ULTRASONICA ARTÍCULOS 2007 THE SHINS

ULTRASONICA ARTÍCULOS 2007 THE SHINS

Ultrasonica e-zine :: Xavier Valiño

ARTÍCULOS 2007


 

THE SHINS: Wincing The Night Away  (Sub Pop-¡Pop Stock!)

 

 

         Muchas veces no conviene que tu nombre se pasee por la boca de todo el mundo. Cuando lo hace, las expectativas que eso genera van generalmente por delante de lo que uno puede llegar a conseguir, sobre todo si no hay detrás una experiencia de años y una actitud justificada de estar de vuelta de todo. James Mercer está justo a mitad de camino, y eso acaba por salir a la luz en su tercer disco, Wincing The Night Away.

 

         Hay experiencia, sí, pero no de tantos años y, sobre todo, no desde la primera fila del frente, donde se forja el carácter y el arrojo frente a los obstáculos y frente al resto del mundo. Cuando James Mercer desmanteló su anterior aventura Flake -también conocidos como Flake Music- en 1997, no tenía la más mínima idea de hasta dónde podría llegar a continuación si seguía en esto. Probablemente, The Shins nacieron como otro proyecto con el que dar salida a las canciones que Mercer seguía componiendo, aunque sin demasiado convencimiento de que aquello no fuera a acabar de forma distinta a cómo lo había hecho su anterior encarnación.

 

         Tampoco su debut Oh, Inverted World, publicado en el 2001, era para echar cohetes. En él quedaba claro que habían escuchado detenidamente y habían entendido bien las melodías de los 60, con especial atención a las composiciones de Brian Wilson con los Beach Boys, a Moby Grape o a los Moody Blues, pero con aquel disco era fácil de adivinar que no iban a pegar el salto a la primera división. Para ello tendrían que esperar un par de temporadas a que se dieran las circunstancias apropiadas: un disco de pop luminoso, Chutes Too Narrow, al menos en sus melodías -aunque no en sus textos-, en un momento en que puede que se necesitase algo así.

 

         El caso es que todo explotó en algo más grande y que fue más allá de lo que nadie hubiera sospechado, incluidos los propios componentes del grupo. Sí, también ayudó lo suyo que se incluyese el tema “New Slang” en la banda sonora de Algo en común, y que Natalie Portman asegurara que el grupo “cambiaría tu vida”, pero únicamente ese detalle por sí solo no hubiera conseguido que The Shins se lanzasen a una amplia gira por todo el mundo ni que pasasen a engrosar el reducido club de las bandas que superan el millón de copias vendidas.

 

         Cuatro años han tardado en darle continuidad, y ello se debe, sin duda alguna, al éxito de su segundo álbum y a las expectativas que generó. ¡Ay, las expectativas! Así que, ¿qué hacer cuando todo el mundo está pendiente de tus nuevos pasos? Por lo general, dos son las posibilidades más comúnmente elegidas. Puedes salir por la tangente y hacer casi irreconocible el sonido con el que te diste a conocer (como, por ejemplo, recientemente han hecho Clap Your Hands Say Yeah). O continuar en la línea de tu anterior disco (Franz Ferdinand, sin ir más lejos), sabiendo que así no harás más que agrandar el número de tus seguidores hasta que tengas la valentía suficiente como para enfrentarte al hecho de cómo ser verdaderamente creativo sin repetirte.

 

         The Shins han optado por el camino del medio, sabiendo que así seguramente no quedarán mal con nadie. Seguramente no lo hayan planteado en el local de ensayo ni tampoco en el estudio, y seguramente les haya salido inconscientemente, pero el grupo no ha hecho más que partir de su segundo álbum hacia algo que, puede, llegará más adelante. Por ahora sólo se intuye, aunque hay que decir que ni se repiten del todo ni parecen otra banda, lo cual hay que apuntarlo en su haber.

