de un disco de canciones de amor y de realidad”.

Todo empezó en octubre de 2001 cuando llegó a México D.F. con intención de volver a componer canciones y hacer algunos conciertos. “Ya en noviembre tenía montada una banda con músicos mexicanos y una española, Paula Grau, tocando el Polysix. De esa primera agrupación sólo quedan en la formación actual Paula, Edgar Torres, a la guitarra, y Juan Morales, al bajo. Los demás se fueron perdiendo por el camino en diferentes lides,” comenta Corcobado.

Los primeros conciertos fueron como una batalla campal. “En diciembre de ese año dimos dos conciertos en la sala La Victoria, lugar inapropiado para la avalancha de gente que allí se presentó ambos días. La mala organización, el portazo (método que usa el público enloquecido de México para entrar en bandada a una sala sin pagar entrada), la gente que tenía su entrada anticipada y no pudo entrar porque otras se habían colado o la sobreventa de entradas generó la venida a las inmediaciones de la sala de más de 20 patrullas de policía lanzando gases lacrimógenos, etc. Increíblemente hicimos los conciertos, más bien batallas contra los acalorados asistentes, pero el local estuvo clausurado más de 6 meses”.

El siguiente paso fue iniciar la composición del disco. “En enero de 2002 me encerré con un estudio portátil e instrumentos variados a acometer tan dura labor después de años apartado de la música. Sorprendentemente todo fue fluyendo a buen ritmo; el viaje a las costas del Pacífico que hice antes de empezar supongo que me ayudó, e inspiró, bastante. En marzo ya tenía diecisiete canciones acabadas, de las cuales deseché cuatro”.

Todo iba como la seda hasta que empezaron los problemas. “Un productor mexicano (no merece la pena ni recordar su nombre) me ofreció su bien equipado estudio para grabar y posteriormente encargarse él de buscar discográfica en México pues, según él, tenía los mejores contactos. Este hombre se dedicaba principalmente a hacer y grabar música para telenovelas, cosa que a mí me escamaba por la disparidad conceptual con lo que yo pueda hacer, pero a la vez me parecía algo exótico. El caso es que mi banda y yo hicimos la preproducción, y en mayo ya estábamos listos para entrar a grabar”.

A finales de abril dieron concierto en una sala mítica del D.F., Rockotitlán. “Esta vez la sala se llenó pero no hubo incidentes; el sonido fue muy bueno y todos quedamos contentos. Unos días después, fui a cobrar el cheque a un banco y el cajero apuntó mi dirección. Al volver a casa había dos atracadores profesionales armados que se llevaron todo el dinero que teníamos para sobrevivir a la grabación. Esto fue un duro golpe. Pero por suerte la SGAE nos echó una mano para aguantar unos meses más en tierras aztecas”.

Aquel productor empezó a retrasar la fecha de la grabación. “El tipo nos tuvo tres meses colgados en México de brazos cruzados y con la ansiedad a flor de piel. Pero, a partir de descalificar a este hombre como opción para registrar las canciones, la cosa empezó a cambiar. Por un lado, Paula y yo conseguimos una casita alejada del centro urbano del D.F, donde sentamos nuestra base de operaciones. Y por otro, conocimos a Gerry Rosado, propietario de Zona de Intolerancia, el estudio donde finalmente grabamos y mezclamos Fotografiando al corazón. El equipamiento del estudio no sólo era el adecuado, sino que Gerry compartía con nosotros una actitud vital y musical. Otro buen acontecimiento acaecido en estos momentos fue la aparición de Iván García, nuestro actual batería.” La banda ya estaría al completo, a falta de Vera Acacio, a la guitarra y teclados, española de reciente incorporación a la formación.

Llegamos a octubre de 2002. “Desarrollamos un trabajo minucioso y enorme, esta vez sin contratiempos. Hicimos el intento, durante el transcurso de la grabación, de buscar disquera en México, pero, a pesar de ser muy bien recibidos en todas, el llanto por la piratería allí era el denominador común en todas. Total, que nuestras miras se dirigieron a España. Una vez más llegué a un acuerdo con Alfonso Pérez de Dro East West, quizás la compañía que mejor me conoce como artista y la primera (entonces Gasa) que se atrevió a lanzar mis primeros discos y Arco iris de lágrimas.”

De Fotografiando al corazón no quiere contar demasiado. “La escucha de las canciones ha de decirlo todo. Sólo querría decir que éste es mi disco más sincero, el que habla más de la realidad, pero de una realidad tocada por la hermosura y a veces por el peligro, de las sensaciones de amor placenteras y ciertas pequeñas descripciones de la soledad y lo nocturno. Hay algunos matices subliminales de México; hay tópicos de la canción romántica y hay experimentos. He creado más que nunca una historia sentimental entre el ruido y la melodía”.

