ULTRASÓNICA ARTÍCULO BOXEO Y ROCK

ULTRASÓNICA ARTÍCULO BOXEO Y ROCK

ULTRASÓNICA

ARTÍCULOS 2004


Rock’n’ring, golpes con ritmo

The Beatles con Muhammad Ali

El boxeo y la música han sido como la mano para el guante durante años, tal vez porque comparten más de lo que  quisieran: competición intensa, una industria que exprime al máximo el talento y luego lo abandona, la posibilidad del éxito rápido y dinero fácil y la casi seguridad de que a nadie le interesarás cuando estés abajo y tirado. 

Boxeadores que intentaron cantar

De esa estrecha y particular relación, tal vez el momento más recordado sea “Hurricane”, la canción que Bob Dylan compuso para apoyar la liberación del peso medio Rubin Carter y que dio lugar, años después, a una película interpretada por Denzel Washington. Aquel boxeador había sido encarcelado después de ser dudosamente acusado de matar a tres hombres blancos en un bar, convirtiéndose en uno de los casos judiciales más famosos por su haber derivado en una causa racial.

El boxeador más conocido de todos los tiempos, Cassius Clay -Muhammad Ali- contribuyó a la causa subiéndose al escenario en la gira Rolling Thunder Revue de Bob Dylan de 1975. Seguramente su aparición fue más celebrada que el único disco que editó, I Am The Greatest Soy el más grande-.

Joe Frazier, uno de sus clásicos adversarios, también lo intentó, sin mucho éxito, con una versión del “Knock On Wood” con un grupo que llamó Smokin’ Joe And The Knockouts -Joe Fumador y los Noqueadores-. Más suerte tuvo el púgil Joe Louis, con una decente carrera musical, en especial con “You Can Run But You Can’t Hide”, una canción basada en una de sus recomendaciones a un oponente, Billy Conn. 

La atracción de Ali

Bob Dylan era un gran aficionado al boxeo y no perdió ocasión de recordarlo dedicándole elogios a Ali en más de una ocasión. Además de “Hurricane”, también compuso la canción “Who Killed Davey Moore?”, un acertado retrato del lado más oscuro del boxeo.

Pero Muhammad Ali tuvo más de un admirador en el mundo de la música. Aunque Frank Sinatra era más amigo y seguidor de Rocky Marciano, y aunque compró una participación en los negocios del boxeador Tony Mauriello, no desaprovechó la oportunidad de acudir al Madison Square Garden en 1971 para fotografiar a Ali  en su pelea con Joe Frazier para la portada y un reportaje especial de la revista Life.

Tampoco Elvis Presley se resistió a los encantos de Muhammad Ali. En el 73 fue él el presentador del boxeador en una de sus peleas, en la que éste se presentó con un bata blanca que decía “El campeón de la gente”. A Elvis le gustaba el mundo del ring, y así lo pudo demostrar en su película de 1962 Kid Galahad.

Músicos que intentaron boxear

Ninguno de los tres grandes de la música se lanzaron al cuadrilátero, pero otros músicos sí. Bo Diddley se hizo un nombre en el circuito juvenil mientras que el capo del sello Motown, Berry Gordy, peleó profesionalmente como peso mosca en 15 combates, antes de que su carrera se viera truncada por el Ejército. No iba mal encaminado, ya que su entrenador se pasó luego a llevar la carrera del recordado Joe Frazier.

Uno de los sparring de Berry Gordy fue Jackie Wilson. Durante un tiempo peleó como peso welter, ganando algún título, hasta que su madre, cansada de las cicatrices, lo convenció de que se dedicase a la música. Curiosamente, fue su reunión con Berry Gordy para componer “Reet Petite” lo que inició su fulgurante carrera en el soul.

Marvin Gaye, desencantado de la música a finales de los 60, se ofreció como jugador profesional de fútbol a los Lions de Detroit cuando tenía 31 años, pero, al ser rechazado, se decidió por el boxeo. Durante meses entrenó en el gimnasio de su ciudad hasta que decidió grabar What’s Going On y abandonar los guantes definitivamente.

James Brown podía haberse convertido en el padrino del pugilismo, y no del soul, si hubiese continuado con su carrera tras ganar las tres peleas en las que participó como profesional. Al ver a Little Richard encima de un escenario todo cambió. Irónicamente, cuando estaba casi olvidado, a principios de los 80, su canción “Living In America” para la película Rocky IV le dio su mayor éxito en 20 años.

