KASABIAN

Kasabian, endorfinas aceleradas

 

 

Bowie, Prince, George Michael, Brexit, Donald Trump… El 2016 no fue precisamente un año de buena cosecha. A menos que seas Serge Pizzorno… “A mí me fue muy bien”, recuerda el guitarrista, compositor y chamán sónico de Kasabian. “Me casé, el Leicester City ganó la liga y… ¡escribí el mejor álbum de mi carrera!”. Ese es For Crying out Loud, el sexto disco de su grupo Kasabian.

 

A Serge le parece que tiene todo el derecho de estar contento. Para él, el sexto álbum de Kasabian es la mejor selección de canciones que la banda ha publicado desde irrumpieran en la consciencia del público allá por el 2004. Casi podría definirse como una recopilación de grandes éxitos. Es más, cuando llegue el momento de elegir los mejores temas de Kasabian, alguna de estas canciones podrá competir con canciones como “Club Foot” o quitar de en medio a nuestros temas más reclamados como “Fire” y “Empire” para hacerse un lugar entre las elegidas.

 

El extraordinario proceso de creación del álbum también ha tenido mucho que ver. “Decidí darme seis semanas para escribir un álbum como solía hacerse antiguamente, y resultó ser algo muy inspirador”, recuerda Serge. “Pensaba: ‘Vale, estoy preparado para meterme en el estudio y grabar un álbum de guitarras y que tenga un montón de buenas canciones’. Sé que suena demasiado básico, pero así era, en realidad. Me aseguré de que no hubiera cosas de más, quería hacer un álbum de canciones clásicas, sin excederme en la autocomplacencia; en él no hay nada que no debiera estar ahí. Una vez Berry Gordy dijo que si no tienes la canción en los primeros cuatro compases, ya no tienes nada más que hacer, así que me metí en el estudio a componer con esta mentalidad de la vieja escuela”.

 

Después de haber pasado día tras día escuchando clásicos de artistas como Blondie, The Beatles, Nirvana y The Stooges, separándolas y sacándoles la esencia que las hacía perdurar en el tiempo, Serge se preparó para crear las suyas propias. Se levantaba cada mañana, se dirigía hacia el estudio The Sergery -muy del estilo de la cueva de Aladino-, se abría camino entre filas de guitarras, montones de sintetizadores y aparatos antiguos y la imagen gigante del defensor del Leicester City, Steve Wash, para crear las canciones que Kasabian aportará al cancionero del rock ‘n’ roll.

 

“Sentíamos que teníamos que salvar la música de guitarras del lugar hacia donde se está dirigiendo. Queremos salvarla y que no pase a ser solo ‘vieja música’. Queríamos hacer un álbum muy positivo, lleno de esperanza, que le recuerde a la gente que no tiene que sonar como música viejuna comparada con la música actual, que las guitarras todavía son importantes”, explica. “Ese era el plan, y eso hemos hecho”.

 

Cual Beastie Boys bailando pogo al ritmo del dúo electrónico francés Justice “III Ray (The King)” abre las puertas del álbum con actitud grandilocuente. Una erupción que posee el orgullo de los artistas del hip hop y lo condimenta con un poco de humor burlón de Leicester. “Me encanta la arrogancia del hip hop. No creo recordar a otro tipo de bandas aparte de los MCs que salgan al escenario a decirle a todo el mundo que ellos mismos son mucho mejores que todos los demás”, dice Serge. “Es divertido y formas parte de la broma. Por supuesto que no piensas eso realmente: si de verdad lo creyeras serías un imbécil, pero es divertido decirlo”.

 

Si se echa un vistazo a cualquier entrevista a Serge o Tom Meighan de los últimos diez años, se verá claramente que lo absurdo les divierte enormemente y su actitud es la de ‘todo me da igual’. Un sentido del humor particular que está más presente en For Crying out Loud que en otros discos anteriores, quizás.

 

No hay  más que tomar, por ejemplo, el primer verso de la mística y amorosa “Wasted” (“El verano está aquí, según me han dicho… pero no me verás en pantalones cortos”) o el hecho de que “Come Back Kid” relate un enfrentamiento violento al estilo del director Sam Peckinpah en una tienda de Todo a cien de Leicester. Es decir, ¿Cuántas posibilidades existen de que Drake le diga a un rival “hueles a jabón de hotel”? “La verdad es que me lo pasé muy bien escribiendo la letra de esta canción, en la que además, he sido mucho más sincero que en otras canciones”, dice con una sonrisa. “Soy yo en el papel: todo lo que escucho, lo que digo, el lenguaje que uso.”

 

 

La diversión ‘funk punk neoyorkina’ de “You’re in Love with a Psycho” es un buen ejemplo, que describe lo absurdo de compartir patatas fritas fuera de una tienda de alcohol barato después de salir por ahí con una persona que te gusta mucho pero que siempre resulta ser un poco problemática. “No es literal, no es como la escena del cuchillo en la bañera. Más bien es alguien que te cuenta una historia sobre una relación pasada y te suelta: ‘¿Sabes qué? Estaba completamente pirada…’”, explica. “Tiene uno de esos ganchos con un ritmo irresistible”.

 

Aunque en épocas anteriores habría disfrutado haciéndose con una melodía relativamente directa para luego añadirle un delirio krautrock o una parada techno en el medio, esta vez Serge ha decidido controlarse y rellenar cualquier recoveco vacío con un interludio, una contra-melodía o, por qué no, otro estribillo de esos que arrasan en los estadios.  “Siempre pienso: ‘Aquí hay otra buena melodía pop pero también está esta otra que no tiene nada que ver, está en otra dimensión’”, comenta. “‘No, esta vez no haré lo mismo’. ¡No me resultó nada fácil!”

 

Pero las reglas también están ahí para romperlas, desde luego, así que Serge se ha dado el gusto de dejarse llevar por la melodía fiestera de “Are You Looking for Some Action”, en la que destaca una línea de bajo inspirada en la banda ESG, una línea de piano bailable y saxos al estilo Roxy Music. Por lo demás, Serge se ha mantenido firme en su propósito inicial.

 

Por su parte, “Good Fight” es pop melódico con un glamour que recuerda a Marc Bolan en todo su esplendor. De la misma manera, “Bless this Acid House” se incorpora al álbum como antídoto a los sentimientos tremendamente negativos que Serge afortunadamente ha sabido apartar. “Creía que el mundo se estaba hundiendo, ya sabes que estamos viviendo un momento de locura”, aclara. “Todo el mundo había dicho ya lo que tenía que decir, así que esta canción es solo pura energía positiva”.

 

“Put Your Life on It” provoca una aceleración de endorfinas. Es una canción que Tom Meighan considera “tan buena como “Let It Be”. El tema  parte de un sonido propio de Plastic Ono Band -espartano, reducido a su expresión mínima- y crece hasta convertirse en un canto colectivo, un bombardeo de amor del tamaño de un planeta. O, si lo prefieres, una canción  creada para ser cantada a todo pulmón, justo la frase que dio título al disco.

 

“Era lo que siempre decían mi padre y mi abuela antes de darte una bofetada, pero cuando hice el álbum me di cuenta de que tenía este doble significado (For Crying out Loud también se puede traducir ‘por gritar tanto’)”, aclara Serge. “Es curioso cómo a veces algo que has escuchado de pequeño pueda ser la explicación de lo que es esta música: es música que sirve para cantar y sacar fuera lo que tienes en el corazón”.

 

 

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