CAMPUS GALICIA ARTICULO SELLO OUTCASTE

ARTÍCULOS 2000

Outcaste

Tradición y vanguardia

De nuevo los Beatles. Antes de ellos, y al menos en el mundo del pop, nadie conocía la música de la India, un continente en sí mismo, con sus mil millones de habitantes. “Norwegian Wood”, de su disco Rubber Soul de diciembre del 65, contenía un sitar interpretado por George Harrison. Los meses siguientes vieron a los cuatro de Liverpool retirados en distintas comunidades de la India y nada, ni siquiera su música, fue lo mismo a partir de ese momento.

Desde entonces veteranos como Ravi Shankar pudieron pasear su sonido por escenarios de todo el mundo. De todas formas, tendría que llegar la electrónica en los ochenta y pasar aún unos años hasta que la fusión entre los sonidos más actuales y la tradición india se convirtieran en una –deliciosa- realidad.

Peter Gabriel lo intuyó e incluyó en su catálogo al artista de más proyección en toda la historia del subcontinente indio, Nusrat Fateh Ali Khan, quien, con esa pequeña ayuda, extendió el virus del sufismo paquistaní por todo el mundo, hasta su muerte en agosto del 97.

Michael Brook le produjo en 1991 su aclamado álbum Mustt Mustt. La remezcla que Massive Attack hicieron del tema que le daba título puede ser considerada como la carta de naturaleza de una fusión que durante los 90 se estaba haciendo con las pistas de baile más especializadas.

Joi, Vas, Talvin Singh, Trilok Gurtu, Black Star Liner, Jasi Uttal, Future Soundz Of India, Earthtribe, Fun-Damental, Cornershop, State Of Bengal…, todos ellos nombres que configuran ese sonido a medio camino entre los ritmos indios y la electrónica más carnosa. Llamémosle bhangra, asian underground, eastern uprising o ethno-techno, el caso es que estos artistas han dado a la luz parte de los sonidos más excitantes de los últimos años.

Los aromas orientales, ninguneados en el pasado por la prepotente cultura occidental, gozan en los últimos tiempos del certificado de lo moderno. Al menos ahora los músicos nacidos al este de Londres o dentro de las comunidades indias de la capital británica ya no son considerados bichos raros, y sus discos son algo más que el apunte exótico de una colección que se precie.

Outcaste, fundado en el 94, se ha convertido en la discográfica con el catálogo más completo de nueva música anglo-india, distribuido en nuestro Estado desde hace unos meses.

El mejor acercamiento a una idea global de lo que representan estos sonidos son los tres recopilatorios editados hasta el momento por el sello: Untouchable Outcaste Beats, Outcaste Too Untouchable y Outcaste New Breed UK. Ahí están recogidos los más interesantes experimentos en la unión del folklore indostánico con las propuestas electrónicas, junto a nombres de más relevancia como Cornershop, Trilok Gurtu o Shri y Nitin Sawhney, los dos pesos pesados de Outcaste.

Shri nació en Bombay y allí aprendió el arte clásico de la tabla, el instrumento de percusión más omnipresente en la música hindú. Sus contactos con el jazz y la música occidental le permitieron inventar un bajo eléctrico muy particular con el que ha desarrollado un estilo único de interpretación.

Su primer álbum, titulado Drum The Bass (1997) y producido por Nitin Sawhney, muestra las posibilidades que ofrecen las técnicas de interpretación hindúes al mezclarse con la tecnología occidental. Su segundo disco, Dancing Drum (1998), realizado en colaboración con el yemení Badmarsh, significa un paso adelante en la evolución de los ritmos globales.

Pero quien mejor sirve al sello Outcaste es el inquieto Nitin Sawhney. Desde pequeño canalizó su creatividad a través de la música, estudiando piano, guitarra flamenca e intentando encontrar la relación entre el jazz-rock y la música clásica india que escuchaba en casa.

Aunque el impulso definitivo a sus experimentos fue la colaboración como teclista con The James Taylor Quartet, que le introdujo en la escena de los clubes de baile y por la que entró en contacto con Talvin Singh, percusionista de Courtney Pine, con quien formó el Tihai Trio, un ente imaginativo que abrió el camino al usar tecnología digital en la tradición acústica de la música india.

