ENTREVISTAS 2005
Ocean Colour Scene, corredores de fondo
La semana que su álbum Marchin Already fue número 1 de las listas de éxitos, arrebatándole el puesto a Oasis, Noel Gallagher tuvo la gentileza de hacer llegar su felicitación a Ocean Colour Scene enviándoles una placa con la inscripción: “Para la Segunda Mejor Banda del Reino Unido”. “Y ya que The Beatles son la primera mejor banda del Reino Unido”, el vocalista y compositor, Simon Fowler, comenta entre risas que “fue muy amable por su parte”.
Ahora que se edita su nuevo disco, The Hyperactive Workout For The Flying Squad, Simon Fowler se presta a recordar su historia. El grupo se creó cuando dos bandas, The Boys y The Fanatics, se conocieron y se transformaron en una sola. Ambas bandas eran de Birmingham, ambas habían lanzado singles independientes. The Boys eran una formación mod liderada por el guitarrista, Steve Cradock, mientras que The Fanatics, que tenía en sus filas a Simon Fowler, Oscar Harrison y Damon Minchella, se inspiraba en The Velvet Underground. Juntas, se convirtieron en Ocean Colour Scene. El nombre lo encontraron un día que pasaron en la biblioteca local, hojeando libros y diccionarios. El padre de Steve, Chris Cradock, se hizo cargo de las tareas de mánager.
En 1990, la banda firmó un contrato con un sello discográfico local llamado Phfftt Records, y al año siguiente lanzaron el single de debut de la banda, “Sway”. Justo entonces, Phonogram Records absorbió a Phfftt, como suele suceder con compañías así, y Ocean Colour Scene se encontró de pronto en el sello Fontana. Cuando los pusieron en el estudio con Jimmy Miller, el legendario productor de los Rolling Stones, la banda pensó que el sello era genial. Un año más tarde habían cambiado de opinión.
“Empezamos con Jimmy Miller”, recuerda Simon, “que era un bebedor empedernido. Creo que fue una de las primeras ocasiones en las que fui a Londres y me quedé a pasar la noche. Era como decir: estamos en Londres con el productor de los Stones, ¿qué vamos a hacer?” El camino que decidieron tomar sacó a relucir la incompatibilidad entre el productor y la banda desde el punto de vista del trabajo, aunque se lo pasaron muy bien hasta que lo llegaron a descubrir.
Las sesiones con nuevos productores, como Tim Palmer o Hugo Nicholson, tampoco tuvieron mucho éxito. Cuando salió el álbum de debut de la banda, con título epónimo, parecía que su momento ya había pasado. “Salió dieciocho meses más tarde de lo que teníamos previsto”, recuerda Fowler, “y para entonces nadie se acordaba de nosotros y todo el mundo estaba interesado en Nirvana. Además, no era nuestro sonido habitual. Era psicodélico, éramos nosotros tratando de conseguir los sonidos de las bandas que nos gustaban”.
La banda discutió con Phonogram sobre los enormes gastos en que habían incurrido para grabar el disco. Cuando comenzó la batalla legal entre la banda y el sello, los chicos se vieron de nuevo en el paro. Se inició entonces un periodo en su carrera exclusivamente dedicado a componer canciones. Como la compañía había prohibido a la banda tocar en vivo hasta que la disputa se hubiera resuelto, era la única opción que les quedaba.
Con unos ingresos escasos, el mánager, Chris Cradock, que había dejado su trabajo para ocuparse de la banda, estuvo a punto de tener que hipotecar su casa. Con todo, la adversidad no logró romper esta banda. La fe que tenían era como la sangre que los mantuvo vivos.
El regreso de la banda se inició en 1993, cuando Paul Weller les pidió que fueran sus teloneros en algunos conciertos en vivo. Tras las actuaciones en Leeds y Londres, Weller invitó a Steve Cradock a tocar la guitarra en un single llamado “The Weaver”, y también llamó a Simon Fowler para que cantara en su álbum en solitario, Wildwood.
