LA BUENA VIDA 1997

La Buena Vida, la cuerda melancólica

 

 

 

“Buenas cosas mal dispuestas”

 

Durante diez años parecía ser uno de los secretos mejor guardados del pop estatal: las canciones de La Buena Vida, aunque sin saber muy bien por qué, no llegaban a más público, algo casi natural en un grupo de canciones pop tan simples como hermosas. Tal vez ahora que editan su nuevo álbum, Soidemersol por primera vez con un sello multinacional…

 

Ellos nos ponen en la pista de sus nuevas canciones: “Una vez terminado Magnesia lo único que nos apetecía era volver a ‘nuestros instrumentos habituales’. Así que nos pusimos a sacar canciones. Lo cierto es que para Benicassim del año 1995, año de estreno del festival y año de estreno por nuestra parte en uno de ellos, ya teníamos “Desde hoy en adelante”, “A mitad de camino” y, curiosamente “Mirando atrás”, pero con la llegada del otoño hubo una serie de cambios importantes”.

 

“Borja nos dijo que se iba a Suecia a estudiar y que tenía intención de coger una ‘excedencia’, que abandonaba el grupo por un tiempo, decisión que en Soidemersol se mostró definitiva, aunque en este disco hay todavía bastante parte de él. Irantzu se marchó a Londres por seis meses y Javier a Madrid a hacer un curso, con lo que en San Sebastián nos quedamos Mikel y yo (Pedro), ya que Raúl vivía en Bilbao. Esta diáspora llevó a que ralentizáramos mucho la composición y que, por supuesto, no tocáramos en directo, pero sin darnos cuenta fue la base para que cada uno por su cuenta fuera creando las canciones de lo que luego sería un disco completamente diferente”.


Después de casi diez años de trayectoria y siete editando discos, ¿cómo llegáis a esta etapa de ambientes más plácidos y melancólicos?

– Está claro que la etapa adolescente se ha acabado, tanto personal como musicalmente, pero la melodía no es exclusiva de una etapa anterior. Ahora también le seguimos dando su importancia, lo que pasa es que buscamos también el ambiente propio de cada canción. Nosotros vamos cambiando día a día en función de lo que escuchamos, con lo que no nos damos demasiada cuenta de cómo cambiamos. Nos dicen que este disco es triste, y puede que sí haya una diferencia con el segundo disco, pero es lo mismo que ver fotos tuyas de hace cinco años y ver lo que has cambiado, cuando tú no te has dado ni cuenta. Probablemente influye también lo que hemos escuchado, que es más jazz, bossa nova, música instrumental cinematográfica…

 

Escribir canciones tiene que ser distinto conociendo los medios con los que cuentas. ¿Contar con orquesta cambia el modo de componer?

– No, el método de composición es el mismo que siempre: se sacan las canciones en guitarra y después se le añaden otros instrumentos a modo de base o arreglos. En este caso, la orquesta ha posibilitado darle a las canciones unos arreglos especiales. Para ello contactamos con Louis Philippe, el responsable de la orquesta, a través de nuestra discográfica. Nosotros queríamos que alguien nos arreglara el disco, y estuvimos hablando con bastante gente. En todo este camino, decidimos no dejar en manos de nadie los arreglos, sino hacerlos nosotros y que simplemente Louis Philippe nos ayudara en cuestión de tecnología, de conseguirlo con un secuenciador: nosotros le cantábamos las orquestas o las llevábamos en una cinta del estudio de Iñaki De Lucas, y él introducía todo en el ordenador y nosotros íbamos probando cosas diferentes, dejando lo que nos gustaba.


 

¿Es cierto que existe un bar en Madrid que se llama Los Remedios y cuál es la razón del homenaje al ponerle al disco el nombre del bar al revés?

– El nombre del disco es Soidemersol, sí. Lo que buscábamos era un nombre sonoro que no significara nada especial, porque todo estaba dentro del disco. El bar está en el barrio de Lavapiés. Nosotros anduvimos bastante por allí cuando grabamos el disco, porque nos encanta el ambiente popular, castizo y cañí que tiene. Tomamos el nombre de este bar que nos gustaba porque queríamos un título que significara que tienes que mirar dentro del disco para saber lo que hay.

 

¿Creéis que vuestros seguidores aceptarán fácilmente que se citen como nuevas referencias nombres como Joan Manuel Serrat, Cecilia o Vainica Doble?

– Lo verdaderamente importante es que les gusten las canciones, no las referencias. Además, estamos convencidos que no todos verán las mismas referencias. En el caso de Serrat, lo que nos llamaba la atención, más que las canciones, eran sus orquestaciones en discos de hace veinte años, el ambiente que lograban: su arreglista era increíble. Con Vainica Doble, aunque deberíamos avergonzarnos de decirlo, las hemos descubierto hace bastante poco. Cuando grabábamos el disco, apareció ese homenaje a Cecilia, con esas colaboraciones horribles, y ahí descubrimos alguna canción que era increíble, aunque no como influencia para este disco, sino después de haberlo hecho.

 

¿Tenéis miedo de que, con estas canciones y el respaldo multinacional, se os escape de la mano accediendo a públicos masivos?

– Esperamos que no se nos escape. Nosotros seguimos con Siesta, y lo que hacen es licenciarlo a Polygram, y así está algo más amarrado. Lo que no queremos es que llegue a afectar al grupo en sí. Lo que nunca va a cambiar va a ser nuestra actitud hacia la música; del resto sólo podemos decir que estaremos atentos. Se trata de limitar: Siesta y Polygram sacan el disco, Get In consiguen actuaciones y nosotros a hacer lo que hemos hecho siempre: hacer canciones y tocarlas. Si cada uno nos quedamos en lo nuestro, no hay razón para que salga mal.

 

¿Por qué no ha sucedido hasta ahora, si La Buena Vida es un grupo que, por sus canciones, puede llegar a todo el mundo?


– Hasta ahora nuestros discos se vendían bajo ciertas limitaciones y, por lo tanto, Siesta estuvo de acuerdo con nosotros en intentar buscar apoyo de otra compañía para poder ampliar nuestra capacidad de llegar a más gente.

 

¿Cabe la posibilidad de que La Buena Vida vuelva a hacer un EP de música de baile como Magnesia o esos experimentos han quedado definitivamente atrás?

– Todo es posible. En ese momento fue lo que nos apetecía y lo hicimos, pero no sabemos cómo van a ser nuestras próximas canciones. De todas formas, seguimos interesados en esos sonidos, que en nuestro caso llamamos música bailable. De Magnesia estamos muy contentos, a pesar de que la grabación fue muy dura, quedándonos días y noches enteros para terminarlo. Ya antes de Magnesia queríamos hacer un disco con orquesta, y en el estudio aprovechamos para ver qué es lo que se podía hacer con el ordenador, como cuerdas y vientos sampleados. En cuanto al futuro, podemos plantearnos algo más potente o algo sólo con vientos… Lo que no vamos a hacer nunca es aburrirnos al grabar un disco. Soidemersol está hecho ya, no vamos a hacer otro igual, porque nos aburriríamos, nosotros los primeros.

 

¿Se resume la nueva etapa en esa letra que dice “Lo triste que me siento mirando hacia atrás… viendo que los años pasan junto a mí, y no me queda nada”?

– No, también están “Es verano, mira como ríe el tiempo…”; es decir, hay de todo, canciones alegres y tristes, aunque puede ser que estas últimas predominen en este disco.

 

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