ROCK INDEPENDIENTE ESTATAL Novedades 1994
La brillante escena estatal
Entre los nuevos grupos de la independencia estatal, todos tienen como uno de sus modelos a los Surfin’ Bichos. Su cuarto disco, El amigo de las tormentas (Virus-RCA), es tan intenso como los anteriores, aunque sea el disco del adiós. Fernando Alfaro y sus colegas, que ahora trabajan bajo el nombre de Mercromina, han decidido separarse después de lograr su disco más accesible sin bajar el listón. Canciones como «Venados de sol a sol», «Si tengo que cambiar» o «El final de una quimera» demuestran porqué en los últimos cinco años nadie ha podido hacerles sombra por aquí.
Los peruanos Coco y Mario siguen experimentando al frente de Silvania con Paisaje III (Elefant), sin ponerse muchos límites. El caso es que sus influencias, que van de Brian Eno a los Byrds, se convierten en punto de partida desde el que dar rienda suelta a su imaginación, bien en instrumentales etéreos o en canciones en las que la voz es tratada como un instrumento más. Sólo el catálogo 4AD podría contar con algo tan inclasificable.
Algo parecido sucede con Sr. Chinarro y su debut (Acuarela). Después de un primer E.P. llamado Pequeño circo y que traía el excelente «En el panal», estos andaluces han saltado hasta Nueva York para que Kramer, ex-componente de Butthole Surfers y productor de Sonic Youth o Galaxie 500, les produzca su primer disco. A ratos más alegres, lo normal es que sus canciones se arrastren como las de los Tindersticks o los New Order más melancólicos (incluyen una versión de su «Leave Me Alone»). Para el recuerdo deberían quedar «Niño helado», «Mi caracola loca», «Bye, Bye» y «Una rodillita, dos».
Otros se expresan en inglés. Pribata Idaho tienen en Ernesto González a un buen seguidor del rock más acústico de los 60. En Sueroine (Munster) los Byrds son, de nuevo, el material de partida. Desde la guitarra de 12 cuerdas, regalo de su novia según dice, hasta las armonías vocales, todo les delata. Eso sí, con una producción exquisita y mayor variedad que en sus anteriores trabajos.
Un camino similar han recorrido Australian Blonde. Tito Valdés, Roberto Nicieza y Francisco Fernández, con la imprescindible ayuda de Paco «Loco» Martínez, el cuarto Australian, pasan de los sonidos de Boston a los de los Beatles. La comparación esta ahí, aunque sólo sea por ese sonido trompetero de «Sorry», su single. Como en Aftershave (Subterfuge-RCA) hay buena producción, sonido actual y buenas canciones, una multinacional se ha decidido a apoyarlos.
También los Vancouvers cuentan con la producción de Paco Loco en su reciente Assorted Cookies (Mojave-Caroline). Su tercer disco contiene 14 canciones -o galletas variadas, según el título- del contagioso power-pop que siempre han sabido hacer, sin más pretensiones que pasarlo bien y darle una buena noche de rock a quien se pase por sus bolos. Con la voz de Marta Romero y la guitarra de Juan Santaner, Vancouvers se atreven con una versión acelerada del «Maggie May» que cantara Rod Stewart.
Más actuales son Anphetamine Discharge, con su acertada mezcla de noise, power-pop y hardcore. Desde Bolullos de la Mitación (Sevilla) llegó su primera maqueta, con bastante suerte, y poco después ya estaban grabando este primer disco Rotaflex (Roto-Triquinoise). Conseguir transmitir la fuerza de los directos no es fácil y Anphetamine Discharge lo han logrado. Sólo necesitan distanciarse del resto de los grupos noise.
Después de la aventura de Los Mestizos, Juanjo Javierre ha decidido seguir en solitario por los terrenos que siempre le han gustado: el funk, el reggae, el soul… Todos los ritmos de color tienen sitio en su nuevo proyecto, Soul Mondo, aunque conociendo la historia de Juanjo este Explorando el planeta Gumbo se queda un poco corto en sus resultados. Tal vez el apoyo de un grupo llenaría ese vacío.
También son aragoneses Misión Hispana y, al igual que Soul Mondo, lo suyo son los sonidos de color, sobre todo el rap más sencillo. En Le Monde (Compadres) se nota que se lo pasan como enanos recitando sobre las bases musicales programadas y añadiendo un toque latino. «Confusión», «Future» o «El son del americano» están más logrados en esa fusión, en la que caben hasta tres idiomas.
Más brutos son El club de los poetas violentos. Sus bases programadas no tienen tanto color y sus recitados son más radicales. Todo lo derrochan por la boca. No hay disco en castellano en el que las letras de las canciones ocupen tanto en una carpeta. Interminables y agotadores, y tal vez por ello les cueste llegar a tanta gente. Si existe el rap urbano, Madrid, zona abierta (Yo Gano-Running Circle) es su disco, con foto en una boca de metro incluida.