Desde que en 1994 publicara su primer disco, Spirit Dance, ha editado otros tres con el sello Outcaste: Migration (1995), Displacing The Priest (1996) y Beyond Skin (1999), además del recopilatorio Introducing, una introducción elaborada para el mercado español.

Lo más sobresaliente es que su evolución le ha llevado a situarse por encima de la fusión de la que un día partió, para llegar a un vocabulario propio que se extiende a cada paso. La paleta de Nitin Sawhney conserva aquella mezclas de colores primarios –sonidos ancestrales de la India y ritmos contemporáneos-, que ahora conviven con guitarras flamencas, jungle, tablas, drum’n’bass, rap, canción bengalí, ritmos latinos y el hipnótico juego de voces de cantantes como Devinder Sighs, Denise Anogyu o Jayanta Bose. Más que un simple ambiente exótico, sus canciones son un reconfortante ejercicio para el cuerpo y para la mente.

Xavier Valiño

CAMPUS GALICIA ARTICULO

ARTÍCULOS 2000

Xavier Valiño

CAMPUS GALICIA ARTICULO MARVIN GAYE

ARTÍCULOS 2000

Marvin Gaye

Orgullo y gozo

Cuando Marvin Gaye falleció en 1984, había dejado detrás uno de los legados más importantes del pop y, por extensión, de la música del siglo XX. Más que un brillante vocalista y un sutil compositor, fue un visionario, un artista revolucionario que expresó el sino de los tiempos al mismo tiempo que rompía moldes y creaba nuevas formas. Fue radical y romántico a la vez, un cantante que se había creado a sí mismo con un instinto nato para la revelación autobiográfica.

Tuvo el talento único de convertir a sus oyentes en confidentes, de hacernos sentir su presencia inmediata. Su aura combinó esencias espirituales y sensuales. En su música, la combinación hizo maravillas; en su vida personal, los dos extremos chocaron. Tuvo éxito al traducir sus contradicciones en música compleja y hermosa. Hoy, más que nunca, aquella música habla a nuestros corazones con la máxima urgencia. Es música de valores permanentes, y eso es algo que la colección editada recientemente, Abthology, The Best Of Marvin Gaye –uno más en su extenso repertorio de recopilatorios- nos ayuda a recordar y comprender.

Marvin Pentz Gay Jr. –la “e” la añadió a su apellido al entrar en el negocio musical- había nacido en 1939 en el estado de Washington. Su vida familiar fue determinante: su padre era un predicador y la mujer con la que se casó, Anna, no era otra que la hermana de Berry Gordy, el fundador del sello Motown. Como el mismo reconoció, en la iglesia aprendió el gozo esencial de la música y con Motown forjó el grueso de su gloriosa carrera.

Aunque creció en una generación conformista, Marvin Gaye era todo lo contrario: un poeta concienciado, un artista anti-autoritarismo, tímido pero ambicioso, delicado pero temeroso, reflexivo y serio. Comenzó como batería de sesión pero muy pronto se encontró cantando al frente de varias formaciones. Se veía a sí mismo como un baladista al estilo Sinatra y estaba decidido a oponerse a la maquinaria del sello Motown.

Sus primerizos intentos con material del tipo Nat King Cole fracasaron, así que pronto cedió e inició el mismo recorrido que los otros artistas de su discográfica. Con el ramillete de productores de la casa no tuvo ningún problema para hacerse popular. El espectro de sus primeros éxitos era amplio: de las locuras bailables como “Hitch Hike” a canciones empapadas de raíz gospel como “Can I Get A Witness”, de la caprichosa “Ain’t That Peculiar” a la desarmantemente sincera “How Sweet It Is (To Be Loved By You)”, Marvin Gaye se estableció como un solista, incluso cuando comenzó una serie de celebrados duetos con Mary Wells (“What’s The Matter With You Baby”), Kim Weston (“It Takes Two”) y, sobre todo, Tammi Terrel.

Aún hoy, el equipo que formó con Tammi Terrel es el estándar con el que se comparan todos los duetos soul. Con Tammi Terrel, Marvin Gaye interpretaba el papel del amante sensible y entregado. Su estilo vocal nunca hostigaba, pero tampoco era arrollado por el de la mujer amada. Amantes sólo en la ficción de sus canciones, crearon la verosimilitud del romance perfecto. Mientras su país se estremecía por la Guerra del Vietnam, mientras los disturbios raciales estallaban por todas partes, aquellos duetos se convertían en una buena excusa para escapar de la realidad.

