KIMURU 2005

Kimuru, magia y precisión

 

 

El lucense Quique Fernández Muruais sorprende a todo el mundo con un disco que, editado sin que casi nadie lo supiese, se ha convertido en la gran revelación de la temporada. Todas las naves especiales son de plástico tiene mucho y bueno por descubrir.

 

Pero, ¿de dónde viene Quique? “Por orden cronológico, formé primero Los Osos Montañosos, en el que hacíamos versiones de los 60 y los 70: Who, Dylan, MC5, Bowie, Stones, Marvin Gaye, Flaming Groovies… Después, Los Fantomas, ya en castellano y con composiciones propias y, por último, Los Comestibles, con versiones de los 80 y 90: John Cale, R.E.M., Pulp, The Divine Comedy, Bowie, Beck, Paul Weller, Iggy Pop, Madonna, Elvis Costello, Elliott Murphy, Pixies y otros.

 

Kimuru es su nueva encarnación. “Kimuru sale de la necesidad de desarrollar e intentar dar a conocer mis propias composiciones. ¿El potencial? Lo intuí levemente. A mí me gustaban, está claro, pero fue después, al advertir la respuesta de la gente que las ha escuchado, lo que me confirmó que había merecido la pena haberlas trabajado y grabado. Eso me dio confianza. Los que me conocen y me escucharon antes no se esperaban que los tiros fueran por este lado, y me hace gracia. La frase coincidente es algo así como ‘ni de coña me lo esperaba’”.

 

Su debut tiene muchas virtudes, entre ellas el desparpajo. “Aparece cortándome poco. Se trata de eso y de procurar tenerlo muy claro. Hacer lo que te gusta teniendo las ventanas abiertas a tu propia memoria musical. Olvidarse si le va a poner, o no, a la gente en general, o a alguien determinado. De si tus canciones encajan o no en los tiempos que corren. Y, por supuesto, rodearte de la gente indicada, y en eso yo sí tuve suerte. Resumiendo, hacer música con libertad suficiente. Y canciones a las que uno pueda llegar con pleno convencimiento emocional, utilizando las herramientas y los medios de los que disponga. Sin admitir injerencias de tipo artístico ni personal”.

 

A mí me trae a la memoria a gente como Parade o Germán Coppini. “Creo que distingo con claridad quien escribe en castellano, y quien escribe y trasvasa desde el inglés -y así se pierde mucha agua en el intercambio de manos-. Me interesan los primeros. Y yo me encuentro entre ellos, aunque en mi propio terreno de acción. Normalmente hago antes las letras. No creo que sea más que esa coincidencia. Coppini aparece más como ‘referencia literaria musical’ que como referente musical; eso sí, fue el alma del grupo más arriesgado que dio Galicia (Golpes Bajos). Y lo de Parade no lo veo claro, supongo que lo dirás por “¿Algún lugar común?”, una canción que hicimos a medias y grabamos Arturo Vaquero y yo en cuatro horas, un ejercicio de deconstrucción, utilizando una letra hecha y modificada, la voz, un Casio de primera comunión y una guitarra acústica”.

 

Interesa saber también en dónde encuentra su inspiración. “En las cosas que me interesan. En el amor y sus múltiples reversos. El tiempo y el viaje. En la vida y la muerte. En el fascinante espacio exterior y el inescrutable espacio interior. En asuntos exclusivamente personales. Y en una serie de chorradas de vital importancia para mí. Las dependencias emocionales y físicas. Utilizo también algunas imágenes que ven mis ojos, que muchas veces no logro descifrar o entender, pero que me ayudan a imaginar historias, o me ofrecen un punto de partida absurdo hacia lo que conozco”.

 

¿Había una idea común? “Tengo más de 200 canciones. Así que intenté integrar, mediante los textos y la voz, una serie de canciones, en apariencia diferentes estilísticamente, componiendo de nuevo para que me resultara más fácil un proyecto integral, pese a la dispersión de colores, dándole a las historias, a las frases y a las palabras, un papel principal. También buscaba intentar manejarme con pulsos de escritura diferentes, pues si algo no quería era repetir formula-canción. Traté de no escribir todas las canciones con el mismo bolígrafo, para no aburrirme a mí mismo ni a los demás”.