 

 

         En determinados momentos de su tercer álbum, Wincing The Night Away, parece como si el cuarteto de Alburquerque siguiera escribiendo canciones de estructura normal, como antes, aunque en lugar de guitarras les haya dado por los sintetizadores y otros instrumentos, con la intención de que sea ése el vehículo que haya de conducirnos hacia otra dimensión.

 

         “Sleeping Lessons” -por cierto, bastante cercana a “Very Loud” de los suecos Shout Out Louds-, que abre el disco con teclados que surgen de la niebla y continúa con guitarras acústicas, antes de transformarse en algo distinto con las voces al límite y capas de guitarras superpuestas, es la primera muestra de esa intención. Puede parecer calculado, pero incluso así han logrado que nos olvidemos de la intención y que sea la canción la que se imponga por derecho propio.

 

         No es el único ejemplo. Tal vez “Split Needles” sea la mejor muestra del nuevo rumbo, al tomar una vía más agresiva mientras que la orquestación y los sintetizadores incrementan la sensación de tensión. Al final del solo, hacia la mitad de la canción, dos teclados se enredan en un enfrentamiento durante cuatro segundos. Es un momento de duda, en el que, de haber durado 20 segundos, 40 segundos o más tiempo, probablemente estaríamos hablando de otro disco, porque eso significaría que se les habrían abierto otras puertas. Por ahora The Shins lo intuyen, pero falta el empuje necesario y el coraje para atreverse.

 

“Sealegs” añade a su paleta ritmos hip-hop, tal y como debería hacerlo un grupo de rock, sumándole sintetizadores de la escuela de la new wave y una guitarra que no desentonaría en un disco de Beck, haciendo casi irreconocible la base por la que resultan más reconocibles, el pop más inmediato.

 

“Red Rabbits” no sonaría fuera de lugar en el debut de Guillemots, mientras que “Turn On Me” es otro de esos momentos a recordar, un corte que comienza como si los Cramps estuvieran haciendo una versión de The Supremes (vamos, lo que tanto les pone a The Raveonettes), para acabar como una serenata a los corazones rotos, con una de esas líneas definitivas que tan bien sabe dejar caer Mercer: “Perteneces a un tiempo más simple / Soy una víctima del impacto de estas palabras / Y esto rima”.

 

Están también, cómo no, las canciones que más se identifican con los Shins que hasta ahora hemos conocido, en especial con los de Chutes Too Narrow: “Australia” o “Turn On Me” parecen remitir más al pop de los 80 que a los 60 en los que comenzaron reflejándose; ahora sí que uno da crédito a aquellas declaraciones en las que afirmaban que The Cure o The Smiths los marcaron en su día. “Girl Sailor”, en esta misma onda, no deja de ser una versión mucho mejor acabada de “Won Too Many Fights”, una canción que rondaba por Internet pero que nunca llegó a aparecer en sus discos. Pero, sobre todo, la que menos se distancia del pasado cercano es “Phantom Limb” que, según Mercer, habla de dos lesbianas adolescentes. En este single, The Shins destilan un aroma a The Byrds, el calor de los Beach Boys y la inmediatez de los Lemonheads de sus momentos de gloria pop.

 

Sin embargo, mientras “A Comet Appears” podría pasar por uno de sus mejores momentos, hay otras canciones que, seguramente, de no haber sentido el aliento del éxito a sus espaldas y seguir más sus instintos, se hubieran quedado por el camino, como “Pam Berry” o “Black Wave”. Por ahora están entre la continuidad y un futuro que parece alentador. Aún no tenemos el disco de The Shins que pueda cambiar nuestra vida, pero al menos seguro que la suya nunca volverá a ser lo mismo.

 

Xavier Valiño

ULTRASONICA ARTÍCULOS 2007 THE POLYPHONIC SPREE: The Fragile Army

ULTRASONICA ARTÍCULOS 2007 THE POLYPHONIC SPREE: The Fragile Army

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ARTÍCULOS 2007


THE POLYPHONIC SPREE: The Fragile Army (TVT-Popstock!)