Marvin Gaye era, entonces, un maestro de la ensoñación. Aquellas canciones –“Ain’t No Mountain High Enough”, “Your Precious Love”, “If I Could Build My Whole World Around You”, “Ain’t Nothing Like The Real Thing”, “You Are All I Need To Get By”- todavía emocionan. Cuando Tammi Terrel sufrió un colapso en los brazos de Marvin Gaye, durante una actuación en el verano del 67, la fantasía terminó. Ella murió de un temor cerebral tres años más tarde y nada volvió a ser igual.

Ahí fue cuando Marvin Gaye se puso en la piel de su hermano, un veterano de guerra de Vietnam que regresaba a la confusión de la vida americana y, entre 1969 y 1971, escribió el que aún hoy es considerado por muchos el mejor disco de la historia del pop, What’s Going On.

Esta suite auto-producida fue escrita desde un punto de vista inequívocamente afro-americano, al tiempo que recogía la identificación de su autor con las ideas más perdurables de los hippies de la época y se inspiraba en los valores cristianos. Además de encarar temas de índole ecológico, social o espiritual, Marvin Gaye también rompió todos los moldes previos al grabar y repetir infinitas veces su voz. En lugar de un Marvin Gaye, se podían escuchar tres o cuatro a la vez; mientras fijaba una armonía, cada voz –su falsetto, su tenor suave, su gruñido- reflejaba un estado de ánimo diferente.

Aún hubo nuevos hitos, como Let’s Get It On o Here My Dear, hasta la resurrección triunfal en el 83 con Midnight Love, justo un año antes de ser asesinado por su padre con la pistola que él mismo le había regalado. Por fin los continuos roces entre los dos, marcados por el temor, los celos, el abuso de sustancias químicas y una fuerte carga autodestructiva por parte de ambos, encontraron un final, liberando a aquella voz de ángel atrapada en un cuerpo de hombre.

Más de tres lustros después de su desaparición, las contradicciones que le acompañaron en vida continúan. Elementos de discordia y armonía aún resuenan en su música en forma de dulces oraciones. Cuando cantaba, los demonios que tiranizaban su alma eran puestos bajo control y se les hacía formar parte de su elevado código de belleza. Había conseguido, en fin, lo que Oscar Wilde llamó una “espiritualización de los sentidos”.

Xavier Valiño

CAMPUS GALICIA ARTICULO LIBROS ROCK

ARTÍCULOS 2000

Libros rock, lectura imprescindible

Últimamente abundan los libros dedicados al rock, tanto biografías al uso como volúmenes mucho más profundos. No son las compañías discográficas las únicas que se lanzan con todos los medios a su alcance a por los consumidores del rock. También las editoriales quieren su tajada del pastel. ¿Y a nosotros que narices nos importa si el caso es tener libros decentes en las librerías?

Lo más curioso del fenómeno es que si hasta hace muy pocos años la bibliografía rock era muy, muy escasa por aquí, ahora llueven los libros rock. No todos son recomendables, pero suponemos que las editoriales, al igual que las multinacionales del disco, tienen que tener su parte de chicos de la calle de atrás y chicas especiadas en los quioscos para poder poner en el mercado otras cosas. Tampoco lo que se edita está al nivel de otros Estados, pero allí el mercado es más grande, tienen más tradición y un libro documentado sobre rock está bien considerado. Aquí, por ahora y por desgracia, sigue siendo un género menor.

De todas formas, publicaciones como las que ahora comentamos empiezan a romper con esa tendencia. Para empezar, cabe referirse a la imprescindible colección “De música” de la editorial La Máscara, que ya nos ha dado títulos completísimos como Satanismo y brujería en el rock, Geografía del rock, Historia del rock, La censura en el rock o Diario del Rock, entre otros.

