THE MAMAS AND THE PAPAS 2005

ARTÍCULOS 2005 RUFUS WAINWRIGHT CONCIERTO

Ultrasonica e-zine :: Xavier Valiño

ARTÍCULOS 2005


The Mamas & The Papas, el sueño de California

No es que pasase mucho tiempo desde que se juntaron en 1965 hasta que se separaron en 1968, pero en palabras de Papa John, “lo pasamos tan bien en dos años, que ya no había nada más que disfrutar.” Aún así, The Mamas & The Papas se convirtieron en tan poco tiempo en la familia real estadounidense del pop, los Beatles americanos. 

Al igual que los Beatles, eran cuatro personalidades reconocibles al instante, distintas pero con el mismo entusiasmo y capacidad para el espectáculo. John Phillips y su mujer Michelle, Cass Elliot y Denny Doherty parecían y sonaban como nadie más en aquel entonces. Atractivos por su vistosa presencia, eran unos profesionales y perfeccionistas enfrente del micro que se dejaban llevar totalmente en el escenario. 

Complete Anthology es justo eso: todo lo que grabaron. Sus cuatro discos entre 1966 y 1968 –If You Can Believe Your Eyes And Ears, The Mamas & The Papas, Deliver y The Papas & The Mamas-, más el endeble People Like Us grabado en 1971 después de ser forzados a reunirse para cumplir obligaciones contractuales. Además, se incluye su poco ensayada pero vigorosa actuación de cierre del Festival Monterrey Pop, el 18 de junio de 1967, y un compacto de rarezas, canciones escogidas de sus discos en solitario y sus primeras grabaciones como coristas del segundo disco de Barry McGuire en diciembre de 1965.

 

Fue precisamente gracias a Barry McGuire que John, Michelle, Denny y Cass, con el grupo todavía sin nombre y con Cass aún no comprometida al cien por cien, hicieron su primera audición para el sello Dunhill de Lou Adler. El comentario de éste de que “no podía creer lo que estaba viendo y escuchando” es ya parte de la leyenda del rock. Lo que añadió a continuación, “habían bajado de 80 viajes de ácido, eran sucios y estaban intimidados y, aún así, cantaban como los ángeles,” aún dice más. 

La versión que Barry McGuire hizo de “California Dreamin’” cierra esta Complete Anthology y es idéntica a la de The Mamas & The Papas, salvo por dos pequeños detalles: la voz tenor familiar de Denny Doherty es reemplazada por el gruñido áspero de McGuire y una flauta veraniega sustituye al solo de armónica. Es la diferencia entre la mediocridad y la magia del rock’n’roll y definía la canción que lanzó la montaña rusa en la que se convirtió la carrera de The Mamas & The Papas. 

Todos los elementos cruciales de su trabajo encontraron su lugar rápidamente y continuaron inalterables durante los siguientes tres años: el productor Lou Adler, el ingeniero Bones Howe y la crema de los músicos de sesión de Los Ángeles -el batería Hal Blaine, el bajista Joe Osborne y el teclista Larry Knechtel, conocidos como The Wrecking Crew- fueron tan importantes para el grupo como el equipo con el que contó Phil Spector para sus legendarias grabaciones. Ellos proporcionaban el colchón perfecto sobre el que descansaban las canciones de John Phillips y las imponentes armonías del grupo. 

También los discos encontraron pronto su modelo: John Phillips escribía la mayoría de los temas, a los que se le añadían algunas versiones escogidas, generalmente para que se luciera Mama Cass, aunque con la sentida excepción de “Dedicated To The One I Love” que se le dejó a Michelle. John venía del mundo del folk y su descubrimiento del pop en 1965 (y de los Beatles en particular) le llevó a componer un montón de brillantes melodías de éxito -“Monday Monday”, “Where You Wanna Go”, la autobiográfica “Creeque Alley”- y canciones más artesanales para sus álbumes, a menudo más oscuras en apariencia -“Straight Shooter”, “No Salt On Her Tail”, “Strange Young Girls”-. 

Las diferentes voces de cada uno de los cuatro y su imagen estrafalaria fue lo que los situó en otra dimensión al lado de sus coetáneos. El público encontró irresistible su garbo hippie,  bohemio, y sus extravagantes modales. Pronto se convirtieron en la apuesta más segura en los circuitos de la música en directo y los únicos capaces de encabezar el Festival Monterrey Pop del “verano del amor” de 1967. 

The Mamas & The Papas también retaron a la moral conservadora de la sociedad estadounidense con su osado desdén por los valores tradiciones. Los comentarios de Mama Cash estaban, generalmente, fuera de lugar y no sólo tuvo un hijo sin casarse, sino que también proclamó que había sido una “concepción inmaculada.” En lo más alto de su fama, Michelle fue despedida temporalmente y reemplazada por otra mujer que se le parecía bastante, Jill Gibson, por sus relaciones extramaritales, primero con el otro componente masculino del grupo, Denny, y, luego, con Gene Clark de sus rivales The Byrds. 

Aunque sobrevivieron a todo tipo de escándalos públicos, no consiguieron sobreponerse a las fricciones entre John y Michelle, el resentimiento de Mama Cass con el liderazgo de John y la sensación de aislamiento de Denny. Sus carreras en solitario no tuvieron mayor relevancia. Mama Cass fue la que más éxito tuvo, hasta su muerte en 1974. Después, John fue cayendo en un abismo personal y creativo por su adicción a las drogas, sin que pudiera recuperarse. Murió en marzo del 2001. 

Michelle y Denny, los supervivientes, son los productores de una película basada en la carrera del grupo que se estrenará próximamente. Por ahora, Complete Anthology documenta intensamente una historia condensada en dos años y medio y nos reencuentra con el talento de John Phillips, quien lo dilapidó todo muy pronto por vivir demasiado al límite.

Xavier Valiño

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TEENAGE FANCLUB DISCOGRAFÍA

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ARTÍCULOS 2005


 

TEENAGE FANCLUB (Discografía)

 

Melodías desde el Norte de Gran Bretaña

 

        Con motivo de la edición de su último disco, Man-Made, hacemos un repaso por la discografía de una de las bandas más importantes de los tres últimos lustros, los escoceses Teenage Fanclub.

 

 

A Catholic Education (Paperhouse / Matador, 1990)

 

 

El debut del grupo le debe más al rock alternativo americano del momento que al power-pop que se convertiría en la marca de la casa. Aquí hay más de Sonic Youth -de quienes se harían grandes amigos-, Hüsker Dü, Dinosaur Jr. o del Neil Young más eléctrico que de Big Star, por poner un ejemplo. Sin embargo, las melodías comenzaban a estar ahí, cubiertas por marañas de guitarras y una producción sucia. “Everything Flows” es su primera gran canción, en un disco en el que Norman Blake se erige como el principal compositor -curiosamente acreditado como Morman Blake-. El álbum, según cuenta el grupo, se financió con la venta de una lavadora y un frigorífico que la vecina de Raymond le dejó en su testamento.


The King (Creation / Matador, 1991)

 

 

El disco que todo el mundo ignora, en buena parte debido a que fue descatalogado nada más editarse, por lo que parece que el grupo tampoco se lo tomó muy en serio. Fue grabado al mismo tiempo que Bandwagonesque, aunque en mucho menos tiempo, con el objetivo de finiquitar el contrato que los ataba con Matador en América. Sus siete instrumentales serían la respuesta del grupo a la presunta dulcificación del sonido del álbum que grabaron al mismo tiempo. No obstante, para que quedase claro que su amor por las melodías no se había quedado por el camino, incluyeron también una versión de “Like A Virgin” de Madonna y de “Interstellar Overdrive” de Pink Floyd. No pasa de ser anecdótico o, mejor aún, de puente entre el sonido de su debut y el que les acompañaría a partir de Bandwagonesque.


