ULTRASONICA ARTÍCULOS 2006 BOB DYLAN NO DIRECTION HOME

ULTRASONICA ARTÍCULOS 2006 BOB DYLAN NO DIRECTION HOME

Ultrasonica e-zine :: Xavier Valiño

ARTÍCULOS 2006


El enigma de Robert Zimmerman

 

Bob Dylan: No Direction Home (DVD Sony)

 

 

 Una de las cualidades más reseñables de Bob Dylan es su habilidad para mantener el enigma esencial de sí mismo. Puede participar en películas intrascendentes, editar largos libros de memorias, incluso prestar su imagen y canciones a un estúpido anuncio de ropa interior y, a pesar de ello, mantener intocable el misterio de qué fue lo que hizo que un chaval inquieto llamado Robert Zimmerman se convirtiera en el icono apodado Bob Dylan. Si Martin Scorsese tuvo en algún momento la intención de llegar al fondo con su documental de tres horas y media No Direction Home, está claro que no lo consiguió, pero eso no hace que esta película comercializada en DVD sea menos que extraordinaria y necesaria.

 

Centrada en los años históricos que le llevaron de tocar en bandas de rock’n’roll de Minnesota a finales de los 50 a su accidente de moto en 1966 -sea cierto tal percance o sólo una excusa que se inventó para desaparecer durante un tiempo-, No Direction Home incluye una buena cantidad de material de archivo. De entre lo recogido, destaca una larga y franca entrevista en cuatro jornadas con el propio Dylan (conducida por su colaborador de muchos años Jeff Rosen) y otras con muchos de los que lo conocieron entonces, como Allen Ginsberg, quien reconoce que lloró tras escuchar por primera vez “A Hard Rain’s A-Gonna Fall” al descubrir que el testigo acababa de pasar a otra generación distinta a la suya.

 

Lo más destacable es que, a pesar de que Martin Scorsese se encontró con todo el material rodado cuando saltó al proyecto, éste ha convertido la película en un film propio con muchos puntos en común con el resto de su trayectoria. Como Uno de los nuestros, Toro salvaje o El aviador, se trata de una historia sobre cómo los tiempos conforman a determinadas personas y cómo éstas se echan atrás en algún momento, al menos durante un tiempo.

 

 

En más de una ocasión, Dylan sugiere que, aunque viene de una pequeña localidad llamada Hibbing, en Minnesota, aquel lugar no era su hogar, sino que se trataba de una localización en la que su cuerpo se había instalado temporalmente a la espera de alcanzar la mayoría de edad para volar. Consecuentemente con ello, Scorsese pone su énfasis en el potencial americano de reinventarse y la tristeza que puede sobrevenir cuando se logra. Rehaciéndose a sí mismo como un seguidor de Woody Guthrie, después como el producto más interesante de la escena folk de Nueva York y, más tarde, como un visionario rebelde del blues-rock y del estilo que llamarían americana -que aún estaba por inventarse-, Dylan contentaba y confundía a sus admiradores a partes iguales.

 

En la parte central del film, uno de los entrevistados articula la mística central de Dylan de la forma más sencilla posible, pero con las palabras más apropiadas: “Mientras está en el escenario, de alguna forma nos transporta con sus canciones diciéndonos que sabe algo que nosotros no sabemos”. Es la forma más llana de describir la razón de la fascinación por Dylan, del mito entre el resto de los mortales, del hombre tan atrapado en la persona que se ha creado con sus textos crípticos y su apariencia que incluso un director como Martin Scorsese sólo puede arañar la superficie de un ser extraño que parece contener el secreto más grande del mundo en su música. Da igual que lo cuente todo, porque sigue pareciendo que hay algo que se nos escapa, que no sabemos; es decir, la misma sensación que dejaba el primer volumen de sus Crónicas editado el año pasado.

 

El conflicto central de Don’t Look Back se traduce en conocer cómo se pasó en seis años de ser considerado un profeta a un paria, cómo llegó al punto de que sus fans pagasen por una entrada simplemente para abuchearlo. En la compleja narrativa por la que opta Scorsese, este aspecto se muestra hacia atrás al tiempo, mientras que los primeros años de Dylan se muestran en sentido cronológico, hacia delante. Una vez que las dicromáticas imágenes de Dylan se unen en el punto medio, conseguimos atisbar una imagen clara del enigma de Dylan: por qué sus fans se sintieron traicionados mientras a él no le importaba en absoluto lo que pudieran pensar, y cómo esa apatía sólo realimentaba la admiración hacia él.

 

 

Para confirmarlo, Scorsese vuelve una y otra vez a lo que D.A. Pennebaker rodó durante la gira británica de 1966 (que conformaría la película Don’t Look Back de aquel año), aquella serie de conciertos en los que los fans le gritaban “Judas” y “Traidor” cuando aparecía con sus músicos en formación eléctrica, los mismos que luego se convertirían en The Band. Fuera del teatro de Newcastle, donde aquella polémica actuación se vio por primera vez, los seguidores británicos de Dylan expresan el sentimiento de traición que sienten porque, según ellos, Dylan ha abandonado la tópica canción protesta, sin saber que esperaban a un Dylan que ya había desaparecido.

 

No Direction Home no desprecia totalmente ese sentimiento de pérdida. El título (Sin dirección o, también, Sin un hogar) no está ahí por accidente, ni tampoco lo están los lazos de unión entre la transformación de Dylan desde el activismo político, la muerte de Kennedy y el colapso del optimismo norteamericano que creía que una canción cantada con la suficiente fuerza y durante bastante tiempo podía cambiar el mundo.

 

La admiración de Scorsese por la música de Dylan era evidente antes de rodar esta película, pero nunca llega a desprenderse de la idea de que el éxito de Dylan trajo sus consecuencias. Mientras interpreta canciones de dudas, desilusiones, desengaños y distintas clases de confusión a todo volumen, Dylan parece sobrecogido y fuera de sí en las imágenes de 1966, en especial una interpretación a medias con Johnny Cash de “I’m So Lonesome I Could Cry”, aunque en ningún momento se mencionan las drogas (ni, tampoco, curiosamente, a su primera mujer Sarah, la madre de sus cinco hijos).

 

Parece que si todavía no había perdido su alma como otros personajes de otros films de Scorsese, al menos iba encaminado en esa dirección. Por supuesto, no era el único que se sentía así entonces; simplemente se dedicaba a construir su banda sonora. Si No Direction Home prueba algo, es que el Dylan ‘auténtico’ probablemente nunca aparecerá o, de hecho, puede que incluso no haya existido.

 

Xavier Valiño

ULTRASONICA ARTÍCULOS 2006 BELLE AND SEBASTIAN

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ARTÍCULOS 2006


BELLE AND SEBASTIAN  Los Cuatrocientos Golpes

   Asomaron la cabeza desde su buhardilla de Glasgow como un capricho para minorías selectas a mediados de los 90 y, al poco, se convirtieron en la más relevante banda del pop británico. Tras seis álbumes, y siendo ya unos clásicos en vida, echamos la mirada al pasado y presente de Belle and Sebastian.

  “Llámame profeta si quieres, no es ningún secreto / Tú sabes que el mundo está hecho para los hombres / No para nosotros”(“We rule the school”)

 

    El débil. La música siempre guarda un lugar privilegiado para los débiles. Muchos de los seguidores del pop integran, en ese sentido, una gran masa de desamparados sentimentales buscando balones de oxígeno y guiños de complicidad entre melodías y estribillos, enterneciéndose cuando surge uno de estos trovadores modernos capaz de diseccionar con toda precisión sus sensaciones, insertándolas en una bella composición. El raro, el incomprendido, el confundido y afligido que, de pronto, haya así una canción con quien compartir su soledad, sus sueños, sus penas y euforias privadas, y abrazarse a ella como si fuera lo único que quedase en este mundo en el que, no solo nadie lo entiende sino que, aparentemente, nadie dedicaría un minuto de su tiempo a entenderlo.

 

    Es normal por tanto, que los recovecos del indie más sensible de la pasada década se estremecieran con la aparición de “If You´re Feeling Sinister”, un frágil tratado de pop que giraba en círculos sobre la angustia vital juvenil con una conmovedora cercanía. Con él los escoceses Belle And Sebastián se daban a conocer y, entremezclando misterio, boca a boca y amor a primera vista, llegaron y calaron en la fibra sensible colectiva de esos poperos ilustrados de piel fina y permeable, siempre más vulnerables de lo que debieran, resignados que esperan cada día un gris autobús que les llevará al mismo sitio del que quieren escapar y que saben que su vida vara aún en los traumas adolescentes, sin más solución a la vista que suspirar… y luego flotar en un universo paralelo en el que suena Nick Drake, mientras se suceden las páginas de Dylan Thomas. Pero la cosa no se quedó ahí, la bola creció, un infinito dominó de fans cayó ficha tras ficha para que aquella formación semidesconocida y sus historias de bolsillo adquirieron unas dimensiones y unas adhesiones que superaban incluso al propio grupo. Éstos, abrumados en su amateurismo universitario, apenas ofrecían conciertos y jugaban al escondite con la prensa, alimentando su aureola de grupo especial de un modo radicalmente opuesto a como nos tenían acostumbrados los narcisos de una era brit que ya agonizaba.

 

    El día que mi compañero de piso de aquel entonces, un fan de grupos como Limp Bizkit, Placebo u Ocean Colour Scene, me pidió sus discos para grabar, me di cuenta de que definitivamente habían trascendido: Belle And Sebastian eran la mejor banda de pop del mundo. O no, quién sabe, pero en aquel entonces a no pocos nos gustaba pensar lo contrario.