En los últimos meses han editado un volumen titulado La gran guía del rock en CDs, escrito por Jordi Bianciotto con voluntad enciclopédica. En él se repasa toda la discografía que se puede conseguir en disco compacto de 400 grupos y solistas de la escena pop-rock internacional. Desde los años 50 hasta el año 98, con especial incidencia en los 90, se repasa la producción de las figuras más relevantes de estas cuatro décadas, con puntuaciones orientativas muy acertadas, breves comentarios sobre los discos más relevantes y una pequeña ficha de cada artista. Además, también recoge una parte de la escena estatal, lo que lo diferencia de otras publicaciones extranjeras similares y de todo lo que puedas encontrar en Internet. Evidentemente, y a pesar de cubrir una laguna muy importante en el campo editorial español, los 400 nombres se quedan cortos y siempre se echará alguno de menos, pero el intento era necesario y ha quedado muy digno.

Por su parte, Radio 3: 20 años se dedica a homenajear a la emisora a la que tanto le debemos con motivo del vigésimo aniversario de su creación, que se celebró el año pasado. En este caso, y con la pluma de muchos de los que han sido los responsables de su programación –Jesús Ordovás, José María Rey, Julio Ruiz, José Miguel López, Tomás Fernando Flores, Ramón Trecet, Lara López, Iñaki Peña, Diego A. Manrique, Juan de Pablos, Manolo Ferreras- y de otros que crecieron escuchándolos y que han cimentado su carrera en el apoyo de la emisora –Pedro Almodóvar, Alaska, Radio Futura, Dover, Miguel Anxo Prado, Lucía Etxebarría, Fernando León….- se hace un balance de la cadena que más ha tenido que ver en la agitación musical, cultural y social entre la juventud de la historia de la reciente democracia. No esperes encontrarte con una historia detallada, pero sí con una crónica sentimental de veinte años de emoción.

El título de Cadáveres bien parecidos remite bien a las claras a su contenido: la crónica negra del rock. Desde las muertes prematuras de estrellas como Buddy Holly, Jimi Hendrix, Jim Morrison o Janis Joplin, cuando el rock aún no había hecho más que comenzar a andar, hasta las más recientes de Kurt Cobain o Michael Hutchence. Ahí están todos los muertos que vivieron deprisa y dejaron un bonito cadáver, con las causas de sus fallecimientos. No hay lugar para el morbo pero sí para una crónica perfectamente detallada, en la que Jordi Bianciotto actualiza el trabajo que en 1987 hiciera Jordi Sierra i Fabra.

El más reciente de estos completos trabajos es Rock en el cine, escrito por Jordi Bianciotto, centrado en las relaciones que desde los años 50 han mantenido ambas artes. El recorrido se abre con una breve cronología introductoria y continúa con el análisis de más de 450 películas que tienen una estrecha relación con el rock, bien por su significado histórico, por su banda sonora, su argumento o sus protagonistas. Además ser recogen otros 350 títulos con alguna relación con el rock, así como la filmografía de músicos y grupos de todos los tiempos. Si realmente hay algún error en todo este apasionante recorrido, es algo que puede llevar días descubrir.

Queda para el final una nueva biografía sobre The Clash –Fuera de combate- escrita por uno de los dos directores de Ruta 66, Ignacio Juliá. Como todos los trabajos de la colección “Imágenes de rock”, se completa con una discografía, póster y carátulas de CD con información sobre los discos. El libro cuenta con una amplia selección de fotos y un buen resumen de la importancia y la historia de los Clash. Los hay más completos, pero difícilmente habrá un libro dedicado a The Clash de tanto contenido visual.

Xavier Valiño

CAMPUS GALICIA ARTICULO LIBROS ROCK

ARTÍCULOS 2000

Lectura rock, de los 60 a la revolución sexual

Al igual que en el número anterior, cabe reseñar una vez más la aparición de libros centrados en fenómenos o en artistas del rock, que contribuyen a acercar más su obra a sus seguidores, a destripar parte del contenido de la trayectoria de ciertos artistas y a darle a la música contemporánea un cierto halo del que no anda muy sobrado.

Para empezar, hemos de mencionar la imprescindible colección “De música” que ya nos ha dado títulos completísimos como, entre otros, Satanismo y brujería en el rock, Geografía del rock, La censura en el rock, Cadáveres bien parecidos o Rock en el cine.