Bandwagonesque (Creation / Geffen, 1991)

 

 

         Paradójicamente, cuanto más se alejan de Nirvana, más próximos se sienten. Hay menos deudas con el rock underground estadounidense y aparece la luz en sus canciones, con Big Star como el gran referente -y otros artistas con la B en sus iniciales: The Byrds, The Beach Boys, The Beatles, Burt Bacharach, The Band, Badfinger-. La respuesta crítica en su momento fue similar a la de Nevermind. La gira posterior con el grupo de Kurt Cobain y la coincidencia de símbolos materialistas en las portadas no va más allá: su sonido ya sigue caminos divergentes. Don Fleming, el productor, los convenció para centrarse en las voces, así que las guitarras suenan menos saturadas. Tal vez sea la cima del power-pop de los 90 y la de Gerard Love (él aporta “December”, “Is This Music”·, “Guiding Star” y “Star Sign”). Para el recuerdo la frase que abre el disco: “Viste de cuero adondequiera que va, dice que va a comprar un disco de Status Quo”. Ni ellos mismos se toman tan en serio, a pesar de haber parido un clásico instantáneo.


 

Thirteen (Creation / Geffen, 1993)

 

 

         Tras Bandwagonesque había hambre de canciones del grupo. Escuchado sin ningún antecedente sobre sus autores, no deja de ser un buen disco, como grandes momentos como “Norman 3”, “Commercial Alternative”, “Gene Clark”, “Radio”, “120 Mins”, “Hang On”… En cuanto al sonido, por un lado intentan darle una orientación más rock y, por otro, utilizan más teclados que nunca, violines, cellos, flautas… Sin embargo, no todo resulta como debiera: tras seis meses de grabación, el grupo no disimula al hablar del laborioso proceso y de lo que les ha costado darle forma. En consecuencia, el disco es acogido con mayor frialdad. No es de extrañar, porque superar a su antecesor no estaba al alcance de casi nadie. Las primeras copias incluían seis canciones extra no acreditadas, entre ellas versiones de Phil Ochs y The Flying Burrito Brothers.

 


Deep Fried Fanclub (Paperhouse, 1995)

 

 

         Paperhouse intentó rentabilizar su inversión del pasado en Teenage Fanclub -les ofrecieron su primer contrato nada más formarse-, editando esta colección de canciones grabadas mientras estaban con el sello en 1990, al que añadieron su single para la compañía K de 1992. Aquí están los singles “Everything Flows”, “God Knows It’s True”, varias caras B interesantes para quienes busquen tenerlo todo del grupo y distintas versiones: “The Ballad Of John And Yoko” (The Beatles), “Don’t Cry No Tears” (Neil Young), “Free Again” (Alex Chilton) y “Bad Seed” (Beat Happening). No pasa de ser una curiosidad. La futura colección de caras B mucho más completa que el grupo nos debe será más apetitosa.

 


Grand Prix (Creation / Geffen, 1995)

 

 

         Se impone la democracia en el seno del grupo y a uno le quedan ganas de asegurar que se trata del sistema político perfecto tras escuchar Grand Prix. Para ellos es su mejor álbum, y se podría decir que el referente de todas las grabaciones de la banda, ése que sirve para medir a todos sus otros discos. Si hasta ahora el compositor más celebrado del grupo había sido Norman Blake, Gerard Love y Raymond McGinley se sitúan a su altura. Tanto el sonido como sus emociones se calman para abrazar sus influencias y recrearlas con tino (“About You” remite a The Beatles, “Neil Jung” a Alex Chilton, “Sparky’s Dream” a The Byrds), incluyendo canciones más lentas ausentes hasta el momento de su repertorio como “Tears” o “Say No”. Aún hoy sigue siendo el centro de sus actuaciones. El álbum pop perfecto, que debería ser el rasero por el que todos midieran la palabra pop.

 


Songs From Northern Britain (Creation-Sony, 1997)

 

 

         Tras la reinterpretación acústica de cuatro de sus canciones en el EP Teenage Fanclub Have Lost It (“Don’t Look Back”, “Everything Flows”, “Starsign” y “120 Mins.”) el grupo registra su siguiente álbum. Si la fórmula había salido bien en su anterior disco, valía la pena repetirla. De nuevo con David Bianco en los controles, el disco toma también el modelo acústico del EP para gran parte de sus canciones, con una participación destacada de los teclados. De nuevo se repite el reparto de cuatro canciones por cada uno de los tres compositores, incluyendo parte de las favoritas de la banda y de sus seguidores: “Start Again”, “Ain’t That Enough”, “Can’t Feel My Soul”, “Take The Long Way Round”, “Winter”, “I Don’t Care”… Nada mejor para una soleada tarde de otoño. Junto a Bandwagonesque y Gran Prix, el tercer disco que todo amante del pop debería tener.

 


Howdy! (Columbia-Sony, 2000)

 

 

         El modelo ha cuajado definitivamente y ya sólo queda trabajarlo. Cuatro canciones por cada uno de los tres. Guitarras acústicas y eléctricas casi a partes iguales. Armonías vocales. Melodías. Estribillos. Aquí, además de unos arreglos más ambiciosos, es McGinley el que parece haber mejorado con los años, aportando “The Sun Shines From You”, “I Can’t Find My Way Home”, “Hapiness” y “My Uptight Life”, aunque Gerard Love aporta gemas como “Near You”, “I Need Direction” y “The Town And The City”. Norman Blake no consigue igualar sus logros del pasado. Para cualquier grupo sería un gran disco, pero para Teenage Fanclub se queda por debajo de su trilogía de discos mágicos ya citados.

 

 

Words Of Wisdom And Hope (Geographic / Alternative Tentacles, 2002)

 

 

         Cuando ya parecía que la fórmula no daba más de sí, Teenage Fanclub se descuelga con un disco distinto, el más atípico de su discografía. No es que no tenga nada que ver con el resto de su obra, pero el canon al que nos habían acostumbrado se rompe en este álbum. Evidentemente, hay que contar con que el disco fue grabado a medias con Jad Fair, componente de Half Japanese (y padre de Simon Fair Timony, un niño que, a sus once años, era uno de los mejores amigos de Kurt Cobain, a quien le dedicó “I Love You Anyway” con su grupo The Stinky Puffs, tal vez el homenaje más emotivo al líder de Nirvana). O sea, un álbum a medio camino entre el sonido independiente del americano y el pop de los escoceses. Para algunos podría ser algo así como el regreso del grupo a los días de A Catholic Education, lo que es lo mismo que decir que faltan melodías que enganchen.

 


Four Thousand Seven Hundred And Sixty-Six Seconds: A Shor Cut To Teenage Fanclub (Columbia-Sony, 2002)

 

 

         El disco que sirvió para poner fin a su relación con la multinacional Sony y con una portada que parece sacada de los mejores tiempos del rock sinfónico. Con decir que éste es el único recopilatorio del grupo hasta el momento, estaría todo dicho. Perfecto para quienes quieren iniciarse en el mundo de Teenage Fanclub. Además, al estar recogidas casi todas sus grandes canciones y singles, se puede asegurar sin la más mínima duda que es un disco pop perfecto. Como jugada comercial, incluía tres canciones nuevas, cómo no, una por cada uno de los tres compositores: “The World’ll Be OK” de McGinley, “Empty Space” de Love y “Did I Say” de Blake.