 

Sus canciones tienen muchos detalles sonoros que parecen pensados y estudiados al mínimo detalle. “Sí, desde la intuición. Esto se hizo en doce días. Así que no daba mucho margen a grandes reflexiones. Pero, eso sí, se trabajó teniéndolo todo muy, muy claro. A base de hablarlo y mirarlo, en tiempo récord. Y dejando, también, un espacio abierto para hacer pequeños cambios de última hora, que han aportado nuevos enfoques, desde la improvisación controlada”.

 

Ahí ha sido decisiva la colaboración de Arturo Humanoid. “Seguro. Él y yo hemos producido este trabajo. Supo respetar el espíritu de las canciones. Me entendió e hizo un gran ejercicio extra como instrumentista. Al igual que César López (bajista en Los Comestibles) o Martín Alonso (guitarra de Holywater), que tienen mucho que ver esta historia. Tres tipos listos, los muy cabrones”.

 

¿Y cuáles crees son sus elementos más personales? “Soy parte involucrada, pero me gusta pensar que son los textos, las melodías, los estribillos y los breaks finales que intento utilizar si me lo pide el lápiz. Y, por qué no, que se pueda entrever una escritura reconocible y con múltiples referentes desenfocados y superpuestos. Desparpajo emocional… Ese que, a veces, te permite sobrevolar por espacios musicales diferentes sin pegarte una gran hostia. Yo aspiro a tener mi pequeño campo de juego”.

 

Aun así, hay espacio para el compromiso en sus canciones. “Por supuesto. Con las canciones y con la vida. Todo el mundo debe de hacer lo que el cuerpo o la conciencia le pida. (Pero no veo diferencia alguna! Es para todos: trapecista, taxista, dentista o chapista. ¡Todo Dios tiene el derecho a adquirir cualquier compromiso! O más bien la obligación de adquirirlo si lo sentimos justo y necesario. En el caso de un músico, lo mínimo exigible es que tenga un compromiso sincero con sus propias canciones y lo que estas dicen. Y no me refiero a que si tienes 22 años y haces punk-rock rompe pelotas, debas partirte en tu propia cabeza una botella de cerveza. No, que nadie lo haga. Pero gritar si te pica, sí”.

 

La respuesta, por suerte, ha ido más allá de los que se preveía. “La hay, y muy buena. Me cogió un poco por sorpresa. No esperaba una reacción tan positiva -y emotiva en algún caso- de gran parte de las personas que han escuchado el disco. Siendo una edición muy limitada, el boca a boca se ha encargado de fulminar prácticamente la tirada. Y eso ha creado comentarios y buenas criticas,  la posibilidad de una difusión mayor del proyecto y darlo a conocer en un radio más amplio… De hecho, para otoño habrá una sorpresa: será definitivamente redondeando con unas canciones que iban a ser incluidas en su día y que se quedaron fuera por motivos económicos y no conceptuales, que cuadrarían el circulo de un plan no cerrado del todo. Hablo de una nueva edición que estaría respaldada, con distribución y logística, por un sello que parece muy apropiado para Kimuru”.

 

Eso supone que ya se puede pensar en un segundo disco y lo que se podría evitar. “Más que no repetir, tengo ganas de hacer algo en gallego. Si no lo hice antes, es por no haber encontrado lugar de la musicalidad del gallego dentro de la mía, en la que me sienta cómodo y reconocible como Kimuru. Pero estoy progresando en ello. De hecho ya va algo en ¿seudo-portugués?”

 

Lo que se descubre en el disco es su devoción por músicas muy distintas. “Sí, mestizaje interior. El otro me interesa menos. Llenaría varias hojas con grupos y canciones que me apasionan. Y la gran mayoría no aparecerían reflejados, ni por asomo, en un solo sonido del disco. Intento aprender, sentir y comprender de la música que me gusta. Y ésa no respeta ni estilos ni épocas. Simplemente forma parte de mi vida. Uno cuando escucha una buena canción, se la apropia para sí, la acomoda a sus deseos -futuro- o a sus recuerdos -pasado-. Por eso jamás hago diferencia entre una canción del 83 o del 2003. Me limito a disfrutarla. A veces juego a ser forense y las disecciono, pero la verdadera magia no tiene explicación. Y además, yo no soy forense”.