 

 

         “Juntos, somos fuertes”. Con un instrumental de 29 segundos que lleva exactamente ese título regresan los de la túnica -ahora reconvertidos en monos negros de combate-. Sí, los 25 o los que sean exactamente a día de hoy. Algo ha cambiado, pero no tanto como parecen dejar entrever los primeros compases de “Running Away”, ya que por un momento parece que se trata del “Dreaming” de Blondie. Sospecha injustificada cuando entra el estribillo o, mejor dicho, el amplio coro. Entonces vuelven a parecer unos Flaming Lips empapados de optimismo contagioso.

 

         Cual unos I’m From Barcelona bastante más inspirados o unos Viva la gente transportados al siglo XXI y, claro está, más cercanos a las producciones de Dave Friedman -a imagen de otros colectivos como Arcade Fire, Broken Social Scene o Architecture In Helsinki-, los de Dallas no son más que el vehículo para la visión y las canciones pop de Tim DeLaughter. Sin embargo, aunque parecen más seguros y compactos que nunca, los textos dejan ver algo más de amargura por, cómo no, la guerra en la que su presidente los ha metido.

 

         Esa oscuridad no oculta la explosión pop de las canciones, apoyadas en las numerosas voces e instrumentos que contribuyen a decirlo mejor y más alto, más cercano al directo. Puede que no sean rentables, y de hecho están ya en su tercera discográfica con su tercer disco, pero “Oh I Feel Fine”, “Running Away”, “Watch Us Explode (Justify)”, “Younger Yesterday” o “The Championship” son pepinos incontestables que les merecen mejor suerte.

 

Xavier Valiño

ULTRASONICA ARTÍCULOS 2007 T. REX

ULTRASONICA ARTÍCULOS 2007 T. REX

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ARTÍCULOS 2007


T. Rex en televisión: el gurú metálico

“No era un ángel, no era perfecto, pero podía volar”. Así define uno de los invitados a Marc Bolan al principio del documental que se incluye en este DVD recientemente editado. Y después de contemplar las tres horas que en se recogen en T. Rex On T.V., dividida en cuatro apartados, poco más caber decir de alguien que, en lo más alto de su trayectoria, tuvo el mismo grado de devoción que The Beatles.

El primer DVD que se edita de Marc Bolan y su banda en televisión recoge una parte de las numerosas apariciones de T. Rex en la pequeña pantalla, en concreto 43 actuaciones de las más de 120 que todavía existen. Aunque no pretende ser exhaustivo, se han recogido las mejores de las que aún se conservan, tomadas especialmente de la televisión francesa y, sobre todo, de la alemana, que han tenido más cuidado a la hora de salvaguardar su legado musical que la televisión británica.

La primera parte, Ten Greatest Hits, recoge sus diez mayores éxitos entre 1971 y 1974 tomados de distintas grabaciones, desde “Ride A White Swan” hasta “Teenage Dream”, pasando, cómo no, por “Get It On”, “Telegram Sam”, “Children Of The Revolution” o “20th Century Boy”. En esta primera parte se echan de menos más actuaciones en directo, aunque hasta en los playbacks se advierte su carisma y relevancia en la época.

Sin embargo, en la segunda parte, Supersonic y Get It Together, sí que hay abundante material en directo entre las 19 apariciones que se recogen entre 1975 y 1977, incluyendo algunas canciones de un concierto en el Teatro de Wimbledon celebrado el 13 de agosto de 1976, como “I Love To Boggie” o “Laser Love”, y otras de una actuación en el Teatro Royal Drury Lane el 19 de diciembre del mismo año, como “The Soul Of My Suit” o “New York City”.

La tercera parte se compone de otras apariciones televisivas, especialmente una de 1971 en el programa ‘Music In The Round’, intercaladas con entrevistas a Marc Bolan. Sin dejar de ser interesantes, se nota, sobre todo en la primera, que tanto el entrevistado como el entrevistador no se sienten cómodos, subiendo inconscientemente el nivel de tensión en el plató.