 

 

AQUELLOS AÑOS DE INCONSCIENCIA

 

    En muchos casos la inconsciencia es la clave de la magia. No hay nada como crear por el puro placer de crear, sin detenerse en más consideraciones, para que en caso de cuajar el resultado se vea envuelto de ese algo -llamémosle encanto, llamémosle autenticidad- que nunca poseerán los productos pasados por la cadena industrial con el objetivo de vender. Me sobrevolaba esa idea cuando relataba en esta publicación las andanzas iniciales de Galaxie 500 y retorna ahora, envolvente, cuando pruebo a meterme en la piel de los Belle And Sebastián de mediados de los 90.

 

    Stuart David (bajo), Stevie Jackson (guitarra), Chris Geddes (piano y teclados), Richard Colburn (batería) Sarah Martin (voces y violín), Isobel Campbell (chelo y voces) y Mick Cooke (trompetista que colabora intermitentemente y que formará ya parte del grupo desde 1998) eran unos estudiantes escoceses de veintipocos años comandados por Stuart Murdoch (guitarra y voces), un brillante compositor obsesionado con Felt, aficionado a escribir relatos y comprimirlos en forma de bellas canciones pop. Tras participar en un curso de “negocio musical” para músicos desocupados en el Stow College’s de Glasgow, su ciudad, surge en los primeros meses de 1996 la oportunidad de poder grabar un disco en el sello creado por dicha institución. La tirada será de 1000 ejemplares en vinilo y su difusión apenas sobrepasará las fronteras de su localidad. “Tigermilk” (Electric Honey, 1996), el disco en cuestión, pasó lógicamente desapercibido para el gran público, pero varios sellos se percataron del diamante que descansaba en su interior, mientras que durante los años siguientes la última generación de cintas vírgenes se hartó de pulsar el record de su pletina y franquear sobres acolchados, para trasmitir el secreto de un elepé que se iba revalorizando en auténtica joya de coleccionista a medida que el grupo iba creciendo.

 

 

 

    Hubo que esperar hasta 1999 para la escucha “legal” de “Tigermilk”, llegando cronológicamente como un tercer álbum. Anteriormente ya todos, o casi todos, habían caído a los pies de una banda que, con el citado elepé “If You´re Feeling Sinister” y el puñado de singles editados durante 1997 y 1998, firmó una de las más admirables colecciones de canciones de los 90. Un compendio de delicadeza y preciosismo que sustentaba ese romántico juego de luces y sombras de lo cotidiano, el “ordinary” británico, que en la pluma de Stuart Murdoch alcanzó unos niveles de refinamiento asombroso. Para ello empleó una base pop con ligero devaneo folk que, inicialmente, gravitaba sobre el Bob Dylan electroacústico del periodo 64/66, suavizando su angulosa dicción con la tersura de Donovan y Nick Drake. A su vez, se embellecía con el barroquismo de Love, poseía aún parte del rastro Velvet Undeground de sus inicios y se dejaba contagiar del indie ochenteno de bandas como la troupe de Sarah Records o The Go-Betweens. La tan mencionada influencia de los Smiths (más que endeble en lo musical, afirmaría uno) siempre tuvo más que ver en su condición de “grupo para inadaptados”, si bien la banda de Stuart Murdoch oxigenaba su discurso a base de humor y ternura, frente a aquel Morrissey que no dejaba de ajustar cuentas con el mundo y pintarle nuevas capas de negro a su relación con él.

 

 

 

    “If You´re Feeling Sinister” (Jeepster, 1996) es un elepé que trascurre, con ligeras variaciones, de inicio a fin por ese clima sonoro descrito. Desde el soberbio y arrebatador arranque de la turbadora “The stars of track and field” a esa pieza final de folk, adornada de trompetas y trote de guitarras velvetianas, titulada “Judy and the dream of horses” se suceden dentro de una misma gama cromática un arsenal de formidables canciones, que hablan como una poética voz interior del peso de los remordimientos y la ligereza de los fantasmas, de no saber tomar una decisión y de mirar atrás temeroso, de construir un mundo a medida y usarlo como punto de fuga, de probar nuevas cosas y también de no querer probar ninguna más. Y si en momentos como ese delicioso himno looser titulado “Get me away from here I´m dying”, su protagonista pide que “Oh, llévame lejos que aquí que me muero / tócame un canción que me libere”, luego en la metafórica “The fox in the snow” pregunta: “Chica en la nieve, ¿a dónde vas? / ¿a buscar a alguien que lo haga? / ¿a contarle a alguien la verdad antes de que te mate?” para, finalmente, en “The boy done wrong again” terminar por confesar,  en lo que bien podría ser la síntesis emotiva del disco, que “Todo lo que quería era cantar las canciones más tristes / y si alguien las cantase conmigo seré feliz”. Pronto todas ellas serían escritas, con la mejor de las caligrafías, en multitud de carpetas estudiantiles.

 

    En los ep´s mencionados, sin embargo, el cuadro musical del grupo va más allá en su registro. El primero de ellos, “Dog On Wheels” (Jeepster, 1997) recoge unas maquetas previas a la formación del grupo, entre las cuales se incluye una primitiva versión de “The state I am in” (regrabada, como veremos luego, en “Tigermilk”) junto a varias piezas completamente abducidas por el espíritu de Love. Mayor relevancia adquiere “Lazy Line Painter Jane” (Jeepster, 1997), cuyo tema titular, de obvias reminiscencias sixties (con ese poderoso “levantamiento” de teclados y precisas guitarras serpenteantes tan típicas de Booker T & Mg´s), cuenta con la intervención de la cantante de gospel Mónica Queer. “You made me forget my dreams” es, por su parte, una incitación –a bombo, piano y pandereta velvetianos- a relamerse las heridas en la eterna diatriba entre lo que parecía amor y finalmente solo fue sexo, mientras que “A century of Elvis” cobija un relato interpretado en spoken word sobre la base de la exquisita melodía de regusto ochenteno de “A century of fakers”, incluida ya en su siguiente ep, “3…6…9 Seconds Of Light” (Jeepster, 1997).

 

    “3…6…9 Seconds Of Light”, para muchos el mejor de los ep de esta etapa, cuenta con uno de los emblemas de Belle And Sebastian, la trepidante “Le pastie de la bourgeoisie”, todo un manifiesto de autosuficiencia nerd entre cuyas líneas se cuelan las lecturas juveniles de Judy Blume, se apela al espíritu de “El Guardián Entre El centeno” y, cómo no, Jack Kerouak termina por marcar el camino de esa huida de la mediocridad. La acompañan “Beautiful” y “Put the book back on the shelf”, ambas en la línea temática y musical de “If You´re Feeling Sinister”. Cerrará esta secuencia de ep´s en úlitmo lugar “This Is Just A Modern Rock Song” (Jeepster, 1998), cajón de la bellísima “I know where the summer goes” y del debut de Isobel como vocalista en “The gate”.

 

    Nadie que fuera fan de Belle And Sebastian se conformaba sólo con sus álbumes. Como ocurriera con los Stone Roses, Suede o los eternamente referenciados Smiths, sus ep´s contenían auténticos tesoros que no podían quedar apartados y se esfumaban en cuestión de segundos de las cubetas de las tiendas de discos. No quedaba la menor duda: Belle And Sebastian eran un grupo muy especial.

 

 

DEMOCRACIA ENVUELTA DE  FILTROS VERDES

 

  

 

    Citábamos antes los lazos “espirituales” que unían a Belle And Sebastián con The Smiths, pero la conexión se muestra harto evidente también en lo concerniente al diseño de sus trabajos. Como sucedía con aquéllos, se trata de fotografías con composiciones iconográficas de enorme simbolismo, pasadas por un filtro de color y manteniendo una cierta unidad artística. Si en el primero de ellos, “Tigermilk”, una chica amamantaba a su peluche de Winnie The Pooh (Tiger, el miedica) en una enternecedora fotografía y, en “If You´re Feeling Sinister”, otra meditaba con gesto angustiado y “El Proceso” de Kafka sobre la almohada, en su siguiente álbum “The Boy With The Arab Strap” (Jeepster, 1998) se riza el rizo. Los guiños serán a tres bandas: con el grupo Arab Strap, con The Smiths y su clásico tema “The boy with the torn to his hide” y, finalmente, con la polémica película “San Sebastián” de Derek Jarman y su clásica imagen del susodicho santo atravesado por un lanza.