 

Por eso interesa saber si ha habido evolución en sus gustos musicales en los últimos años. “Realmente, no lo sé. Estoy ‘desprejuiciado’. Intento que decida el oído. Siempre me encantó escuchar buenas canciones -o lo que yo entiendo por ‘buenas canciones’-. Compro y tengo un buen número de ellas. Y esas canciones están en varios y muy distintos ámbitos y fechas. Olvido el orden de entrada; simplemente, las almaceno en la propia memoria musical. Desconozco mi evolución como oyente. Soy muy de rachas”.

 

Tal vez nos hagamos una idea por las versiones. ¿Cuáles se han resistido? “Si te refieres a Los Comestibles, se resistieron “Son Of Sam” de Elliott Smith, “I´m Your Man” de Leonard Cohen, alguna de Tom Waits y 5 o 6 más. Pero nos hicimos con las riendas de canciones magnificas, como “Babies” de Pulp, “Cold Brains” de Beck o “Becoming More Like Alfie” de The Divine Comedy y otras veintitantas”.

 

Da la impresión de que prefiere los retos a la comodidad. “Soy una persona muy activa, que busca como todo el mundo algo parecido a… paz, esa palabra que hemos convertido en imposible y estúpida. Y la busco a través de mi hiperactividad. En cuanto a la comodidad, me conformo con la necesaria para sentirme tranquilo y con las cosas mías que me reconfortan. Intento no plantearme los asuntos como retos y sí como cosas que tienen o no tienen importancia. Otra contradicción es que siempre me gustó el riesgo con la vida. Un gran misterio por resolver. Pese a que la tecnología nos permite ver con claridad en el vientre de su madre al chaval de cinco meses como se lava los dientes o leerse un TBO”.

 

Por último, queda saber cuál es su contacto con el resto de la escena gallega. “Conozco bastantes músicos gallegos; en Lugo, por ejemplo, los hay muy buenos. Ése es mi contacto, un contacto directo con la música. Estoy fuera de esa escena en la que se cuecen las cosas y de los foros donde se deshojan las margaritas. Pero tengo la suerte de poder hacer la música que me apetece y del modo que me parece. Y creo tener un plan”.

<script src="http://www.google-analytics.com/urchin.js" type="text/javascript"> </script> <script type="text/javascript"> _uacct = "UA-1011382-1"; urchinTracker(); </script></body> </html>

STEREOPHONICS

 

Stereophonics, tiempos nuevos, tiempos positivos

stereophonics 1

 

Puede que sea su quinto álbum, pero Stereophonics aborda Language. Sex. Violence. Other? con tanto entusiasmo como si se tratara del primero de ellos. Han transcurrido casi dos años desde You Gotta Go There To Come Back. Durante este tiempo, la banda ha estado ocupada girando por América con David Bowie, componiendo y grabando. Hay un nuevo miembro -Javier Weyler sustituye a Stuart Cable a la batería-, nuevos métodos de trabajo y una actitud positiva. “Esta banda es tan positiva ahora”, dice Nelly, “que hemos hecho el disco más apasionante que éramos capaces de hacer”. Leer más

2005 DRIVE BY TRUCKERS

Drive By Truckers, dulce hogar Alabama

 

 

 

“Demasiado sexo (poco Jesús)”

 

Como bien dice Patterson Hood, ha sido un largo y tortuoso camino para llegar hasta aquí, aunque siempre en línea recta. Además de la edición de su último disco The Dirty South hace unos meses, se acaban de reeditar sus dos primeros discos, Gangstabilly de 1998 y Pizza Deliverance de 1999. Por si fuera poco, también se acaba de lanzar un DVD, Live At The 40 Watt, con los dos primeros conciertos de esta gira celebrados en Athens, Georgia.

Leer más

SONS AND DAUGHTERS

 

Sons And Daughters, killbilly deluxe

Sons and Daughters

 

         Lo tienen casi todo para convertirse en un grupo de referencia. Un pasado curtiéndose en la sombra: Adele Bethel (voz y guitarra) y David Gow (batería) estuvieron con Arab Strap, The Zephyrs y David Kitt; Scott Paterson (voz y guitarra) comandó March Of Dimes; y Ailidh Lennon (bajo, mandolina) estudió composición clásica en la Universidad. Leer más

ULTRASÓNICA ENTREVISTA CON TEENAGE FANCLUB 2005

 Teenage Fanclub, el don de la armonía

 

 

 

“Tu amor es el sitio del que vengo”

 

Era el 15 de julio de 1989 cuando Norman Blake, Raymond McGinley, Gerard Love y Francis MacDonald entraban en un estudio de Glasgow. Llevaban tan sólo dos meses juntos, seis ensayos y no habían dado ningún concierto. En siete días grabarían ocho canciones y dos instrumentales, que formarían el grueso de su primer disco, A Catholic Education.

