Fairytale of New York
“Fairytale of New York”, la canción navideña rock por excelencia
Nació de una apuesta con Elvis Costello o de una versión de The Band, quién sabe. El caso es que tardaron dos años en darle forma, para convertirla en una canción navideña, un villancico, que no hablaba de trineos, estrellas en el cielo o pesebres, sino de la juventud perdida y los sueños arruinados. Ese tema, en el que la Navidad es tanto el problema como la solución, se ha convertido en el villancico rock definitivo (“la mejor canción de todos los tiempos” para Nick Cave, sin ir más lejos), amada y reverenciada por ser mucho más real que el sentimentalismo de “Blanca Navidad” y similares. Esta es la historia de una canción ya eterna y que acabó por convertirse en algo más grande que aquellos que la hicieron.
Según el libro Here Comes Everybody: The Story of the Pogues, del acordeonista James Fearnley, fue el mánager Frank Murray quien sugirió a los componentes de The Pogues que hiciesen una versión de otro villancico, concretamente “Christmas Must Be Tonight”, compuesto por Robbie Robertson y que The Band incluyó en su disco de 1977 Islands. Por su parte, el cantante Shane McGowan siempre ha mantenido que fue Elvis Costello, productor del disco de The Pogues Rum, Sodomy & The Lash (1985), quien apostó a que McGowan no sería capaz de componer un dueto navideño que no fuese sentimentaloide y que no les hiciese perder la credibilidad, algo que pudiese cantar con la bajista (y futura esposa de Costello) Cait O’Riordan. No hizo falta insistir, teniendo en cuenta que el grupo construía sus canciones partiendo de la tradición del folk y de las narraciones transmitidas a través de generaciones. Además, ayudaba el hecho de que el propio McGowan hubiese nacido el día de Navidad de 1957.
Jem Finer, el músico que tocaba el banjo en el grupo y compositor junto con McGowan de la canción, empezó escribiendo un primer boceto sobre un marinero que echaba de menos a su pareja en Navidades, algo que acabó desechando porque a su mujer Marcia Farquhar le parecía ‘cursi’. Finer le pidió entonces a ella que le propusiera una historia para escribir otra canción, y esta le sugirió la historia de una pareja que pasa por momentos difíciles y que llega al final a una especie de redención. Más tarde ambos revelarían que los protagonistas estaban basados en una pareja de amigos que vivían en Nueva York, de los que nunca han dado más datos.
McGowan tomó aquel boceto con interés y, aunque Finer conservó la parte más rítmica de la canción, el cantante prefirió trabajar sobre las estrofas más lentas y, también, el estribillo, incorporando un diálogo en el que participó su pareja (y, también, su biógrafa) Victoria Mary Clarke, tomando como punto de partida la idea de una pareja que marcha a Nueva York y acaban abandonados a su –mala– suerte. Aunque McGowan no había estado todavía en Nueva York, en el autobús de su gira europea del otoño de 1985 no dejaba de ver Érase una vez en América, la película épica de Sergio Leone sobre las mafias judías en el Nueva York de entreguerras.
La primera maqueta fue grabada por Elvis Costello al mismo tiempo que “A Rainy Night in Soho”, la primera canción de The Pogues en la que Shane McGowan daba rienda suelta a su devoción por Judy Garland y Frank Sinatra. No obstante, en ese momento el tema aún distaba mucho de la canción que más adelante se convertiría en un clásico. Nadie estaba convencido con la melodía ni con la letra, que empezaba, en la voz de Cait O’Riordan, en la costa oeste irlandesa, con una estrofa que mostraba a las claras que necesitaba todavía mucho trabajo: “Miré a través del océano / Y me pregunté qué es lo que había al otro lado”.
Durante varios meses, Finer y McGowan la grabaron varias veces, discutiendo interminablemente respecto a los arreglos. Tampoco el cantante estaba convencido con la letra, cambiando frases prácticamente cada día. “Es, sin duda, la canción más complicada de componer e interpretar en la que me he visto involucrado. Curiosamente, su belleza resulta de que parece realmente sencilla”.
Poco después, en febrero de 1986, The Pogues tocaban por primera vez en Nueva York y su idilio con la ciudad acabó de fraguarse entonces, con una ciudad que les pareció “mil veces más excitante que lo que hubiéramos podido soñar, ¡más Nueva York que las mismas películas!”. En ese primer concierto recibieron la visita en los camerinos de quien acabaría dirigiendo el vídeo de la canción, Peter Dougherty, y el actor Matt Dillon, que haría un cameo en él y que se presentó a McGowan besándole la mano y diciéndole: “Me encanta tu mierda. ¡Amo tu mierda, tío!”.