 

    El “disco verde” supone el fin del monopolio compositivo de Stuart Murdoch, que delega funciones en sus compañeros, otorgando así una mayor variedad al disco. Isobel Campbell se destapa adorable con la celestial “Is it wicked not to care?” en  cuyo clip, rodado en el onírico b/n de Jean Cocteau, muestra su devoción por la figura de Jean Seberg. Por su parte, Stuart David realiza su particular genuflexión hacia el clásico “The gift” de The Velvet Underground, y en “A space boy dream” dispone su recitado sobre una espectacular tour de force rítmica guiada por la brújula blaxplotation. Stevie Jackson, por último, relata la vida y milagros de “Seymour Stein”, el fundador de Sire Records en una pieza colmada de delicadeza. Además, ese corazoncito mod que (casi) todo indie británico guarda en su interior sale a relucir con la majestuosa y radiante “Dirty dream number two” de filiación nothernsoulera. También asombran tirándose a la galaxia del space-pop colando a Claudine Longet por la vía Neu!-Stereolab en “Sleep the clock around”, mientras que con la homónima “The boy with the arab strap” trasladan esa misma estructura cuasi-monotrik en un in crescendo que no rompe jamás (eso sí, perfectamente enterrada dentro su clasicismo) a ese lugar donde se funden melancolía, euforia disimulada e indescifrable nostalgia. Es decir, puro Belle And Sebastian

 

    Con una popularidad en constante aumento (ya habitan en el top-20 de ventas y obtienen en los Brit Awards el premio a la “mejor banda revelación”), Belle And Sebastián no pueden seguir en la liga amateur y, pese a que Stuart siga escurriéndosele a la prensa, su profesionalización será inminente. En esta tesitura llega en 1999 la esperadísima reedición por parte de Jeepster de “Tigermilk”, su soberbio disco de debut considerado por muchos como el álbum más logrado del grupo. En él muestran el lado más eléctrico, en ese punto donde colisionan el Nueva York de Bob Dylan y el de Lou Reed y del que salen chispeantes maravillas como “You´re just a baby” o “I could be dreaming”. Y también sus mejores letras, las más agresivas e intimas. Por ejemplo, la segunda de éstas habla del maltrato: “¿El es el imbécil que te ha estado pegando sin dejarte salir? / nunca he hecho esta clase de cosas/ pero si ahora le mato ¿quién le va a echar de menos?”. Pero quizá las palabras más comprometidas llegan con la despechada, aunque aparentemente plácida, “Mary Jo”, dedicada a Mary Jo Kenny (la chica de la portada y antigua pareja de Stuart), a quien le dedica, como si de un “Like a rolling stone” particular se tratase, líneas como “Porque la vida nunca es triste en tus sueños / una penosa historia de acción /y los hombres que dejaste por mujeres / y los hombres que dejaste por intrigas / y los hombres que dejaste por muertos”. Si a todo ello le añadimos los coros de Isobel Campbell (su siguiente novia), pues ya se harán una idea del efecto de todo este particular salsa rosa indie.

 

   “Expectations”, con cierto aire skiffle, traza uno de esos grises relatos costumbristas de working class en los que Stuart se mueve como pez en al agua (“quieres trabajar en un C&A porque es lo que esperan / un traslado a moda de mujeres y meterle mano a Joe en el almacen”) y “I don´t love anymore” se reboza en la autosuficiencia sentimental al más puro estilo Holden Claudfield (“No, no quiero a nadie / quizá a mi hermana, quizá a mi hermanito pequeño también / si hay algo que aprendí cuando todavía era un niño es a buscarme un escondite / sí, si hay algo que aprendí cuando era un niño es a estar solo”). Sorprenden, de modo especial, con esa bizarra composición de electrónica analógica de textura retro, “Electronic renaissance” (que, irónica, dice “tú irás a las discotecas y yo escucharé a Funkadelic / chico, es el camino a seguir”), y enternecen hasta el corazón más rocoso con la hermosísima “We rule the school”. Esta última supone, a mi juicio, uno de los cinco mejores temas de su carrera, así como de los que mejor recoge ese espíritu que viaja constantemente, en fintas mentales, a la infancia para encontrar esa época en la que todo era aún posible y explicarlo “todo”. Apostaría que fue compuesta tras ver “Los Cuatrocientos Golpes” de Francois Truffaut.

 

    Fuera de ese bucle temporal el grupo seguía con su trayectoria y su nuevo álbum contará con un atípico ep previo: “Legal Man” (Jeepster, 2000). Bajo una cubierta que imita los diseños del clásico sello Kent, así como el cine de espías británico de los 60, su interior guarda una auténtica bomba. Belle And Sebastián de nuevo tensan el arco y lanzan la flecha directamente al centro de la diana mod con ese auténtico rompepistas que es el tema titular y que aventura una total sumersión retro del grupo. Ese single además, servía de despedida a Stuart David, responsable de “Winter wooksie” y que, en adelante,  se centrará en su proyecto Looper.

 

 

 

    Recibido con desigual entusiasmo llega su cuarto elepé “Fold Your Hands Child, You Walk Like A Peasant” (Jeepster, 2000) el sucesor natural de “The Boy With The Arab Strap” que continúa el proceso por él iniciado de “aperturismo” y democratización (a los “miembros compositores” se unirá ahora Sarah Martin, debutante con la estupenda “Waiting for the moon to rise”). Sin embargo, “Fold Your Hands…” deja claro que, más allá de alguna atrevida asociación pasada (“Electronic renaissance”, “Sleep the clock around”, etc…), Belle And Sebastian habían echado raíces lejos de esas ensaladeras generacionales tan típicas de los 90 (Beck, Stereolab, Super Furry Animals, etc…) que, en su modo lúdico de asociar sin límite estéticas musicales contrapuestas, epataban con hallazgos que revestían de novedad cosas que, quizá, no lo eran tanto. Los escoceses, sin embargo, apelaban a un refinadísimo neoclasicismo, fluido y de embriagador aroma atemporal, que entrelazaba estilos clásicos que en su momento, apenas tuvieron contacto (ciertamente pocos transitaban, en su día, de las Supremes a la Velvet Underground y de ahí a los Byrds del country rock), pero que hoy, en perspectiva, denotan una inusitada armonía. En ese sentido, Belle & Sebastián tenían mucho más que ver con Tindersticks, The Divine Comedy o Lambchop.

 

    Concretizando ya dentro del disco en cuya portada aparecen las dos componentes del grupo islandés múm, lo cierto es que, si bien con un nivel inferior a su predecesor, el abanico se abre en nuevas formas con óptimos resultados. “Don´t leave the light on baby”, por ejemplo, sigue tirando del hilo de la música negra y su sensualidad nos lleva a sus pasajes orquestados inequívocamente setenteros, “The wrong girl” cabalga de la mano de Steve Jackson por los bucles del country-pop hasta un lujoso paisaje de cuerdas y la nocturna “Beyond the sunrise” muestra la particular devoción de Isobel por Lee Hazlewood, envolviendo de tenue psicodelia sus resonancias folk y gravedad crooner. También sorprenden detalles instrumentales como ese clavicordio que aparece en “The model” o la mencionada “Waiting for the moon to rise” y que los conecta con Left Banke. Mientras tanto, “I fought in a war” responde al molde clásico del sonido “belleandsebastianano”, “Family tree” se desliza por ese encanto soft de una Isobel abducida nuevamente por la dicción difuminada de Claudine Longet,  “Women´s realm” podría ser la hermana pobre de “Dirty dream number two” y “The chalet lines” continúa esa desolada lírica-a-piano de “The fox in the snow” con un desgarrador relato sobre una mujer violada que se escapa a Londres sin denunciarlo para olvidarlo, guiada por esa pluma social de Stuart.

 

 

 

      Los ep´s “Johnathan David” y “I´m Waking Up To Us”, como siempre para Jeepster, serán sus movimientos editoriales de 2001. El primero de ellos, en su tema titular inserta, dentro de ese arrebatador trazado melódico que de nuevo  emplea el pincel barroco de Left Banke, un triángulo amoroso resuelto con ingenio (“Yo sé que a ti te gusta ella / bien, a mí también me gusta / sé que a ella le gustas tú/ no es como si me enviasen a una guerra/ hay peores cosas en el mundo”), mientras que con “The loneliness of a middle distance runner” homenajean a Tony Richards, uno de los paradigmas de ese free cinema británico que tanta influencia ha tenido en Stuart Murdoch. En “I´m waking up to us”, por su parte, supone el enésimo tributo a Arthur Lee acompañada de un par de cortes, “I love my car” y “Marx and Engles”, perfectamente olvidables. Se debe señalar que toda esta producción en ep comprendida entre 1997 a 2001 se condensaría, años después, en el lujoso doble cd “Push Barman To Open Old Wounds” (Jeepster, 2005).

 

 

AUSENCIAS QUE SE NOTAN MÁS QUE PRESENCIAS

 

 

 

      Tras la edición de la b.s.o. “Strorytelling” (Jeepster, 2002), realizada por encargo para el film homónimo del irreverente Todd Solondz (estrenada en España bajo el título “Cosas Que No Se Olvidan”) se produce una noticia clave en el devenir del grupo: Isobel Campbell abandona Belle And Sebastian. Muchos lo presentimos cuando en la histórica comparecencia de los escoceses en el Fib 2001, se podía observar como habitaba en su burbuja particular, al margen de la histeria colectiva allí vivida de la que el grupo se contagió, rompiendo cualquier estereotipo de apocamiento. Todos menos una Isobel que miraba al infinito, descolocada con su cara de niña resabida y luciendo un vestido estampado con el rostro del Dylan del 66, todo un icono de la rebeldía y del no ceder ante los deseos del público. ¿Se había alterado todo aquello demasiado como para apearse?. Isobel argumentó la falta de tiempo para compaginar el grupo y sus proyectos pero, a la vista de la evolución posterior de ambas trayectorias, da la impresión de que la fractura venía por lo artístico.

 

      Del mismo modo que, por ejemplo, lo eran Brian Jones en los Rolling Stones, Kim Deal en los Pixies o Brian Gregory en The Cramps, en el caso de Isobel estamos ante una de esas figuras que, más allá de sus aportaciones en lo puramente musical, otorgaba a la banda un espíritu y un carisma insustituible, sin las cuales el todo obviamente se iba a resentir. Con su salida, como se podrá comprobar en los siguientes trabajos, se volatilizó mucha de esa intangible fascinación que ejercía el grupo en los fans. El afrancesamiento, esa característica cinefilia de la nouvelle vague y la “ñoñería” que muchos de sus detractores echaban en cara se perdió en apenas un soplo de aire. Si se fijan, nunca más aparecerá un vocablo francés en las letras de Belle And Sebastian. ¿Pura coincidencia?. Mucho nos tememos que no.