           

Quién iba a decir que, 16 años después, Teenage Fanclub seguirían existiendo como grupo tras un buen puñado de discos relevantes y miles de conciertos. Han superado todas las modas de estos años, han sobrevivido a una gira con Nirvana en medio de la explosión mundial de Nevermind y se han sobrepuesto al cierre de su sello de casi toda la vida, Creation.

 

Ahora, cinco años después de su último disco en estudio, el grupo regresa con Man-Made, producido por John McEntire de Tortoise y The Sea And The Cake. Tras la edición en el 2002 de su recopilatorio Four Thousand Seven Hundred And Sixty-Six Seconds: A Short Cut To Teenage Fanclub y la creación de un sello discográfico, PeMa, para editar este nuevo álbum, Teenage Fanclub parecen encarar una nueva etapa en la que únicamente esperan ganar lo suficiente para seguir grabando. Al menos eso es lo que nos cuenta Norman Blake.

 

Ya son más de 16 años los que lleváis en esto. Ahora se edita vuestro nuevo álbum, primera noticia del grupo desde vuestro concierto del año pasado en Benicassim, justo antes de que todo el mundo conociera la espantada de Morrissey.

            – Es sorprendente, ¿no? Hoy mismo hemos estado viendo fotos del pasado, de hace como unos diez años, y es increíble cómo ha pasado el tiempo. El concierto de Benicassim fue fantástico. En cuanto a lo de Morrissey, un amigo nuestro trabaja para él y me lo dijo un par de horas antes de que se supiera, así que tuve que disimular bastante para no decírselo a nadie. Y recuerdo que también estaban Love en el Festival. Fue una pena su concierto, porque yo los había visto justo un mes antes en Glasgow y había sido una de esas actuaciones fabulosas. Tratándose de Arthur Lee, puede salir tanto un concierto genial como uno malo, dependiendo del día.

 

Éste es vuestro primer disco en estudio en cinco años, aunque no habéis dejado de tocar. ¿Era vuestra intención tomaros un descanso tan largo?

            – Nunca hemos llegado a parar del todo. En este tiempo hemos editado el recopilatorio, que fue el disco que puso fin a nuestro contrato con Sony. Cuando estábamos grabando Howdy!, Creation desapareció, así que pudimos irnos con otro sello. Sony tenía la primera opción y decidieron quedarse con nosotros para un par de discos. El primero fue Howdy!, y ahí vimos que la relación no era del todo buena. Entonces, se presentaron con la idea de editar un recopilatorio, y para nosotros fue perfecto porque así no teníamos que darles otro disco. Para ellos también, evidentemente, porque era más fácil de vender y no nos tenían que pagar un estudio. Así que aceptamos la idea y lo vimos como la posibilidad de cerrar un ciclo.

 

Por lo tanto, no fue algo realmente premeditado.

            – No, no hubiéramos hecho un recopilatorio en ese momento si no hubiera estado todo el tema de Sony por el medio. Lo lógico, si hubiésemos querido hacerlo a la manera clásica, sería esperar a que el grupo se separase. Aunque también es cierto que en el momento en que lo decidimos hacer así, intentamos que fuera un buen recopilatorio, remezclando todas las canciones y contando con toda la gente que había participado en el grupo de alguna manera.

 

Sé que habéis regalado un EP con la edición del 1 de mayo del periódico Scotland On Sunday.

            – Ya que en nuestro nuevo sello tenemos un presupuesto limitado para promoción, esto nos ha venido muy bien, con publicidad gratis, incluso en la televisión escocesa. Tengo entendido que al editor del periódico le gusta el grupo, así que nos lo propuso y estuvimos de acuerdo. En él iban “Slow Fade” del nuevo disco, versiones distintas de “I Need Direction” y “The World’ll Be OK”, una canción nueva de Gerard, “Please Stay”, una versión de “I Saw The Light”, de Todd Rundgren, que grabamos en 1991, y la canción de aquel 7” de Twisted Nerve, “Same Place, Different Place”.

