BORNS
Børns, inocencia contrastada
Blue Madonna es el segundo disco de Børns, un álbum que recuerda de nuevo su originalidad. El mismo Prince reconoció su don, alabando la canción “Electric Love” en una de sus últimas entrevistas, declarando: ”Me gusta porque no puedes identificar su fuente de inspiración”. Para dar vida al álbum Børns se reunió con el productor de Dopamine, Tommy English para esculpir un sonido más expansivo y ornamentado, con arreglos que nunca antes habían probado.
Mientras creaba esta obra, el cantautor Garrett Borns sintió curiosidad por fenómenos sonoros de todo tipo: grabaciones imprevistas de criaturas nocturnas cerca de la casa de sus padres en Michigan, pop de onda media de comienzos de los 60, las sinfonías adolescentes de Brian Wilson a Dios, la música mariachi que se colaba por todos los rincones de su pasado vecindario en los Ángeles… Como sucedió en su debut con Dopamine (2015), Børns transforma sus fascinaciones caleidoscópicas en ensoñadora música pop que conlleva una sensibilidad clásica.
“Para este disco quería llevar mi composición y la producción más allá, y evitar que las canciones tuviesen una determinada estructura”, dice Børns. ”He querido componer con un poco más de orquestación, con diferentes movimientos y cambios de acordes, como hacían The Beach Boys”.
Álbum construido sobre contrastes, Blue Madonna toma su título de una pieza reposada, minimalista y cargada de sensualidad, cuya letra rezuma la dulzura infantil. ”Para mí la idea de Blue Madonna representa la inocencia y la pureza, la virginidad, pero hay también tristeza”, dice Børns. ”Creo que es el tema principal del álbum: intentar conservar esa inocencia”.
Con sus efusivos ritmos y voces ascendentes, ”Man” supone otro pilar de Blue Madonna. ”‘Man trata de sentirse casi inmortal, pero también extremadamente vulnerable, la idea de que incluso cuando tienes todo en este mundo y te sientes en la cima de una sima, llegarás a pasar la noche junto a la persona que adoras, en tierras más llanas”, dice Børns. ”El concepto de la inmortalidad es algo en lo que pienso con frecuencia mientras estoy de gira”, añade. ”A veces en la carretera te sientes casi como un Dios, y otras en cambio estás exhausto y devorado”.
A lo largo de todo Blue Madonna, Børns muestra su habilidad de llevar sus ilusiones en direcciones estimulantes. Influido por el glam rock, el doo-wop y el proto-punk de Detroit, el primer single ”Faded Heart“ acompasa sus ganchos y su tempo con flashes de sordidez. En ”I Don’t Want U Back“, Børns conjura unos teclados brumosos con ayuda de instrumentos vintage, como reiteración de su habilidad imaginativa. ”Hace tiempo encontré una revista sexy de los 80s, los anuncios eran apabullantes, increíbles” dice. ”Una cosa me llamó mucho la atención, un sistema de audio para el coche, Sparkomatic, y compuse una canción con un guiño a Prince sobre el tema. Acabó convirtiéndose en un tema sobre mi ruptura con mi amante, que anda espiando después de escuchar el Sparkomatic de otro tío a través de la pared a las 4 de la madrugada, así de bueno es el sonido”.
Los pesados sintetizadores de ”Sweet Dreams“ (uno de los avances del disco) tienen orígenes previos. ”El núcleo de la canción la compuse en mi teléfono en Michigan, una grabación de una lechuza y todos los grillos que se oían de noche fuera”, dice Børns. ”La grabación tenía hechizo y le dio una atmósfera especial a la canción, “Sweet Dreams“ salió de eso”. Y en ”We Don’t Care”, con su chulería post-disco y el rugido de sus riffs de guitarra, Børns entra con una especial inspiración a la voz. ”Quería hacer un gran tema y mi referente era Roy Orbison”, dice. ”Tenía una técnica muy apropiada que consistía en comenzar muy bajito y de forma sombría para, al final, llegar a su nota más alta y dar máxima intensidad al tema”.
Habiendo crecido en Michigan, descubrió su querencia por la música sacando al piano de su familia melodías de Elton John y Three Dog Night. ”Los acordes los descubrí en secundaria y todavía los uso en mi música ahora”, apunta. ”Creo que hay una suerte de tendencia melódica innata que he tenido siempre de algún modo, me parece que compongo la misma canción una y otra vez. Pero no tengo alternativa: los instintos serán siempre los mismos desde que se es niño”.
Børns se trasladó al cumplir los 21 años a Los Ángeles., conectó con Tommy English a través de un amigo común y empezó a trabajar en su EP debut en 2014, Candy. Tras el pelotazo de “Electric Love” (incluido tanto en Candy como en Dopamine, y siendo alabado como ”todo un clásico instantáneo” por Taylor Swift), Børns ha actuado en festivales como Coachella, Lollapalooza y Bonnaroo, además de agotar las entradas de su gira de teatros como cabeza de cartel en 2016.
Al principio del proyecto Blue Madonna, Børns tenía pocas intenciones salvo una urgencia por experimentar con instrumentos heterodoxos (como el theremin) y trabajar con el compositor Steve Weisberg para hacer los arreglos de cuerdas. ”El modo en que Tommy y yo tendemos a trabajar es ir creando según fluye”, dice. ”Probamos cada uno una cosa e intentamos incorporar los elementos para que encajen y vemos cómo va resultando”. Esta vez los dos colaboradores probaron varios enfoques para probarse a nivel creativo, como, por ejemplo, ”levantarse tempranísimo para trabajar sin estar despiertos casi, para ver lo que se da de forma natural cuando todavía no piensas del todo bien”, explica Børns. El resultado del experimento, “Iceberg”, un tema altamente hipnótico que funde sus guitarras de sierra con un precioso piano en loop, logrando un efecto inquietante.
Echando la vista atrás a la creación de Blue Madonna, Børns resalta otro objetivo que ha perseguido de cerca a lo largo del proceso creativo. ”Cuando comenzamos a trabajar en el disco me dije a mí mismo que quería acabar exhausto al final del trabajo”. Muchos meses después, Børns culminó su misión de camino a San Francisco con English para las últimas sesiones de grabación. ”Todas las mañanas de la semana nos levantábamos y nos tirábamos al océano antes de grabar todo el resto del día; vivíamos en el estudio”, dice. ”Recuerdo estar sentados en un pequeño bar de ostras a finales de esa semana, bebiendo tequila y sintiéndonos felizmente exhaustos: ‘Bien, aquí estamos, lo hemos dado todo’. No nos hemos dejado nada en el saco”.
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