 

         La baja de Isobel no fue el único cambio. El grupo rompe unilateralmente con su casa de toda la vida, Jeepster, y pasa a engrosar las filas del célebre sello Rough Trade. Asimismo Tony Doogan, otra de sus señas de identidad, es sorprendentemente sustituido por Trevor Horn (un productor de corte mainstream famoso por sus trabajos para Buggles, T.a.t.u., Seal o Tina Turner) y, para más inri, se pliegan al mercado y rompen con esa regla no escrita de no publicar singles de temas incluidos en el álbum. Así la saltarina y prescindible melodía de “I´m a cuckoo” ejercerá de primera ficha de la nueva etapa del grupo. El single en concreto parece un mensaje sin ira a Isobel Campbell en una de esas despedidas entre amantes tomadas con una sonrisa: “romper es triste /veo un desierto para ti y para mí/ interrumpido por la filosofía / y la esperanza de lo que podría haber sido”.

 

 

 

        Lo cierto es que “Dear Catastrophe Waitress” (Rought Trade-Sinamon, 2003) presenta un nuevo grupo. Si bien conservan la capacidad de producir bonitas canciones con un fondo de armario referencial cada vez más amplio, con este trabajo Belle And Sebastian pierden la pegada sentimental que los hizo célebres. Agradan, pero ya no conmueven; siguen gozando de un amplio número seguidores, pero ya pocos los defienden como su grupo favorito; y mientras su estilo inicial es continuado por otros (generalmente con escasa fortuna), ellos entregan un disco en el que, con acierto, el adjetivo “luminoso” se repite crítica a crítica con diferentes grados de entusiasmo. Se trata de una apuesta decidida por un pop brillante, seducido por el rebuscado mimo sixtie de bandas como Beach Boys o The Zombies y cuyo sofisticado tratamiento sonoro no logran disimular el palpable bajón de inspiración.

 

Llama la atención que uno de los mejores momentos venga dentro de la estupenda “Lord Anthony”, dueña del desolado regusto de antaño que gira, de nuevo, en torno a los días de colegio ( “el profesor no tiene control / así que los chicos se revolucionarán / y tú te quedarás callado o morirás” ). Se trata de una pieza antigua, desechada en su momento, modificada con una leve capa de maquillaje country, cuerdas y unos deliciosos coros de Sarah que acarician con ese tacto tan familiar la fibra sensible del fan. Luego, aparte de los cortes que encajan en esa línea de pop recargado y epatante (como la desternillante “Step into my office, baby” analizando las pulsiones sexuales en las oficinas o la titular “Dear catastrophe waitress”, inspirada en una camarera enfadada que Stuart conoció en el 95), el grupo se pasea agradable por el soft-funk en “If she wants me”, recuerda al primer Dylan en la miniatura acústica “Piazza, New York cather” (dedicada al jugador de beisbol Mike Piazza, a quien Stuart pregunta directamente “¿eres hetero o gay?”) o apelan al Bowie más artificioso de “Scary Monsters” en “Stay loose”. Por último, temas como las notables “Asleep on a sunbeam” y “Wrapped up in books” conectan con lo último que venía haciendo el grupo antes del gran cambio.

 

  

       

            Llegamos finalmente, tras dos años de silencio, al recién editado y continuista “The Life Pursuit” (Rough Trade-Sinamon, 2006). La mano de Tony Hoffer (Beck, Supergrass) recoge ahora el testigo de Horn en labores de producción y ya, desde “Act of the apostle part 1”, se constata que el sonido de brillante y molduras pulidas será el predominante. “Another sunny day”, el siguiente corte, con ese pop directo y de guitarras ágiles homenajeando a la homónima banda de Sarah Records, genera efectos similares a lo que fue “Imitation of life” en Rem cuando editó “Reveal”, es decir: que el oyente tenga la sensación de que estamos ante la mejor canción del grupo en años. Debería ser, sin duda, el single que continuase ese exultante “Funny little frog” en el que un Stuart, impotentemente enamorado, se muestra incapaz de encerrar su omnipresente amor dentro de una metáfora: “Eres el cuadro de  mi pared / eres mi visión en el recibidor /  eres la única a la que hablo  cuando vuelvo del trabajo / tú eres my chica y aún no lo sabes”.

 

No obstante, el nivel descenderá sensiblemente en la torpe inmersión al glam-rock de “The blues are still blue” y se precipitará completamente, tanto en la plomiza pieza final “Mornington crescent” como ese “White collar boy” que barniza de electro el pop sesentero en technicolor de su anterior disco. Equilibra la balanza “Sukie in the graveyard” que, a poco que arruguemos las voces y ennegrezcamos las guitarras, podría pasar por un tema de Paul Weller; “Song for sunshine” que nos traslada al más esplendoroso y sintetizado Steve Wonder; y, también, la sorprendente “Act of the apostle part 2”, que arranca con aroma swing y termina siendo la atmosférica continuación del tema que abre el disco. Un trabajo recomendable que, resumiendo, posiblemente supere a su inmediato predecesor pero, como era de prever, habita lejos, muy lejos, de los (ahora sí que lo podemos decir) los irrepetibles días de gloria. 

 

      Y es que me recuerda mi novia, al enseñarle un borrador de estas líneas, que cuando me conoció Belle And Sebastian eran mi grupo de pop favorito, que lo decía constantemente, que incluso cruzamos la Península para verlos en el Fib del 2001, en aquel concierto en el que poco más y nos sale el corazón del pecho. Retorna entonces a mi cabeza, tras pasar tres semanas buceando por su discografía y todos los recuerdos adheridos a ella, aquel momento a finales de los 90 en el que, apocado por el apocalíptico anuncio del fin de la juventud y tirando habitualmente de contrastadas series medias, ya me empezaba a creer eso de “que ya no se hacen disco como los de antes”. Y aparecieron ellos, inyectando las últimas energías para una post-adolescencia en la que las emociones se iban atenuando en esa gama de grises -sin arrebato, sin efervescencia, sin estridencias, en la que parece que no pasa nada, pero pasan tantas cosas- que estos muchachos reflejaron y musicaron mejor que nadie. 

 

      ¿El último gran grupo de pop?. Uy, uy, uy…

 

 

(Nota: quisiera agradecer su valiosísima ayuda en la elaboración de este artículo a Guille y Kurique, mis eternos compañeros de www.feedback-zine.com)

 

Javier Becerra (Artículo publicado originalmente en Ruta 66, nº 225)

ULTRASONICA ARTÍCULOS 2006 ANUARIO DEL POP INDEPENDIENTE 2005

ULTRASONICA ARTÍCULOS 2006 ANUARIO DEL POP INDEPENDIENTE 2005

Ultrasonica e-zine :: Xavier Valiño

ARTÍCULOS 2006


Anuario del Pop Independiente

 

 

         Pues aquí está. Se trata del Anuario del Pop Independiente 2005. Tan sencilla era la idea, que parece mentira que a nadie se le haya ocurrido antes. Bien es cierto que también hay que tener iniciativa, y eso es, precisamente, lo que no le falta al responsable del portal popmadrid.com, Luis Alonso-Lasheras.

 

         También conviene destacar que casi todo lo que recoge esta publicación se pudo leer antes en el portal citado, pero seguro que nadie, salvo su responsable, se ha pasado los últimos doce meses colgado de ese -u otro- portal. Además, siempre se agradece tener a mano un libro al que acudir para repasar o recordar qué fue lo que pasó en un año cualquiera en el ámbito de la música independiente. Y decimos un año cualquiera, sí, sin equivocaciones, porque hay pretensión de darle una continuidad en los próximos años.

 

Bueno, al  grano. El libro se compone de una selección de las noticias más representativas de cada mes, hasta un total de 200; un buen montón de discos analizados en profundidad, 65 en total, seleccionando uno estatal y uno internacional por cada mes; entrevistas a artistas que en aquel momento estuvieron de actualidad, contabilizando 22 encuentros con solistas o grupos destacados como Mercromina, Cooper, La Habitación Roja, Jet Lag, Quique González, Deluxe, The Go-Betweens, Santi Campos, Clem Snide, Cycle, The Posies, Nosoträsh, Echo & the Bunnymen, Marlango, Steve Wynn, José Ignacio Lapido, Nada Surf, Lori Meyers, Paul Collins, Sidonie, Carrots y José María Granados; una selección de 10 maquetas escogidas de entre las llegadas a su redacción, con el correspondiente contacto con los grupos; y, por último, una selección de lo mejor del 2005 según la opinión de distintos críticos musicales.

 

Al precio de 10 euros, y de venta en tiendas de discos, librerías especializadas y el propio portal, el Anuario del Pop Independiente aspira, en palabras de su responsable, “a perdurar en el tiempo y convertirse en una referencia para el mundo de profesionales y aficionados a la música”. Veremos si realmente existe público independiente interesado y la respuesta popular se lo permite.

 

          Más información: www.anuariopop.com

 

Xavier Valiño

ARTÍCULOS 2005 SER CRITICO DE ROCK

ARTÍCULOS 2005 SER CRITICO DE ROCK

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ARTÍCULOS 2005


Ser crítico de rock

 

Últimamente he notado una nueva arruga en el paisaje: parece que hay una nueva generación de chicos, cada uno más joven que el anterior, que viven, respiran y sueñan con un sólo deseo: “¡Quiero ser un crítico de rock cuando crezca!”

 

Aunque suene condescendiente, quiero que se sepa que yo una vez fui como ellos; la única diferencia era que, cuando tenía esas aspiraciones, el campo estaba relativamente desocupado: no costaba nada entrar sin llamar la atención y comenzar la masacre. En cambio, ahora el campo está tan cubierto que la última cosa que alguien debería considerar es entrar en este fraude organizado. En primer lugar, no se paga bien y no lleva a ningún lado en particular, por lo que no importa cuán famoso seas en esto, ya que antes o después tienes que decidir qué vas a hacer con tu vida. En segundo lugar, es básicamente un fraude, y no uno particularmente glorioso.