 

Con tantas rarezas, en algún momento tendréis que acabar editándolas en un disco.

            – Ya lo hemos comentado en alguna ocasión, y está claro que lo vamos a hacer. Lo más probable es que acaben siendo dos compactos que den una imagen completa de lo que el grupo ha hecho durante todo este tiempo.

 

De nuevo volvéis a compartir democráticamente la composición en Man-Made.

            – Como siempre, hemos dividido el repertorio del disco en cuatro canciones para cada uno. Es la manera en la que trabajamos y con la que más a gusto nos encontramos. Otros harían otra cosa, aunque a nosotros nos funciona bien así. De esta forma, nos podemos concentrar en menos canciones cada uno y, además de aportar las mejores, podemos contribuir al resto del disco con más atención.

 

“Slow Fade” o “It’s All In My Mind” son la clase de canciones que uno puede esperar de vosotros, las que llevan claramente vuestra marca.

            – Curiosamente, ambas son canciones mías. Pero creo que los arreglos no son los convencionales; incluso hemos intentado que el ritmo sea algo distinto. Son canciones pop, pero espero que hayamos conseguido darles un giro diferente.

 

Vuestras canciones tienen una estructura clásica, por lo que no es fácil ver la evolución del grupo. ¿Cómo lo veis vosotros desde dentro?

            – Diría que cada vez nos centramos más en las letras. Es cierto que las canciones tienen una estructura tradicional, así que lo que hacemos es pasar más tiempo dedicados a los arreglos de las canciones. Aun así, es difícil ver desde dentro la percepción que la gente tiene de nosotros.

 

“Time Stops” y “Born Under A Good Sign” recuerdan a Bandwagonesque. Sé que en el grupo preferís Grand Prix, pero hay mucha gente que cree que aquél es vuestro mejor disco.

            – Nunca hemos cambiado radicalmente, nunca vamos a hacer un disco techno. Siempre intentamos entregar una buena colección de canciones, nunca un álbum conceptual, y que sean interesantes para la gente, así que, evidentemente, te van a recordar a cosas nuestras. Supongo que Bandwagonesque ha quedado como el favorito de la gente porque fue el primer disco nuestro que escucharon. Es algo que nos pasa a todos, incluso a nosotros: lo primero que escuchas de un grupo es lo que más te gusta.

 

Bandwagonesque fue editado en 1991, puede que el año con la mayor proporción de grandes discos de los últimos años: Nevermind, Screamadelica, Blue Lines, Weld, Out Of Time, Loveless

            – No fue una mala cosecha la de ese año, ¿eh? Y el nuestro salió en aquel momento. Curiosamente, tres de esos discos fueron editados en Creation. Con casi todos esos grupos hemos girado después. Espero que haya otro año con tal cantidad de discos buenos. Tal vez el próximo…

 

Siempre me parece que vuestras canciones se pueden interpretar tanto en acústico como con guitarras eléctricas.

            – Supongo que se debe a que las componemos en casa con una acústica, porque a nuestros vecinos no les iba a gustar nada que enchufásemos el amplificador e hiciésemos retumbar el techo. Por eso nos apetece, de vez en cuando, tocarlas con acústicas, como el EP de 1996 Teenage Fanclub Has Lost It.

 

¿Cuándo os disteis cuenta de que se podía decir lo mismo o incluso más sin utilizar tanta distorsión?

            – Creo que tuvo bastante que ver con Don Fleming, el productor del disco Bandwagonesque. Cuando lo estábamos grabando nos recomendó que nos centrásemos en cantar, porque pensaba que era un don especial que nosotros teníamos. Todos los grupos pueden conectar sus guitarras y hacer ruido, pero cantar de esta forma es algo más complicado. Sé que a muchos les parecerá raro, porque John Fleming estaba en proyectos como Gumball, que eran más ruidosos, pero lo cierto es que fue él quien nos dio el concepto para el grupo.

 

¿Pensáis que esta vez los medios van a respaldar Man-Made?

            – Nunca sabes cómo les va a parecer. Cuando acabamos este disco, todos estábamos contentos, pero lo cierto es que estamos muy cerca de él como para verlo con distancia. Revistas como Mojo o Q lo han recibido muy bien, así que estamos muy contentos. No es que queramos vender millones de discos, pero sí tener lo suficiente para hacer una gira y grabar más.

