VAMPIRE WEEKEND: Only God Was Above Us
VAMPIRE WEEKEND: Only God Was Above Us (Columbia/Sony)
Han pasado dieciséis años desde que Vampire Weekend lanzara su álbum de debut homónimo. La banda parecía sacada directamente de la película El club de los poetas muertos con su aura de estudiantes hípsters, e inmediatamente causó un gran revuelo. Especialmente por canciones como “A-Punk” y “Oxford Comma”, dianas pop de ritmo acelerado pero que bebían tanto del ska como de las andanzas sudafricanas de Paul Simon. Desde entonces, sus siguientes trabajos fueron siempre recibidos positivamente.
Only God Was Above Us (Solo Dios estaba por encima de nosotros, título tomado de un accidente aéreo al que a un avión se le despegó la parte superior de su fuselaje en pleno vuelo), su quinto álbum, tiene un sonido más relajado. La constante variación de instrumentos, ritmos y estilos, mayor que en sus anteriores discos, lo hace impredecible y emocionante. La forma natural de cambiar entre música clásica, jazz y rock de guitarras para terminar en un arreglo orquestal a lo The Beatles dentro de una misma canción es algo ciertamente destacable y que no chirría en ningún momento, con una amplia lista de instrumentos a su servicio.
En sus textos, el cantante y compositor Ezra Koenig busca el optimismo en tiempos de guerra, desigualdad financiera, desinformación y desastres climáticos, con la conciencia histórica y la resignación como alivio, aunque sin evitar la diatriba directa como esas primeras palabras que dicen “Fuck the world” y que no es necesario traducirlas. “Cada generación pide sus propias disculpas”, canta Koenig con su característica y clara voz en el single “Gen-X Cops”, uno de sus mejores momentos.
Ezra Koenig, Chris Tomson y Chris Baio -con la colaboración ocasional de su antiguo compañero en la banda Rostam Batmanglij- tienen ahora alrededor de cuarenta años, pero nunca han perdido su energía juvenil, y a ello le suman años de experiencia y de apego a otros sonidos e inquietudes que han ido incorporado a su catálogo. Aquí suenan más libres que nunca, con lo que aquellos estudiantes se han ido convirtiendo en los maestros de un género en el que no parece sencillo que les surjan acólitos.