 


Man-Made (PeMa, 2005)

 

 

         Cinco años después de su último disco en estudio, Teenage Fanclub regresan con un nuevo álbum editado en su propio sello discográfico, PeMa. Ya no se deben a nadie ni a nada, ya gozan de la condición de clásicos, ya saben que interpretan a la perfección su libro de estilo, así que sólo queda revestirlo de alguna otra forma. Por eso deciden contar con el productor John McEntire, de forma que el interés, una vez conseguidas las melodías y las armonías, se centre en los arreglos. Por ahí parece que puede estar la única vía de evolución del grupo. Tras cinco años de ausencia, sus canciones se aprecian de nuevo, y hay varias que se pueden sumar a lo mejor de su repertorio sin desmerecer. Lo mejor de todo es que éstas cambian de un día para otro, así que aún se pueden esperar más melodías exquisitas desde el Norte de Gran Bretaña.

 

Xavier Valiño
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PAREJAS ROCK

ARTÍCULOS 2005 RUFUS WAINWRIGHT CONCIERTO

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ARTÍCULOS 2005


 

Parejas rock, mundos irreconciliables

 

Las parejas deben discutir (“Couples Must Fight”; Jonathan Richman)

 

El culto a la celebridad domina la cultura popular. Si hace no mucho una estrella del rock nos empujaba a aspirar vagamente a un estilo determinado de vida, hoy en día conocemos perfectamente hasta el contenido de sus cubos de la basura.

 

Últimamente, además, parecen estar de moda las relaciones entre dos músicos con la consiguiente persecución de las publicaciones periódicas de color rosa. Además, comportamientos como los de Phil Collins, quien se separó de su primera mujer por correo, de la segunda por telex y de la tercera por fax, no ayudan precisamente a pasar desapercibidos.

 

En los primeros tiempos del rock’n’roll, la historia giraba alrededor de los hombres. Conocida es, por ejemplo, la historia de la noche de bodas en la que David Bowie convenció a su mujer Angie para que participara otra mujer. Entonces, las parejas rock no eran, precisamente, un modelo a seguir, a menos que se tomase a Paul y Linda McCartney como referencia.

 

Hoy, la situación y la posición de la mujer en este tipo de relaciones han cambiado sustancialmente, pero no dejan de producirse situaciones, cuando menos, llamativas. Repasemos su evolución a través de alguna de las historias más curiosas.

 

 

*     ABBA: Anni-Frid y Benny, Björn y Agnetha. ABBA. Los dos músicos, Benny y Björn, contrataron a dos cantantes de sesión en 1972 en Estocolmo, Anni-Frid y Agnetha, para ayudarles con su primer disco, y acabaron casándose con ellas, convirtiéndose, a continuación, en el grupo pop más exitoso de la historia. En 1979, después de tres niños y múltiples desavenencias, Björn y Agnetha se divorcian. Dos años más tarde, Anni-Frid y Benny hacen lo propio, argumentando que “si el grupo ha podido sobrevivir a un primer divorcio, podrá también con el nuestro”. No tardaron ni doce meses en disolver el cuarteto.

 

 

*     Annie Lennox y Dave Stewart (Eurythmics). Se conocieron en 1976 en el restaurante en el que ella trabajaba como camarera. Empezaron como The Tourists. Cuando llegó el momento de formar Eurythmics, decidieron romper la relación. “Fue escoger entre nosotros o el grupo”. Su debut, Sweet Dreams, se nutría de la ruptura. La separación de 1990 sólo tuvo en cuenta las diferencias musicales. Volvieron a juntarse en 1999, resolviendo sus desavenencias a cambio de llevarse una buena tajada económica.

 

*     Björk y Goldie. Björk y Tricky. Por su comportamiento, podría dar la impresión de que Tricky tenía buenas credenciales como pandillero pero, que se sepa, al menos no las ha utilizado en un par de ocasiones. En aquel momento, Goldie y Björk eran pareja. Tricky había invitado a Björk a grabar dos canciones de su disco Pre-Millennium Tension. Los rumores de un romance no se hicieron esperar. Goldie telefoneó a Tricky para concertar una pelea en Londres, pero éste no le hizo caso. Cuando Tricky se dejó caer por el club Roxy de Nueva York, donde Goldie estaba pinchando, un fotógrafo intentó retratarlos juntarlos. “¡Intentó pegarme!”, recordaba después Tricky. “Le contesté que de ninguna manera iba a salir a la calle a tirarme por los suelos con él. ¡Yo llevaba puesto un vestido!”

 

*     Bob y Rita Marley. Lo vivieron todo juntos, desde sus comienzos en una chabola, pero, cuando a él le llegó el éxito, siguieron juntos aunque en viviendas distintas. Bob Marley se permitió vivir con otras amantes, pero no dejó que Rita hiciera lo mismo. Aun así, Rita Marley fue la que le educó a alguno de sus hijos extramatrimoniales. En su autobiografía, Rita habla también de agresiones sexuales cuando ya estaban separados.

 

*     Boy George y Jon Moss (Culture Club). Se conocieron en los primeros 80 y decidieron formar un grupo juntos, Culture Club. Boy George ponía la imagen y cantaba, mientras que Jon Moss era el batería. Permanecieron juntos seis años. Rompieron por las presiones de las giras, las drogas y el resentimiento de Jon por el éxito de su compañero. “Era imposible seguir y ser como Abba”, comentó Boy George. “Él solía decirme: ‘Eras un don nadie cuando te conocí, así que no me traigas nada de esa mierda de Boy George’”.

 

 

*     Cher y Sonny. Cher y Gregg Allman (Allman Brothers). Sonny y Cher se conocieron en un café cercano al lugar en el que Cher, con 16 años y sin trabajo, acababa de grabar su primera canción. Sonny Bono era ya una institución y se convirtió en su mentor. Durante los primeros meses compartieron casa, pero no la cama. Cuando la madre de Cher descubrió la situación, ella le declaró su amor a Sonny. Años más tarde, se separaron entre revelaciones en público de infidelidades. Cher se casó con Gregg Allman sólo tres días después de su divorcio, y con él vivió intensamente la adicción de éste al alcohol y las drogas. Dos años duró su matrimonio, no sin antes dejar grabado un álbum a dúo del que hoy no quiere oír hablar ninguno de los dos: Allman And Woman (Allman y señora). Tras pasar por una etapa como corista de Meat Loaf, Cher recuperó en los 80 su independencia y el éxito comercial en su carrera.

 

*     Chrissie Hynde (The Pretenders) y Ray Davies (The Kinks). Chrissie Hynde y Jim Kerr (Simple Minds). Jim Kerr y Patsy Kensit (Eight Wonder). Patsy Kensit y Liam Gallagher (Oasis). Liam Gallagher y Nicole Appleton (All Saints). Liam Howlett (The Prodigy) y Natalie Appleton (All Saints). Chrissie Hynde convivió en los primeros tiempos de The Pretenders con su guitarrista, James Honeyman-Scott. En la gira norteamericana de 1980, Chrissie conoció a su ídolo, Ray Davies, líder de The Kinks, del que ya había grabado un par de versiones: “I Go To Sleep” y “Stop Your Sobbing”. Su idilio no gustó nada a su antiguo amante, quien un buen día la emprendió a golpes con Ray Davies. Aun así, siguieron adelante y se casaron; en un primer intento, el juez rehusó celebrar la ceremonia porque Chrissie y Ray no dejaban de discutir. Tras la anunciada separación, Chrissie se unió a Jim Kerr, entonces líder de unos Simple Minds en su momento de más gloria. Al romper, a causa de la nueva relación de Chrissie Hynde con Ali Campbell de UB40, Jim Kerr se unió a Patsy Kensit, la rubia cantante de Eight Wonder y actriz de, por ejemplo, Beltenebros, de Pilar Miró. Tras esta ruptura, Patsy Kensit se casó con Liam Gallagher, cantante de unos recién llegados Oasis. Después de repetidas broncas aireadas por los medios y la consiguiente separación, Liam se unió a Nicole Appleton, de All Saints. Su hermana Natalie está casada con Liam Howlett, de Prodigy. Éste es, hasta ahora, el último capítulo de esta curiosa cadena.

