CÓMO VIVIR EN EL CAMPO

Cómo vivir en el campo, el juego de crear

 

 

Cómo Vivir En El Campo es un trío (Pedro Arranz, Miguel Breñas y Carlos Barros) de Madrid que, tras varios CDs autoeditados en sus inicios, publicaría en 2012 su primer largo, CVEEC (Discos Calabaza). Su música viaja entre el sonido californiano de finales de los 60 y el noise pop de los 90, dando forma a un pop luminoso y radiante, oscuro y ambiguo, cantado en castellano.

 

 

En el verano de 2014 terminarían de grabar su segundo disco, que vio la luz a finales de septiembre de aquel año de la mano de El Genio Equivocado y se llamaría CVEEC 2. Este trabajo les permitió tocar en la edición 2014 del Primavera Club y en el Monkey Week, además de recorrer gran parte de nuestro país con su directo intenso y apasionado que ha conquistado a todo aquel que ha tenido la oportunidad de verlo.

 

Tras cosechar un montón de buenas críticas (tanto con el disco como con el directo), el grupo empezaría a plantear su nuevo trabajo. CVEEC 3, que se editaba no hace mucho, contó con Rubén González como persona encargada de la mezcla, y, como primer batería del grupo que fue, conoce muy bien el sonido del grupo y sabe a qué tiene que sonar el conjunto del disco.

 

¿Qué nos podrías decir sobre las canciones, dónde encontraste la inspiración, qué temática tratan?

– Las letras hablan de muchas cosas. La muerte, el suicidio y la pérdida son temas que aparecen bastante, aunque siempre tratados desde un punto de vista no demasiado explícito: “El Grande” (el destino y lo inevitable: sentenciarse de muerte a uno mismo sin saberlo siquiera y de la manera más tonta y trágica), “Solo es para ti” (un suicidio -que empezó en La perla del pacífico- que nunca llega a tener lugar), “Jud” (una mujer intenta acabar consigo misma dejándose completamente a la deriva), “Corazón y bolsillo” (una conversación con alguien -una persona, un animal- que acaba de morir), “Club de canciones” (la segunda estrofa describe la muerte y la despedida de mi gata Sombrita, que murió cuando estaba empezando a escribir las canciones para este disco)….

 

Aparte, se habla también del amor y el miedo al amor (“Aléjate de mí, mandarina”), de los trastornos dismórficos corporales y la depresión (“Prometiste que no lo harías”), una mujer que encuentra -o no- la paz en el alma a partir de los 40 (Cricket o croquet), el optimismo como filosofía de vida y como única salvación posible (“Cachito de cielo”) y el enamoramiento, al final, que lo arregla todo y todo lo pone en su sitio (“La invasión silenciosa”).

 

Visto de esta manera, y sin ser algo premeditado en ningún caso, el disco es como una especie de cuento, una historia que empieza muy mal y termina con un final feliz. La inspiración en los textos puede venir de muchos sitios. Sartre y Camus son dos autores que he leído mucho y que de alguna manera siempre están en muchas cosas de las que escribo.

 

Hablando de algo más concreto, en cuanto a las letras, Javier Salinas y Nicanor Parra son dos poetas que creo que están muy presentes en las canciones. Antonio Bartrina (Malevaje) y Víctor Coyote (Los Coyotes) siempre han sido dos personas con una influencia muy grande, tanto en los textos como en la música. Leño también es una referencia también muchas veces, sobre todo en los textos. Musicalmente, el sonido de bandas como Buffalo Springfield, Grateful Dead, Los Relámpagos, Los Pekenikes, Los Cheyenes, Fleetwood Mac, Yo La Tengo, Red House Painters o The Clientele siempre está presente.

 

A veces, el punto de partida para escribir una canción es un grupo, o algo de una canción en concreto: es analizar qué hay en ese sonido que lo hace tan especial, qué es lo que ha hecho que ese ritmo, esa atmósfera, te haya atrapado, y coger algo de ese lenguaje y crear algo con ello que después te llevará a un lugar, común o no, pero muchas veces sorprendente y lejano. Como leí una vez a un periodista hablando de Cocteau Twins, se trata de partir de otras cimas para llegar a otras profundidades (lo remataba diciendo «su propuesta es tan personal como innecesaria», que siempre me hizo mucha gracia).

 

Hay algo que me parece importante aclarar: cuando lees reseñas del grupo, muy a menudo se nos atribuyen influencias muy equivocadas, tipo El Niño Gusano, Mercromina, Sr Chinarro y demás grupos del indie pop español, y ciertas cosas de la Movida, como Golpes Bajos, que es algo que nunca he entendido muy bien, y que tampoco me ha hecho gracia leerlo. No por nada, sino porque son bandas que nunca he escuchado y que tampoco me han interesado (hablo por mí, desde el punto de vista de quien escribe la música del grupo, aunque después se trabaje también entre los tres). En fin, imagino que cuando alguien escucha a un grupo saca sus propias conclusiones y es lógico que, partiendo de su punto de vista de las cosas, atribuya las influencias que crea haber visto en el grupo basándose en su propio conocimiento musical, y bueno, es algo supongo que inevitable.

 

¿Y qué nos podrías decir en cuanto al proceso de composición y grabación?

– Mi forma de componer es con una grabadora (el ordenador) en el local, con una guitarra, un bajo y una batería: voy desarrollando ideas hasta que toman una forma, las grabo en forma de maqueta para después escucharlas entre los tres. Muchas ideas se quedan por el camino, hasta que hay alguna que a los tres nos convence y, a partir de ese punto, se hace una lectura (a veces más fiel, otras veces completamente distinta) que la traduce al lenguaje del grupo y a la forma que tenga cada uno de ver las cosas. Se quitan cosas, se le suman partes nuevas entre los tres, o se añade una idea que alguien tenía previamente y que de pronto encaja… Así, se van llevando poco a poco a un lugar común y al final hay mucho de cada uno en cada canción.