Un año después, el mánager Frank Murray contactó con el productor de U2, Steve Lillywhite, para que se encargase de la producción del siguiente disco de The Pogues. Las sesiones tuvieron lugar en el inusual caluroso verano de 1987. Tan satisfechos estaban de cómo se iban desarrollando las cosas que le comentaron al productor que tenían esa canción inacabada, para comprobar si se podía hacer algo con ella. Lillywhite, testigo de primera mano de las diferencias entre los dos compositores, optó por la solución absurdamente más simple: grabar las partes de Finer y McGowan por separado y unirlas después.
El acordeonista James Fearnley asumió la tarea de arreglar la canción con una sección de cuerda (un trabajo que completó el compositor Fiachra Trench, autor de los arreglos de cuerda de “I Don’t Like Mondays” de Boomtown Rats y la persona que enseñó a tocar el piano a Linda McCartney) y un piano que quería que evocara tanto al Tom Waits de los primeros discos como a la banda sonora de La ley del silencio de Leonard Bernstein, con la intención de incluir referencias estadounidenses en su música, algo que ya tenía la letra. La mandolina de Terry Wood y el arpa de Siobhan Sheahan serían los elementos que acabarían de darle forma. Sin embargo, acabaron desechando la idea de McGowan de incluir una referencia a “Have Yourself a Merry Little Christmas” popularizada por Frank Sinatra, debido a que el guitarrista Phil Chevron se opuso y convenció a la mayoría de componentes del septeto.
Quedaba un último elemento para completar la canción: la bajista Cat O’Riordan había abandonado el grupo en 1986 al casarse con Elvis Costello y no se podía utilizar lo que había grabado. McGowan había registrado en la tercera maqueta tanto la voz masculina como la femenina, pero necesitaba una cantante para suplir esta última si le quería dotar de una mayor profundidad. Entre otras vocalistas, se consideró a Suzi Quatro (prontamente descartada) o Chrissie Hynde (la que tuvo más papeletas).
Alguien sugirió que podían probar con la mujer del productor, Kirsty MacColl (que era, curiosamente, la hija de Ewan MacColl, autor de “Dirty Old Town”, el gran éxito de The Pogues hasta ese momento), cantante a quien McGowan idolatraba y de la que estaba seguro que podía hacer cualquier canción enteramente suya. El resto del grupo no compartía esa devoción, así que Lillywhite propuso grabar a su mujer durante el fin de semana. Invirtió los dos días en registrar cada palabra de la parte de MacColl hasta dar con el matiz exacto que iba buscando. No es de extrañar que el grupo quedase estupefacto cuando lo escucharon al lunes siguiente, y ya no hubo que buscar más. McGowan, deslumbrado también, rehízo su parte y la grabó de nuevo. Según él, “Kirsty tenía muy claro el nivel de vicio, de feminidad y de romance que había que ponerle a la canción; ella tenía una gran personalidad y la dejó salir a lo grande… En las óperas, si tienes un aria doble, lo que importa es lo que hace la mujer. El hombre miente, la mujer dice la verdad”.
McGowan había completado la letra en Malmo, Suecia, mientras se recobraba de una neumonía. Aquel errático texto inicial se había convertido, finalmente, en la historia de una pareja irlandesa en Nueva York contada por ellos dos, de sus ambiciones y sueños rotos, mientras discuten el día de Navidad, una historia que puede estar contada en distintas situaciones, según como se interprete: cuando el hombre deja el calabozo donde ha pasado la noche, en el mismo calabozo mientras va soñando en su borrachera o, incluso, años después, cuando ambos son ancianos y recuerdan mejores días del pasado. Lo que cuenta, como decía McGowan, puede que no sea cierto, ya que el personaje masculino es un vagabundo sin hogar que merodea por las calles de Nueva York a pesar de que afirma que ha ganado mucho dinero en una apuesta. Lo único seguro, y que le da otra dimensión a todo lo narrado hasta entonces, es que la pareja deja caer en las últimas líneas un final abierto a una posible reconciliación, a pesar de todas las dificultades y diferencias por las que han pasado.
Faltaba un título. Elvis Costello había sugerido en su momento llamarla “Christmas Day in the Drunk Tank” (“Día de Navidad en la Celda de los Borrachos”), pero McGowan estaba convencido de que no le iba ese título y que así no llegaría lejos. Por aquel entonces, Finer estaba leyendo la novela de James Patrick Donleavy de 1973 Cuento de hadas en New York, la picaresca historia de un estadounidense de origen irlandés que tiene que regresar a Manhattan después de pasar una temporada en Irlanda. McGowan, impresionado por el relato, visitó al autor en su casa para pedirle autorización para utilizar su título. Le aseguró que su padre era un gran seguidor de su obra, y Donleavy le permitió emplearlo después de escuchar la canción, que le convenció inmediatamente, aun sabiendo que no tenía nada que ver con su novela.