Pero lo más interesante de este DVD llega justo al final, con un documental realizado por la BBC en 1997, tal vez el documental definitivo de su carrera, con entrevistas a músicos, colaboradores, amigos… En él se muestra toda su trayectoria: sus inicios en John’s Children, su etapa como dúo en Tyrannosaurus Rex en la órbita hippie -a la que llegaron después de asistir a una actuación de Ravi Shankar-, y su definitiva reconversión al rock en T. Rex, perdiendo aliados por el camino, como uno de sus máximos valedores hasta entonces, John Peel.

En sus 50 minutos quedan perfectamente recogidos su ascensión a lo más alto y su caída a mediados de los 70, criticado por casi todos, gordo, adicto a las drogas y convertido una caricatura de sí mismo, como Elvis Presley en su etapa Las Vegas. A pesar de todo, con la llegada del punk y la emisión de su propio programa en el 76 y 77, Marc Bolan fue recuperado por las nuevas generaciones, encontrando de nuevo la inspiración siendo ya todo un veterano a los 29 años, antes de fallecer en un accidente de tráfico justo un mes después que Elvis.

En el documental, esta vez sí subtitulado en castellano, también se puede ver alguna imagen de aquel sonado incidente de su show televisivo en 1977, en el que Bolan y su colega David Bowie iban a dar a conocer la primera canción que habían escrito juntos, aunque, en el estado en el que ambos estaban, no duró más que 30 segundos, el tiempo justo para que Bolan tropezase con el micro, se cayera del escenario y ambos acabasen tirados por el suelo, antes de que el realizador, avispado él, decidiera urgentemente adelantar un bloque de publicidad. Lo que revelan esas imágenes es que de su programa en televisión aquí no hay nada, por lo que seguramente en algún momento tendremos otro DVD con sus mejores momentos.

En cualquier caso, queda claro que Marc Bolan fue uno de los grandes e imprescindibles artistas del rock de todos los tiempos y este DVD es una excelente muestra de su esplendor en una época en la que T. Rex dominaba las listas de éxitos. 

Xavier Valiño

ULTRASONICA ARTÍCULOS 2007 SESENTONES

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ARTÍCULOS 2007


Aquellos maravillosos 60

   

Tras entrar en el siglo XXI, el rock anda ya por su año cincuenta y tantos. Alguna de sus estrellas, de las que más brillan en su firmamento, han pasado ya la crisis de los veinte, la de los treinta, la de los cuarenta, la de los cincuenta… ¡y entran ahora en la de los sesenta! Mal año este 2.007 para algunos viejos rockeros, de esos que nunca mueren. Llegan a los 60. Pero no te creas que les preocupa demasiado: viven cojonudamente de las rentas, la industria les permite -a los escogidos- grabar los discos que les da la gana, se les venera como dioses y alguno hasta tendrá su homenaje este año.

 

 

            No hay problema. Desde sus casas en Suiza seguirán preparando nuevos conciertos y nuevos discos, manteniendo bien vivo el espíritu rebelde del rock’n’roll. Mucho tienen aún que aprender los mocosos esos que empiezan a editar sus discos y así se lo seguirán demostrando, siempre que no haya que parar por alguna inoportuna visita a la clínica.

 

Si en meses precedentes llegaron también a tan estupenda edad Van Morrison, Neil Young, Cat Stevens, Malcom Aclaren, Robert Fripp, John Fogerty, mano-lenta Eric Clapton, Donovan, Patti Smith o la recauchutada Cher, algunos ya han pasado por la experiencia antes, y no parece que eso les haya hecho dejarlo. Como es el caso de los más conocidos, los Beatles, los que viven, claro, empeñados en demostrar que sus maquetas merecen un hueco en la historia y que ponerle música a bocetos de John Lennon era una idea de la leche, tanto que Paul McCartney parece que volverá a aprovecharla este año. O los Stones, embarcados en una nueva gira para poder morir con las botas puestas y batir el récord Guiness de ganancias por dar la vuelta al mundo desde los estadios. De entre ellos, el más joven, Ron Wood, es quien sí celebra su sexagésimo aniversario en este año.

