JOHNNY CASH

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ULTRASÓNICA

ARTÍCULOS 2002


Johnny Cash: cincuenta años de historia norteamericana

 No bebas, no fumes y, por supuesto, no consumas drogas ilegales, porque acabarán contigo. Eso es lo que dicen los médicos. Entonces uno pincha Man In Black, The Very Best Of Johnny Cash (Columbia-Sony) y, ¿qué es a lo que se enfrenta? A un hombre que cumple setenta años después de una vida llena de momentos álgidos, momentos para el olvido y, ciertamente, unas cuantas noches sin dormir y sin atender a prescripciones médicas. Nadie podría seguir su forma de vida y legar tan extraordinario bagaje después de cinco décadas. No es extraño que sea ya una leyenda. 

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CAMPUS GALICIA ARTICULO HIJOS DEL ROCK

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ULTRASÓNICA

ARTÍCULOS 2002


Hijos del rock: buscando mi destino

Jeef y Tim Buckley Bob y Jakob Dylan

“Odios a los mártires del rock”, cantaban Def Con Dos. ¿Y a los hijos del rock, a aquellos con padres que ya son leyenda en el olimpo rock, qué? ¿Es lícito odiarles por su –en la mayoría de los casos- intrascendente producción o hay que compadecerles por tener que soportar la sombra de sus progenitores y la omnipresente comparación con ellos?

Como en todo, hay que empezar por los Beatles. John Lennon aportó los genes para la apariencia física de sus vástagos, pero, definitivamente, fueron los de sus madres los que contribuyeron a que su música sonara tan distinta. Julian Lennon, hijo de su primera esposa Cynthia –y motivo de varias canciones de los Beatles, entre ellas “Lucy In The Sky With Diamonds” o “Hey Jude”-, paseó su faceta más amable por cinco discos en los que queda claro que también heredó la voz de su padre. Por su parte, Sean Lennon, hijo de su segunda mujer Yoko Ono –y el que aseguró que su padre había sido asesinado por el gobierno norteamericano-, se acercó más a las bandas independientes –fue bajista de Cibo Matto- antes de grabar un disco, Into The Sun, más arriesgado que los de su hermanastro, para el sello de The Beastie Boys.

Otros descendientes de los tres Beatles restantes lo intentan también, aunque más en un segundo plano. El hijo de Paul McCartney, James, toca guitarra y percusión en el último disco de su padre, Driving Rain. Dhani, hijo de George Harrison, colaboró con su padre en “Horse To Water”, la última canción del guitarrista recientemente desaparecido que estaba incluida en el disco colectivo de Jools Holland. Y Zack Starkey, hijo de Ringo Starr, es un reputado batería de estudio que ha tocado varias veces con su padre.

La década prodigiosa

En los 60, muchos se acunaron rodeados de guitarras eléctricas. No es de extrañar, pues, que una buena parte de los nombres que dominaron su escena vean a sus descendientes intentarlo por su cuenta.

De entre todos, destaca Jakob Dylan, preocupado siempre por marcar las distancias con su padre, Bob Dylan. Para empezar, se oculta detrás de una banda, The Wallflowers, aunque él sea el principal compositor, y rehuye el tema familiar en las entrevistas. Musicalmente, sus tres discos recuerdan más a Tom Petty –compañero, por otra parte, de Bob en el entretenimiento The Traveling Wilburys-, aunque en los textos no puede evitar recordar a su padre, algo que no es ningún desmérito.

También han intentado encontrar su propia personalidad otros hijos de aquellos pioneros. Dweezil Zappa, hijo de Frank Zappa, llegó a editar cuatro discos en solitario y dos en compañía de su hermano Ahmet como cantante, influenciados por luminarias del estilo Van Halen o Steve Vai.

Adam Cohen consiguió, después de trabajar con varios grupos durante los 90, grabar su primer disco en solitario en 1998, canciones de rock adulto más vigorosas que las de su padre Leonard Cohen. Curiosamente, fue la misma compañía de su padre, Columbia, quien se lo editó, porque si no…

Teddy Thompson, hijo de Richard Thompson y su esposa Linda, ha grabado y girado con sus padres en varias ocasiones. Su disco homónimo de debut le debe bastante al folk-rock que practican ellos. Van Morrison firma y participa en dos de las canciones del segundo disco de su hija Shana, 7 Wishes, quien ya había demostrado su espectacular voz acompañando a su padre en directo.