 

Para empezar, es casi seguro que no vas a tener sexo. Puede que los críticos de rock hayan tenido groupies de algún tipo, pero la mayoría fueron los aspirantes a críticos de rock más jóvenes de un sexo o del otro, así que parece que tiene más que ver con la edad que con la actividad.

 

Tampoco te vas a hacer rico: la revista que más paga de la prensa dedicada al rock no da ni para la cena en tu restaurante favorito; una parte paga menos, y la mayoría, nada. Por lo que nunca vas a poder ganarte la vida con esto. Tampoco se te va acercar nadie por la calle y te va a decir “Oye, ¡te reconozco! ¡Tú eres Jon Landau! Cabrón, la última crítica estuvo increíble”. En realidad, mucha gente te va a odiar y va a pensar que eres un gilipollas pomposo sólo por expresar tus opiniones, y te lo van a decir en la cara.

 

A pesar de eso, en el otro lado están los beneficios, que están bien si no quedas atrapados por ellos. La primera cosa grande es que si permaneces en esto el tiempo suficiente, vas a empezar a recibir discos gratis por correo y, si perseveras más aún, puedes terminar en las listas promocionales de todas las compañías del país, lo que no sólo te va ahorrar mucho dinero y te va asegurar el escuchar prácticamente cualquier cosa que quieras, sino que te va ayudar a pagar el alquiler, vendiendo los discos que están empezando a ocupar tu baño en las tiendas de discos usados, variando el precio entre 50 céntimos y tres euros cada uno.

 

Además, en Navidad no necesitas comprarle regalos a nadie si no quieres: sólo dale a tu madre el nuevo disco de Barbra Streisand que Sony te mandó porque Barbra está tratando de ponerse al día; a tu hermana mayor dale una de las tres copias del nuevo de Sinead O’Connor que trajo el correo; a tu hermana pequeña ese disco de Hanson que nunca abriste porque eres demasiado alternativo… Al final, eso te deja con el dinero suficiente ahorrado para estar borracho de buen whisky todas las fiestas de este año.

 

Otro beneficio adicional que tarde o temprano aumentará si continúas golpeando con críticas rimbombantes, es que serás invitado a fiestas de prensa que se hacen cuando llegan los grandes artistas a la ciudad. Eso te ayuda a vivir en las ciudades grandes, porque hay más cosas que pasan ahí. De hecho, yo conozco a gente que se ha, literalmente, salvado de morir de hambre durante meses comiendo en distintas presentaciones ofrecidas por los medios (sé de gente que se ha montado una carrera sólo por ir a ese tipo de eventos, pero ésa es una historia diferente).

 

La comida va desde la intragable a la magnífica, a no ser que sea para un folkie con vaqueros y la compañía esté tratando de estar a tono sirviendo mierda orgánica inapropiada para las entrañas de un cerdo. Y, si estás en un caso extremo, igual puedes contentarte con asaltar el banquete. Y, aunque todavía vivas en tu casa, o no hayas tenido ningún problema últimamente con alejar el peligro, puedes emborracharte gratis a menudo y eso siempre es muy agradable, incluso si tienes que soportar seguido todo tipo de basura sólo por unos pocos vasos de ginebra.

 

Obviamente, de alguna manera te estás prostituyendo, pero ellos están haciendo lo mismo. ¿Qué son la mayoría de los negocios modernos, relaciones sociales o sexuales sino un proceso de explotación simbiótica? No importa dónde estés, es siempre la misma mierda, por lo que deberías relajarte y pasarlo bien mientras puedas.

 

El próximo gran paso después de las fiestas de prensa es que vas a empezar a recibir invitaciones a recitales, eventos y convenciones de las discográficas en ciudades lejanas. ¡Vacaciones gratis! Los sellos te van a pagar el avión, te van a poner en un hotel con servicio de habitación y te van a alimentar y emborrachar como locos mientras dure tu estadía, todo porque ellos quieren que escribas algo sobre su nuevo artista. Aquí es donde las cosas se empiezan a poner mejor y con menos esfuerzo, porque una vez que hayas publicado lo suficiente como para que ellos estén dispuestos a desembolsar unos cuantos billetitos para que escribas una historia sobre alguien bajo su alero, tú puedes más o menos elegir sobre quién quieres escribir. Bueno, no totalmente, pero todos llegan al nivel en que quieren estar, y los encuentras. Si eres un fanático del heavy metal con las orejas en llamas, ellos te llamarán un día ofreciéndote llevarte a Chicago o Nueva York a ver, oh, tal vez, a los Stooges reunidos. O, por lo menos, a Jukin’ Bone, quienes quiera que sean.

 

El beneficio final (y para algunos, el mayor) es que durante la mayoría de estas fases y mientras el tiempo transcurre, puedes codearte con las estrellas a un nivel casual en aumento: en el backstage en los recitales, en los camerinos tomando su vino, casualmente guiñándoles un ojo a los famosos, los talentosos y los bellos. La mayoría son igual de imbéciles que el resto del mundo, y probablemente no vas a llegar a conocer a muchas superestrellas porque las discográficas no necesitan publicidad para ellos, pero sí vas a hacerte amigo de muchas Estrellas del Futuro. O por lo menos, desconocidas.

 

Ése es el lado positivo. Te lo mostré como es, y si lo quieres, es tuyo, porque después de varios años en esta mafia finalmente decidí que voy a bajar la guardia y le voy a contar a todo el mundo cómo entrar. Podría sacar mucho dinero de esto si quisiera -algunos hemos hablado durante años de inventar la famosa Escuela de Críticos de Rock- pero… ¡a la mierda! Soy demasiado vago para tomarme el tiempo de armar una cosa como ésa y, por otra parte, ya es hora que todos se enteren de los Verdaderos Hechos de la Crítica del Rock ‘n’ Roll. Escuchen bien, y decidan por sí mismos si quieren preocuparse por ello.

 

La primera cosa a entender y llevar en la cabeza todo el tiempo es que esto es sólo una gran triquiñuela desde el mismo comienzo; lo que quiero decir es que sólo se trata de imponerle tus gustos a los demás de una forma explotadora, como predicador fanático. La mayoría de la gente empieza escribiendo críticas porque quieren que a la gente le gusten las mismas cosas que a ellos, y no hay nada de malo con eso, es un impulso muy honesto. Yo pertenecí a todo tipo de sectas todo cuando era más joven, por lo que es algo que ya tenía en la sangre, natural. Pero no te preocupes. Todo lo que tienes que hacer es continuar intentándolo y, tarde o temprano, la gente te va a poner en un brete diciendo cosas como “¿Dentro de tu perspectiva estética general, donde entran los Kinks?”

 

Bueno, en realidad no te van a preguntar esas chorradas, pero vas a estar bastante cerca si llegas a los círculos correctos (o incorrectos, dependiendo del caso). Porque el viejo dicho es cierto: la mayoría de los críticos de rock son unos creídos resabidos. Quizá la mayoría de los críticos son creídos resabidos, pero los críticos de rock lo son especialmente porque están trabajando en un territorio donde no hay absolutamente ningún estándar reconocido o acordado por autoridad. Y tampoco debería haber.

 

Cualquier cosa vale, así que fíngelos cada vez que puedas. Total, el rock’n’roll es, básicamente, un montón de basura, es ruido que está aquí hoy y mañana se va; entonces, la única cosa que puede hacerte tropezar es que acabes dándote cuenta que si la música es tan trivial, ¿puedes imaginarte lo superfluo que es lo que tú haces?

 

Ésta es una buena actitud desde la cual operar, porque permite mantener el factor rimbombante a raya. La mitad de los críticos de rock de este país, no, mejor dicho, el 90% de los críticos de rock en el mundo tienen una gran teoría que quieren imponerse entre ellos y a los demás, la cual, insisten, que explica todo en la historia musical y junta los cabos sueltos. Cada uno de ellos tiene una teoría y todas ellas son pura mierda, pero te haría bien tener una como parte de tu equipaje si quieres aprobar.

 

Prueba éstas: Todas las culturas de rock se plagian unas a otras. Es inherente a su naturaleza. Quizá, si al final el rock es puro plagio, entonces los copiones más extremos, los imitadores de los genios primarios… ¡son más grandes y más válidos que esos genios! Sólo piensa en esto: ¡Los Rolling Stones son mejores que Chuck Berry! ¡Los Shadows Of Night eran mejores que los Yardbirds! El primer álbum de P.F. Sloan era una obra maestra, muchísimo mejor que Blonde On Blonde. (Conozco a un prominente crítico de rock que de verdad cree eso; es un verdadero reaccionario, ¡pero la mayoría lo son!)

 

Bastante suntuoso, ¿no? Bueno, da la casualidad que ésa es una de mis teorías básicas, aunque yo, en realidad, no creo en lo que puse ahí (lo cual no hace la más mínima diferencia), y puedes apropiártela si quieres para modificarla o mutarla tu antojo. O puedes inventar tu propia teoría de mierda. Igual es bueno tener esas discusiones nocturnas furiosas que no llevan a ningún lado. Mira, todo el asunto es una gran pérdida de tiempo, pero los accesorios son divertidos y, por lo demás, a todos nos ha gustado siempre hacer gilipolleces.