En Jamaica, el boxeo tuvo siempre una atracción similar al reggae, y muchos músicos se sintieron atraídos por el ring, como, por ejemplo, el legendario Prince Buster o el mítico productor Lee ‘Scratch’ Perry, quien en sus días de púgil era conocido como ‘Little’ Perry.

Pero no sólo los músicos de color se acercaron al boxeo. La afición fue más allá de las portadas pugilísticas de músicos blancos como, por ejemplo, Let’s Dance de David Bowie, Flamingo’s de Enrique Bunbury o Peace & Love de The Pogues. Billy Joel dividió los primeros años de su carrera entre el piano y el ring. En su momento admitió que lo que le había llamado la atención era la imagen varonil del boxeo, aunque lo abandonó al descubrir que no tenía el instinto matador y después de que le rompiesen la nariz en uno de sus 22 combates.

También Chris Isaak comenzó como campeón juvenil del peso ligero, antes de aceptar una beca para marchar a Japón un par de años y descubrir que lo que realmente echaba de menos eran los primeros tiempos del rock’n’roll.

En estos últimos años se ha establecido una curiosa relación entre el rap y el mundo del boxeo. Public Enemy ya hablaban de uno de sus ídolos, Muhammad Ali, en el “Timebomb” de su debut Yo! Bumrush The Show. Mike Tyson sirvió de inspiración a “I’m Bad” de LL Cool J y a “I Think I Can Beat Mike Tyson” de Jazzy Jeff and The Fresh Prince. Pero a Tyson el grupo que realmente le gustaba era Public Enemy. En uno de sus mantos escribió el conocido “Don’t Believe The Hype” de Public Enemy y en el 89 se negó a pelear si, en lugar del himno nacional, no sonaba antes del combate el “Fight The Power” del mismo grupo. 

Canciones para una velada en el ring:  

         Bee Gees: “Saved By The Bell”

         Big Youth: “George Foreman”

         Bob Dylan: “Hurricane”

         Dennis Alcapone: “Cassius Clay”

         Elvis Costello: “TKO”

         Everything But The Girl: “Boxing And Pop Music”

         Georgie Fame: “The Ali Shuffle”

         Hazel: “Joe Louis Punch Out”

         Jo Boxers: “Boxer Beat”

         Johnny Wakelin: “Black Superman (Muhammad Ali)”

         Simon And Garfunkel: “The Boxer”

         The Supremes: “You Beat Me To The Punch”

Xavier Valiño

CAMPUS GALICIA ARTÍCULO RESUMEN DEL 2003

ARTÍCULOS 2004

Resumen del 2003: De guitarras y otras cosas

Johnny Cash

En estos últimos meses, la industria musical, una vez vistas las fauces del lobo, ha optado por la fusión entre las multinacionales. Por ahora, tanto la Unión Europea como los Estados Unidos observan el proceso con mucho detenimiento y, casi con total seguridad, acabarán por no permitirse más uniones en aras de la libre competencia. Así que no queda más que imaginación para combatir la tan cacareada crisis.

El 2003 ha sido un año que confirma lo que viene sucediendo una temporada tras otra: se editan más discos que nunca, hay cada vez más conciertos, pero quedan muy pocos canales para difundir lo que verdaderamente merece la pena. Separar la paja del grano es ya casi una tarea heroica y, aún así, unos cuantos artistas siguen editando discos sobresalientes.

Entre los veteranos, un buen número ha cumplido y poco más: David Bowie, Neil Young, Elvis Costello, Lou Reed, Rickie Lee Jones o Iggy Pop añadieron discos dignos a su colección, pero ninguno desbancará a sus clásicos. Otros veteranos como Al Green, Elliott Murphy o Robert Wyatt sí publicaron álbumes que dejarán huella. También artistas como Joe Strummer, Nick Cave, Lloyd Cole o Ian McCulloch, que iniciaron su carrera a finales de los 70 y principios de los 80, tiraron de su libro de estilo para recuperar lo mejor de sí mismos durante el 2003.

Sin embargo, lo mejor del año tal vez haya que acreditárselo al desaparecido Johnny Cash con Unearthed, una caja de cinco compactos con parte del material registrado en los últimos años en sus celebradas sesiones con el productor y mecenas Rick Rubin, caja que se publicó a finales del mes de diciembre de tapadillo en España y con escasas copias. Calificarlo de estremecedor es poco.