Otros marcan las diferencias. Chris Stills, hijo de Stephen Stills –de Crosby, Stills, Nash (& Young)- le dio a su disco de debut en 1998 un aire más independiente. Por su parte, Emma Townshend, hija de Pete Townshend, grabó su primer disco en 1998 en un estudio casero y reconoció que su principal influencia era Randy Newman.

Lo de Jasón Bonham, hijo de John Bonham, batería de Led Zeppelin es casi un caso de suplantación. Además de ocupar el lugar de su padre en las ocasiones en que Led Zeppelin se han reunido desde la muerte de John, ha hecho varias giras interpretando canciones del grupo de su padre y llegó a editar un disco titulado In The Name Of My Father: The Zepset Live From Electric Lady Land con el repertorio del grupo.

Sin embargo, fueron Wilson Phillips las únicas que en los 90 lograron un cierto éxito. Carnie y Wendy Wilson (hijas del Beach Boy Brian Wilson) y Chynna Phillips (hija de John y Michelle Phillips de The Mamas & The Papas) parece que entendieron bien que en estos años el pop edulcorado lo tiene más fácil. Eso sí, en sus dos discos demostraron que al menos se les había pegado algo de las armonías vocales de sus padres.

Cruce de caminos

Puede que en aquellos sonidos no estrictamente rock las comparaciones no sean tan habituales y sea más fácil forjarse un estilo propio. Desde luego, a Liza Minelli, hija de la cantante y actriz Judy Garland, aún siguiendo los pasos de su madre en el mundo del espectáculo –ambas representan perfectamente la época en la que cada una se dieron a conocer-, no se la valora con relación a sus antecedentes.

Nancy Sinatra, a pesar de alcanzar el número uno con “Somethin’ Stupid” al lado de su padre Frank Sinatra, optó inteligentemente por el pop y, durante los 60, sus composiciones con Lee Hazlewood –como “These Boots Are Made For Walkin’” o “Some Velvet Morning”- produjeron alguno de los éxitos infiltrados en las listas más atípicos de aquellos años.

Casi al mismo tiempo, Fela Kuti se convertía en el rey del afro-beat en África. Treinta años más tarde, su hijo Femi Kuti ha recogido su testigo y lleva camino de obtener su misma repercusión, aunque con el lastre de que precursores sólo lo son los primeros en llegar. Algo similar a lo que le sucede a Ziggy Marley -al que alguno de sus hermanos acompañan en directo- en relación con su padre, Bob Marley.

En Brasil, también a principios de los 60, Joao Gilberto daba vida a la bossa nova. Su hija Bebel Gilberto –sobrina también de Chico Buarque-, nacida en 1965, se lo tomó con calma. Grabó con su madre a los siete años, actuó con Stan Getz a los nueve, grabó su primer EP en 1988 y viene colaborando desde entonces con David Byrne, Thievery Corporation, Towa Tei, Caetano Veloso, Smoke City o Arto Lindsay, antes de grabar su primer disco, Tanto tempo, en el 2000, que supone algo más que una relectura electrónica de la bossa nova.

Don Cherry, trompetista de jazz al lado de visionarios como Ornette Coleman, ha visto como su hijo Eagle-Eye Cherry se ha hecho un hueco dentro del pop sin complicaciones con dos discos. Mientras, su hijastra Neneh Cherry barrió alguna de las fronteras entre el hip-hop y el pop en sus tres discos, aunque su fuerza se haya ido diluyendo con el paso del tiempo.

Asuntos internos

También dentro de nuestro Estado empiezan a despuntar algunos descendientes de los que, contra viento y marea, se han empeñado en dedicarse a esto. Lúa Ríos, al frente de su grupo Balboa, empieza a grabar sus primeras maquetas. Ella es la hija a la que Miguel Ríos le cantaba aquello de “Lúa, Lúa, Lúa, cuando crezcas algo llena tu cabeza de rock”. Por ahora parece que el consejo no cayó en saco roto.