 

*     Elvis Costello y Cait O’Riordan (The Pogues). En 1985, Costello produce el segundo álbum de The Pogues y se enamora de su bajista, Cait O’Riordan, divorciándose de su primera mujer, Mary Costello. “Somos los Sonny y Cher de los 80”, aseguró, “y yo soy Cher”. Blood And Chocolate, su disco de 1986, hablaba de su experiencia con canciones como “I Hope You’re Happy Now” (“Espero que seas feliz ahora”) y “I Want You” (“Te quiero”). Mientras duraba su matrimonio con Mary, Costello ya había tenido una relación con la famosa groupie Bebe Buell, pareja en su día de Steven Tyler y madre de la actriz Liv Tyler. Recientemente, Costello se ha divorciado de Cait O'Riordan para casarse con la diva canadiense del jazz Diana Krall. Su disco North, tres lustros después, vuelve a reflejar una situación similar, aunque esta vez cambiando el rock’n’roll de entonces por el jazz.

 

*     Gwen Stefani (No Doubt) y Gavin Rossdale (Bush). Seguro que la vida de Gwen Stefani cambió completamente el día que descubrió que su pareja durante 10 años, Gavin Rossdale, tenía una hija de 15 años con Pearl Lowe, anteriormente cantante del grupo británico Powder. Pero no acabó todo ahí: Pearl Lowe, casada con el bajista de Supergrass Danny Goffey, admitió haber practicado el intercambio de parejas con el actor Jude Law y su esposa Sadie Frost durante unas vacaciones en Grecia. Los lazos imprevistos -o, mejor dicho, el intercambio de fluidos acabaron por unir a la aspirante a actriz Gwen Stefani con la estrella Jude Law. Sorpresas te da la vida.

 

*     Ike y Tina Turner. Cualquiera que haya visto la película sobre la historia de Tina Turner, tendrá una idea suficientemente aproximada de qué sucedió. Por supuesto que es sólo una de las dos versiones de lo ocurrido, pero probablemente no difiera mucho de la cruda realidad. Se conocieron en 1958 y ella pasó a formar parte de su banda. Aunque no le gustaba especialmente -“era como dormir con mi hermano”, aseguró-, iniciaron una relación. Poco después empezaron los abusos. “Era su única herramienta. Mi ojo izquierdo estaba negro todo el tiempo y mi nariz rota”. Tras abandonarlo, Tina tuvo una segunda juventud como estrella de grandes estadios.

 

*     Jennifer López y Puff Daddy. O cuando es más importante lo que digan de ti en las revistas que tu carrera musical. El día en que Jennifer tuvo que escoger entre su amor y su trabajo, entre su pareja y su reputación, justo cuando Puff Daddy estaba siendo procesado por haber disparado un arma, Jennifer lo tuvo claro: los negocios van primero, así que no le costó mucho decirle adiós. Rompió la relación un 14 de febrero, día de San Valentín.

 

*     Joan Baez y Bob Dylan. Fue Joan Baez, la heroína de la escena folk en aquel momento, la que invitó a un entonces desconocido Bob Dylan a participar en el Festival Folk de Newport en 1963. Además, convirtió las canciones del que ya se había transformado en su nuevo novio en el pilar de sus recitales en directo. Al poco tiempo, los papeles cambiaron: Dylan se convirtió en una estrella por derecho propio, dejando atrás la escena folk por una vida en el más revuelto mar del rock’n’roll. Quien debería estar agradecido, no lo demostró en público, y el documental Don’t Look Back muestra sin rodeos el desprecio con el que Dylan trató posteriormente a Joan Baez.

 

*     John Lennon y Yoko Ono. Su relación, que estalló bajo el escrutinio público, estaba por encima de todo. Por desgracia para ella, Yoko Ono siempre será recordada por la parte negativa. Después de ser la causa del primer divorcio de John Lennon y, para algunos, de la separación de The Beatles, en los 70 Yoko se hizo con el control de la relación. Mientras se relacionaba con otros hombres en Nueva York, Yoko proveía a John de las amantes que ella creía que no se iban a interponer en su relación, controlaba sus llamadas, escogía sus amistades y le programaba sus actividades. Además, tuvieron que pasar por varios abortos, el rapto de la hija de Yoko y el intento de deportación del gobierno Nixon -en el mismo momento en que a Yoko Ono se le otorgó el permiso de residencia definitivo en los EEUU, a John Lennon le dieron 60 días para abandonar el país-. Y, a pesar de todo, siguieron juntos hasta el final.

 

*     Johnny Cash y June Carter Cash. En 1966, cuando se conocieron, la carrera de Johnny Cash, cantante country que tenía una vida más rockera que la mayoría de artistas de este estilo, estaba hecha trizas, en especial debido a su adicción al alcohol y las anfetaminas. Ella lo sacó del pozo y compuso con él dos de sus grandes himnos: “I Walk The Line” y “Ring Of Fire”. Agradecido, Johnny Cash se le declaró en 1968 en el escenario, delante de una sorprendida audiencia.

 

*     Justine Frischmann (Elastica) y Brett Anderson (Suede). Justine Frischmann y Damon Albarn (Blur). La futura arquitecta Justine Frischmann se encontró con el estudiante de arte Brett Anderson en la universidad a principios de los 90. Ella deja de estudiar, se mete en Suede y, poco después, abandona a Brett por Damon Albarn, de Blur. La mitad de las canciones en el disco homónimo de debut de Suede hablaban de aquella ruptura, especialmente “Animal Nitrate”, que Brett escribió, según los rumores, cuando ella regresó a casa con marcas por toda la espalda después de dormir con Damon. Justine le contestó con “Never Here” en el debut homónimo de Elastica. Más tarde, Damon Albarn aireó la ruptura de su relación en 13. En esta ocasión, ella comentó que no le había gustado nada, pero no tuvo ocasión de responder porque Elastica ya no existía como grupo.

 

*     Kurt Cobain y Courtney Love. Según Courtney Love, “congeniamos hablando de productos farmacéuticos”. Podría parecer la pareja perfecta, por cuanto sus gustos coincidían en lo musical y en sus vicios secretos. Sin embargo, cuando Kurt Cobain se suicidó, llevaba varias semanas sin ver a su mujer. Estaba claro que la fama era lo que ella buscaba y lo que, al mismo tiempo, él aborrecía, por lo que entre ellos el abismo fue creciendo. Días después del suicidio de Kurt, y entre rumores de relaciones de Courtney Love con Evan Dando y Trent Reznor, Hole editó un disco de nombre más que aclaratorio: Live Through This (Vivir con todo esto).