En las últimas semanas se ha editado un volumen titulado La revolución sexual del rock, escrito por Jordi Bianciotto. En él se repasa el componente sexual del rock, evidente desde los primeros contoneos de Elvis Presley, y que ha continuado, a través de figuras como la de Madonna, hasta nuestros días. Para ello se ha dividido el libro en once capítulos, un anexo de letras de canciones seleccionadas y con relación con el tema, declaraciones diversas y jugosas de las estrellas del rock y una galería denominada erógena, en la que se recogen los mitos sexuales de estos casi cincuenta años de historia del rock.

Lo mejor del libro está en que propone toda una revisión del sistema de valores dominante en el rock, desmontando, como no podía ser menos a poco que se profundizase en el tema, la pretendida liberación e igualdad sexual que el rock ha traído a nuestra sociedad. Bajo el amparo de la sociedad-espectáculo y avivado por una audiencia que rinde culto al escándalo, el rock ha creado monstruos: atropellos sexuales por parte de líderes altivos y exhibicionistas, institucionalización de la mujer objeto y perpetuación de valores atávicos en la relación entre el mundo masculino y el femenino.

De este modo, se pasa revista a la galería del folclore propio del género, pero va más allá y utiliza una descripción de este escenario grotesco para proponer un debate sobre el agotamiento del rock como lenguaje subversivo y su sumisión a esquemas regresivos. Su visión crítica se dirige, en primer lugar, al mito de la estrella masculina, pero apunta también hacia el acomodo de la mujer en su papel actual de diva de la seducción mediática. Su mirada atenta a subgéneros como el heavy metal, el hip-hop, el soul, el pop para fans y el rock alternativo da forma a una tesis que colisiona abiertamente con la función transgresora que la sociedad ha otorgado tradicionalmente al rock.

Dentro de la colección “Todas las músicas” aparece un nuevo volumen dedicado a The Beatles. En principio, podría pensarse que ya poco queda que decir sobre el cuarteto de Liverpool, pero lo cierto es que en este libro siempre habrá algo que sorprenda. Se trata de una recopilación de las anécdotas más divertidas de los Beatles: infidelidades, drogas, manías, gamberradas, traumas, detenciones, escándalos y complejos que, además de influir en sus canciones, contribuyeron a convertir a la banda en uno de los mayores fenómenos del siglo XX.

Es cierto que buena parte de todas estas anécdotas son célebres, pero aquí están recogidas en un único libro, y siempre habrá algún detalle desconocido hasta para el más atento seguidor de las andanzas del cuarteto. Lo más sorprendente, por mucho que su trabajo pueda haberse limitado a la recopilación de historias sobre los músicos, es que el libro lo ha escrito una joven de quince años, Helena Celdrán.

Siempre hay novedades en el mercado editorial que se centran en la biografía de un artista de especial relevancia. El primero de los dos que aquí comentamos se titula Bob Dylan, una introducción. Y eso es lo que ha pretendido Darío Vico, consciente de que hay bastantes personas en nuestro Estado que conocen más sobre el cantante norteamericano que él mismo.

Así que el enfoque es lo que más se agradece, siendo crítico o añadiendo unas gotas de humor y subjetividad que hacen su lectura más amena. Por ello las omisiones se perdonan más, como la casi nula mención a su mejor disco de los últimos quince años, Oh Mercy, también relegado a un segundo plano en la más que acertada calificación final de los discos de Dylan. Evidentemente, contarlo todo sobre Bob Dylan necesitaría de varios tomos y un acercamiento en profundidad a la obra de quien ha estado nominado al Premio Nobel en más de una ocasión no parece tarea fácil ni es el cometido de la colección “Imágenes del rock”.

En la misma colección aparece ahora también Van Morrison, Belfast Cowboy. En este caso sus autores, Juan Vitoria y José Díez han optado por la crónica de su historia sin más, en una formulación bastante más tópica, con lo que su lectura pierde en interés si no se van buscando datos concretos sobre su obra y su biografía o si no se toma como un primer acercamiento a la obra del león -¿cowboy?- de Belfast. La discografía está bastante completa, aunque se limita a las ediciones oficiales, aunque no se entiende que para las fichas de los CDs se hayan dejado fuera logros como It’s Too Late To Stop Now o Hymns To The Silence.

Xavier Valiño

1 1.225 1.226 1.227 1.228 1.229 1.402