 

El proceso de grabación es bastante diferente al de la mayoría de grupos que conozco. No somos un grupo que entra al estudio de grabación y en una semana te graba un disco; eso lo puedes hacer si lo que vas a grabar es algo con un sonido unificado y cuyo esquema (sonidos, instrumentos) vas a repetir en todas las canciones. En nuestro caso, cada canción es muy diferente al resto en muchos sentidos, y necesita un tratamiento en el estudio completamente distinto al de las demás; date cuenta de que este es un disco en el que no hay dos canciones que sigan un mismo patrón.

 

 

Además, después, muchas veces se van improvisando arreglos -cuerdas, vientos, etc.- con los que no contabas porque han ido surgiendo sobre la marcha y a los que hay que hacer sitio de repente, y que a su vez harán que cosas que ya había grabadas de pronto ya no tengan sitio. Las canciones al final tienen infinidad de pistas en las que luego hay que intentar poner orden. Todo eso hace que se tarden meses. Pruebas, errores, vueltas atrás, hacer, deshacer hasta encontrar por fin el sonido que se buscaba para esa canción, sin perder de vista la premisa fundamental de hacer de ese conjunto algo coherente. Los tres participamos mucho en ese proceso. Es agotador porque a veces parece que no va a terminar nunca.

 

Rubén González es la persona encargada de la mezcla y, como primer batería del grupo que fue, conoce muy bien el sonido del grupo y sabe a qué tiene que sonar el conjunto del disco. Su presencia es muy importante ya que, con este planteamiento de las cosas, uno puede acabar perdiendo el norte muy fácilmente. Las sesiones de grabación tuvieron lugar fundamentalmente en Funkameba (el estudio de la banda de soul The Sweet Vandals, que es donde se grabaron las baterías y algunos bajos) y Sonic Boom (nuestros locales de ensayo, donde se grabaron el resto: voces, guitarras, resto de bajos, percusión, teclados, vientos, cuerdas…..).

 

Hay varias personas que colaboraron durante la grabación, entre ellas están Juanma López de Campeón (y que estuvo también en la primera formación de CVEEC), Begoña Casado (que ya participó en el anterior disco en Cuando el sol), Daniel de la Mancha de Puzzles y Dragones, Marco y Koldo de Alborotador Gomasio, Hoffa MM de Celica XX, Sergio Alarcón de los Limboos y Jairo Zavala (Depedro). Como anécdota, te contaré que “Corazón y bolsillo” la grabamos en una finca en el campo puestos hasta arriba de setas. Fue una cosa muy divertida, y creo que se nota en la grabación.

 

¿Qué evolución crees que ha seguido el grupo desde el primer disco hasta este tercero?

– Lo que ocurrió con el primer disco es que no había banda. El bajista acababa de dejar el grupo por motivos de trabajo (solo pudo grabar medio disco) y el batería estaba a punto de irse también, con lo que no se puede decir que haya un trabajo de grupo detrás (al menos en lo que a la grabación se refiere). Cuando empezamos a grabar el segundo disco, Miguel y Carlos ya llevaban un tiempo en el grupo y, con la formación un poco más asentada, se pudo empezar a funcionar como una banda de verdad, y eso se puede apreciar en el sentido de que las influencias son más variadas, las estructuras están trabajadas de otra manera y la producción tiene otro color y camina en más direcciones, haciendo más rico todo el conjunto.

 

Ahora con este tercer disco todo eso ha evolucionado muy positivamente, del mismo modo que la confianza y la compenetración entre nosotros ha aumentado. Al final, son un montón de meses de trabajo (entre demos, más demos y tomas definitivas) en los que vamos entre los tres dando forma al disco, y por eso el resultado es tan variado y tan, queremos pensar, coherente a la vez. Con este tercer disco recién estrenado, ¿cómo pensáis plantear los directos a partir de ahora? Como te he dicho antes, la compenetración entre nosotros tres es mucho mayor ahora, y eso se nota también en los conciertos. Hace años hubo un momento en el que la banda cambiaba tan a menudo de músicos, que a veces era complicado crear realmente una química en directo.

 

Ahora, Carlos, Miguel y yo llevamos ya unos años tocando juntos y eso solo puede ser bueno. Técnicamente nos hemos vuelto más exigentes los unos con los otros y eso hace que avancemos más rápidamente. Por otro lado, seguimos dejando siempre un espacio para la improvisación; es importante saber que no siempre todo tiene que sonar de la misma manera, y que hay noches en las que unas cosas van a sonar de una forma y otras lo harán de otra muy distinta, y eso dependerá de muchas cosas: del estado de ánimo, del contexto, de la respuesta del público, del color del cielo, de la forma de las nubes…

 

De todas formas, nunca grabamos una canción pensando en que luego hay que tocarla en directo; primero la grabamos (puede haber una, dos, cinco guitarras, un teclado, unos vientos, una coral y varias percusiones) y después, cuando llega la hora de presentarlas ante el público, nos devanamos los sesos pensando y ahora qué. Es entonces cuando las transformamos, unas veces más -mucho- y otras menos, como quien se plantea hacer una versión de otro grupo: hay que tocar esto, hay que averiguar cómo y, lo más importante, hay que apañarse entre los tres. Es como un juego, y es una de las cosas más divertidas, porque te obliga a hacer una lectura completamente nueva de la canción.

 

 

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