Rodrigo, hijo del colega de Miguel Ríos, Rosendo, empieza ya a dar la cara, como en el último disco de su padre, con el que canta “El alma se colma”. Iker Piedrafita, hijo de Alfredo Piedrafita, guitarra de Barricada, tiene su propia banda, Los Dikers, con un par de discos en la onda Green Day.

Mientras, Raúl F. Rodríguez, hijo de Martirio, está a medio camino entre el flamenco y el rock, colaborando asiduamente con su madre o con gente como Kiko Veneno o Raminundo Amador.

La fiebre continúa

Quedan para el final tres artistas que se han situado, cuando menos, al mismo nivel que sus padres. Evidentemente, el caso de Whitney Houston sobrepasó en todos los sentidos a la atención que su madre, Cissy Houston, había despertado. Poco pudieron hacer discos como Presenting Cissy Houston o sus colaboraciones con Aretha Franklin. Ni siquiera su versión original de “Midnight Train To Georgia” la ayudó: al año siguiente representó un número uno para Gladis Knight & The Pips. Queda, para el morboso, el dueto que Cissy y Whitney grabaron juntas en 1988, “I Know Him So Well”.

El caso de Jeff Buckley, aún marcando las distancias con su padre, Tim Buckley, que lo abandonó de pequeño, duele por las semejanzas entre ambos. Ambos, artistas torturados de canciones intensas, murieron a la misma edad, los 29 años -de sobredosis el padre y ahogado el hijo-. El legado de los dos viene siendo reivindicado continuamente en los últimos años, con Starsailor, una de las últimas revelaciones del pop británico, como ejemplo: toman su nombre de un disco del padre y evocan en sus canciones a las del hijo.

La más reciente sorpresa viene de la mano del grupo que más elogios ha provocado en los últimos meses. The Strokes cuenta con un guitarrista de nombre sospechoso: Albert Hammond Jr. Una vez investigados sus lazos familiares, la sospecha se confirma: su padre es el mismísimo Albert Hammond, aquel que grabó “It Never Rains In Southern California” y acabó componiendo para Julio Iglesias. Sorpresas te da la vida…

Xavier Valiño

Hermanos carnales: ¿mundos paralelos?

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ARTÍCULOS 2002


Hermanos carnales: ¿mundos paralelos?

 

The Kinks y Oasis

Bastante difícil es ya tener que estar en una banda de rock, con todos los celos y las envidias que ello genera, o tener que aguantar a un hermano en la vida diaria, como para que ambos vengan juntos. The Kinks o Oasis no son más que el ejemplo más evidente de numerosos casos de amor y odio fratricida.

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Grupos Ficticios en la pantalla

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ARTÍCULOS 2002


Grupos ficticios en la pantalla

 

Stillwater en Casi famosos

        Muchas veces, cuando la ficción se acerca al rock’n’roll, acaba representando los peligros del éxito y el exceso, con un mensaje claro: “Da las gracias por lo que has conseguido y olvídate de toda esa tontería del estrellato pop.” En esto, el cine es como los padres. 

        A The Beatles –y a las Spice Girls también, ¿qué te creías?- se les permitió pasárselo bien en la gran pantalla, esencialmente porque aparecieron tal y como eran. Pero la representación en ficción del negocio musical parece que debe tener su moraleja: no puedes llegar a la cima y salir ileso. ¿Recuerdas cuántas veces tuvo que sufrir Elvis Presley por su corazón roto, o algo peor, en sus intercambiables fábulas de 90 minutos? 

        También es cierto que la pantalla nos ha dado algunos personajes rock fascinantes, a menudo más interesantes que los de la vida real. Desde luego, muchos han sido rematadamente malos y sus aventuras totalmente increíbles, pero otros han servido para regalarnos buenos momentos de celuloide, unas risas o, simplemente, para vender una banda sonora.

        Con estos antecedentes, aquí va una cronología seleccionada de algunos de los artistas más interesantes que nunca existieron y que fueron creados para la pantalla –cine o televisión-. No todos son clásicos, pero cada uno posee algo del sueño que todos tuvimos alguna vez. Como decía el lema publicitario de El ídolo: “Dime el nombre de algún chaval que nunca haya querido ser una estrella del rock’n’roll y te mostraré a un mentiroso.”

