CAMPUS GALICIA ARTICULO BOSSA NOVA
ARTÍCULOS 2001
Bossa nova
La música popular
Astrud Gilberto y Antonio Carlos Jobim
Hace ahora poco más de 30 años se publicó Tropicalia, el punto de partida para la completa transformación de la música brasileña y su conquista del mundo. Palabras que antes eran sólo brasileñas ahora forman parte del vocabulario internacional: samba, bossa nova, lambada… La música brasileira es la Música del Mundo por excelencia, reconocida e influyente en todos los países, tal vez porque hunde sus raíces en etnias africanas, europeas e indias, con una infinita variedad de melodías y ritmos regionales.
Hay una canción que, al igual un buen puñado más, resume a la perfección cómo la música brasileña ha conseguido hace ya mucho tiempo traspasar sus fronteras y permanecer a la vez fiel a sus raíces. Se trata de "Aquarela do Brasil", de Ary Barroso, la auténtica marca registrada del país en el ámbito mundial. En los años 40, traducida convenientemente al inglés, sirvió como presentación de Carmen Miranda en una de sus primeras películas en Hollywood, antes de su conquista definitiva, y en los 80 le dio la idea para la película Brazil a su director Terry Gilliam, además de servir de punto de partida para su banda sonora.
Todos la conocen como Música Popular Brasileira, habitualmente reducida a las siglas MPB, una música estrechamente relacionada con los ritmos africanos, los sones cubanos y el jazz norteamericano. Pero es la variedad de estilos de las diferentes regiones lo que hace posible la existencia de una cantidad infinita de artistas y sonidos.
Rio de Janeiro tenía ya en el siglo XIX el choro y en el siguiente surgió el samba desde las favelas. Más tarde llegó la bossa nova desde los barrios de las clases medias que tenían vistas a las playas de Ipanema, Leblón o Copacabana.
El diez de julio de 1958, en uno de los estudios de la ciudad, se grabó un disco de 78 revoluciones por minuto con el tema “Chega de saudade”, de Antonio Carlos Jobim y Vinicius de Moraes. En el reverso del mismo se registró el tema “Bim Bom”. Ése fue el punto de partida de la gran contribución de Rio a la música internacional: la bossa nova, que comenzó en los apartamentos de los elegantes barrios de Ipanema para acabar paseándose por los clubes nocturnos de Copacabana.
La bossa nova fue el primer estilo de música popular inventado a partir de la colaboración de dos hombres: Joao Gilberto y Antonio Carlos Jobim, un músico de conservatorio que se dedicaba a recorrer noche tras noche los bares de su ciudad. Durante un par de gloriosos años Jobim, Gilberto y un pequeño grupo de músicos -Chico Buarque, Luiz Bonfá, Carlos Lyra, Baden Powell y, sobre todo, Vinicius de Moraes-, se dedicaron afanosamente a construir su sonido intimista, llegando a poner en duda la preponderancia del samba en Rio. En 1959 su éxito traspasó fronteras con la versión que Astrud Gilberto hizo de "A Garota de Ipanema".
Lo que trajo la bossa nova de novedoso fueron cuatro factores preponderantes, además de la interpretación más coloquial: melodía, armonía, poesía y ritmo. Después, la principal razón de su éxito tuvo que ver con el interés de músicos de jazz norteamericanos como Stan Getz, Charlie Byrd, Duke Ellington o Ella Fitzgerald que la exportaron al mundo ayudados por la influencia de su mercado.
La exportación también trajo consigo el mayor problema de la bossa nova: su simplificación, las producciones orquestales y la banalización de sus estructuras y de sus arreglos hasta convertirla en el fondo ideal para el hilo musical. Jobim llegó a confesar sentirse perseguido por las infinitas versiones de "A Garota de Ipanema", la mayoría de las cuales se dedicaron a eliminar todos los elementos que tenía la bossa en su forma original.
Aunque, debajo de todas estas razones comerciales, lo que había era una auténtica sed de música urbana sofisticada entre las clases más pudientes de Rio, que encontraron en los ritmos lentos e innovadores de Jobim su auténtico reflejo. El nexo de unión con la siguiente generación fue Edu Lobo, al mezclar las estructuras de la bossa nova con ritmos más africanos o nordestinos. En los 60, durante el período de la dictadura, de las guerrillas urbanas y del deseo de cambiar el sistema político, surgieron los tropicalistas -Caetano Veloso, Gilberto Gil, Gal Costa, Maria Bethania…-, mezclando música internacional como la batida latina o el rock con los ritmos nacionales, acelerándolos y tratando las letras con más atención.
Lo que se recoge en la colección de cuatro compactos titulada 40 años de bossa nova, recientemente editada por el sello Discmedi, son precisamente las canciones de aquellos primeros tiempos, y muchas de ellas no en su versión más predecible, con lo que gana en interés al recuperar grabaciones oscuras que sólo ven la luz ahora, después de un amplio y concienzudo trabajo de búsqueda en el fondo de catálogo de distintos sellos.
Por si fuera poco, o alguien no saciase su sed de clásicos brasileños, se editan también dos cajas con cuatro discos cada una en las que se recogen las históricas grabaciones de Vinicius de Moraes con Toquinho, así como las primeras producciones de Chico Buarque de Hollanda. Absolutamente imprescindibles para comprender la evolución de la música del siglo XX.
Xavier Valiño