 

De verdad puedes impresionar a gente que quieras cargarte diciendo cosas como “John Stewart Mill no podía escribir rock’n’roll, pero Dylan debería haber escrito un ‘Ensayo sobre Comprensión Humana’. ¡Sólo él podía haberlo llamado Like a Rolling Stone! De hecho, una vez alguien me dijo eso, a mí, a toda la gente que vivía con nosotros y a todos con quienes hablaba por teléfono durante un mes. Sólo imagina decirle eso a una chica hermosa. ¡Se va a volver loca! ¡Va a pensar que eres un genio! Es eso o que piensen que eres un capullo resabido. Pero en este negocio, como en cualquier otro, ganas y pierdes un poco. Persevera, chico.

 

¿Dónde estábamos? Ah sí, también deberías saber que la mayoría de tus colegas son algunos de los mayores neuróticos del país, por lo que deberías acostumbrarte ahora mismo al hecho que te van a escribir cartas incendiarias de cinco a diez páginas en espacio simple injuriándote por haber tratado poco amablemente a una banda que ellos probaron que son los nuevos Stones. Es todo muy incestuoso, como un gran club demencial lleno de gente que, probablemente, fue el niño raro de la clase, con el acné y las gafas gruesas, muy introvertido, y que se quedaba en casa todas las noches durante la universidad escuchando sus discos mientras todos los otros se iban de parranda y se acostaban al amanecer. 

 

Mala suerte: la genialidad es dolor. O estrellas del pop frustradas, todos los críticos de rock lo son, deberías verlos cantándose a sí mismos cuando nadie los ve. ¡Y qué siúticos se ponen! ¿Melodramáticos? ¡Uf! De hecho, algunos van tan lejos como para invertir sus ahorros de toda la vida en guardarropas de estrellas del rock a la moda, y algunos son tan monomaníacos como para ir más lejos que eso y formar su propia banda. Y puedes descansar tranquilo teniendo por seguro que todos escriben canciones y fantasean constantemente, de día y de noche, con grandes contratos, poniendo a los pequeños sellos como última opción.

 

Hablando de invertir tus ahorros, otra buena manera de hacer que toda la gente del barrio se entere de que eres un crítico de rock es salir y gastar mucho dinero comprando discos viejos en la sección de ofertas. Tienen esos vertederos de ofertas en casi todos las tiendas de segunda mano o hipermercados, llenos de porquerías del año pasado y cosas más antiguas con precios de todo tipo. Si visitas esos antros regularmente, pronto vas a empezar a construir una Colección Definitiva de Discos de Rock’n’Roll, lo cual es un deber para cualquiera que quiera tomarse esta vida realmente en serio. El objetivo es simple: debes tenerlo TODO, no importa cuán viejo o malo sea, porque todo entra en el gran baluarte del Rock. Así que sal ya y entrega todo tu dinero, es una buena inversión. Vas a llenar tu casa de memeces, pero qué importa: ¿cuánta gente que tú conozcas tienen el disco de Battered Ornaments? Bueno, no saben lo que se están perdiendo.

 

Conozco a un crítico de rock que sacó todo su dinero y condujo durante varios días, parando en todas las tiendas y secciones de oferta de las poblaciones que conocía en el camino. Ése era el propósito del viaje: visitar las cubetas de discos en oferta. Ahora, este tipo está obviamente loco y fuera de sí, pero puedes ver adónde te lleva este negocio si tienes suerte y te esfuerzas: a callejones sin salida.

 

Hablando de este mismo lunático, me acuerdo de otra cosa que es esencial tener si quieres ser un crítico de rock pasado de rosca. Tienes que encontrar una banda en algún lugar que tenga hasta dos o tres álbumes, quizá, y que hasta sean medianamente buenos, pero la cosa importante es que mientras más antiguos mejor, tiene que ser algo que absolutamente nadie en el mundo conoce o le interese, excepto a ti y a dos personas más (el manager del grupo y la madre de uno de los miembros).

 

Lo que debes hacer es hablar de un montón sobre estos oscuros desconocidos y de su disco (o discos) como si fueran la cosa más candente de la historia de la música. Tienes que armar la cosa de manera que se vean realmente grandes, ellos son tus hijos, sólo tú puedes percibir su grandeza genuina, por lo que tienes que ir contándole a todo el mundo que ellos son mejores que los Rolling Stones, que avergonzarían a los Beatles, que ellos son la fuerza musical más profunda y significativa del mundo. Y, algún día, su grandeza será reconocida y tú vas a ser revindicado como una persona que podía ver más allá de su tiempo.

 

Algunas veces esta treta puede resultar de verdad, siempre que elijas a unos Captain Beefheart o Velvet Underground mucho antes que se hagan famosos, aunque ellos no son realmente elegibles porque tu banda tiene que ser tan oscura que puedan sacar todo tipo de discos y nadie les preste atención, sólo tú, y estarían pudriéndose por ahí sino fuese por tu devotos esfuerzos.

 

El Lunático (de los párrafos anteriores) tiene una joyita en relación a este tema, en realidad son dos: de lo único que habla es de Amon Duul II, y de Bang y Budgie. ¿Haz escuchado a alguno de ellos? Eso es lo que pensé. Y probablemente nunca los escuches si él no está cerca de ti molestándote hablando sobre ellos. Amon Duul II fueron una banda psicodélica experimental avant-garde free jazz electrónica con sintetizadores space-rock de Alemania. Sacaron discos allá; hasta hay dos grupos con el mismo nombre, Amon Duul I y Amon Duul II, pero casi nadie ha escuchado nada de ellos. ¡Aunque estoy seguro que un montón de gente los va a escuchar si Lunático continúa con su campaña personal en pro de ellos! En realidad, son bastante buenos, pero eso no tiene que ver con el asunto.

 

Y Bang y Budgie, sus otras dos monomanías mascota, son dos bandas que imitaban a Black Sabbath, una de Florida y otra de Inglaterra, una bastante buena y la otra más o menos.  Pues él y otro crítico se mandan largas cartas insultándose entre ellos, de ida y de vuelta, diciéndose mutuamente lo imbéciles que son, porque a uno no le gusta Budgie o algo así. ¿Captaste la idea?

 

Yo convertí a Lunático a Can, la banda psicodélica alemana que tiene un montón de canciones improvisación de 17 minutos. Él escuchó una vez un trozo de uno de sus discos y me dijo: “¿No crees que Can son mejores que los Stooges?” ¿Ves a qué me refiero? Cuando todo lo que ha hecho en la semana ha sido decir cosas como “¿No crees que Amon Duul II son el mejor grupo de la historia?” y “¿No crees que Dance of the Lemmings (uno de sus álbumes, que contiene títulos como “Dehypnotized Toothpaste” -“Pasta de dientes deshipnotizada”-, “Landing in a Ditch” -“Aterrizando en una zanja”- y “A Short Stop at the Transylvanian Brain Surgery” -“Una parada corta en la cirugía de cerebro de Transilvania”-) es el mejor disco de todos los tiempos?”, y yo sigo diciendo que no, él no acepta eso como respuesta. ¡Está claro que es un hombre con un Plan! Un cruzado al servicio de un Genio Descuidado.

 

Entonces, descubres la clave: perseverancia. Conviértete en un plasta total, y la gente te va a empezar a tomar en serio. O por lo menos van a dejar de mirarte como si no estuvieses ahí. Y si él quiere continuar este oscuro viaje en montaña rusa, hay billones de bandas alemanas más: por ejemplo, Guru Guru o Floh de Colgne. Estas bandas califican como dos de las mejores elecciones en el área de Obras Maestras Antiguas de la Historia; en realidad, de verdad lo son, porque los discos de las dos bandas se consiguen de importación y ¡no puedes ni siquiera encontrar un single de Floh de Colgne o Guru Guru sin tener que pedirlo a Alemania! Así que nadie sabe como suenan y tienen que escuchar a Lunático. Entonces, como puedes ver, así es como Lunático consigue meterse en un tema muy candente, pero las oportunidades como ésas llegan solo una vez en la vida.

 

Eso cubre más o menos los requisitos. ¿Te gusta lo que ves? ¿Quieres darle una oportunidad? Bueno, entonces prepárate, porque los buenos tiempos están a la vuelta de la esquina. La única cosa que queda por mencionar antes de que te embarques en tu carrera como crítico de rock es que el talento no tiene absolutamente nada que ver con el asunto, por lo que no te preocupes si no sabes escribir. Ni siquiera te preocupes si no puedes armar una simple frase. Tampoco si firmas con una X. Cualquiera puede hacer esta mierda; todo lo que requiere es un alto nivel de inconsciencia (y tu acabas de terminar de leer una sesión de expansión de la inconsciencia) y cierta habilidad para dejar caer tus paridas. 

 

Además, las imbecilidades ya vienen listas, ni siquiera tienes que pensarlas; todo lo que tienes que hacer es tener a mano un procesador de textos. Igual, todas las palabras y frases que necesites ya fueron escritas, están en ediciones amarillentas de las revistas que se te ocurran, por lo que sólo siéntate a leer y releer las malditas críticas todo el día, y bastante pronto vas a memorizar párrafos enteros de críticas de viejos discos, lo cual no sólo es algo excelente para impresionar a la gente en fiestas y a chicas a las que estás tratando de interesar con tu erudición, sino que también te permite plagiarlas.

 

Y no te preocupes por ser atrapado, porque nadie en el negocio tiene memoria, y por lo demás son todos plagiadores y todas las críticas parecen ser la misma cosa. Yo las aprendí a escribir de la revista X, que es la misma cosa que la Y o la Z, la misma cosa en todos lados. Sólo revuelve y arréglalo de vez en cuando. Saca una línea y pégala a la otra; y si te cansas de la forma en que eres crítico de rock, acuérdate de William Burroughs y sus métodos de recorte, y piensa en lo que es ser alguien con ganas por epatar. Yo hago eso todo el tiempo.