– Steven Shorter. Privilegio (Peter Watkins, 1967): El cantante de Manfred Mann, Paul Jones, interpreta a un rockero creado por el gobierno para dirigir a la juventud con su reconversión en baladista cristiano que llena los estadios. Antecedente de los U2 de Under A Blood Red Sky.

 

– The Archies. (Serie de TV, 1968): Don Kirshner, el creador de The Monkees, una vez que estos le retiraron el control sobre la banda, decidió dar vida a un grupo de estudio que tenía como base a unos dibujos animados –que no iban a rechistarle esta vez- y un cómic del dúo Wlliam Hanna y Joseph Barbera. Ron Dante era la anónima voz del éxito “Sugar, Sugar” de 1968. Por supuesto, predecesores de Gorrillaz.

 

– Josie And The Pussycats. (Serie de TV, 1970): Trío de dibujos animados con Josie a la voz y la guitarra, Melody en la batería y Valerie en la pandereta -¿y el bajo, qué?-. Creado por Hanna y Barbera, giraban por el mundo de ficción como banda de rock, viviendo increíbles aventuras, al igual que sus coetáneos Scooby-Doo y sus compinches. Su único disco, de 1970, contaba con la voz de Cheryl Ladd, más tarde una de Los Ángeles de Charlie. La versión cinematográfica se estrena en breve.

 

– The Carrie Nations. Más allá del valle de las muñecas (Russ Meyer, 1970): Tratándose de Russ Meyer, se puede suponer de qué iba: un trío de playmates bien agraciadas en una espiral desenfrenada de sexo desenfrenado, drogas, un manager transexual y bailes ridículos. Sus canciones se encuentran entre las favoritas de Courtney Love. 

– The Beach Bums. El fantasma del paraíso (Brian de Palma, 1974): Una parodia obvia de los Beach Boys en esta recordada película de Brian de Palma. Jeffrey Comanor es quien pone la voz en “Upholstery”, un pastiche de las canciones de coches de los Beach Boys. Otros: The Juicy Fruits, otros clones de los Beach Boys, Phoenix, una vocalista a la que explota una especie de Phil Spector, y The Undead, unos Kiss… ¡anteriores a los auténticos Kiss! 

– Jim MacLaine & The Stray Cats. El ídolo (Michael Apted, 1974): David Essex, rodeado de gente como Keith Moon o Dave Edmunds –quien, años más tarde, produciría el primer disco de los auténticos Stray Cats- interpreta a un rockero que llega a la fama y lo pierde todo. Secuela de That’ll Be The Day, del año anterior, en la misma línea. Ringo Starr participó en la primera, pero declinó intervenir en esta segunda porque, según sus palabras,  “siento el argumento como algo muy cercano.” 

– Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band. Sargento Pepper (Michael Schultz, 1978): En una de las más lamentables películas jamás hechas -o más risibles, según se vea-, los Bee Gees y Peter Frampton interpretan a la banda creada por la imaginación de los Beatles. Otros: Future Villain Band, Aerosmith en el papel de malos de la película -que antes les había sido ofrecido a Kiss-, y Molly McGuire, Dianne Steinberg -siempre al servicio de su manager, Donald Pleasence-. 

– The Rutles. (Película de TV, 1978): Empezaron en un oscuro programa de uno de los Monty Pitón, Eric Idle. Después protagonizaron su propio film para televisión, All You Need Is Cash, una parodia de los Beatles, con intervenciones de Mick Jagger, Paul Simon, George Harrison o Ron Wood. A partir de ahí, camino abonado para las giras y los discos. 

– Rose. La Rosa (Mark Rydell, 1979): El mejor papel que haya tenido Bette Midler, interpretando a una especie de Janis Joplin en esta película de tópicos sobre el ascenso y la caída de una cantante autodestructiva. 

– The Blues Brothers. Granujas a todo ritmo –y Blues Brothers 2000– (Brian de Palma, 1980 y 2000): Una de las creaciones más recordadas. Dan Ackroyd y John Belushi –John Goodman en su secuela- aparecieron primero en la televisión en 1975, después hicieron una gira y acabaron en el cine. La excusa: una pareja que sale de la cárcel para reunir a su vieja banda y recaudar fondos para una causa benéfica. Su banda sí eran verdaderos músicos de la era dorada del soul y contaron con la colaboración de Aretha Franklin, James Brown, Ray Charles… De la secuela, mejor no hablar. Otros: Street Slim, un músico callejero interpretado por el mismísimo John Lee Hooker, The Good Ole Boys y Murph And The Magic Tones. 