Cradock aceptó la oferta de Paul para acompañarle de gira. Entonces comenzó a invertir en la banda buena parte del dinero que ganaba. “Steve mantenía viva la banda, básicamente”, revela Simon. “Pagó el alquiler del estudio, que era 750£ al mes, mientras todos estábamos en el paro. Yo escribía todas las noches simplemente para que tuviéramos algo que hacer al día siguiente. Muchas de las canciones que acabaron formando parte de nuestro siguiente álbum, Moseley Shoals, más todas las caras b, fueron escritas entonces.
La banda pudo entonces grabar una maqueta, que hicieron circular por la industria. Un músico que escuchó la cinta e inmediatamente ofreció a OCS un hueco en su gira del otoño de 1995 fue Noel Gallagher, de Oasis. El impresionante éxito comercial de su banda estaba ya preparando el terreno para un nuevo capítulo en la música británica, al que la prensa llamaría britpop. Era una etiqueta fácil, pero atrajo la atención sobre un grupo de bandas con gustos e ideales similares; los Stone Roses fueron absolutamente decisivos, como lo fueron The Beatles, The Stones, The Who, The Jam, Bob Marley and the Wailers, The Velvet Underground, Love, Fairport Convention, Primal Scream, una larga lista de bandas y músicos que se la jugaron en su camino para crear hitos en la música.
Después de la gira con Oasis, la banda llamó la atención de muchas compañías discográficas. Habían recibido ya una oferta de un sello japonés y habían empezado a grabar un álbum que iba a ser lanzado sólo en Japón. Este acuerdo fracasó y la banda finalmente firmó con MCA Records, en 1995. “Fue una de las pocas compañías que no nos pidió que cambiáramos de nombre”, cuenta Simon. Con un público cada vez más numeroso, conseguido en sus giras, con Noel Gallagher y Paul Weller defendiendo su causa en la prensa en cada oportunidad, con Kate Moss y Johnny Depp apoyándoles, la banda, después de tres años de ausencia, volvió a los estudios con canciones suficientes como para que Andrew Lloyd Webber hiciera musicales durante años.
A principios de 1996, la banda lanzó su single de debut con MCA, uno de los favoritos en los directos, “The Riverboat Song”, que el popular locutor Chris Evans adoptó inmediatamente para su show semanal en TV. El single, con su insistente y machacón riff, se colocó en el número 15 de las listas de éxitos. El que le siguió, “You've Got It Bad,” funcionó aún mejor, preparando el camino para el lanzamiento del muy apreciado álbum de la banda Moseley Shoals.
Sus canciones llaman la atención porque a menudo se salen del camino obvio, quizá como resultado de su propuesta de componer los temas colectivamente. El método de la banda es simple. Simon funciona como principal compositor, encerrándose a solas en estudios en diferentes momentos a lo largo del año, y saliendo de allí con riffs, melodías y letras. “Uno puede enredar durante media hora o ir directamente al asunto”, dice, a propósito de estas sesiones en solitario. “La canción “The Circle” salió así. Empecé a tocar la guitarra y salió enseguida, palabra por palabra, toda la canción, de un tirón. Otras veces es completamente diferente.”
A continuación, Simon pone los temas, sea cual sea el estado en el que estén, en manos de la banda, que añade entonces sus propias ideas, de ahí el toque inconfundible de sus canciones. “Steve puede escuchar temas que pueden ser trasladados a un sonido de banda de una manera que yo soy incapaz”, dice Simon. “Hay muchas canciones así, que se han transformado una vez que la banda las ha cogido. “The Circle,” por ejemplo, era originalmente una balada”.
En enero de 1997, la banda empezó a trabajar en su tercer álbum, Marchin’ Already. Simultáneamente, se lanzó un recopilatorio de rarezas titulado B Sides, Sea Sides And Freerides, en edición limitada de 200,000 copias, con canciones como “Huckleberry Grove”, “Top Of The World”, y “I Wanna Stay Alive With You”, así como una chispeante versión del tema de The Beatles, “Daytripper”.