Por su parte, las guitarras volvieron a brillar en los últimos doce meses. Ya van tres años de cobertura masiva en los medios que prestan atención a este tipo de música y parece que la moda no tiene fin. Como dato llamativo, significar que la mayoría de nombres reseñables vienen del otro lado del Atlántico: The Strokes, The White Stripes, My Morning Jacket, Death Cab For Cutie, The Rapture, The Jayhawks, Kings Of Leon, Calexico, Yeah, Yeah, Yeahs… Tan sólo Radiohead o la reencarnación garajera de Spiritualized cubrieron el decepcionante expediente en las Islas Británicas.

En el mundo del pop merece la pena destacar los discos editados por Belle & Sebastian, The Thrills, The Postal Service, Josh Rouse, Tahiti 80 o The Sleepy Jackson. Sin embargo, la mayor novedad es una creciente presencia de cantautores que inician su trayectoria con resultados admirables en casi todos los casos. Entre los debutantes se contaron Damien Rice, Tom McRae, Adam Masterson o la extraordinaria Dayna Kurtz, mujer de una voz inigualable y con un futuro portentoso por delante. Ed Harcourt y Richard Hawley contribuyeron a la causa con sus respectivos segundos álbumes.

La electrónica, definitivamente desaparecida de las primeras planas, ha vuelto al underground. Tan sólo Junkie XL, Richard X, LFO, Bent o Basement Jaxx intentaron el asalto a las listas. Y del estilo que vende más en los Estados Unidos, el hip-hop, pueden resaltarse las aportaciones de Gang Starr y Outkast, junto a la versión inglesa y más callejera de Dizzee Rascal.

Desde Francia nos llegó también la recuperación de la chanson a través de elementos más actuales. Si en años anteriores fueron Coralie Clement o Karen Ann los nombres que se embarcaron en esta aventura, ambas bajo la protección de Benjamin Biolay, este año han sido el propio Biolay con su segundo álbum, Jacques Dutronic o la modelo Carla Bruni, aunque en este último caso con la sencillez y la desnudez instrumental como medios.

Fuera de estos ámbitos, sorprendió en el 2003 la irrupción de la malinesa Rokia Traore, el primer álbum en conjunto de las estrellas brasileñas Arnaldo Antunes, Carlinhos Brown y Marisa Monte bajo el nombre de Tribalistas, la repercusión de la gallega Mercedes Peón fuera de nuestras fronteras, el debut de Oi Va Voi o la colaboración de Ry Cooder con Manuel Galbán.

Ya en nuestro Estado, parece que se impone definitivamente la canción en castellano. Tal vez los artistas que se expresan en nuestro idioma no sean mayoría, pero sí son los que sacan mejor partido a sus canciones. Entre ellos, Nacho Vegas, Refree, La Buena Vida o Pauline en la playa han dejado discos para el recuerdo. Las propuestas más arriesgadas de El columpio asesino o Roty 340 merecen también atención.

Junto a ellos, el rap deparó grandes discos de La Mala Rodríguez o La Excepción. En este ámbito, la mayor sorpresa vino con la aparición de artistas como Eddine Said, Silvia Amal, Sulman, Dlux, Dnoe o Las Niñas que intentaron adaptar el r’n’b o soul moderno al castellano.

Xavier Valiño

CAMPUS GALICIA ARTÍCULO DAYNA KURTZ

ARTÍCULOS 2004

Dayna Kurtz, el primer vals

Postcards From Downtown (CD, Dock);

Postcards From Amsterdam (DVD, Dock);

Beautiful Yesterday (CD, Munich-Dock)

“Sé cómo encajar toda clase de ofertas despiadadas…” (“Postcards From Downtown”)

Si alguien nos pidiese que citásemos un artista que abarcase en su obra todo lo mejor de la música del siglo pasado, no lo deberíamos dudar ni un segundo: Dayna Kurtz. Y eso que estamos hablando de una mujer que sólo tiene publicado un disco, Postcards From Dowtown, del año pasado.

¿Cómo es posible? Ella diría que Postcards From Downtown es su primer álbum, aunque, si se indaga un poco más, podríamos discutirlo. Hay seguidores que guardan celosamente alguna grabación en directo; otras se pueden encontrar en páginas de subastas de Internet. Parece ser que existen, también, diversas casetes de sesiones registradas con distintos músicos y productores como Bob Power (D’Angelo, Me’shell N’degeOcello, Erykah Badu) o Craig Street (Cassandra Wilson, Joe Henry, kd Lang). Además, en la propia web de la cantante hay a la venta una grabación de un recital titulado Otherwise Luscious Life.

Todo esto quiere decir que Dayna Kurtz no es una recién llegada. Es más, lleva más de diez años dando conciertos y siguiendo la estela de los músicos de antes de que apareciera el registro sonoro: dar a conocer sus canciones y exponerlas al público. La edición de discos ha sido, hasta ahora, secundario, ni tan siquiera una meta.