 

  

            Vayamos ya con los que cumplen años en este 2.007. Quien se lleva siempre el gato al agua es el camaleón David Bowie, que celebra su cumpleaños entre homenajes y nuevas biografías, al lado de la bella Omán y viendo como lo mejor de su producción es saqueado y reivindicado continuamente, colaborando con Arcade Fire o TV On The Radio y con nueva película a estrenar. Ya avisó Mick Jagger: "No se puede llevar un par de zapatos nuevos en presencia de Bowie, porque te roba la idea".

 

            El bestia de su amigo Iggy Pop también está de fiesta. Todos los que organizan festivales saben que no hay nada como el torso desnudo de la Iguana para vender entradas y tener garantizados unos minutos en la tele, y el simpático Iggy Pop cumple cantando una vez más cualquiera de sus ¿éxitos? como si de un karaoke se tratara. Pone la misma entrega que si tuviera veinte años, o casi, que para eso está su hijo de mánager, esperando a colocarle la bata blanca y ayudarle en caso de desfallecimiento. Además, para contribuir a la celebración, prepara disco de regreso con los Stooges después de 34 años.

 

 

             Tampoco se libra Reinald Kenneth Dwight. ¿Qué quién es ese tipo? El del peluquín, claro. Elton John, que, tal y como se podía esperar en  época de plena reivindicación propia, colocó en el mercado el año pasado un disco que pretendía recuperar lo mejor de su producción en los 70, aunque no estuviera a la altura. Al menos nos olvidamos por un momento de la excusa de la muerte de alguien de la realeza para convertir una canción suya en el single más vendido de todos los tiempos.

 

            Vamos ahora con los pesos pesados. El primero es el Bonnie Tyler masculino, más conocido como Meat Loaf -cacho carne-. En su caso, lo más lógico sería darle un aire melodramático a tan señalado acontecimiento, colaborando de nuevo con su pareja artística Jim Steiner y pegando los gritos de rigor. A modo de saga cinematográfica, eso es exactamente lo que acaba de hacer, aunque no con su productor de toda la vida, reapareciendo con la tercera entrega del Murciélago salido del infiernoBat Out Of Hell– sin que le preocupase lo más mínimo.

 

            En el caso de Ian Anderson, de los añejos Jethro Tull, eso parece más impensable, pero cualquier día saca la flauta del empolvado estuche en el que la pasea por medio mundo -al tiempo que visita piscifactorías, ya que es un reputado empresario del sector-, y nos entrega un segundo Thick As A Brick. Recuerda que ya tuvimos unas segundas y terceras Tubular Bells, así que no tiene que ser tan complicado.

 

            Algunos no lo tienen tan claro. El héroe de la guitarra Brian May no encuentra su acorde desde que Freddie Mercury se fue. Seguro que aún queda alguna grabación inédita y así podría explicar otra vez la historia de Queen o montar otro musical, con o sin nuevo vocalista. Algo similar sucede con Santana, que aparece de vez en cuando… acompañando de un montón de gente que contribuye a que el mexicano no llegue con problemas de saldo a la jubilación.

 

 

Marianne Faithful está refugiada de nuevo en la campiña irlandesa, un tanto al margen del circo rock, aunque su lucha contra el cáncer seguro que la mantiene alejada de los escenarios y las grabaciones durante una temporada. Mientras Florian Scheneider, componente de los inventores del techno Kraftwerk, sigue paseando aquellas canciones que los hicieron inmortales en los 70 por los escenarios más ‘cool’ del planeta, dejando claro que son incapaces de aportar ya nada nuevo al mundo de la electrónica.

