RYAN ADAMS: Easy Tiger (Universal)

Dejémonos de marear la perdiz y volvamos a lo que mejor sabemos hacer. Eso debió pensar recientemente Ryan Adams, o al menos alguien se lo sugirió. Ya quedó demostrado que puede editar tres discos convencionales en un año y que puede hacer un montón de estilos distintos medianamente bien. No hay más que comprobarlo en su web, donde tiene para descarga gratuita unos dieciocho discos bajo varios alias como The Shi o DJ Reggie, incluso de hip-hop. Y eso sin contar los que no han visto la luz, que parecen ser unos cuantos.

En sus nueve discos oficiales, Ryan Adams se ha ganado el título de imagen del country alternativo, invocando a Grateful Dead, Bob Dylan, Flying Burrito Brothers y unos cuantos más. Así lo acreditan sus nueve discos desde que se decidió a presentarse bajo su nombre tras abandonar el barco de Whiskeytown.

Easy Tiger parece querer ser el reflejo de alguien que se ha domesticado un tanto, al menos en cuanto a su producción. Ojo a lo que hace una coma en el título: es Tigre suave, no Despacio, Tigre. Y algo de eso hay, y de recapitulación de lo ya andado en sus ocho discos precedentes. Escuchando “I Taught Myself How To Grow Old” parece el mejor Neil Young de los 70. Pero casi siempre invita a acordarse de Love Is Hell o Heartbreaker, puede que sus mejores momentos.

JAMIE T: Panic Prevention (Virgin)

            Hacía tiempo que un debut no sorprendía como el de este chaval. Y lo mejor es que sólo tiene 20 años. Jamie T viene de un suburbio del suroeste de Londres, y está influido tanto por The Clash, Tom Waits, Rancid y The Specials como por el drum’n’bass que le rodeaban mientras crecía. Armado sólo con un bajo acústico, empezó a tocar en las trastiendas de los pubs en el Soho, con un espíritu trovador similar al de los folkies americanos como Woody Guthrie y Bob Dylan chocando de bruces con verdaderos caballeros ingleses como Billy Bragg, Paul Weller o Elvis Costello, con unas cuantas pastillas y latas de cerveza Stella para desatar los jugos creativos. Su primer álbum, grabado en su habitación, con un equipo barato utilizado normalmente para crear temas de drum’n’bass y garage, consigue algo nuevo, inclasificable y altamente adictivo.

MARIA TAYLOR: Lynn Teeter Flower (Saddle Creek-Popstock!)

            Cuando apareció su debut 11:11, nadie esperaba un disco de la mujer que conformaba la mitad de Azure Ray (y, también, la cuarta parte de Now It’s Overhead). En su primer álbum sus canciones de corte clásico, aunque con instrumentación de ahora -le van los sonidos electrónicos en pequeñas gotas, está claro- evocaba a grandes damas del pop. Ahora, en su segundo disco, Maria Taylor refina la fórmula, buscando un sonido más orgánico que, probablemente, tenga mucho que ver con el hecho de que, tras aquel disco, vino una amplia gira. Acompañada por su hermano y hermana al bajo y a los teclados, así como el capo de su sello, Conor Oberst (líder de Bright Eyes), vuelve a invocar a Carole King, Laura Nyro o Rickie Lee Jones.

SOUTHERN CULTURE ON THE SKIDS: Countrypolitan Favourites (Yep Roc-Discmedi)

            Tras 20 años de enloquecida existencia, los Southern Culture On The Skids siguen encontrando nuevas formas de combinar el twang del country con la pirotecnia guitarrera del surf, el pop torrencial con el rock pantanoso y el característico trote del rockabilly con el más contagioso rhythm’n’blues hasta crear algo inconfundible. Eso es lo que hacen en Countrypolitan Favourites al recrear clásicos del country junto a versiones tan curiosas como las que hacen de “Happy Jack” de The Who, “Muswell Hillbilly” de The Kinks e, incluso, el incombustible “Life’s A Gas” de T-Rex. La cuestión para ellos es subvertir y divertir, y lo consiguen, vaya que sí.

JEFF BUCKLEY: So Real: Songs From (Sony BMG)

         Al igual que le sucede a Manu Chao, a Jeff Buckley no se le puede hacer responsable de todos los imitadores que han sustentado su carrera en crear sus canciones a partir de lo que él hizo (¿hace falta nombrarlos?). Su único disco de larga duración editado en vida, Grace -en 1994-, ha sido, probablemente, el de mayor influencia en otros artistas de los publicados en la década de los 90 y, también, de los más relevantes.

         Su madre, Mary Guibert, ha venido editando distinto material desde su muerte, hace ahora justo 10 años. Siete discos han visto la luz desde entonces, entre maquetas finalizadas posteriormente, grabaciones en directo y canciones registradas con anterioridad a Grace.

El único problema de So Real: Songs From Jeff Buckley es que no queda muy claro cuál era la pretensión y a quién pretende convencer. ¿Se trata de un grandes éxitos? Probablemente sí, aunque no se presenta como tal en su portada. ¿Intenta atraer a nuevos oyentes? Tal vez esté ahí su principal misión, porque salvo una canción las demás son perfectamente conocidas por sus seguidores, aunque se presenten en tomas alternativas o en directo.

De todas formas, poco importa esa indefinición, porque lo que cuenta son las canciones. Para los completistas destaca la versión nunca editada anteriormente de “I Know It’s Over” de The Smiths. De Grace se recuperan 8 de sus 10 temas -entre ellas la versión definitiva del “Hallelujah” de Leonard Cohen-, aunque dos de ellas  en versiones alternativas -“Eternal Life” y “Dream Brother”-, un “So Real” en acústico y “Mojo Pin” en directo. Además, se incluye la versión de “Je N’en Connais Pas La Fin” de Edith Piaf,  y de entre el resto de su obra editada póstumamente se completa la acertada selección con la cara B “Forget Her” y tres cortes de Sketches For My Sweetheart The Drunk: las intensas “The Sky Is A Landfill” y “Vancouver” y el casi soul “Everybody Here Wants You”, aunque se echa en falta “Nightmares By The Sea” de aquel álbum.