Esta mujer, que se define a sí misma como un “animal de carretera” ha pasado esta última década conociendo las pequeñas salas de conciertos de su país y sus ciudades, recorriéndolo en coches de segunda mano y enfrentándose a audiencias ruidosas que no sabían quién era, pero a las que conseguía acallar desde la primera canción. Ha hecho giras sola y abriendo para otros artistas como Chris Whitley, Richie Havens, B.B. King o Ladysmith Black Mambazo.

Ya en 1997, sus compañeros, alertados por lo que se avecinaba, la eligieron mejor compositora del año y la compañía Bug Music (Johnny Cash, Ryan Adams, Buddy Guy, Los Lobos, Wilco) se hizo con los derechos de edición de sus canciones, aunque ella prefirió seguir con sus recitales o retirada en el molino en el que vive y encuentra inspiración, en una ciudad al norte del Estado de Jersey.

Si representa tan bien la música del último siglo, es porque su voz tiene el calor y el compás de las viejas divas del jazz, como Billie Holiday, Betty Carter o Nina Simone, del blues, como Bessie Smith, o del soul, como Aretha Franklin. A ello se le debe añadir el efecto dramático que sólo Tom Waits o Marianne Faithfull poseen, la belleza de los textos de Suzanne Vega, el ingenio poético de Leonard Cohen, la intensidad de Jeff Buckley y Van Morrison, ecos de Patti Smith, Laura Nyro, Joni Mitchell…

Pero, por mucho que evoque a otros, Dayna Kurtz no suena a nadie más. Además, es una excelente guitarrista, intercalando sus textos en unas melodías a ratos lánguidas, en otras ocasiones desgarradas. En los últimos tiempos le ha añadido a sus canciones el color de una guitarra slide, con lo que sus canciones se han reforzado.

En Postcards From Downtown, el álbum que la presenta en sociedad, despliega todo su arsenal. Desde el estribillo lleno de rabia de “Miss Liberty” al emocionante blues de “Last Good Taste”, del contagioso vals “Fred Astaire” a la balada country “Just Like Jack”, Dayna Kurtz utiliza su amplio registro vocal y su desbordante guitarra para mostrarse en todo su esplendor.

Hasta ahora Dayna Kurtz puede haber sido el secreto mejor guardado de la música americana, pero con Postcards From Downtown el secreto se ha revelado en toda su magnitud a todo aquel que quiera descubrirlo. Lo que hace de este disco algo tan especial no es sólo su voz y su guitarra, sino su habilidad para contar historias y para escoger los instrumentos adecuados para que emitan los sonidos más adecuados en el momento justo. Lo que sitúa a Postcards From Downtown en una liga diferente es que, como las mejores novelas negras americanas, puede olerse, saborearse y sentirse.

Está impregnado de peligro, sexo voraz y personajes desquiciados que protagonizan cada una de sus postales dando vida a un paisaje de confusión doloroso. La tensión que se apodera de la atmósfera desde que suena el violonchelo de la canción que lo abre, “Fred Astaire”, nunca decae. Los protagonistas de sus canciones se muestran desesperados, buscando alguien o algo a lo que agarrarse, aunque la mayor parte del tiempo sólo consiguen asirse al fino aire. Algunas veces, incluso acaban ahogándose con sus botas puestas, como en “Somebody Leave A Light On.”

Por suerte, una vez que se ha descubierto parece que no va a volver a desaparecer durante tanto tiempo. Recientemente acaba de editarse un DVD titulado Postcards From Ámsterdam que incluye la actuación que el pasado 5 de junio ofreció en la Sala Paradiso de Ámsterdam. El recital fue grabado por técnicos holandeses -conviene recordar que, hasta el momento, ése es el país en el que mejor respuesta encuentra- y, junto a sus habituales Dave Richards al bajo y Randy Crafton a la batería, aparece el músico holandés Roel Spanjers tocando teclado y acordeón.

Por si fuera poco, está recién editado su segundo disco oficial, Beautiful Yesterday. En él, Dayna Kurtz acude tanto a las canciones compuestas por ella, emocionantes una vez más, como a las versiones de gente tan distinta como Leonard Cohen, Prince o Billie Holiday. En todas, tanto las que mejor salen paradas del envite como aquellas que le quedan más lejanas, sorprende, y eso es algo de lo que pocos artistas pueden presumir. Por lo tanto, parece viva la llama de contar con amigos, conocidos y autores de verdad, lejos de los oropeles, y seguir siendo el secreto más estimulante de la música norteamericana actual sólo al alcance de quien va más allá.