 

Otros que siguen de giras por los escenarios, entre las que se cuenta su reciente primera actuación en España, son los Eagles. Cuatro de sus componentes celebrarán así su aniversario, entre ellos Don Henley o Joe Walsh. Probablemente otro de los que está de celebración este año, Brian Johnson, cantante de AC/DC, se pavonee de nuevo sobre las tablas, aunque más difícil será ver en esa situación a otro sesentón, Jeff Lyne, de la Electric Ligh Orchestra.

 

 

            Quedan para el final los segundones. Ry Cooder vive de tocar en los discos de todo el mundo y de aliarse con distintos amigos de los cinco continentes, aunque anuncia también nuevo álbum para tan señalado año. Y Dave Davies, irreconciliable con su hermano Ray y The Kinks, debería empezar a pensar en volver al redil familiar. No le queda demasiado tiempo.

  

 

Los que no llegaron a la cita

 

            Puede que por eso su leyenda siga intacta. Algunos de los auténticos pioneros han dejado su huella en la historia del rock pero, por diversas causas, no han llegado hasta el 2007. En este año hubieran cumplido 60 años, y algunos de los que si han tenido esa suerte pactarían con el diablo o darían toda su carrera por gozar del respeto que tienen los que ahora siguen. Vamos allá.

 

 

            Últimamente todo el mundo recuerda a Gram Parsons, el auténtico precursor del country-rock, comandando The Byrds y The Flying Burrito Brothers. Sus dos únicos discos en solitario G.P. y Griveous Angel son reivindicados una y otra vez desde entonces. Apareció muerto en el 73 en un desierto cercano a Los Ángeles, con restos en su sangre de morfina, cocaína y alcohol. Su amigo Phil Kaufman robó su féretro días después y quemó sus restos junto al Joshua Tree, el mismo que dio título a aquel disco de U2.

 

            Tim Buckley no lo contará tampoco: después del fracaso comercial fue taxista, conductor para Sly Stone y acabó muriendo en el 75 después de confundir una dosis de cocaína con heroína. Y aunque su hijo Jeff Buckley se convirtió en el más digno de los herederos de los músicos rock del pasado, tampoco llega a esta fecha, ahogado en el Mississippi hace ahora 10 años.

 

 

           Marc Bolan estaba más en la onda del espectáculo, al menos con su época glam al frente de T. Rex. Antes había editado interesantes discos en solitario con títulos tan increíbles como Mi gente era hermosa y tenía el cielo en el pelo, pero ahora son felices por llevar estrellas en la frente. Murió en el 77 cuando el coche que conducía su novia Gloria Jones se estrelló, pero sus guitarrazos siguen aún bien vivos en la memoria y los discos de muchos.

 

            Menos extraño es saber que Keith Moon no haya llegado a este siglo con vida, dados sus excesos y la leyenda que le acompañaba. Mejor así: no pudo estrellar más Rolls Royce en las piscinas de los hoteles y Pete Townshed no pudo recriminarle nunca más la sordera que le causó una traca de explosivos que metió en su batería en una actuación televisiva.

 

 

Warren Zevon no tuvo siquiera ese éxito, y aunque colaboró con sus amigos de REM en el proyecto Hindu Love Gods y a pesar de que en su último disco, grabado mientras moría de cáncer, colaboraron un buen número de amigos famosos, no sirvió de nada. Menos mal que a todos nos suena aquel "Hombres-lobo de Londres" (“Werewolfes Of London”) -y que, no, no tiene nada que ver con una canción de La Unión-

 

            Steve Marriot, al frente de los Small Faces, fue la imagen de los mods auténticos, frente a los reciclados Who que la adaptaron por indicación de su mánager. Adeptos a las anfetaminas y al soul negro, pasaron del salvaje rhythm and blues al cabaret pop. Marriot murió en el 91, en un incendio en su casa mientras dormía una borrachera. Nadie es perfecto, que decía el otro.