Se le ve satisfecho de su retoño. Una vez más, insiste. “Es un disco en el que estoy, por primera vez, orgulloso de todos los temas. Sólo deseo que os haga sentir, que abráis vuestra diana emocional y que os dejéis disparar los dardos que salen de estas canciones. Salud y libertad”.

Xavier Valiño

CAMPUS GALICIA ENTREVISTA CON GROOVE ARMADA

ENTREVISTAS 2003

Groove Armada, baile sin complicaciones

“Sin duda”, afirma Tom Findlay, “se trata del disco menos enrevesado de cuantos hemos hecho. Es un álbum funky, con canciones más directas y más limpias”. Así se presentan Groove Armada en el 2003, con un sonido bastante distinto del que ofrecían en discos como At The River, uno de los trabajos más reconocidos de su carrera, allá por 1998. Lo mismo ocurre cuando comparamos el nuevo álbum con su segundo disco, Vertigo, del 1999.

En lo que supone un paso adelante respecto a “Superstylin”, todo un clásico en las pistas de baile incluido en el tercer álbum del grupo, Goodbye Country, Hello Nightclub, su cuarto LP, Lovebox, destaca como una auténtica fiesta llena de soul y funk. Vamos, que vienen dispuestos a que su disco sea valorado como se merece, un premio mucho más ambicioso y genérico que supondría un reconocimiento a la gran variedad de ritmos que ofrece el nuevo trabajo, en un universo lleno de texturas musicales y mundos muy personales.

“Hemos hecho un trabajo más relajado, más fácil de comprender” , afirma Andy Cato. “Cuando grabamos Northern Star (el auténtico debut del grupo, un álbum que grabaron en 1997 a través del sello Tummy Touch), los discos no se hacían así, no existían cosas como “Lounge 45” o “Ibiza 597”, y resultaba muy aburrido. En nuestras nuevas canciones también hay temas tranquilos y canciones preciosas, pero también encuentras cosas como “Madder”, un tema más cercano al sonido independiente y que, al mismo, tiempo encaja en el mundo de la música de baile. En cambio, “Tuning In”, sin ir más lejos, tiene más de los Rolling Stones que de la escena de baile.”

“El mundo del chill out es algo tremendo”, afirma Tom. “Es imposible saber en cuántas recopilaciones se ha incluido “At The River”, pero como mínimo ha aparecido en más de 200. Cuando lo hicimos, nunca pensamos: “Muy bien, somos Groove Armada, así que vamos a hacer esto, y después nos pondremos a hacer otros seis discos iguales que “At The River””. Eso habría resultado tremendamente aburrido”.

Lovebox se grabó en el pequeño y caótico estudio que posee el grupo en Londres. Se trata de un entorno sin ventanas, claustrofóbico, en el cual trabajaron durante cuatro largos meses a lo largo del pasado verano, sufriendo un tremendo calor, lo que aportó al disco, en palabras de Andy, “una sensación de agobio y calor extremo, como si estuvieras en la selva”. Desarrollado con un grupo de ocho músicos que tocó en directo, el resultado es un disco que nos ofrece la sensación de encontrarnos frente a un impecable sonido directo, como el que podríamos disfrutar en un concierto durante el verano.

Tom habla del directo: “Cuando tocamos en Estados Unidos, conseguimos que los 10.000 norteamericanos que fueron a vernos no dejaran de saltar y bailar en ningún momento. Lo mismo ocurrió en Alemania, Holanda, Inglaterra y Australia”.

Por su parte, Andy reniega del chill out: “Cuando actuamos en directo no dejamos de movernos ni un momento, entrando y saliendo del escenario constantemente. Cuando subimos al autobús escuchamos Abbey Road, y no esos asquerosos sonidos de ballenas…”

Las voces que podemos escuchar en Lovebox son sin duda bastante conocidas, gracias a la colaboración de un buen número de estrellas del hip-hop y el soul, entre ellas Neneh Cherry, que participa en la excelente “Think Twice”. “Es una persona maravillosa”, confiesan los miembros del grupo. Lo mismo sucede con Red Rat, que ha colaborado tanto en el primer single, “Purple Haze”, un tema de estilo blues-funk, como en un tema especialmente potente e irresistible, “The Final Shakedown”.

Otra de las sorpresas es la presencia del legendario Richie Havens en el tema “Hands Of Time”, lo mismo que Tim Hutton en “Tuning In”, y Criminal, por su parte, ha colaborado en el ritmo sex-funk de estilo hip-hop de “Groove Is On”. “Con Criminal nos reímos muchísimo”, afirma Andy. “Es un tipo genial. Al principio piensas que vas a encontrarte con un tío enorme, con una imagen impresionante, y en realidad se trata de un hombre más bien menudo, con gafas y muy sensible. Una noche se fue a la discoteca, se puso a hablar con unas cuantas chicas y al día siguiente nos dijo: “Tíos, la gente os adora; cada vez que le hablo de vosotros a alguna mujer se vuelve loca”. La verdad es que nos alegramos de que eso le sirviera para ligar un poco.”