 

Ya, ahora es tiempo de que escribas TU PRIMERA CRÍTICA ORIGINAL de un disco. Es fácil, todo lo que tienes que hacer es escoger. Primero, elige el título del disco:

a. Naranjas en el Exilio

b. Blues Afuerinos & Deudas Enormes

c. La Fiesta Bailable de la Cítara Cajún

d. Niños Hambrientos de Babilonia

e. Cómete el Helado

 

(¿Lo captas? La próxima parte es tan fácil como la otra. Sólo completa los espacios en blanco). Ésta es la última entrega de___________

a. Dan Harmónica y su Zona Roja

b. La Silla Armada Para Buses

c. Patos en Invierno

d. Los Cuatro Tipos Gordos

e. Arturo de Córdoba

 

Se trata de _____________________________________

a. Una clara consolidación de su movida artística que fue por primera vez planteada en forma de tentativa en su anterior álbum.

b. Una verdadera desilusión después de la obra maestra que fue el álbum y single anteriores que nos ayudaron a pasar el verano y nos mantuvieron calentitos en el otoño.

c. Importante sólo en cuanto a que delinea los contornos del actual malestar para los futuros historiadores del rock, si es que con la contaminación que existe ahora éstos llegan a existir.

d. Definitivamente el disco del año.

e. Un montón de mierda.

 

(¿Cómo vas hasta el momento? ¡Mira qué fácil es! ¡Continuemos! Elige una de las siguientes para la próxima frase).

a. Con relación a este disco, ha llegado el tiempo por fin de hablar  sobre las responsabilidades, si es que existen, que cualquier artista que esté haciendo rock’n’roll le debe a su público, y específicamente esas responsabilidades que surgen de la situación política en la que nosotros, todos, y por fuerza el rock’n’roll, nos vemos empujados a asumir por el hecho de vivir aquí hoy.

b. En realidad no pienso que estos tipos/este gallo/la mina en cuestión/el perro cantante pueda defender el hecho de sacar música que ha probado ser pésima, y en continuo crecimiento, soltando muletillas rancias como “expresión personal”, “experimentación”, “una nueva libertad artística”, o cualquier excusa pobre como ésa.

c. Es tanta la emoción que me embarga porque este álbum haya finalmente salido, y que finalmente lo tenga en mis manos, que tiemblo entero mirando el impresionantemente bello dibujo de M.C. Escher en la portada con las increíbles canciones que encierra y que ahora vienen ondeando por el aire desde el viejo tocadiscos, que en realidad no sé si voy a eyacular o ponerme a llorar.

d. Es tan jodidamente aburrido tener que abrir todas estas mierdas todos los días; gastas tu tiempo, te rompes las uñas, la mitad de las veces es el mismo disco que llegó ayer, que ya casi no puedo esforzarme. Una vez  los saco del sobre y rompo el envoltorio, terminan apilados en distintos lugares por toda la casa, hasta que son movidos a un rincón por los gilipollas de mis amigos, y después de eso casi ya ni soporto pararme e ir a poner las malditas cosas en el tocadiscos. Me gustaría que se rompieran para no tener que escucharlos nunca más (¡Que buena ésta, tiene más de una frase!) Bueno, la cosa es que pongo esta mierda igual que todos los demás a excepción de los que nunca me llegan. En este momento lo estoy escuchando y, ¿adivinan qué? Estaba en lo correcto. ¡Es una bosta!

e. No me acuerdo cómo llegué hasta acá, de quién es esta casa o de dónde salió este ordenador, pero en todo caso este nuevo disco fue hecho por la mejor banda de rock’n’roll del mundo entero / por el baladista más talentoso y sensible de su generación al cual muchos de nosotros estamos llamando el Nuevo Dylan / por la cantante más dulce de este lado del río que ha salvado mi vida nuevamente tal como todos los otros discos lo hicieron, por lo que no me importa donde estoy, si me robaron anoche, si asaltan este lugar o si se acaba el mundo porque el mensaje cósmico de verdad y unidad que la música me está trayendo me ha hecho sentir completo por primera vez desde sabe Dios cuándo.

 

(Bueno, eso no fue nada difícil, ¿o sí? ¡Ya está escrito un párrafo entero! Pero no podemos parar: lo más divertido está por llegar).

 

La primera canción del disco ____________ (elige una)

a. “Cielo Catalina”

b. “Rayos de muerte en tus ojos”

c. “Quisiera ser un Clavo Oxidado”

d. “La dama de Whitewater”

e. “Nixon come”

 

(Elige nuevamente) _____________________________

a. Es una hiperventilada marcha de apertura con un alto espíritu.

b. Empieza el asunto con una energía extremadamente alta.

c. Marca la pauta y el tono del disco de manera atmosférica.

d. No ganará ningún Grammy este año.

e. Me recuerda a mi abuela vomitando el jerez que se tomó esa noche que comimos pescado que se había echado a perder cuando  yo tenía tres años.

 

La primera cosa que llama tu atención es ______________
(elige una)

a. Ese solo de guitarra vicioso y flagelante.

b. Las líneas de bajo, profundas y vibrantes.

c. La manera en que se integra esa voz dulce, sensible, casi dolorosamente frágil a los acordes españoles de esas cuatro guitarras Gibson.

e. Que los platillos no entran a tiempo.

e. Que la mezcla es un fracaso y este disco tiene, probablemente, la peor producción de todo el año.

 

El impacto total de lo que está pasando en la grabación no te va a llegar a la primera, pero si sigues escuchándola un par de veces al día durante una semana o dos, especialmente con auriculares, finalmente, como un azote, se te revelará que______

a. Estabas malgastando tu tiempo.

b. Estás escudando a una obra maestra del rock que trasciende el ‘rock’ como lo hemos conocido, y que lo más probable es que la mayoría de la gente no reconozca su grandeza hasta por lo menos diez años después.

c. Los instrumentos están desafinados.

d. Deberías haber comprado uno de The Band en su lugar.

e. Te quedaste sordo de un oído.

 

La segunda canción es__________________________ (elige una)

a. Un buen cambio de ritmo.

b. Más del mismo rollo.

c. Definitivamente estimulante.

d. Interesante, por lo menos.

e. Insultante para el oído humano (a mi perro tampoco le gustó).

 

por el hecho de que_____________________________

a. Fue producida por el primo de Nueva Jersey de Phil Spector.

b. Sólo dura dos segundos.

c. Las letras dicen más, y de manera más concisa, sobre lo que le hemos hecho a nuestro medio ambiente que cualquier otra cosa escrita en la década pasada.

d. Bobby Keyes, Jim Price y Boots Randolph se montan una jam como en los viejos tiempos.

e. Me pegué un trago y lo hizo sonar tanto mejor.

 

A pesar de eso, siento que el verdadero significado de estas letras, un tanto densas y mutantes, sólo puede ser aprehendido a través de _____________________

a. La compra de un audífono para sordos.

b. La lectura de los textos que vienen con el disco.

c. Retroceder y escuchar “Menphis Blues Again”, volver a escuchar esto ¡y ver si no vuela través de la puerta!

d. Un curso de alemán.

e. Tirar a la basura esa chorrada y salir a tomarse una cerveza a un lugar donde probablemente estén pinchando algo bueno.

 

(Ya es hora del párrafo tres ¡Enhorabuena! Ya casi llegas).

Este disco ha inspirado tal_________________________

a. Cantidad de sentimientos ambivalentes

b. Adoración incontrolable

c. Desprecio y veneno

d. Indiferencia

e. Sed en mí

 

que__________________________________________

a. No puedo lograr describir el resto de las canciones. Igual, las críticas canción por canción son una lata, y el disco cuesta lo justo en las tiendas correctas, por lo que sal, cómpralo y descubre por ti mismo si te gusta o no. ¿Quién soy yo, quién es cualquier crítico o cualquier ser conciente en este planeta, para decirte cómo suena un disco? Sólo tus oídos pueden escucharlo como tus oídos lo oirían. ¿Estoy en lo correcto, o no? Por supuesto que lo estoy. Sólo sé que voy a seguir escuchando este disco hasta que me muera de cáncer.

b. Voy a salir y voy a lanzar esta ofensa a mis ojos al incinerador apenas termine de escribir este vómito.

c. No puedo olvidar la magnífica oportunidad que me han dado aquí en X para compartir este disco tan especial, y mis más profundos sentimientos al respecto con ustedes, que si no lo saben, son personas muy especiales a quien amo muchísimo a pesar de que no nos hayamos visto nunca, no sepa sus nombres, y que estoy absolutamente seguro de que no me importaría si parecen cerdos.

d. Rompería este disco en la cabeza del próximo loco que se crea Jesús o un jodido Hare Krishna que vea en la calle, ¡sólo por la emoción de hacerlo!

e. Que me voy a dormir y me voy a despertar al día siguiente con la capacidad de apreciar esta expresión poética con oídos frescos.

 

Entonces antes de firmar al final de la página e ir a buscar el cheque que los tipos que manejan este pasquín no me van a pagar, quisiera dejarles este pensamiento:_________________

a. Hoy es el primer día del resto de sus vidas.

b. Somos muchos más aquí que pensamos que la vida es una broma.

c. Los indígenas perdieron su tierra por usted y por mí.

d. El rock’n’roll está muerto. Larga vida al rock’n’roll.

e. Ya que los capullos que son los suficientemente estúpidos como para imprimir este desvarío no me pagan nada, ¿por qué no lo haces tú? Yo probablemente te he hecho interesarte por un montón de discos buenos durante años, ¿y qué saco de eso? ¡Nada, sólo una pena enorme! ¡Un montón de malos tratos de cretinos que no pueden entender que el rock’n’roll ES la Revolución! ¡Un montón de sanguijuelas cagadas en mi camino! ¡Estoy con los “Yer Blues”! ¡He pagado con mi sangre y alma! ¡Por lo que mándame dinero, por tus muertos, o nunca más voy a escribir una sola palabra mientras viva!