“La gente solí preguntarme entonces si me sentía presionado teniendo que escribir la continuación de Moseley Shoals”, recuerda Simon, “y me parecía divertido que me preguntaran esto. Moseley Shoals fue concebido originalmente para ser lanzado sólo en Japón. Más adelante nos dimos cuenta de que las cosas con la compañía discográfica no eran como las pintaban. Yo sentía cierta presión porque no sabíamos si el disco iba a salir o no. Cuando nos metimos a grabar Marchin’ Already, pensé que el álbum era tan bueno como el anterior. Desbancó a Oasis del primer puesto durante una semana. Fue entonces cuando Noel nos envió la placa con la inscripción “A la segunda mejor banda del mundo”.
Con un público cada vez mayor y convertidos en centro de atención, la prensa no tardó mucho tiempo en empezar a buscar información sobre la banda. Su hallazgo fue descubrir que Simon era gay, un aspecto de su vida que Simon nunca pensó si revelar o no, que es lo que suele suceder con la mayoría de la gente. Esto le hizo pensar, sin embargo, si esta revelación había tenido alguna repercusión en las ventas posteriores de Marchin’ Already, que cayeron a la mitad respecto al álbum anterior.
“Empecé a pensar si era debido a que la prensa hubiera publicado la noticia de mi homosexualidad”, comenta Simon. “No lo sé. No entiendo por qué ese álbum no vendió tantas copias. Existen tantas cosas incomprensibles, pero creo que el disco era tan bueno como cualquiera de los anteriores. Ese periodo fue, probablemente, el momento en el que he sentido más confianza en mí mismo en toda mi vida. Fuimos estrellas de pop durante dieciocho meses. Éramos la tercera banda en ventas en todo el país, y se lo debíamos a Oasis, que preparó el camino para bandas como la nuestra”.
En 1999 la banda comenzó a trabajar en su cuarto álbum, One For The Modern. Acabó siendo el tiempo más laborioso que habían pasado nunca en un estudio. Las sesiones se repetían una y otra vez, las canciones estaban sometidas al control más meticuloso por el equipo de productores, formado por Brendan Lynch y Max Heyes.
“Otra cosa, señala Steve Cradock, “es que, en el caso de los primeros dos álbumes, teníamos todos los temas. Teníamos aproximadamente entre treinta y cuarenta canciones en aquel momento. Para este álbum tuvimos que empezar con doce canciones y era la primera vez que trabajábamos así. Personalmente, creo que los temas que destacan son temas como “Emily Chambers” o “Step By Step”, pero ese álbum llevó mucho más tiempo hacerlo de lo que debería”.
A medida que las sesiones se iban alargando, inevitablemente, la atención de la banda empezó a cambiar y a centrarse más en sus actividades de esparcimiento que en sus obligaciones musicales. ”Digamos que hacer música no era nuestra principal prioridad en aquel momento”, explica Simon.
Mientras tanto, la relación de la banda con su sello, MCA Records, comenzó a cambiar. La gente que apoyaba a la banda abandonó la compañía. La compañía empezó a presionar al grupo para que sacara un álbum de Grandes Éxitos. La banda se mantuvo firme, les comunicaron que tenían entre doce y quince canciones nuevas y que querían grabarlas.
“Las canciones tenían un aire más folk”, comenta Steve Cradock, “y grabamos el álbum en Gales. Las sesiones de grabación fueron rápidas, por eso en muchas de las canciones se nota ese sentimiento de banda, pero las sesiones para mezclar fueron eternas”. De nuevo, la banda salió de gira, mientras MCA se salía con la suya y publicaba un álbum de Grandes Éxitos un poco más tarde aquel año.