 

*     Lisa-Marie Presley y Michael Jackson. Nadie se creyó su boda. La hija de Elvis buscaba iniciar su carrera con el apoyo de Michael y él buscaba distanciarse de las acusaciones de abusos a menores. En público siempre intentaban demostrar, sobreactuando, que su matrimonio era de verdad, aunque cada uno vivía en su mansión. El día que Lisa fue con sus hijos de visita a Neverland, la mansión de Jackson, y se vio rodeada de monos y otras excentricidades, puso fin a la relación. No habían pasado ni doce meses.

 

*     Marianne Faithfull y Mick Jagger. Al principio, todo marchaba bien entre ellos, tanto que Jagger y Richards le compusieron a Marianne Faithfull varias canciones, incluyendo la más recordada de todas las que grabó, “As Tears Go By”. En 1967, Jagger y Richards fueron detenidos en una redada en la casa de campo del segundo, impulsada por periodistas que trabajaban para el periódico News Of The World, propiedad de Robert Murdoch. Según se dijo, cuando abrió la puerta, Faithfull estaba desnuda, con sólo una colcha persa alrededor. Jagger y Faithfull siguieron como pareja hasta finales de 1969, cuando viajaron a Australia para el rodaje de Ned Kelly. Allí, Faithfull sufrió una sobredosis de pastillas para dormir. La relación se terminó cuando fue enviada a casa en Inglaterra para recuperarse, mientras Jagger iniciaba una relación con la novia de Keith Richards, Anita Pallenberg.

 

*     Ozzy y Sharon Osbourne. La primera relación de Ozzy Osbourne había acabado súbitamente después de que éste disparase contra las gallinas de su mujer en una tarde de borrachera. A continuación se casó con Sharon, hija de su mánager Don Arden. Ésta le compró el contrato a su padre para sacárselo de en medio y convertirse ella en la responsable de la carrera de su marido. Más difícil fue acabar con sus vicios. En 1982, Sharon puso toda la ropa de Ozzy bajo llave, para impedirle marcharse de borrachera. Ozzy salió vestido con la ropa de su mujer y acabó en prisión por aliviarse contra un monumento de Texas, bajo la atónita mirada de dos agentes de la policía que lo detuvieron diciéndole: “Cuando meas en El Álamo, estás meando contra todo el Estado de Texas”. Al preguntarle que pensaría si ellos fuesen a orinar en el Palacio de Buckingham, Ozzy les respondió: “Buscaros la vida. ¡Me importa un bledo!”. En otra ocasión, pasó tres días “hablándole a un caballo” y le envió a su mujer todo su pelo rapado por correo, tras varias jornadas ‘de viaje’ con diferentes drogas. Más tarde, al ingresar en la clínica Betty Ford para desintoxicarse, lo primero que hizo fue preguntar dónde estaba el bar. Tras intentar estrangular a su mujer en una nueva borrachera y ser detenido, Ozzy dejó la bebida. Hoy es más famoso por el programa Los Osbourne, en el que ambos y dos de sus hijos se dejan seguir por las cámaras de televisión las 24 horas al día.

 

*     Patti Smith y Fred “Sonic” Smith. No es que ella cambiase su apellido al contraer matrimonio, porque ya lo compartían antes. Sin embargo, cuando se casaron en 1980, ella dejó su meteórica carrera en el rock para vivir con el que había sido guitarrista de los legendarios MC5 y, sobre todo -quién lo diría de ella-, cuidar a sus hijos y su huerta. En 1988, Patti Smith reapareció fugazmente con el disco Dream Of Life, pero no fue hasta la muerte de Fred que Patti Smith volvió al mundo de la música a tiempo completo.

 

*     Paul y Linda McCartney. Modelo de estabilidad en el cambiante mundo del rock, no merecen demasiada atención como pareja sentimental. Sin embargo, como pareja musical sí tienen algo que los convierte en interesantes, gracias, sobre todo, a los técnicos de sonido de sus actuaciones en directo, quienes ocultaban veladamente las aportaciones de Linda en Wings para que la mujer de Paul no enrojeciera de vergüenza. Aun así, en una ocasión decidieron aislar su voz en la interpretación de “Hey Jude”, y subirle el volumen, quedando para siempre en entredicho su papel en la banda. 

 

 

*     PJ Harvey y Nick Cave. Ninguno de los dos confirmó nunca su relación, pero tampoco hubo la menor duda, sobre todo cuando Nick Cave acabó reconociendo que las canciones de las que más se arrepentía eran aquellas de The Boatman’s Call en las que hablaba en primera persona. La destinataria, la chica del ‘pelo negro’, era PJ Harvey. Ella conoció a Cave a través de Mick Harvey, el guitarrista de los Bad Seeds, quien había participado en el disco de PJ Harvey To Bring You My Love. Después de reconocer que admiraba su trabajo y que sería interesante conocer a alguien del ‘mismo planeta musical’, PJ Harvey cantó con Nick Cave en el disco de éste Murder Ballads. Su dueto “Henry Lee” era una de las pocas historias en las que el personaje de Nick Cave era asesinado por una mujer. El vídeo los mostraba abrazándose y besándose. Su tormentosa relación se podría resumir en el par de líneas de “People Ain't No Good” (“La gente no es buena”), una de las canciones de The Boatman’s Call: “Envía una docena de lirios para nuestro amor, envía un ataúd de madera para nuestro amor”.

 

 

*     Rickie Lee Jones y Tom Waits. Ya llevaban unos meses juntos, pero todo se oficializó al aparecer Rickie Lee Jones en la contraportada del disco Blue Valentine junto a su autor, Tom Waits, en 1978. Se habían conocido en el Club Tropicana de Los Ángeles, incluso antes de que Rickie Lee Jones hubiese cantando nunca allí, en la época en la que ella dormía bajo la conocida señal de las montañas de Hollywood y trabajaba como camarera. Durante una temporada vivieron y lo bebieron todo juntos, pero su separación llegó tras el éxito del primer disco homónimo de Rickie Lee Jones. Tom Waits llevaba ya seis discos editados, giras por medio mundo y aún no había conseguido el menor éxito. En 1979, Waits se mudó a Nueva York y, poco después, en 1980, ya se había casado con Kathleen Breenan, coautora de muchas de sus canciones. A Rickie Lee Jones le costó más superar su ruptura y su siguiente disco, Pirates, estaba basado en la experiencia.

 

*     Tammy Wynette y George Jones. Fueron la primera pareja oficial del country y grabaron como dúo canciones como “Loving You Could Never Be Better” -“Nunca podrá haber nada mejor que amarte”-. El título poco tenía que ver con la realidad, ya que Tammy tuvo que aguantar seis años de matrimonio con un George Jones dedicado enteramente a su adicción al alcohol. Harta, un día tiró todas las botellas que quedaban en su casa y se llevó las llaves del coche. Él, ni corto ni perezoso, agarró su cortacésped, justo como el protagonista de Una historia verdadera de David Lynch, y a una velocidad de ocho kilómetros por hora se marchó a la licorería más cercana a darse un homenaje.

 

*     Traci Lords y Marilyn Manson. Evidentemente, Traci Lords será siempre recordada en primer lugar por su papel de reina del porno, con sus más de cien películas rodadas en un par de años, antes de cumplir los 18, gracias a haber falsificado su documentación. Pero también grabó un aceptable disco electrónico, 1000 Fires, y colaboró con Manic Street Preachers cantando “Little Baby Nothing” en su primer disco. Aquí aparece por su relación con Marilyn Manson, algo que éste reconoce en su autobiografía. No fue la última actriz porno con la que se relacionó Marilyn Manson, ya que después tuvo como pareja a Dita Von Tese, protagonista, entre otras, de Pin-Ups 2, del esteta Andrew Blake. Ginger Lynn, la otra gran estrella del porno de los 80, aguantó tres años al lado de Billy Idol, proporcionándole, al menos, el título de su disco Charmed Life (Vida encantadora).