A sus 30 años, Tom Findlay -nacido en Cambridge-, destaca como pinchadiscos, promotor de discotecas, relaciones públicas y es un auténtico loco del fútbol. Un buen día de 1994 conoció en Londres, a través de unos amigos comunes, a Andy Cato, también de 30 años, músico de Yorkshire, también pinchadiscos, experto en trombón y creador del sello discográfico Skinnymalinky. Poco después decidieron unir su talento y su entusiasmo para crear “Captain Sensual At The Helm Of The Groove Armada”, con toques de jazz, disco, house y funk.

Grabaron su primer LP, Northern Star, en Yorkshire, rodeados de naturaleza. El disco incluía “At The River”, tras el cual llegó el primer contrato con el sello Pepper. Fue entonces cuando reeditaron “Vertigo”. Hoy, el grupo sigue adelante, siendo una banda de referencia, un excelente dúo de pinchadiscos, y promotores de discotecas que organizan cada quince días una noche llamada “Lovebox” en diversas salas de Londres.

Los dos se muestran encantados al comprobar que por fin los pinchadiscos hayan dejado de ser las grandes estrellas y los auténticos protagonistas de la noche: “¿Qué sentido tiene pagar 40 libras para escuchar a un tío que se considera una superestrella haciendo lo mismo que podrías hacer tú en tu habitación? La gente quiere recuperar un poco de intimidad”.

“Lo importante es sumergirte en las cosas”, afirma Tom, “y abrir los oídos a la posibilidad de explorar la belleza que hay en la música. Ésta ha sido la época en que hemos escuchado más música de artistas blancos, sobre todo canciones de los Beatles y Nick Drake, junto a cosas más rockeras. Si realmente te gusta la música, la búsqueda de la calidad nunca termina, no tiene final, te puedes pasar la vida escuchando millones de cosas. Nunca vas a encontrar la canción perfecta, pero lo importante es no dejar de intentarlo.”

“Hace seis meses nos encontrábamos probablemente en nuestro peor momento”, afirma Tom. “Nos dejamos influir por toda la porquería que había a nuestro alrededor, y creo que incluso llegamos a olvidarnos de las razones que nos llevaron a entrar en el mundo de la música en un principio. En cambio, con este disco ha sido como si hubiéramos vuelto a redescubrirnos a nosotros mismos”.

“Estábamos en uno de esos períodos en los que piensas que quieres dejarlo todo o poner toda la carne en el asador para salir adelante con un trabajo maravilloso”, recuerda Andy. “Se trata de un momento de duda en el que nunca sabes qué hacer.”

“Al principio pensamos que era una locura grabar un disco en tan poco tiempo,” reconoce Tom, “pero al final ha resultado lo mejor que hemos hecho en muchos años Todos queríamos quedarnos trabajando hasta muy tarde cada noche, porque estábamos disfrutando al máximo con la experiencia, algo que desde luego no ocurrió con nuestro anterior disco, con el que pasamos demasiado tiempo metidos en aquel minúsculo estudio de grabación.”

“Esta vez he hecho exactamente el disco que me gusta escuchar,” reconoce Tom. “Normalmente, cuando termino algo ya estoy cansado de oírlo. En cambio, esta vez, cuando llegaba a casa, aún tenía ganas de escuchar de nuevo las canciones. Al final, lo más importante es que somos un grupo británico de directo, totalmente multicultural, y representamos lo bueno que hay en Inglaterra. La verdad es que ya no quedan demasiados buenos grupos ingleses: lo único que se escucha en la radio es la porquería norteamericana, y con la televisión pasa lo mismo, así que me parece que el hecho de que nos vaya tan bien siendo ingleses es algo que deberíamos celebrar”.

Xavier Valiño

CAMPUS GALICIA ENTREVISTA CON MADONNA

ENTREVISTAS 2003

Madonna: baila su revolución

American Life es el nuevo álbum de una artista que representa libertad, vitalidad y entusiasmo en el mundo de la música. En este trabajo, Madonna lleva al límite su particular fervor patriótico. Además, supone una declaración de intenciones, un manifiesto innegociable y una defensa sólida de nuestro derecho inalienable a mover el culo en las pistas de baile. En pocas palabras, American Life, junto con el primer single del mismo título, es el himno de una nueva forma de vivir para Madonna.