El vídeo de la canción fue rodado en Nueva York en la última semana de noviembre de 1987, intentando captar la atmósfera de las imágenes de un documental de la BBC sobre Billie Holiday que el grupo había visto días antes. Por aquel entonces, Joe Strummer estaba de gira con el grupo sustituyendo al guitarrista Philip Chevron, pero optó por no aparecer por el rodaje. El él se puede ver a McGowan sentado al piano, aunque quien lo tocaba de verdad en los primeros planos era el pianista James Fearnley, que incluso se puso los anillos del cantante para darle más realismo. Humillado en un principio por no ser él quien lo tocaba, acabó reconociendo que el vídeo ganaba mucho con la imagen de McGowan.
En su rodaje, Matt Dillon interpretó al policía que detiene al cantante. Durante la toma se mostró realmente nervioso por estar frente a uno de sus ídolos, aunque también influía el hecho de que él era el único sobrio mientras filmaban, con los policías de la comisaría más y más nerviosos a cada minuto. Fue McGowan quien consiguió que el actor completara su breve papel: “¡Venga, empújame ya dentro del calabozo y así no pasaremos más frío!”.
A diferencia de lo que dice la letra de la canción, la policía de Nueva York no tiene un coro, así que el equipo tuvo que contratar a la Sociedad Esmeralda de Gaitas y Tambores del Departamento, lo más parecido que encontraron. Mientras los policías esperaban para participar, fueron calentándose con el alcohol a su disposición, y en el momento de intervenir se negaron a filmar a menos que les dieran más bebida. Además, como no conocían la letra de “Galway Bay”, la canción citada en la letra, acabaron haciendo playback moviendo los labios al son de lo único que todos sabían, el tema principal de la serie de televisión de Mickey Mouse, por lo que sus imágenes tuvieron que ser posteriormente ralentizadas para acomodarlas al ritmo real del tema.
Cuando se editó el 23 de noviembre de 1987, el single llegó al número 2 de las listas británicas, quedando detrás de “Always on My Mind” de Pet Shop Boys, lo que hizo que McGowan dejase para la posteridad una frase lapidaria de las suyas: “Hemos sido derrotados por dos reinas y una caja de ritmos”. En 2007, después de años de programarla, la BBC decidió emitir la canción censurando los tacos que contiene. La respuesta contraria del público, y, sobre todo, de la madre de Kirsty MacColl (cantante que había muerto unos años antes) calificándolo de ‘ridículo’ consiguieron que la emisora pública británica reconsiderase su postura.
Desde 2005 ha entrado en las listas de éxito cada año y no tiene signos de que esa situación cambie próximamente. Cada año suma nuevas versiones a las que han hecho, entre otros, Billy Bragg con Florence Welch, Ed Harcourt con KT Tunstall, Sinead O’Connor con Damien Dempsey, No Use for a Name, Jesse Malin, Stars, Amy McDonald o Christy Moore. Seguramente, The Pogues morirán el sueño de los justos, pero “Fairytale of New York” se seguirá escuchando y cantando siglos después. ¿Feliz Navidad? ¡Los cojones!
LETRA:
Él: Era Nochebuena, nena,
en la celda de los borrachos.
Un viejo me dijo:
“No veré otro día más”.
Y entonces cantó una canción:
«El antiguo y extraño rocío de la mañana».
Me di la vuelta
y soñé contigo.
Gané una apuesta de las buenas,
logré 18 a 1.
Tengo un presentimiento
de que este año va a ser nuestro año.
Así que ¡Feliz Navidad!
Te quiero cariño.
Anticipo tiempos mejores
cuando todos nuestros sueños se harán realidad.
Ella: Tienen coches tan grandes como bares,
tienen ríos de oro.
Pero el viento gélido te atraviesa,
no es lugar para la gente mayor.
La primera vez que tomaste mi mano
en una fría Nochebuena
me prometiste que Broadway estaba esperándome.
Ella: Tú eras atractivo.
Él: Tú eras hermosa,
la reina de Nueva York.
Ambos: Cuando la banda terminó de tocar,
la gente aullaba pidiendo más.
Sinatra se balanceaba,
todos los borrachos cantaban.
Nos besamos en una esquina
y luego bailamos toda la noche.
Ambos: Los chicos del coro de la Policía de Nueva York
cantaban «Galway Bay”,
y las campanas repicaban
por el día de Navidad.
Ella: Eres un vagabundo, eres un vándalo
Él: Y tú eres una vieja puta yonqui,
Yaciendo ahí casi muerta, con el gotero en esa cama.
Ella: Asqueroso, gusano,
tacaño maricón de mierda,
¿Feliz Navidad? ¡Los cojones!
Rezo a Dios para que sean las últimas para nosotros.
Ambos: Los chicos del coro de la Policía de Nueva York
cantaban «Galway Bay”,
y las campanas repicaban
por el día de Navidad.
Él: Yo podría haber sido alguien.
Ella: Bueno, cualquiera podría haberlo sido.
Me quitaste mis sueños
cuando te conocí.
Él: Los conservé conmigo, cariño,
los puse con los míos,
No puedo hacer todo esto solo,
he construido mis sueños alrededor tuyo.