– Ellen Aim And The Attackers. Calles de fuego (Walter Hill, 1984): Diane Lane interpreta a esta cantante que es secuestra por una pandilla de moteros en este filme repleto de clichés. A sus olvidables canciones les pone la voz Laurie Sargent. Se puede ver a The Blasters tocando con su propio nombre.  Otros: The Sorels. 

– Spinal Tap. This Is Spinal Tap (Rob Reiner, 1984): La primera película dirigida por Rob Reiner (Cuando Harry encontró a Sally) merece un capítulo aparte por retratar, como nadie, las andanzas de unos veteranos heavies británicos de gira por los USA. Se convirtió en uno de los filmes más festejados y recordados, tanto que sus tres protagonistas principales tuvieron que continuar con la banda creada para la ocasión dando conciertos durante muchos años. Otros: Duke Farne, The Folksmen y The Regulars. 

– Billy Parker. Corazones de fuego (Richard Marquand, 1987): Bob Dylan interpreta a un rockero solitario que reaparece para ayudar a otro interpretado por Ruper Everett, en esta película de lugares comunes a la mayor gloria de la olvidada Fiona. Otros: James Colt (Ruper Everett) y Molly McGuire (Fiona). 

– The Commitments. Los Commitments (Alan Parker, 1991): La novela de Roddy Doyle traspasada a la pantalla, sobre la creación de una banda soul en Dublín. Los actores-músicos llegaron a dar numerosos conciertos y grabaron dos discos. Evidentemente, la película responsable de un buen número de grupos de pubes de tercera división.

 

– Citizen Dick. Solteros (Cameron Crowe, 1992): Cameron Crowe aprovecha la eclosión del grunge para filmar en Seattle las aventuras de varios veinteañeros con la música como telón de fondo. Los miembros del grupo que sirve de excusa son interpretados por Matt Dillon y tres de los miembros de Pearl Jam (Eddie Vedder, Stone Gossard  y Jeff Ament). Por cierto, su ficticio compacto se titulaba Smarter Than You Más listo que tú-  

– Bob Roberts. Ciudadano Bob Roberts (Tim Robbins, 1992): Tim Robbins dirigió e interpretó esta película sobre un candidato derechista que impulsa su campaña con canciones de corte folk-rock. Él mismo, compositor con su hermano de la digna banda sonora, prohibió su comercialización, para que canciones de tal índole no fueran utilizadas fuera de lugar. 

– Hey, That’s My Bike. Bocados de realidad (Ben Stiller, 1993): La película de la generación X contaba con este grupo en el que Ethan Hawke y unos compinches daban cuenta de una versión de Violent Femmes y de otra canción, “I’m Nuthin’”, que llegó a aparecer en su banda sonora. 

– The Lone Rangers. Cabezas huecas (Michael Lehmann, 1994): Un trío de heavies completamente despistados -Brendan Fraser, Steve Buscemi y Adam Sandler- secuestran a un pinchadiscos –Joe Mantenga- para que emita su maqueta por la radio. Participa Lemmy de Motörhead. 

– Camel Lips. Los asesinatos de mamá (John Waters, 1994): Grupo femenino de rockeras interpretado por el grupo femenino de rockeras L7. John Waters podía haberse ahorrado el equívoco y haber llamado a las cosas por su nombre. 

– The Wonders. The Wonders (Tom Hanks, 1996): La primera película dirigida por Tom Hanks ofrece la cara amable del pop de los 60 con unos émulos de los Beatles que se dedican a cantar una única canción (“That Thing You Do”, el título original en inglés) una y otra vez. El tema en cuestión fue compuesto por Adam Schlesinger, de Fountains Of Wayne.  Otros: The Saturn 5 (surferos en la onda The Ventures), The Chantrellines (grupo de chicas) y The Norm Wooster Singer (cantante tipo Ray Coniff). 