Con ídolos pop y grupos de música pop masculinos arrasando, OCS se encontraron de la noche a la mañana fuera de la circulación. Y pasados de moda, algo de lo que se dieron cuenta en seguida. ”Sabíamos que en MCA nadie daba un puto duro por nosotros”, explica Cradock, “era algo evidente. Así que teníamos que pensar en qué íbamos a hacer al respecto. En un momento dado pensamos que, tal y como estaban las cosas, nunca conseguiríamos otro contrato de grabación, en cuyo caso tendríamos que empezar a colgar nuestros discos en Internet. Pero en ningún caso nos separaríamos. Era solo cuestión de encontrar diferentes maneras de proteger nuestro nido”.
La banda empezó a buscar un contrato y, finalmente, consiguió uno con la compañía que llevaba el apropiado nombre de Sanctuary Records. Ocean Colour Scene regresó a los estudios para grabar el álbum North Atlantic Drift. En cuanto al álbum, por lo que respecta a Simon, el tema principal sigue siendo “una de las mejores canciones que he escrito nunca. Debería haber sido un single”. Pese a esta renovación, el bajista, Damon Minchella, decidió que había llegado el momento de abandonar la banda.
A principios de año, la banda alquiló un pabellón de caza en Escocia y grabó su quinto álbum de estudio con el productor Dave Eringa, que había conocido a la banda doce años atrás, cuando trabajaba como “chico de los cafés” en un estudio de grabación. El álbum fue grabado por tres miembros de la banda, Steve, Simon y Oscar, y Steve cree que esto hizo que la banda se uniera aún más, algo que piensa que será evidente cuando salga el álbum.
Tras terminar el disco en cinco semanas, la banda decidió reclutar a dos miembros más, no sólo para sustituir a Damon, sino también para ampliar el sonido de la banda. Escogieron al bajista Dan Sealey y al guitarrista Andy Bennett, a los que conocían bien. La hermana de Dan está casada con el hermano de Simon, y Andy estaba en una banda llamada Sergeant, que fue telonera de OCS en dos giras.
Además, cuando tenía diez años, iba a los ensayos de OCS, en donde Steve Cradock le daba clases de guitarra. “Aunque parezca una tontería”, dice Simon, “es la verdad. Steve tuvo un sueño en el que veía a Dan y a Andy uniéndose a la banda. Y esto parece una razón suficientemente válida”. “Por supuesto”, apunta Cradock, “son sólo tonterías.” Simon le ignora y explica “Si dos personas tenían que unirse a una banda que llevaba quince años junta, resultaba agradable que fueran dos personas con las que existía algún tipo de relación”.
A continuación, la banda se llevó una sorpresa cuando Sanctuary sugirió de pronto que quizá sería mejor sacar primero un álbum en vivo, y lanzar el álbum de estudio al año siguiente. La propuesta tenía sentido para una banda que se ha forjado un reputación sólida como una roca de tener potentes directos.
“Como nunca antes habíamos hecho un álbum en vivo”, dice Steve, “pensamos que era una buenísima idea. One For The Road era la grabación del repertorio que hemos estado tocando este año”. El álbum se compone de cuatro conciertos que dio la banda el verano pasado: su actuación en T In The Park, en un club llamado Oxygen en Dublín, una en Keighley y su aparición estelar en Guilfest. El disco incluía también dos temas nuevos, “I Love You,” que según Fowler es un intento de unir a Roy Orbison y The Velvet Underground, y “This Day Will Last Forever”, en el que dice todas las palabras mal, convirtiéndolo así en una “versión muy rara”.
“Nos hemos forjado una buena reputación en los directos”, concluye Simon. “Creo que nuestro éxito radica, aunque parezca extraño, en algo que a la gente le gusta siempre, en las canciones. Quizá somos algo más divertidos que otras bandas como Radiohead, o bandas de ese estilo. Somos más cañeros. Y creo que esto es así porque somos un grupo de amigos, y nos lo pasamos bien juntos. En la línea de The Beatles, The Stones, The Faces”. No es una mala herencia a la que recurrir cuando eres… ¡la segunda mejor banda del Reino Unido!
Xavier Valiño
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