 

*     Whitney Houston y Bobby Brown. Cuando se casaron, el 18 de julio de 1992, muchos predijeron que su matrimonio no duraría mucho, a pesar de que a los invitados a su boda les regalaron una bolsa con un trozo de su tarta y una nota que decía:  ‘Pon esta tarta debajo de tu almohada y sueña con nuestro amor verdadero.’ El caso es que siguen juntos pero… ¡a qué precio! Desde entonces, Whitney Houston no ha vuelto a tener carrera comercial destacable y todo parece que se debe a su desmedida afición por las drogas, que comparten desde que se conocieron. Son también célebres sus peleas en su casa de Atlanta, con Brown detenido en más de una ocasión, o la que protagonizaron en un aparcamiento público de Hawai en 1997, así como sus reiterados ingresos en la clínica Betty Ford para desintoxicarse o la expulsión de la cantante de la ceremonia de los Oscar en el 2000. Un año antes, Whitney Houston había comparecido junto a su marido en televisión para reconocer su adicción a las drogas. En la extraña entrevista, denegó que consumiera crack. “El crack es barato. Gano demasiado como para fumar crack”, aseguró. Cuando le preguntaron si era anoréxica o bulímica, dijo: “Whitney no va a ser gorda. ¡Nunca!” Tras quejarse de que la prensa se metía en sus asuntos privados, no tuvo reparos en comentar sus implantes en los pechos.

 

Xavier Valiño
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NOMBRES EN EL ROCK

RTÍCULOS 2005 RUFUS WAINWRIGHT CONCIERTO

La importancia de llamarse…

 Mi nombre es (“My Name Is”; Eminem)

Por supuesto que el título, la portada y la imagen son importantes en el mundo del rock, casi tanto -en algunos casos, incluso más- como el contenido de las canciones. ¿Y el nombre? “Mi nombre es…”, cantaba Eminem. Y no se sabe si lo tenía muy claro entonces, porque, al igual que otros muchos, se presentó en sus discos con diversas encarnaciones como Marshall Matthers o Slim Shady.

El nombre es, sobre todo, definitorio. Todos lo saben -o deberían saberlo-. Vamos, que Pink Martini no es un grupo de heavy y Sepultura no son la última sensación del sonido lounge. Lo habitual, si no se aventura uno en solitario, es tirar folios y folios a la papelera hasta que aparece ese nombre que hará fácilmente identificable un sonido y en el que todos los componentes de la nueva banda hallen un mínimo común denominador.

Una vez elegido, es mejor no cambiarlo. No por nada, aunque los antecedentes indican que conviene no andar dando bandazos por la vida y mantener al respetable en la seguridad de que saben a qué se enfrentan. En caso contrario, la esquizofrenia del artista conduce, irremisiblemente, al olvido inmediato sin la más mínima piedad.

Madonna es el último caso, aunque por ahora no está claro en qué acabará todo. Louise Veronica Ciccone -su auténtico nombre- comunicó a mediados del 2004 en una entrevista al canal televisivo estadounidense ABC que pasaba a ser Esther. Así, sin más, aunque no era todo: Madonna seguiría una nueva filosofía de vida: “He pasado al menos una década quitándome la ropa y sacándome fotos, diciendo palabrotas en televisión y haciendo cosas por el estilo. No me arrepiento, pero todo el mundo se quita la ropa y después, ¿qué? Me pusieron el nombre de mi madre. Ella murió de cáncer cuando yo era muy joven y yo… quería otro nombre”, confesó para justificar su decisión, añadiendo que se había recargado de energía gracias a “haber adoptado un nombre distinto”. 

La razón del cambio se debe a su identificación con el personaje bíblico del mismo nombre, Esther, y a sus años de práctica del estudio de la Cábala, teosofía esotérica derivada de la lectura del judaísmo más antiguo. En el Antiguo Testamento de la Biblia, Esther es el nombre de la reina que salvó a los judíos de una matanza, acontecimiento recordado en la festividad judía del Purim.

No obstante, reconociendo su especial devoción y tino con los negocios, y que seguro conoce bien los casos de aquellos que la precedieron, no parece fácil que se decida a correr el riesgo. Se admiten apuestas. ¿Seguirá la ‘chica material’ utilizando el nombre de Madonna en las portadas de sus discos y en sus lucrativas giras? ¿Se olvidará de Esther tan rápidamente como abrazó su nueva fe?

No tiene más que recordar el caso de Prince y seguro que se lo piensa. El de Minneapolis, después de ser el artista de color más creativo de los 80, decidió, a principios de los 90, que, desde ese momento, cambiaba su nombre por el de TAPKAP -The Artist Previously Known as Prince, El artista antes conocido como Prince-.

En su caso, todo aquello coincidió con su etapa de enfrentamiento con su discográfica, que se negaba a editar los cientos de canciones que el prolífico artista grababa indiscriminadamente, un episodio que tuvo su punto más reivindicativo cuando apareció en público con la palabra ‘esclavo’ escrita en sus mejillas.

Podría haber terminado ahí, pero no. Después se inventó un símbolo para identificarse,O(+>, tan complicado de reproducir que sólo podía escribirse manualmente. Su compañía tuvo que remitir urgentemente a los medios de comunicación archivos en los que aparecía el susodicho símbolo para que fuera posible transcribirlo en letra impresa. Si a alguien le pareció que el tema estaba más o menos bajo control, Prince rompió todos los esquemas al anunciar un nuevo nombre: Víctor.

Para cuando se cansó y claudicó, retomando el nombre de Prince, a nadie en el mundo le importaba ya lo más mínimo. Su carrera comercial había caído en picado y tan sólo sus actuaciones en directo mantenían su figura de actualidad, aunque hubiera que leerse los carteles un par de veces para saber con qué nombre actuaba.

Terence Trent D’Arby le siguió los pasos, y no sólo en lo musical. Tras un primer disco plagado de éxitos, Introducing The Hardline According To Terence Trent D’Arby, nunca volvió a conseguir la misma relevancia pública, ni siquiera cuando fue contratado para suplir al fallecido Michael Hutchence al frente de INXS. Así que, cuando reapareció como Sananda Maitreya, según él debido a una orden que había recibido en un sueño, pocos se lo tomaron en serio. Los conciertos de Sananda Maitreya de los últimos tiempos se anunciaban, cómo no, como el artista antes conocido como Terence Trent D’Arby.

La fe fue la que motivó que uno de los grandes artistas de los 70 a nivel comercial dejara de ser Cat Stevens para pasar a llamarse Yusuf Islam. Evidentemente, con la palabra Islam en su nombre, quedaba clara su conversión. Además, por si quedaba alguna duda, fue una de las voces públicas más relevantes que apoyaron la amenaza de muerte integrista contra el escritor Salman Rushdie. En su caso, su carrera no empezó una cuesta abajo sin final visible, sino que se negó a seguir grabando y editando discos.

En todo este tiempo, sus apariciones se pueden contar con los dedos de una mano. Cuando editó una nueva versión de su “Peace Train” en homenaje a los menores víctimas de la guerra de Irak, al Gobierno de los Estados Unidos no le pareció precisamente bien: durante un tiempo se le prohibió la entrada en aquel país. La explicación oficial, más que una disculpa, parecía una amenaza a todo aquel que profesara la religión musulmana: aunque pudiera no ser Cat Stevens, había alguien con el nombre de Yusuf Islam fichado en los archivos policiales.

