CORALIE CLEMENT: Toystore
CORALIE CLEMENT: Toystore (Bambi Rose-El Volcán)
¿Te gustan las cantantes francesas de voz sexy? ¿Aprecias los ambientes sonoros acogedores y las instrumentaciones que se salen de lo normal? ¿Has respondido “oui” a las dos preguntas? Entonces escucha Toystore, el tercer disco de Coralie Clément, una de las voces más personales de la canción francesa actual.
Coralie ha contado con la producción y composiciones de su hermano, Benjamin Biolay, y entre los dos han grabado un álbum con canciones en tres idiomas (el principal, francés, italiano e inglés) y con originales arreglos en los que abundan instrumentos de juguete sobre los que la frágil voz de la cantante navega como pez en el agua. Además de Biolay, en Toystore Coralie Clément se deja acompañar en sendos temas de Etienne Daho, una de las grandes figuras del pop galo, y de la actriz y cantante Chiara Mastroianni.
Coralie Clément regresa como por encanto. Siete años después de sus primeros y elegantes pasos en La Salle des Pas Perdus (2001), la jovencita ha crecido, madurado. “Es la vida, Es la vida que llevamos/ Ansiolíticos y café crème”, canta hoy en el embriagador single de su tercer álbum, Toystore. Y es que la niña de Villefranche-sur-Saone se ha sincerado al pasar la frontera de los treinta.
Coralie Clément se inventa incluso un futuro cinematográfico. Una perspectiva lógica cuando sabemos que algunas de las canciones de su repertorio (“Dorénavant”, “Samba de mon Coeur qui Bat”, “Ça valait la Peine”, “L’Ombre et la Lumière”) ya han sonado en las películas L´ídole (2002), Something’s Gotta Give (2003) y On Va S’Aimer (2006), así como en un episodio de la serie L Word.
Es posible que algunos todavía no lo sepan, pero la dimensión internacional del nombre de Coralie Clément es una realidad, especialmente en Japón, en Alemania y en Italia. Sin embargo, su ejemplar modestia -perfectamente hecha música y palabras en “L’Effet Jokari”, que abre Toystore– no se ha visto nunca afectada.
Tres años después de Bye, Bye Beauté (2005), un disco que la vio flirtear, ante la sorpresa general, con el power-pop doméstico, Coralie Clément publica Toystore, un bonito e ilustrativo título que resume el concepto instrumental imaginado por su hermano mayor y protector, Benjamín Biolay. En él juega con instrumentos de juguete (ukeleles, flautas, cornete de bolsillo, silbato de émbolo, melódica, maracas y un Farfisa bebé) que se ponen al servicio del frágil timbre de esa voz clara, mineral. Sobre este lienzo musical tejido con gusto, Coralie Clément hace maravillas, entre suaves inflexiones y cascadas vocales esbozando el contorno de un pop trilingüe.
En dos ocasiones memorables, la benjamina de la familia Biolay está acompañada, mano a mano, de Étienne Daho (en el dúo “Je ne sens plus ton amour”, una balada desgarradora sobre el amor conjugado en imperfecto) y de su cuñada Chiara Mastroianni (“Sonno Io”, una dulce tonadilla transalpina). Dos invitados de prestigio que no rompen el frágil equilibrio de este disco grabado con suma delicadeza. Es también un álbum en el que los ukeleles dibujan aviones en un cielo estrellado a semejanza de la portada ilustrada por Gesa Hansen.
“Este disco se ha hecho con la misma naturalidad que mi primer álbum”, confiesa Coralie. “Me sentía como dirigida por un director de cine”. Es como reconciliarse con el mundo artesanal familiar al servicio de la variété francesa. Basta con escuchar el éxito “Paris Dix Heures du Soir” para poder seguir el recorrido de esta intérprete que además retoma, como nadie, “Reine des Pommes”, un viejo éxito de Lio.