PET SHOP BOYS: Nonetheless
PET SHOP BOYS: Nonetheless (Parlophone)
Si uno retrocediera 40 años atrás en el tiempo en 1984, acabaría en la Segunda Guerra Mundial. Si lo hiciera hoy, se encontraría en el mismo mes en que Pet Shop Boys (Neil Tennant y Chris Lowe) lanzó su single de debut, “West End Girls”. Tennant cumple 70 años este verano y es hoy una persona diferente al moderno periodista de Smash Hits que logró saltar al otro lado de la barricada y convertirse en una estrella del pop en Londres, que entonces todavía era el lugar más importante para el pop.
El productor James Ford, conocido por sus bandas The Last Shadow Puppets y Simian Mobile Disco, pero también por producciones para Arctic Monkeys, Gorillaz, Foals o Flroence and the Machine, creció con los Pet Shop Boys y los comprende profundamente, así que deviene perfecto para refinar el sonido de su decimoquinto álbum Nonetheless. Siguen apareciendo generosas cantidades de sintetizadores analógicos y cajas de ritmos de la vieja escuela envueltas en cantidades aún más generosas de cuerdas, algo que tampoco es tan distinto a cualquier disco anterior de Pet Shop Boys.
Por su parte, Tennant si es consciente de su situación y escribe desde donde se encuentra ahora. Sin sonar necesariamente nostálgico, recuerda acontecimientos importantes de la vida y reflexiona sobre el sentimiento de soledad que inevitablemente invade a cualquiera que haya vivido durante un tiempo, como en el tema especialmente bailable “Why Am I Dancing”, en el que canta “¿Por qué estoy bailando cuando estoy tan solo?”.
En la elegante “ The Secret of Happiness”, a lo Burt Bacharach, aborda las grandes cuestiones de la vida, mientras que en otra gran balada, “A New Bohemia”, pone en contexto los santuarios artísticos de antes. “New London Boy” habla de lo que podría suceder entre la segunda y tercera estrofa de “Being Boring” -su mejor momento, allá por 1990, del disco Behaviour, al que aquí remiten en más de una ocasión-, cómo a los 19 años cayó directamente en la escena glam rock de la capital británica en 1973, cuando “todo el mundo está bailando con Roxy y Bowie”. Y en “Bullet for Narcissus” se pone en la piel de un guardaespaldas que arriesga su vida por Donald Trump, a quien desprecia.
El dúo mantiene intacta su capacidad de escribir melodías directas y vestirlas con una melancolía electrónica brillante. Sigue tomándose muy en serio su trabajo, mostrándose especialmente relevantes por seguir aportando un punto de vista inteligente en la música pop, en una época en la que semeja que la ramplonería sigue encontrando mayor difusión y sumando más recompensas.