JACK WHITE: No Name
JACK WHITE: No Name (Third Man Records)
Recientemente, el viernes 19 de julio, el nuevo álbum de Jack White fue añadido a las bolsas de aquellos clientes que compraron algo en las tiendas que regenta con el nombre de Third Man Records en Detroit, Nashville y Londres. A las pocas horas publicó una nota que decía: “Distribúyelo”. Y, poco después, lo colgaba en una carpeta de Google Drive disponible para todo el mundo. Podría compararse con los lanzamientos guerrilleros de Sault o, algo más peligroso, el álbum gratuito que regaló U2 en iTunes en su día y que acabó dañando su imagen.
Pero no. No este el caso para alguien que ya se había caracterizado por otros movimientos sin parangón en el mundo de la música: incorporó cien copias del segundo single de su proyecto paralelo The Upholsterers en muebles tapizados (solo se han descubierto dos por ahora), hizo giras con dos bandas (una masculina y una femenina que tocaban según decidía a última hora), grabó un single que a las cuatro horas estaba en las tiendas, batiendo todos los parámetros anteriores, dio un concierto de una sola nota cuando estaba en The White Stripes… Y cuando el Libro Guinness no reconoció sus récords por ser “demasiado triviales”, los definió como una “organización elitista que no hace nada científico”.
“Nada en este mundo es gratis”, canta Jack White en la primera pista de este disco sin nombre y sin títulos para las canciones. “Al menos no para mí”, continúa, una observación que no le impide ofrecer este trabajo de forma gratuita. Aunque, al final, lo que de verdad cuenta es que No Name suena como el truco musical más emocionante, urgente y ruidoso de Jack White en años. Con guitarras candentes, sin duda lo reconciliará con aquellos seguidores que despreciaron el extraño viaje barroco de Boarding House Reach en 2018 o la deriva progresiva y experimental de Fear of a Dawn en 2022.
También hay bastantes referencias -conscientes o inconscientes- a The White Stripes, sin caer en la trampa de la nostalgia. Además, White regresa a su propia esencia, con guitarras que brincan como un equipo de sementales rugientes y canciones que basculan entre Led Zeppelin, Shellac y los propios The White Stripes. Esta entrega maníaca hace que por fin parezca que se siente liberado de todas las reglas y flagelos de la industria musical. “Si Dios está demasiado ocupado, me bendeciré”, se felicita en la quinta canción. Y al oyente no le queda otra que sentirse igual y especialmente bendecido.