JEREMY JAY LIVE 2009

Jeremy Jay en concierto

 

Sin antecedentes, podrían pasar por suecos. Todo lo que rodea a Jeremy Jay y su grupo tiene algo de especial. Chicos blancos, pálidos, bajo el influjo del funk. Jóvenes y sobradamente preparados, seguro que incluso para hacer funk sin más, pero se parapetan bajo el influjo de la ‘baja fidelidad’ (en especial en su disco de debut A Place Where We Could Go) y detrás del ‘baile lento’ en su segundo álbum Show Dance.

 

  

Se mueve en los terrenos del indie, pero por la realidad tozuda de la industria, no por vocación. De origen francés, aunque criado en California, Jeremy Jay nada entre ambas orillas del Océano. Se encuentra cómodo en Europa pero canta en inglés, su lengua paterna. Le gusta el cine francés, pero creció -y reconoce su valor- con los filmes de adolescentes americanos. Su artista favorita es François Hardy, aunque se nota que ha escuchado el pop británico de los 80 (Morrissey, los primeros New Order con miedo a lanzarse a la pista…) Graba para la independiente K Records, pero lo tiene todo para ser una de las grandes referencias de los próximos años.

 

 

 

En directo va sobrado de carisma, aunque por su chaqueta azul y pantalón con raya hay quien pudiera confundirlo fuera con un afiliado a las nuevas generaciones del PP. Se presenta con dos ‘amigos’, como él los llama, uno a la batería y otro con quien intercambia guitarra y bajo. Curiosamente, éste parece haber copiado sus zapatos de los que Paul Weller y Bruce Foxton llevaban en la primera época de The Jam, en otra malévola jugada al despiste, sobre todo porque el teclado que toca de vez en cuando parece salir de los primeros discos de Ultravox o Simple Minds.

 

 

 

Sin nada que ver con todo esto, su música es funk blanco, desnudo, escueto, como si a Young Marble Giants les hubiera dado por acercarse a Orange Juice. Así lo corroboran sus EPs y su único disco de larga duración editado hasta el momento, pero sobre todo lo refrenda un directo en el que casi todo el tiempo se podría estar bailando; sin mucho movimiento, sí, pero desde luego no sentados como en el Salón Teatro que lo acoge en un casi veraniego domingo de febrero.

 

 

 

“Escape To Aspen” inició un concierto que tuvo cerca de la mitad su acostumbrada versión de “Ghost Rider” de Suicide. Después, tres canciones seguidas olvidaron la vertiente más disfrutable (“Hold Me In Your Arms Tonite”, “The Living Dolls” y “Can We Disappear”), antes de despedirse con “Heavenly Creatures”. En el bis, “We Stay Here (In Our Secret World)” antes de abrazar el funk definitivamente bailable con “Alpha Rhythm” para rematar con “Secret Sounds”. Aún hubo tiempo para un “Slow Dance” fuera de lo previsto, con sus dos amigos un tanto desubicados. Seguramente no esperaban una propina para una audiencia que en lugar de dejarse llevar estaba cómodamente sentada en sus butacas, pero Jeremy Jay seguro que sintió que incluso en esas circunstancias también había convencido.

 

 

(Salón Teatro, 22 de febrero de 2008. Promotor: Sinsal. Público: Lleno)

 

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