El cambio puede reducirse a quitarse el diminutivo para recuperar su verdadero nombre, como intentó Debbie Harry de Blondie con su carrera en solitario, al decidir pasar a ser Deborah, un movimiento que más parecía querer ser un signo de madurez con el que dejar atrás el pop -¿simple, según su impresión?- de sus inicios.

 

También se puede reducir a un sencillo cambio de apellidos. John Cougar pasó a ser John Cougar Mellencamp, justo antes de decidirse por John Mellencamp. Daba igual: tanto Debbie como John no consiguieron con sus nuevas encarnaciones el éxito de antaño.

 

En el caso de John Lydon, lo cierto es que tuvo una digna carrera al frente de Public Image Limited (PIL). Su carácter deslenguado y provocador eran los ingredientes perfectos para que acabara formando parte de la versión británica de La isla de los famosos, poco después de la gira de reunión de los Sex Pistols, The Filthy Lucre Tour (La gira del lucro indecente), en la que reconocía abiertamente que se habían reunido “por la pasta”.

 

Suponemos que, con el mismo espíritu punk de siempre, lo que los demás pudieran pensar le daba igual. Él también es consciente de que su verdadera huella en la historia del rock la dejó cuando se hacía llamar Johnny Rotten -Juanito Podrido- al frente de los Sex Pistols, en unos pocos meses a finales de los 70.

 

También se han dado casos de cambios de nombres por parejas. Cuando Jennifer López decidió dejar a Puff Daddy en el momento en el que éste tenía que enfrentarse a un juicio que todo el mundo seguía -y que afectaba a la imagen pública de Jennifer: el amor no puede con los negocios en determinados ámbitos-, ambos optaron por nuevas identidades. J-Lo consiguió mantenerse más o menos en una primera plana, pero P Diddy, nombre sugerido por su colega Notorius Big, no volvió a levantar cabeza y se convirtió en objeto universal de ridículo.

 

Otros se complican más la vida. Lisa ‘Left Eye’ Lopes, componente del exitoso trío TLC optó por iniciar una carrera es solitario con el nombre de NINA, acrónimo de Nueva Identidad No Aplicable, siglas que, al parecer, también sirven en los ghettos para designar a las armas de nueve milímetros. Mientras, el rapero Q-Tip pasaba a ser Kamaal The Abstract, un nombre que, según él, iba mucho mejor con su música “más real y arriesgada”, y que era una combinación de su auténtico nombre y de un viejo seudónimo de los tiempos en que formaba parte de A Tribe Called Quest.

 

Nadie se enteró en ninguno de los dos casos, lo mismo que le pasó a Colin Vearncombe, nombre con el que ahora se presenta quien hace años consiguió el mérito de poner “Wonderful Life” en todas las listas para poder decir que fue artista de un único éxito cuando grababa como Black. ¿Y si hablamos de Peter None? Lo mismo, que nadie identifica a Herman, otrora líder de los recordados Herman’s Hermits.

 

Distinto es el caso de aquellos que utilizan otros nombres para ocasiones muy especiales, sobre todo conciertos únicos o grabaciones especiales, y que siguen con su nombre de siempre el resto de las veinticuatro horas del día. REM triunfó en un pequeño club londinense en 1991 como Bingo Hand Job, alcanzándose en la reventa cifras astronómicas para conseguir una entrada, después de que se corriera la voz por toda la ciudad. 

 

 

Sin embargo, a sus amigos de U2, disfrazados como The Daltons -se supone que un grupo de country- y teloneándose a sí mismos en su gira americana, nadie les hizo caso. En la gira de The Joshua Tree de 1987 aparecieron en escena dos veces: el 1 de noviembre en Indianápolis y el 18 del mismo mes en Los Ángeles. Poco después, el 12 de diciembre en Virginia, su lugar fue ocupado por miembros de su equipo. La última aparición pública de U2 como The Daltons se produjo en la ceremonia de entrega de los Grammy de 1989, donde Adam Clayton tomó, para presentarse, una famosa frase de los Blues Brothers de su película Granujas a todo ritmo: “Somos un grupo que tocamos dos estilos: country y western”.

 

Componentes de ambos grupos, REM y U2, tocaron juntos en una única ocasión, con motivo de la investidura del presidente Bill Clinton. Michael Stipe y Peter Back, de REM, junto a Adam Clayton y Larry Mullen, de U2, aparecieron con el nombre de Automatic Baby (en referencia a dos de sus discos de más éxito, Automatic For The People de REM y Achtung Baby de U2), para interpretar una única canción, “One”, de los irlandeses.

 

Franz Ferdinand utilizaron el nombre de A Touch Of Velvet para poder adelantar en pequeños clubes las canciones que formarían parte de su segundo disco. Y, a mediados de los 80, XTC editaron un par de discos psicodélicos con el nombre de The Dukes Of The Stratosphere (Los duques de la estratosfera) sin que nadie reconociese su verdadera identidad hasta que ellos mismos se descubrieron.

 

 

No es algo nuevo. The Beatles coquetearon con un nombre ficticio que no llegaron a utilizar, Ricky And The Red Streaks, que Paul McCartney propuso para irse de gira y con el que Jack Oliver, un ejecutivo de Apple, incluso llegó a reservar una actuación en Alemania para el grupo en la época del disco Let It Be, más o menos cuando estaban en trámites de separación definitiva.

 

Después, cada uno de ellos utilizó distintos seudónimos en sus aventuras en solitario. John Lennon fue, entre otros, Reverend Thumbs Ghurkin, Mel Torment, Dr. Winston, Booker Table And The Maitre D's, The Reverend Fred Gherkin, Beatcomber, Kaptain Kundalini, Mr. Leslie o Dwarf McDougal; Paul McCartney se convirtió en Percy Thrillington, Billy Martin, Apollo C. Vermouth o The Fireman para un disco que editó con el productor Youth; George Harrison apareció como Son Of Harry, Hari Georgeson, Jai Raj Harisein o L’Angelo Misterioso; finalmente, Ringo Starr se hizo pasar por Ognir Rats, Roy Dyke o Richie Snare.

 

El juego llegó tan lejos que, en más de una ocasión, The Beatles parecieron revivir tras su separación. En 1976, un grupo canadiense llamado Klaatu, que sonaba como los de Liverpool, jugó con el equívoco durante un tiempo hasta desvelar su identidad. Más adelante, en 1996, unos daneses llamados Rubber Band editaron Xmas The Beatmas, en el que jugaban a recrear conocidas canciones navideñas como si se tratase de temas de The Beatles. Sin ir más lejos, el “Last Christmas” de Wham sonaba como “Mr. Postman” y “Silent Night” adoptaba la forma de “Lucy In The Sky With Diamonds”, entre las once joyas de aquel impagable disco.

 

Elvis Costello utilizó a lo largo de su carrera diferentes disfraces, como Howard Coward, The Imposter, Napoleon Dynamite, The Beloved Entertainer, The Emotional Toothpaste o, incluso, su verdadero nombre, Declan Patrick -con el añadido de Aloysius- MacManus, pero sin olvidar nunca aquel que le había dado la fama. Por su parte, los Sex Pistols llegaron a presentarse de muy distintas guisas, entre ellas la de The Spots, acrónimo de Sex Pistols On Tour Secretly -Sex Pistols de gira secreta-.