¿Pero qué otra cosa cabía esperar de este icono polifacético que se ha convertido en la encarnación misma de hacer lo que le da a uno la gana? Continuando con el éxito de Music, su álbum del 2000, Madonna vuelve a formar equipo con el productor, compositor y alquimista musical Mirwais Ahmadzai, para crear juntos once nuevos temas originales. “Sí, supongo que estamos dentro del ámbito de la música electrónica, mirando al hip hop, al pop más puro y a la música romántica actual,” comenta la artista.

"Para mí American Life reivindica un nuevo y hermoso paisaje sonoro, sobrio y suntuoso a la vez, evocador y altivo, encantador, pero peligroso.” Por debajo laten las observaciones de Madonna sobre el actual estado de la condición espiritual contemporánea. “Vivimos en un callejón sin salida,” dice, y ella no tiene ningún miedo a bucear en su propia alma, ni tampoco a nombrar al ángel y al demonio que todos llevamos sobre nuestros hombros.

“Antes pensaba que el Sueño Americano consistía en llegar a Nueva York con treinta y cinco dólares en el bolsillo y abrirse camino a toda costa hacia la cumbre,” comenta Madonna refiriéndose a la razón de su extraordinario álbum. “Pero pienso también que los sueños de los americanos pueden ser muy fugaces. La fama, el dinero y la belleza no significan nada si realmente crees que esos valores te traerán la felicidad. Por supuesto, lo grande de ser americano es que tenemos libertad para sacar nuestras propias conclusiones sobre lo que importa en la vida. Tenemos derecho a decir lo que pensamos, y eso es exactamente lo que he venido haciendo desde mis comienzos.”

Esta convicción domina todo el álbum. “Acabo de aprender a tocar la guitarra,” confiesa Madonna, “lo que significa que ahora no me hace falta contar con mucha gente durante el proceso de composición. Quizá por eso estos temas parecen más personales.”

A pesar de la intensa intimidad de las revelaciones contenidas en American Life, Madonna reconoce de inmediato la impagable aportación del otro “conspirador” del disco. “Mirwais es una personalidad única,” afirma Madonna, “con una peculiar visión de la vida que se transmite a su forma de hacer música. En el estudio es como un científico loco, programando los sintetizadores para crear sonidos apasionantes y futuristas. Es increíble cómo toma las sencillas ideas que le propongo y las convierte en algo maravilloso con sólo tocar un botón.”

La mezcla musical fraguada por Madonna y Mirwais condensa la esencia vital de Madonna, convirtiendo así American Life en una obra confesional y polémica. “Creo que todos mis discos van configurando un mapa de mi evolución,” continúa Madonna. “Una de las preguntas que me hacen más a menudo es si mis canciones son autobiográficas. La respuesta es que siempre nacen de lo personal, y por el camino van cruzándose con las experiencias de otras personas, historias que he escuchado o leído. De pronto, esas experiencias forman parte de mí, y ya no estoy muy segura de dónde termina mi experiencia y dónde empieza la de los otros.”

Este proceso se hace patente en temas de American Life como “Hollywood.” “Es una de mis metáforas,” explica. “Hollywood es la ciudad de los sueños, la ciudad de la superficialidad, donde puedes perder de vista lo que verdaderamente importa en la vida. Puedes perder la memoria, la visión de futuro y, al final, puedes acabar perdiéndote a ti mismo.”

Refiriéndose al contenido de “Mother And Father,” Madonna es igualmente franca: “La canción habla de mis esfuerzos por superar el dolor por la muerte de mi madre, pero no me gusta la autocompasión. Porque cuando acaba el día, todos tenemos que asumir la responsabilidad de nuestros actos. Eso es lo que trato de hacer con mi música. Quiero contar historias con mis canciones, y que la gente saque sus propias conclusiones, que cojan lo que les sirva y prescindan del resto.”

En última instancia, por su capacidad para revelar la esencia y su inagotable esfuerzo creador, afirma que American Life es también un acto revolucionario. “Revolución es una palabra en la que he estado pensando mucho en los últimos tiempos,“ confiesa Madonna. “¿Es revolucionario que alguien que es rico y famoso y que ha alcanzado el éxito alce la voz para decir que ninguna de esas cosas importan? Ya que he llegado hasta este punto, creo que ya es hora de desmentir públicamente un montón de ideas preconcebidas sobre quién soy y qué es lo que me importa. Vivimos en un tiempo en el que todo el mundo está preocupado por conseguir su pedazo de fama, sea como sea. Y sin embargo, no nos preocupamos en absoluto por nuestra relación con los demás, no nos importa si podemos hacer un bien a los otros. Por encima de todo, ése es el mensaje de este álbum, y además es un mensaje con el que se puede bailar.”

Xavier Valiño

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