– Ming Tea. Austin Powers (Jay Roach, 1997): Mike Myers creó el grupo antes de la película. El sonido retro le inspiró su personaje. La banda participó en las dos entregas de la serie, aunque sólo aparece una de sus canciones en la banda sonora de la primera. Entre sus componentes, Matthew Sweet en el bajo y Sussana Hoffs (de las Bangles) a la guitarra. 

– Autobahn. El gran Lebowski (Joel Coen, 1998): Homenaje claro a Kraftwerk a cargo de un trío (Flea de Red Hot Chili Peppers, Peter Stormare y Torsten Voges) de alemanes nihilistas que, se supone, fueron un grupo de techno a finales de los 70. 

– Wild Curt. Velvet Goldmine (Todd Haynes, 1998): El camaleónico Ewan MacGregor da vida a un rockero americano -inspirado por Iggy Pop- en los tiempos del glam, al que acompaña su banda, The Wylde Rattz. Otros: Brian Slade, interpretado por Jonathan Rhys-Meyers e inspirado por David Bowie, The Venus In Furs, grupo con miembros de Suede, Radiohead y The Verve, y The Flaming Creatures, o sea, Placebo haciendo una versión de “20th Century Boy” de T-Rex.

 

– Marie de Salle. Alta fidelidad (Stephen Frears, 2000): Lisa Bonet (hija de Bill Cosby en la serie de éste y ex-mujer de Lenny Kravitz) interpreta a esta cantautora que tiene una relación de una noche con el protagonista principal –“ya que el sexo es uno de los derechos humanos básicos”-, en la adaptación a la pantalla de la novela de Nick Hornby. Además, canta una buena versión acústica del “Baby I Love Your Way” de Peter Frampton y otra canción llamada “Ertha Kitt Times Two”. Otros: Barry Jive And The Uptown Five, la banda del personaje interpretado por Jack Black, que cantan el “Let’s Get It On” de Marvin Gaye, y  The Kinky Wizards. 

– Stillwater. Casi famosos (Cameron Crowe, 2000): El antiguo cronista de Rolling Stone, Cameron Crowe, reincide, después de Singles, en crear otra banda, en esta ocasión para documentar su etapa de plumilla musical. El grupo de melenudos que, supuestamente, estuvieron a punto de comerse el mundo en su gira de 1973, está integrado, entre otros, por –curioso, curioso- Mark Kozelek, líder de Red House Painters. La banda sonora la pone el director junto a su mujer, anteriormente componente de los intrascendentes Heart. 

 – The Soggy Bottom Boys. O Brother! (Joel Coen, 2000): George Clooney, John Turturro y Tim Blake Nelson dan vida a este trío de ex-convictos que, a finales de los 30, triunfan cantando country y bluegrass acompañados por un guitarrista de blues que vendió su alma al diablo (inspirado por Robert Johnson). Los derechos de una de las canciones, rescatadas del olvido por el productor de la banda sonora, T-Bone Burnett, se le acaban de pagar recientemente a un ex-presidiario de 76 años que ni siquiera se acordaba de haberla grabado. Probablemente sea el primer –y el último- grupo inexistente que triunfa en los Grammy.

Xavier Valiño

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George Harrison: Así se hizo Brainwashed

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ARTÍCULOS 2002


George Harrison: Así se hizo Brainwashed


Give me plenty of that guitar!(¡Qué suene esa guitarra!)

 

Con esta sencilla petición, a buen seguro expresada con su característica sonrisa, George Harrison anuncia el comienzo de Brainwashed, el maravilloso álbum en el que estaba trabajando cuando le sorprendió la muerte en noviembre de 2001. Y es que Brainwashed muestra gran parte de ese talento a la guitarra que convirtió a George Harrison en una influencia decisiva para todas las generaciones de músicos que vinieron después de él. Líneas melódicas y cortes bellamente cincelados, enérgicos rasgueos acústicos… Todo ello tiene cabida más que de sobra en los doce temas que componen el disco.

 Pero este álbum es algo más que buenas interpretaciones musicales. Se trata de una afirmación personalísima de un hombre muy reservado, que refleja la intimidad que fue alimentando con preguntas que le asaltaron desde que empezó a componer como miembro de los Beatles: ¿Quién soy? ¿Qué hago aquí? ¿Adónde voy?  