 

Una de las mejores cosas de Teenage Fanclub es que muchos grupos no tienen ahora miedo de escribir canciones con melodías, estribillos, armonías…

            – Sí, eso es muy cierto, y es tal vez lo que más me gusta de lo que hemos conseguido. Lo importante para mí es la melodía. Me gusta mucho como compositor Stuart Murdoch, de Belle & Sebastian. Ayer por la noche estuve escuchando su recién editada colección de singles, con mi mujer y un vaso de vino, y me reafirmé en mi idea de que es fantástico. Otro compositor que tiene canciones asombrosas es Daniel Johnston, especialmente su álbum The Early Recordings, con unas letras y melodías increíbles.

 

En España hay gente que os tiene por modelo. No sé si conoces el tributo que ha editado el sello Rhonda Records, What A Concept! A Salute To Teenage Fanclub.

            – España tiene la escena más vibrante que conozco fuera del Reino Unido. No se me ocurre ningún otro país con esa pasión por la música. Es algo muy especial, todo el mundo la vive intensamente, con esos pequeños sellos independientes como Elefant Records… En los conciertos, la gente me da discos y hay grupos increíbles. Sé del tributo a través de Red Kross, que me comentaron en su día que iban a grabar una canción, pero nunca he visto el disco. ¿Puedes enviarme una copia?

 

¿Hacéis planes a largo plazo?

            – Sólo con tres o cuatro meses de adelanto. No más allá de eso. Ahora, por ejemplo, editaremos el single “Fallen Leaves” y, en cuanto a las giras, esperamos ir a España en septiembre. No hay tiempo para planificar mucho más, ni tampoco es algo que acostumbremos a hacer.

 

¿Cómo sienta ser ahora un empresario, además de músico?

            – Está bien tener control sobre todo lo que haces, así que estamos felices de poder hacerlo a nuestra manera con nuestro sello discográfico. Desde luego que también representa mucho trabajo, pero se hace con satisfacción.

 

Os he visto en varias ocasiones en directo. Siempre han sido buenos conciertos, salvo una excepción: el concierto en el Santi-Rock en Santiago de Compostela en el año 2000. ¿Estás de acuerdo? ¿Qué os pasó?

            – Sí, lo recuerdo. Aunque, si sirve de algo, tengo que decir que hay una excusa: era el primer concierto con Francis MacDonald, nuestro nuevo batería en directo -aunque había estado diez años antes en el grupo-, y llevábamos un tiempo sin tocar. De verdad que lo siento y pido disculpas a toda la gente que estaba por allí. Volveremos y haremos un concierto como debe ser. Os aseguro que somos una buena banda de directo, je, je.

 

Supongo que en todos estos años habrá momentos para recordar en todos los sentidos. ¿Cuál ha sido el mejor y el peor momento de vuestra carrera hasta ahora?

            – Muchos. Puede que entre lo mejor esté la gira que hicimos con Nirvana cuando editaron Nevermind. En cuanto a malos momentos… No se me ocurre ninguno en especial. Casi todo ha salido bastante bien.

 

¿Siempre tenéis esa actitud positiva? Desde fuera, parece realmente que disfrutáis con lo que hacéis.

            – Cuando viajas y haces música, algo que nos apasiona, no debería haber razón para quejarse. Si no hubiera estado en un grupo, no hubiera ido a todos los sitios que he ido, y es algo que aprecio de verdad. Somos así, no se trata de una imagen.

 

¿Qué ambición no se ha cumplido aún?

            – Casi todo se ha cumplido. Me gustaría tener una cuenta corriente que no estuviese en números rojos y con el suficiente dinero para grabar de nuevo, je, je. Ésa es mi mayor ambición, que mi banquero no se queje más. ¿Ambición musical? Que nos dejen hacer más discos.

 

Por último, una anécdota. Vosotros empezasteis ensayando en la casa de tu abuela. ¿Sabes que The Clash ensayaban y compusieron su primer disco en el piso número 18 de un edificio que era donde vivía la abuela de Mick Jones?

            – Sí, nosotros somos los auténticos continuadores de esa gran tradición, je, je.

 

somos los auténticos continuadores de esa gran tradición, je, je.

1 10 11 12 13 14 19