EILEN JEWELL
Eilen Jewell, lugares en el corazón
Honestidad, confianza y respeto penetran la música de Eilen Jewell desde la edición de su álbum Boundary County en 2006. Desde entonces esta nativa de Boise ha grabado cinco álbumes de estudio con su banda y dos más como miembro de Sacred Shakers, banda de base gospel procedente de Boston,de la que también forma parte su propia banda. Su último disco, Sundown Over Ghost Town, es la culminación del trabajo de Jewell hasta la fecha.
Es complicado clasificar la música de Jewell. Se han usado términos como country, rock de raíces, country negro, americana pero aun es más complicado no quedar completamente cautivado por la versatilidad, las historias y las imágenes musicales de esta cantautora. Su preciosa voz hace sentir que canta solo para ti, en un porche sintiendo la brisa, o junto a una hoguera.
Algunos ejemplos: “Butcher Holler” es el aclamado tributo a Loretta Lynn publicado en 2010, en el que enfatiza su amor por la música country dura y tradicional. En contraste con esto encontramos la versión electrificada de “Shakin’ All Over” (Sea of Tears de 2009) que en los 60 fue interpretada por Johnny Kidd and the Pirates convirtiéndose en número uno en las listas británicas. El brillo de la guitarra de Jerry Miller da impulso a esta canción en la que aparecen indicios de surf instrumental sesentero.
En Queen of the Minor Key, de 2011, cuenta con invitados de la talla de Big Sandy y Zoe Muth. Jewell escribió todas las canciones. Una de sus favoritas es “Warning Signs”, con referencias a una viuda negra, una serpiente de cascabel y un cuervo de ojos pequeños y brillantes . Jewell se refiere a esta canción como escalofriante. En su momento, The Boston Globe presentó Minor Key como “de crudeza emocional y cautivador” y en la publicación NPR se dijo que Jewell “tiene una voz dulce y clara con un instinto asesino latente bajo la superficie brillante”.
Cuatro años después del lanzamiento de Minor Key, Jewell y su banda, (compuesta por el guitarrista Miler, el baterista Jason Beek –marido de Eilen Jewell, que resplandece como un joven Levon Helm- y el contrabajista Johny Sciascia –que hizo su esperado retorno con Sundown Over Ghost Town-) presentan Sundown Over Ghost Town, probablemente su álbum más personal hasta la fecha: el disco, con todas las canciones escritas por Jewell es un reflejo conmovedor de su retorno a la ciudad natal de Boise después de casi una década en el noreste.
La cantante lo explica: “Mi banda y yo grabamos juntos en directo. Fuimos nuestros propios productores y trajimos algunos invitados para llevar el disco a otro plano. La principal diferencia es que todo se hizo en Idaho y nuestros invitados pertenecían a esta zona. Intentamos evitar que la larga pausa que nos habíamos tomado influyera de alguna forma Quería que este álbum se sostuviera por sí solo” Y lo hace. Perfectamente.
Sundown Over Ghost Town comienza con “Worried Mind”, una canción agridulce sobre búsqueda y redención. El melancólico pedal Steel de Jake Hoffman, artista invitado en esta canción, y la letra de apertura dan impulso a esta canción: “He recorrido este mundo para volver a ti. Oh mi amor, mi dulce amor. Es un camino largo y solitario, es una amarga sombra de tristeza. Oh mi amor, mi dulce amor…” Así es como Jewell comienza a transportar a la audiencia a lejanos lugares místicos.
“Hallejulah Band” es la siguiente canción y cuenta una serie de historias reales. “La primera es acerca de una experiencia que tuve en la adolescencia con mi mejor amiga”, cuenta la artista. “Su novio se enteró de que existía una cueva desconocida en medio del desierto. Después de entrar en ella trepamos sujetando linternas entre los dientes, caminamos durante horas. Había agua a nuestros pies y trenes de carga pasaban por encima. Para mí fue una experiencia religiosa. Cuando ocurre algo tan conmovedor como esto te das cuenta de lo grande que es la vida y lo magnifico que es el mundo. Quizá yo no sea merecedora de algo así, pero en cualquier caso lo disfruto. La segunda historia, en esa misma canción, es acerca de cuando era una niña y tenía un lugar secreto que solía visitar. Solo era una pequeña hendidura en la tierra y yo me sentaba sobre las agujas del pino con mi muñeca. Pero para mí tuvo mucha importancia, y aún la tiene. Ahora no sería capaz de encontrar ese lugar; en cualquier caso tengo que recordar buscarlo, al menos de forma simbólica. El objetivo es estar disponible, preparada para ser ese instrumento de Dios, Diosa o como quieras llamarlo; podrías ser el elegido para unirte al grupo”. Como en muchas de sus canciones, Jewell introduce alma y corazón en una pegadiza canción de tres minutos.
Otra canción a destacar es la alegre “Rio Grande”, que con su introducción de trompeta interpretada por Jack Gardner, y entrelazada después con la guitarra de Miller, suena como si fuera una gran canción de los desaparecidos Mavericks. “Escribí esto en una pequeña cabaña en las montañas, en un terreno perteneciente a mi familia, al final del invierno”, recuerda Jewell. “Comencé a escribir primero lo que sería el último verso: “Los pinos han perdido su verdor, ahora fijan su mirada sin un sonido; el viento es muy frio para cantar, la nieve es pesada sobre la tierra”. Estaba escribiendo sobre lo que veía a mi alrededor, pero inmediatamente se transformó en una canción acerca del sureste y cómo, siempre que voy, algo se derrumba. Me he dado cuenta de que al margen de mi amor por esa tierra, siempre parece escupirme, por eso me fui de allí después de terminar la universidad”.