No queda duda de la profundidad de las convicciones espirituales de Harrison, y Brainwashed no hace más que dejarlo claro de nuevo. En sus últimos años, Harrison tuvo que afrontar la inminencia de su muerte, experiencia que asienta las bases de este disco, aunque no de una forma morbosamente explícita y reveladora. Más bien como si los acontecimientos vividos en sus últimos años hubieran conferido una gravedad inevitable a los temas en los que Harrison llevaba décadas reflexionando. Cuando la muerte dejó de ser un problema filosófico, a pesar de sentirla en cada momento y en cada latido, George Harrison compuso estos temas.  

No llegó a terminarlos, aunque sí los grabó. Harrison siempre había tenido la intención de que Jeff Lynne le ayudara a completar el proyecto, algo que Lynne tuvo que hacer por sí solo bajo la atenta mirada de Dhani, el hijo de 24 años de Harrison. En 1987, Lynne co-produjo el disco en solitario de Harrison, Cloud Nine; fueron compañeros en The Traveling Wilburys; trabajó con él en “Free as a Bird” y “Real Love” para la antología de los Beatles y, no menos importante, fue uno de sus mejores amigos. El único hijo de Harrison, Dhani, colaboró estrechamente junto a su padre en la elaboración de este trabajo, durante los procesos de composición y grabación. En algunos casos, Harrison dio instrucciones a su hijo acerca de cómo le gustaría que tomaran cuerpo los temas. En otros, preparó bocetos de los arreglos para dejar claro el camino que tenían que seguir las canciones.  

Resulta por tanto imposible imaginar dos personas más cualificadas que Dhani y Lynne para llevar a buen término la idea que tenía Harrison del disco. Aun así, cualquier colaboración, especialmente si se produce de forma parcialmente póstuma, requiere tomar algunas decisiones sensatas. “Llevaba dos o tres años comentando a George que deberíamos terminar las canciones”, explica Lynne. “Él me decía: 'Me gustaría que las acabaras tú'. Hablamos de ello y me dijo que no quería que el disco fuera pijo. Lo que quería, en realidad, era como una especie de maqueta. “Pero las canciones merecían algo más, porque son maravillosas, al menos a mí me lo parece”, continúa Lynne. “Pensé que si las dejaba tan toscas como a él le habría gustado, no funcionarían. Quería que fuesen lo mejor posible, y creo que dimos con el justo medio.” Entonces se dirige directamente a su viejo amigo: “De modo que lo siento, George”, explica con cariño. “Las hice un pelín más pijas de lo que querías. Pero pensé que era una forma de hacerles justicia.”  

Es la especie de tira y afloja que quizás Lynne y Harrison hubiesen tenido en el estudio de haber vivido Harrison. Y Dhani se mostró de acuerdo con la dirección propuesta por Lynne. “El álbum se habría terminado igualmente de este modo: Jeff habría echado una mano a mi padre y yo habría ayudado en la producción final”, explica Dhani. “Nos limitamos a ceñirnos al plan, pero mi padre murió y se complicó más aún nuestra labor.” El disco se remató en el estudio que tiene Lynne en su casa de California, durante un periodo que se alargó seis meses. Hay que decir que al principio Harrison rondó las sesiones con su ausencia. “Recuerdo que llegué de Inglaterra y Jeff y yo nos pusimos a grabar las guitarras la primera noche”, recuerda Dhani. “Fue de lo más surrealista. No dejaba de mirar alrededor, buscando a mi padre: Eh… ¿Está bien así?' Pero no contestaba nadie.”  