 

Tu corresponsal fiel,


____________________________________ (sólo firma aquí y pon tu dirección)

 

¡Lo hiciste! ¡De verdad lo hiciste! Ahí está, ves, ¿no fue tan difícil, o sí? Ahora TÚ TAMBIEN estás oficialmente ordenado y completamente calificado como crítico de rock, sin siquiera tener una publicación en tu haber. Sólo recorta la crítica, si terminaste de llenar los espacios en blanco, y mándala a la revista de rock de tu elección en un sobre con sello y tu dirección o por e-mail. Si te la mandan de vuelta, ¡mándales otra! ¡Sé tenaz!  ¡Sé un ‘voyalograrlo’! ¿Tú crees que alguna vez dejó Jon Landau que un rechazo lo detuviera? ¡No! Y si la mandas a todas las revistas de rock que hay, alguna de ellas estará dispuesta a publicarla tarde o temprano, porque la mayoría está dispuesta a poner la parida más asquerosa en el mundo si piensan que las va a hacer parecer rompedoras. Puedes mandarles un manual de reparación de un cortacésped, escribir el nombre de algún disco que esté de moda de algún artista famoso en la tapa, firmar al final de la última página, ¡y la van a publicar! ¡Van a pensar que eres un genio!

 

¡Y lo eres! Y cuando todo el dinero que le pediste en esta crítica a tus lectores vaya llegando, ¡vas a ser rico! ¡David Geffen te va a invitar a su casa de veraneo el fin de semana! ¡Te van a ceder el paso en la calle! ¡Van a escribir canciones sobre ti! ¡Te van a incluir en películas! ¡Te vas a ir de gira con los grandes, leyendo tus críticas más famosas a grandes multitudes de fans rabiosos! ¡Vas a ser una celebridad internacional y te vas a morir a los 33! ¡Aprobaste el curso! ¡Eres ahora un crítico de rock, y mañana serás uno de los más importantes de este país! ¡Felicidades y bienvenido al club!

 

Xavier Valiño

ARTÍCULOS 2005 ROCK DE LA CARCEL

ARTÍCULOS 2005 ROCK DE LA CARCEL

Ultrasonica e-zine :: Xavier Valiño

ARTÍCULOS 2005


El rock de la cárcel

 

 

         Si el rock es expresión de energía y pasión juveniles, y a veces un suculento negocio, no es de extrañar que genere abusos vitales. Larga es su historia de tragedias personales e incidentes públicos con la ley. Aquí están algunos de los casos más curiosos.

 

         No todos los músicos rock son unos inocentones como los británicos Stone Roses, quienes, cabreados con su primera compañía de discos, pintarrajearon el coche y las oficinas de su antiguo jefe. Ni tan siquiera el temible Marilyn Manson tuvo en realidad excesivos problemas con la justicia. Tipos supuestamente más tranquilos, como Madness o The Farm, han tenido más visitas a juzgados y prisiones. Aunque las andanzas de James Brown, Keith Richards, Sid Vicious, Jim Morrison, Chuck Berry o Jerry Lee Lewis dejarían a todos los anteriores en el más absoluto ridículo.

 

         Sin ir más lejos, Chuck Berry, que tiene la ficha policial más amplia. En su adolescencia pasó dos años en prisión por hurto y robo de coches. En 1959, en la cima de su carrera, fue encarcelado tres años por abusar de una jovencita de 14, de la que él aseguraba que realmente tenía 20 años. En 1977 entró de nuevo tras las rejas por no hacer su declaración de impuestos.

 

         Los problemas con las sustancias prohibidas son ya un lugar común en el rock. El bonachón Ray Charles fue sentenciado a cinco años de prisión en 1964 por posesión de hierba y heroína. Los Rolling Stones, a pesar de ser detenidos en más de una ocasión, siempre se las ingeniaron para librarse de la cárcel en serio.

 

         Menos suerte tuvo Roky Erikson, líder de los 13th Floor Elevators, condenado por posesión de una pequeña cantidad de hachís. Se le dio a elegir entre la cárcel o un psiquiátrico; eligió la segunda opción y se escapó a los pocos días, siendo detenido de nuevo con una sustancia dudosa. Después pasó tres años interno, bajo terapia de electroshock, y ya no volvió a recuperarse nunca más.

         Jimi Hendrix, después de ser detenido en Canadá, admitió en el juicio tomar LSD, cocaína, hachís y marihuana, aunque se le procesó realmente por su adicción a la heroína. Sin embargo, el juez le absolvió de todos los cargos como regalo de Navidad.

 

         Famoso es el episodio de Paul McCartney, detenido en el aeropuerto de Tokio en 1980 con marihuana. Pasó la noche en la cárcel. En este caso, el autor de varias biografías Albert Goldman afirma en su libro Las vidas de John Lennon que todo fue un montaje de Yoko Ono, quien habría contactado con un familiar suyo, funcionario de aduanas, a fin de evitar que Paul se hospedara en el mismo hotel en el que John y Yoko habían dormido unos años antes.

 

         También cayó David Crosby, componente de Crosby, Still & Nash, tras dos detenciones en 1982 por posesión de armas y drogas, aunque sólo fue condenado por conducción peligrosa. Al año siguiente, no pudo evitar una condena de cinco años por posesión de cocaína, a pesar de intentar impresionar al jurado sollozando durante todo el juicio. Más recientemente otros músicos tuvieron que dormir entre rejas por posesión de sustancias prohibidas: Shaun Ryder de Happy Mondays, Adam Clayton de U2, Nick Cave o el mismísimo Boy George, cogido con heroína una semana después de iniciar el tratamiento médico para su desintoxicación.

 

Arrebatos que se pagan

 

         La leyenda negra de Jerry Lewis no es un mito. En 1975 fue multado con un buen puñado de dólares tras meter una pistola en la boca de su bajista. Al año siguiente fue arrestado en las puertas de Graceland, la mansión de Elvis Presley, cuando, borracho y con un arma, reclamaba al rey del rock que le mostrara su “culo sangriento”.

 

         Sid Vicious, imagen del punk, fue acusado de matar a puñaladas a su amante Nancy Spungen en el famoso hotel Chelsea de Nueva York en 1978; nunca respondió a tal acusación, ya que murió antes de una sobredosis de heroína adulterada suministrada por su propia madre.

 

         Los excesos de Jim Morrison, reflejados en la película The Doors, consiguieron que fuera condenado por exhibicionismo, comportamiento lascivo, profanación y borrachera en público, después de mostrar sus atributos e insultar repetidamente a la policía en una actuación en Miami.

 

         Otro personaje excesivo, Screamin’ Lord Sutch, se presentó en el número 10 de Downing Street de Londres con cuatro mujeres desnudas para informar al primer ministro británico de un concierto; acabó en prisión sin completar su visita. Por su parte, Dennis Wilson, el único de los Beach Boys que realmente hacía surf, fue acusado de corrupción de menores cuando la policía lo encontró en actitud poco decorosa con una menor en su camerino.

 

 

         Bien conocidos son los líos de James Brown. Tras varios intentos sin que lo enviaran tras las rejas, en 1989 lo consiguió. La primera acusación fue de intentar matar a su mujer, aunque luego ésta la retiró. Sin embargo, tuvo que responder al cargo de intentar escapar a la persecución policial a través de dos estados. Las posibilidades de una rápida excarcelación se diluyeron cuando los guardas encontraron 400.000 dólares en su celda.

 

         Otros preferían apropiarse de lo ajeno. El cantante Lew Lewis atracó a un cartero, y lo pillaron semanas después cuando entró en la oficina de Correos a comprar unos sellos. Merle Haggard, estrella del country, pasó parte de su vida entre reformatorios y prisiones, siendo condenado la última vez por atraco frustrado. Mientras, a Ozzy Osbourne lo que le iba era robar en las tiendas, pero se le notó que no era un profesional: lo detuvieron por sus huellas dactilares, ya que usaba guantes rotos.

 

         Las historias con The Clash no dejan de ser anecdóticas: Paul Simonon y Topper Headon fueron multados pos disparar a las palomas con rifles de aire comprimido, aunque luego Headon pasaría una temporada en prisión por posesión de drogas y Joe Strummer por pintar graffitis en las paredes de la sala de conciertos Dingwalls.

 

Más madera

         También el histórico Johnny Cash fue sentenciado a 30 días de prisión por posesión de drogas en 1956, aunque quedó en libertad condicional. Diez años después, un horrendo crimen logró que lo internaran tras los barrotes: ¡formaba parte de una pandilla que se dedicaba a arrancar flores de parques públicos!

 

         Terence Trent D’Arby visitó los calabozos de las Fuerzas Armadas estadounidenses en Alemania por desertar en su etapa de soldado profesional. Por su parte, el gran cantante africano Fela Kuti siguió una vida paralela a la de Al Capone en su relación con la justicia. Amenazado, perseguido y juzgado varias veces, sólo cumplió 18 meses en prisión por delitos fiscales.

 

         Cuestión de imagen o de convicciones. El caso es que el rock tiene cierta aureola de vida al límite. Ejemplos no le faltan. Y más si pensamos en todos los que habrán escapado a la ley.

 

Xavier Valiño

(Artículo aparecido por primera vez en el Diario Vasco en 1989)

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