 

En nuestro Estado, Los Peatones nacieron de la unión de Radio Futura y El Último de la Fila para una fiesta de Radio 3, mientras que Manolo García y Quimi Portet jugaron a ser teloneros de sí mismos en alguna ocasión cuando aún eran conocidos por Los Burros, vestidos de mujer y con el ‘original’ nombre de Las Burras. Travestido en ama de casa también se presentó Iván de Los Piratas junto a su hermano bajo el nombre de As Ferreiro, acompañando a un imaginario artista portugués llamado Rai Doriva, en actuaciones semanales durante unos meses en un pub de Vigo.

 

Los Del-Tonos, por problemas legales, se presentaron como Albert & The Blue Kings en un disco grabado con un pianista austriaco recreando clásicos del blues, o como Z Z Top un 28 de diciembre, día de los Santos Inocentes. Su líder, Hendrik Roever, grabó dos discos de ‘turbo-pop’ disfrazado de Hank, que se hacía pasar por su hermano.

 

 

No obstante, el grupo que más ha jugado al despiste es Siniestro Total, quienes se han presentado, según la ocasión, como Sonny Boy And The Williamson, Hound Dog Men (ambos grupos con una orientación blues), Los Minusválidos del Ritmo (su faceta pop), Os Subxenios (mirando hacia Frank Zappa), Los 7 Pelmas (banda de ska tipo Madness) o Loopy de Loup (tocando un poco de todo). Nada raro en un grupo que empezó con el descacharrante nombre de Mari Cruz Soriano y los que Afinan su Piano.

 

En cualquier caso, todos tenían claro el nombre que les daba de comer y sólo hicieron uso de sus alter egos para aventuras esporádicas. Por eso, lo de Madonna transformándose en Esther está por ver.

 

Xavier Valiño
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MARVIN GAYE THE MASTER

ARTÍCULOS 2005 RUFUS WAINWRIGHT CONCIERTO

Ultrasonica e-zine :: Xavier Valiño

ARTÍCULOS 2005


Marvin Gaye: The Master 1961-1984

        Cuando Marvin Gaye falleció en 1984, había dejado detrás uno de los legados más importantes del pop y, por extensión, de la música del siglo XX. Más que un brillante vocalista y un sutil compositor, fue un visionario, un artista revolucionario que expresó el sino de los tiempos al mismo tiempo que rompía moldes y creaba nuevas formas. Fue radical y romántico a la vez, un cantante que se había creado a sí mismo con un instinto nato para la revelación autobiográfica.

        Tuvo el talento único de convertir a sus oyentes en confidentes, de hacernos sentir su presencia inmediata. Su aura combinó esencias espirituales y sensuales. En su música, la combinación hizo maravillas; en su vida personal, los dos extremos chocaron. Tuvo éxito al traducir sus contradicciones en canciones complejas y hermosas. Hoy, más que nunca, aquella música habla a nuestros corazones con la máxima urgencia. Es música de valores permanentes, y eso es algo que la colección editada recientemente, The Master, 1961-1984 -tal vez la caja definitiva en el extenso abanico de sus recopilatorios- nos ayuda a recordar y comprender.

        Marvin Pentz Gay Jr. -la “e” la añadió a su apellido al entrar en el negocio musical- había nacido en 1939 en el estado de Washington. Su vida familiar fue determinante: su padre era un predicador y la mujer con la que se casó, Anna, no era otra que la hermana de Berry Gordy, el fundador del sello Motown. Como el mismo reconoció, en la iglesia aprendió el gozo esencial de la música y con Motown forjó el grueso de su gloriosa carrera.

        Aunque creció en una generación conformista, Marvin Gaye era todo lo contrario: un poeta concienciado, un artista anti-autoritarismo, tímido pero ambicioso, delicado pero temeroso, reflexivo y serio. Comenzó como batería de sesión aunque, muy pronto, se encontró cantando al frente de varias formaciones. Se veía a sí mismo como un baladista al estilo Sinatra y estaba decidido a oponerse a la maquinaria del sello Motown. 

        Sus primerizos intentos con material del tipo Nat King Cole fracasaron, así que pronto cedió e inició el mismo recorrido que los otros artistas de su discográfica. Con el ramillete de productores de la casa no tuvo ningún problema para hacerse popular. El espectro de sus primeros éxitos era amplio: de las locuras bailables como “Hitch Hike” a canciones empapadas de raíz gospel como “Can I Get A Witness”, de la caprichosa “Ain’t That Peculiar” a la desarmantemente sincera “How Sweet It Is (To Be Loved By You)”, Marvin Gaye se estableció como un solista reputado, incluso al iniciar una serie de celebrados duetos con Mary Wells (“What’s The Matter With You Baby”), Kim Weston (“It Takes Two”) y, sobre todo, Tammi Terrel. 

        Aún hoy, el equipo que formó con Tammi Terrel es el estándar con el que se comparan todos los duetos soul. Con Tammi Terrel, Marvin Gaye interpretaba el papel del amante sensible y entregado. Su estilo vocal nunca hostigaba, pero tampoco era arrollado por el de la mujer amada. Amantes sólo en la ficción de sus canciones, crearon la verosimilitud del romance perfecto. Mientras su país se estremecía por la Guerra del Vietnam, mientras los disturbios raciales estallaban por todas partes, aquellos duetos se convertían en una buena excusa para escapar de la realidad. 

        Marvin Gaye era, entonces, un maestro de la ensoñación. Aquellas canciones -“Ain’t No Mountain High Enough”, “Your Precious Love”, “If I Could Build My Whole World Around You”, “Ain’t Nothing Like The Real Thing”, “You Are All I Need To Get By”- todavía emocionan. Cuando Tammi Terrel sufrió un colapso en los brazos de Marvin Gaye, durante una actuación en el verano del 67, la fantasía terminó. Ella murió de un temor cerebral tres años más tarde y nada volvió a ser igual. 

        Ahí fue cuando Marvin Gaye se puso en la piel de su hermano, un veterano de guerra de Vietnam que regresaba a la confusión de la vida americana y, entre 1969 y 1971, compuso el que aún hoy es considerado por muchos el mejor disco de la historia del pop, What’s Going On

        Esta suite autoproducida fue escrita desde un punto de vista inequívocamente afroamericano, al tiempo que recogía la identificación de su autor con las ideas más perdurables de los hippies de la época y se inspiraba en los valores cristianos. Además de encarar temas de índole ecológico, social o espiritual, Marvin Gaye también rompió todos los moldes previos al grabar y repetir infinitas veces su voz. En lugar de un Marvin Gaye, se podían escuchar tres o cuatro a la vez; mientras fijaba una armonía, cada voz -su falsetto, su tenor suave, su gruñido- reflejaba un estado de ánimo diferente. 

        Aún hubo nuevos hitos, como Let’s Get It On o Here My Dear, hasta la resurrección triunfal en el 83 con Midnight Love, justo un año antes de ser asesinado por su padre con la pistola que él mismo le había regalado. En ese momento, los continuos roces entre los dos, marcados por el temor, los celos, el abuso de sustancias químicas y una fuerte carga autodestructiva por parte de ambos, tuvieron un abrupto final, liberando a aquella voz de ángel atrapada en un cuerpo de hombre. 

        Más de tres lustros después de su desaparición, las contradicciones que le acompañaron en vida continúan. Elementos de discordia y armonía aún resuenan en su música en forma de dulces oraciones. Cuando cantaba, como demuestra The Master, 1961-1984, los demonios que tiranizaban su alma eran controlados y se les hacía formar parte de su elevado código de belleza. Había conseguido, en fin, lo que Oscar Wilde llamó una “espiritualización de los sentidos”. 

Xavier Valiño

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