La melancolía y la nostalgia y el delicioso pedal Steel te introducen inmediatamente en “Half Broken Horse”, otra de las pegadizas y profundamente texturizadas composiciones de Jewell. “Esta canción se inspira en Pyro, el caballo mesteño de mi padre”, explica, “Nació salvaje en algún lugar del sur de Idaho, fue atrapado en un rodeo y vendido. Dejó de ser salvaje, aunque tampoco se ha domesticado nunca. Mucha gente piensa que es inútil porque no se puede montar ni se usa para trabajar. Así que está encerrado en su extraño mundo intermedio. He conocido por ahí a mucha gente similar a Pyro en ese aspecto. Creo, en cierto modo, que yo soy una de ellos”.
Y luego está la cantarina “My Hometown”, al mismo tiempo nostálgica y llena de compasión: Si la dulzura tuviera un sonido, sonaría como mi ciudad natal”. Pero como en la mayoría de las canciones de Jewell, debajo de la superficie hay más: “Cuando oí hablar acerca del terrible tiroteo en Newton hace algunos años, entre en un luto por ello”, reflexiona Jewell. “No podía dejar de pensar en todos esos niños inocentes y la enorme pérdida que sus familias estaban sufriendo, todo por el acto de violencia sin sentido de un hombre. Al mismo tiempo me daba cuenta de lo contenta que me sentía por estar en casa, y cuanta amabilidad me rodeaba. Quería enviar un mensaje de paz al mundo, quería embotellar la felicidad y comodidad que sentía para enviarla a Newton, o a cualquiera que estuviera sintiendo dolor”.
Como muchas de las canciones del disco, “Needle and Thread” tiene un fuerte componente autobiográfico. “Esta canción describe el pueblo donde vive mi padre, donde está la tierra de nuestra familia”, explica la cantautora. “En uno de los mapas que tengo figura como un pueblo fantasma, pero hay más de 400 habitantes de la ciudad de Idaho. El pueblo ha cambiado muy poco desde que yo era una niña. La tierra familiar ha cambiado menos aún. Pero ahora lo veo todo con otros ojos, después de haber estado viviendo en Boston durante 9 años”.
La vuelta a Boise fortaleció a Jewell a la hora de componer canciones, e influyó en el espíritu y el esplendor con que cuenta Sundown Over Ghost Town. Pero hay otra pequeña gran fuerza que juega un papel esencial en este disco. Su nombre es Mavis (sí, como en Mavis Staples): es la hija que tuvieron Eilen y Jason a mitad del proceso de grabación del disco. “Songbird” es una bella canción acerca de la milagrosa felicidad y el impacto que producen la llegada de un nuevo miembro a la familia. Como siempre, Jewell no reprime nada en su escritura. Escuchando detenidamente se oye de fondo el dulce susurro de la pequeña Mavis. “’Songbird’ es mi oda a Mavis, su nombre significa ‘canto de pájaro’. Creo que es la canción más sincera que he escrito jamás”, confiesa Jewell. “Cada palabra es cierta, sin pretensiones ni personajes que ayuden a contar una historia. No hay historia, solo emoción. Quería expresar lo mucho que la quiero y lo vulnerable que me siento por ello”: “Todo mi mundo descansa sobre esas pequeñas alas, pero no parece preocuparte el peso”.
En concierto es habitual ver a Jewell tocando esta canción en el bis, sola con su guitarra y su armónica Y no es extraño ver algunos ojos llorosos en la sala. Reflexionando acerca de Sundown Over Ghost Town, Jewell concluye: “Cuando volví a Boise en 2012 me enfrentaba a montones de recuerdos, muchos de ellos pertenecientes a mi niñez. Algunos lugares evocaban fantasmas: un pasto cercano a mi casa, una prolongación del desierto a las afueras del pueblo, la calle donde crecí, la tierra familiar en las montañas, no muy lejos de allí… Cada pequeño lugar dentro del enorme sur de Idaho tiene un recuerdo importante para mí. Siento como si este disco fuera un intento de describir este espacio y lo que ha significado para mí, el lugar que guardo en mi corazón. Muchos de los sitios favoritos de mi infancia permanecen igual, pero yo he cambiado tanto que mi relación con ellos es completamente distinta a día de hoy. Y luego, por supuesto, la ciudad es mucho más grande, y eso conlleva pros y contras. Odio ver que la tierra de pastos ha desaparecido a raíz de la parcelación, pero disfruto viendo lo animado que se ha vuelto el centro de la ciudad. He luchado contra la pérdida de inocencia –de la tierra y de mi misma- en varias canciones. He usado el término ‘ghost town’ (pueblo fantasma) en el título no solo por ser excepcionalmente western, sino porque además es una forma de capturar el embrujo que estos lugares tienen para mí, tan llenos de recuerdos. Creo que evoca un sentido de pérdida, pero con una belleza inherente”.