Categoría: Discos

THE BLACK HEART PROCESSION: The Spell (Touch & Go-Green Ufos)

            The Spell (El Hechizo) es el nombre más apropiado que nunca ha tenido un disco de Black Heart Procession. Es cierto que One, Two y Three tenían la economía de su parte, y Amore del Tropico ya nos inclinaba a pensar en la intriga. Pero The Spell lo clava. Los hechizos caen sobre una persona, un amor, un país, el mundo; te encantan y te hacen caer en su trampa, te desorientan y te ilusionan. Aquí, un medio tiempo puede convertirse en un oscuro y seductor vals, y cerca, el violín y el piano evocan la banda de un cabaret solitario y lúgubre. Entonces, las cuerdas callan su llanto triste y cambian a un repiqueteo impulsivo y, más tarde, pedales que suenan a metal, con lo que estamos avanzando en línea recta por una carretera en un cinematográfico crepúsculo. Hechizado, claro.

JOANNA NEWSOM: Ys (Drag City-¡Popstock!)

            Paciencia. Por una vez, en el pop de este nuevo siglo ha encontrado un traje perfecto al que acoplarse. El de Joanna Newsom, quien en las cinco canciones de Ys requiere de un oyente predispuesto a darle una oportunidad sin que las prisas agobien. Aunque el disco ha sido producido por Steve Albini y mezclado por Jim O’Rourke (componente hasta hace poco de Sonic Youth), y cuenta con los arreglos de Van Dyke Parks (colaborador de Brian Wilson de los Beach Boys) y con la voz de su pareja, Bill Callahan (de Smog), lo que destaca es la capacidad de esta norteamericana de 24 años para crear melodías que atrapan, si se le da esa oportunidad, a base de harpas, oboes o trompetas, con historias que parten de la mítica ciudad sumergida de los bretones. No hay nada igual.

N.O.H.A.: Dive In Your Life (Unique, 2007)

La suerte les llegó en el 2003 cuando Nike eligió una de sus canciones, “Balkan Hot Step”, para una campaña televisiva. Desde medidados de los 90 venían funcionando, editando Noise Of Human Art y No Slack para la multinacional WEA y Next Plateu en el 2003 ya en un sello independiente. A partir de ese golpe de suerte empezaron a colocarles en un buen montón de recopilatorios, como, por ejemplo, en el disco Eclectic Sessions seleccionado por Gilles Peterson.

El grupo, multinacional, cuenta al frente con una vocalista asturiana, Minerva Díaz Pérez, un rapero neoyorkino, MC Chevy Hadley, un saxofonista checo, Philip Noha Sebanek, y un teclista alemán, Jochen Eickenberg, a los que se suman en directo Tim Rahsid al bajo y Tobias Belker a la batería. Ahora ponen en circulación su segundo disco para el sello Unique, Dive In Your Life.

Al igual que en sus discos anteriores, el grupo busca un sonido que sea tan válido en el directo como para la pista de baile, mezclando breakbeat, drum & bass, jazz electrónico, downbeat, pop e incluso música tradicional centro-europea. Hay quien habla de blues europeo o de fado triste y tristeza electrónica, entre el latido del bajo y una ración de acordeón. No andan muy descaminados.

THE FRATELLIS: Costello Music (Island-Universal)

            Ha habido que esperar unos meses, pero por fin está publicado aquí el debut del trío de Glasgow The Fratellis. El grupo no se complica la vida, lo que en estos tiempos no está nada mal: canciones directas y estribillos contagiosos en 13 canciones pensadas para disfrutar, para bailar y que no den mucho que cavilar. Hay punk-pop de finales de los 70, brit-pop de principios de los 90, ecos de Madness, The Clash, Oasis, Blur y, para completar la jugada, algunos temas más acústicos. O sea, sonido a pleno volumen, claro, directo a la cara, justo lo que uno espera -y no muchas veces encuentra- en un trío de guitarras.

JOE BOYD: Blancas bicicletas (Libro- Global Rhythm Press)

            Pocas veces un libro de rock se vuelve tan recomendable. Sobre todo por el autor, Joe Boyd, quien trajo a Muddy Waters a Europa, conectó los cables cuando Dylan se volvió ‘eléctrico’, participó de la explosión del folk-rock, llevo un club de rock en Londres, hizo un documental sobre Jimi Hendrix, produjo a Pink Floyd, Nick Drake o R.E.M., tuvo su propia discográfica… Por su traductor, Ignacio Juliá. Por su tono, con anécdotas, testimonios, nada grandilocuente, y dejando que lo personal y lo social interactúen. Y porque funciona como crónica de los 60, declaración de principios, manual de productor cinematográfico, biografías de los artistas rock más relevantes y libro de memorias, que es lo que en el fondo lo hace único.