Al final, no obstante, la presencia de Harrison empezó a sentirse de forma más positiva. “Los primeros días era difícil acostumbrarse a su ausencia”, reconoce Lynne mientras toma asiento en la amplia sala de su casa donde grabó algunas de las cuerdas de Brainwashed. “Pero una vez que te metías en el tema y escuchabas la voz, tan imponente, sentías sus vibraciones. Al final, esa extraña sensación se desvaneció y fue como si estuviese presente, guiándonos de algún modo.” Una sola escucha del disco disipará cualquier preocupación de que los temas no plasmen el espíritu de George Harrison. Así lo explica Dhani: “Sería imposible plasmar mejor en un único disco el yo sincero y verdadero de mi padre”. El tema que abre el disco, “Any Road”, es una nueva invocación de Harrison al alegre folk-rock de los Wilburys, con un toque Zen en el estribillo: “If you don't know where you're going / Any road will take you there”. En el dulce y ensoñador “Pisces Fish”, Harrison canta “Some days my life, it seems like fiction / Some other days, it's really quite serene”, estrofas que para Dhani son las claves de la canción, así como la imagen del viaje de su padre por la vida. “La primera parte de su vida fue agotadora como la de nadie”, explica Dhani. “Iba a todas partes y lo hacía todo de la forma más intensa posible. Después, la segunda mitad de su vida, la pasó en el jardín, disfrutando de la naturaleza, plantando árboles y componiendo música. Dos contrastes que constituyeron el equilibrio ideal.” 

El título del fantástico tema instrumental “Marwa Blues” procede de un raga indio, y muestra el virtuosismo de Harrison a la guitarra en todo su apogeo. El tema se desarrolla como una oración por la liberación de este mundo para llegar a un reino de posibilidades místicas infinitas. Por su parte, “Looking for My Life” evoca una realidad más sombría. I never knew that life was loaded”, canta Harrison. “I never knew that things exploded / I only found it out when I was down upon my knees/Looking for my life.” A la hora de hablar acerca del tema, Dhani utiliza el mismo tipo de imágenes que su padre usaba de forma espontánea. “En los últimos años, mi familia ha vivido situaciones muy extrañas”, comenta. “Alguien se coló en nuestra casa e intentó asesinarnos, y después está, por supuesto, la enfermedad de mi padre y el tumulto que se produce cuando los medios se inmiscuyen en tu vida. Pero sólo se puede experimentar tanta alegría como pena se haya sufrido. La pena es como vaciar un bloque de madera, y la pena es lo que lo rellena. Cuanta más pena hayas experimentado, mayor será la alegría que puedas sentir.” 

El antiguo tema de “The Devil and the Deep Blue Sea”, grabado junto a la banda de Jools Holland, muestra a Harrison tocando su adorado ukulele. “Todos los que conocían a mi padre sonríen cuando lo oyen”, explica Dhani. “Así era cuando estaba en casa.” Y en cuanto al primer single del disco, “Stuck Inside a Cloud”, Dhani explica: “El título podría referirse a un velo de ignorancia, algo que todos experimentamos y de lo que intentamos deshacernos a la larga. Te confunde y te estrecha la mente. De hecho, es mi tema preferido. Me encanta. El número preferido de mi padre era el siete; hacía muchas cosas alrededor de ese número. Por eso es el séptimo tema del disco.”  

Por ultimo, Dhani describe el tema que da título a Brainwashed como “la canción más sincera del disco”. Es un catálogo de todos los aspectos de la sociedad que empañan nuestras mentes y nos impiden llegar a verdades mayores. “Los militares te lavan el cerebro”, afirma Dhani. “Lo mismo que las empresas y los medios de comunicación. Y la canción explica que hay una alternativa: pensar por uno mismo y autorealizarse; bueno, y Dios”.  

Este último aspecto se dramatiza emotivamente a medida que el tema se va fundiendo con el sonido del canto de Harrison sobre un zumbido hipnótico. Una nota optimista con la que cerrar el álbum. “Es un canto muy famoso en la India”, comenta Lynne. “A veces lo canta mucha gente junta a la vez. Fue idea de Dhani ponerlo al final, y él mismo ha grabado su voz maravillosamente en una doble pista junto a la de su padre. Su voz es igualita a la de George.” El canto, explica Dhani, era el lavado de cerebro personal de su padre: “Lo tenía grabado desde antes de que yo naciera. Es algo positivo que ofrecer al público como punto final del disco”.  

Cuando Brainwashed estuvo terminado, lo que había empezado como profunda pena y desazón se transformó en algo un tanto redentor y aliviante para los implicados. “Fue como 'al fin lo van a poder escuchar, es alucinante'", explica Lynne. “Fue entonces cuando empezó a parecer una experiencia más feliz, una celebración de la vida de George.” El tipo de celebración que los fans de Harrison necesitaban y merecían, y que él mismo hubiese deseado que tuvieran. 

Xavier Valiño

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