 

Xavier Valiño

ULTRASONICA ARTÍCULOS 2007 PREFAB SPROUT

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ARTÍCULOS 2007


Se reedita el disco Steve McQueen de Prefab Sprout

 

 

         Prefab Sprout no era un grupo cualquiera -puede que aún haya que decir ‘no es un grupo cualquiera’, ya que en cualquier momento podrían resucitar-. Paddy McAloon tampoco. Y su segundo disco, Steve McQueen, que ahora se reedita, tampoco es un disco cualquiera, sino su cima creativa y uno de los mejores y más importantes discos del pop británico de los 80.

 

         En aquellos años, Paddy McAloon definía su pop como glamoroso. “Si voy a cualquier lado, intento ser invisible, de modo que pueda llevar una vida normal, y no miren para mí. Mi música es glamorosa en el sentido de que es ella la que pide atención, implora ser oída. No soy yo y una guitarra acústica para un desenchufado; se trata de una música muy rica. Si la pones en los cascos, creo que es una experiencia sónica. Al menos es mi opinión”.

 

Steve McQueen fue el segundo álbum de Prefab Sprout y uno de los baremos por los que se mide la palabra pop desde entonces, influyendo a gente tan distinta como The Divine Comedy o, sin ir más lejos, Sondre Lerche, que reconoce que es una de sus mayores influencias. Sirvan estas palabras de la revista Uncut para definir lo que para la mayoría de los críticos es un disco esencial de la música pop: “Una suite de canciones acerca del amor y del deseo, del querer y la ruptura: Steve McQueen fue el Pet Sounds de los 80, y por mucho que pase el tiempo su perfección resplandeciente no disminuirá”.

 

         El afán de perfeccionismo de Paddy McAloon quedó acreditado por el hecho de que a mediados de los 90 tuviese grabados cinco discos de los que no llegó a editar ninguno. “Diría que hay tantas cosas que puedes hacer con la vida que el patrón que escoges puede no ser el mejor, pero nunca lo llegas a saber. Haces ciertas cosas porque la necesidad te obliga a hacerlas o porque te gusta hacerlas, pero nunca tienes la seguridad de estar haciendo lo mejor. Me gusta pensar, desde un punto de vista creativo, que no tengo quejas. Aunque, a otro nivel, me pregunto si habré aprovechado mi tiempo de la mejor forma. Tal vez haya tenido algunos errores de los que otros hayan tomado cuenta”.

 

 

         Sobre sus canciones, que giran en su mayor parte acerca de las relaciones de pareja, ha reconocido últimamente: “Creo que cuando eres joven estás en contacto con otros sentimientos y quieres decir algo sobre el mundo. Hice muchas canciones así, que abordan asuntos diferentes. Quise escribir música romántica porque me gusta oírla, al igual que busqué utilizar canciones de amor para hablar de cosas externas a las relaciones amorosas. No obstante, alguna habla también de nuestra relación con nuestra propia mortalidad. El romance, para mí, es un tema que me gusta usar en un sentido más literario, en el sentido en que deseas las posibilidades que la vida tiene para darte, y no en el sentido que puede ofrecer un disco de Lionel Ritchie”.

 

En estos días se reedita Steve McQueen en formato de doble digipack. Además del álbum original remasterizado por Thomas Dolby con clásicos como “Bonny”, “When Love Breaks Down”, “Faron Young” y “Appetite”,  incluye un CD extra con excelentes versiones acústicas de ocho de sus temas interpretados por Paddy McAloon, además de nuevas fotos y textos.

 

Los ocho temas extra en acústico son: “Appetite”, “Bonny”, “Desire As”, “When Love Breaks Down”, “Goodbye Lucille”, “Moving The River”, “Faron Young” y “When The Angels”. El álbum estará disponible sólo durante un mes a un precio especial, en una ocasión única para hacerse con una obra maestra del pop.

 

Xavier Valiño
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