Xavier Valiño

ULTRASÓNICA ARTÍCULO 50 AÑOS DE ROCK

ULTRASÓNICA ARTÍCULO 50 AÑOS DE ROCK

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ARTÍCULOS 2004


50 años de rock

         40 años de Reseña, 50 años de rock. Aventuras coetáneas y no muy distantes. En estos 50 años, muchas cosas han cambiado en el mundo de la música popular; otras, en cambio, permanecen igual que cuando Elvis Presley entró por primera vez en un estudio de grabación para adaptar las canciones de los artistas de color y cambiar el curso de la música popular para siempre. 

         Hoy hay más estilos que nunca, mas variedad de sonidos, mayor número de artistas, una infinita cantidad de referencias disponibles si tenemos en cuenta el fondo de catálogo, los conciertos se multiplican… Y, sin embargo, si sólo reparamos en lo que reflejan la mayoría de los medios de comunicación y en la tan cacareada crisis de la industria, podría parecer que estamos viviendo un periodo muy negativo. Depende de quién y cómo lo mire. 

         Si en los 50 sólo se vendía vinilo, y después se le sumó el casete, ahora es el disco compacto -y los archivos mp3- el modelo predominante en el consumo de música, aunque no el único, una vez superados otros soportes como las bovinas o el mini-disc. 

         En ellos se vende o intercambia una infinidad de estilos que se engloban bajo el epígrafe común de rock o pop. Seguirles la pista a denominaciones incomprensibles para una mayoría como shoegazing o drill’n’bass necesitan de un buen diccionario musical a mano -y los hay, sí-. Muchos se contaminan entre sí y un consumidor habitual conoce y disfruta de muchos de ellos. En los primeros tiempos era rock’n’roll y poco más. Sus márgenes se han ido ampliando y ensanchando hasta lo impensable, y buena parte de sus creadores más interesantes siguen investigando en esa línea. 

         Dicen que cada diez años ha habido una revolución o movimiento importante y crucial en la música popular. Más o menos, en el 57 triunfaba el rock’n’roll; en el 67 llegó la psicodelia con el primer verano del amor; en el 77 el punk le dio un vuelco único a todo lo existente; en el 87, el segundo verano del amor se extendió con el house -o música de baile-; y en el 97… ¿qué? Más bien nada, lo que no quiere decir que exista una crisis creativa, sino que está todo tan fragmentado que es difícil ya que un único estilo acabe por influir y destacar entre todos los demás. 

         Si a mediados de los 90, la música electrónica era la gran novedad y la gran apuesta, en los últimos tres años se ha vuelto a un rock de guitarras que parece más una contraposición a la música banal que se cuela a través de las televisiones y canales habituales que otra cosa. En cualquier caso, la creación se ha democratizado -sobre todo, después del punk- y, si antes era necesario dominar un instrumento, hoy es suficiente querer hacer música. 

          Antes, el valor era del intérprete, mientras que hoy son los pinchadiscos o DJ’s los nuevos gurus de la modernidad a base de pinchar canciones de otros artistas. Todo el mundo, además de consumidor, puede convertirse en creador, aún sin conocimientos musicales, gracias a programas informáticos o, simplemente, a mezclar discos de otros artistas. Por suerte para la música y su creatividad -aunque, probablemente, por desgracia para los ingresos de los artistas y su vanidad-, a diferencia de lo que ocurría en los 60, los ídolos de los jóvenes ya no son los músicos de rock sino, en gran medida, los deportistas y, más concretamente, los futbolistas. 

         Al igual que ocurría en los principios del rock, siguen existiendo dos tipos de música predominantes: la que se hace buscando el consumidor masivo, en especial el público adolescente, y el de los creadores independientes, más preocupados por la sustancia de su música que por el éxito inmediato. Si acaso, desde principios de los 80 habría que sumarle una tercera categoría: la de aquellos artistas que, después de una trayectoria inicial relevante, buscan, con la edad, acercarse a un público adulto. Los ejemplos serían numerosos: Phil Collins, Sting, Eric Clapton… 

         Los medios de comunicación, preocupados por atraer también a grandes audiencias, han ido escorando su objetivo hacia el primer tipo de consumidor, con productos que se dirigen a audiencias masivas y escasas concesiones a la tercera categoría que citábamos. Eso significa menor presencia en televisión de programas especializados, incremento de la radio fórmula y escaso índice de lectura de los medios especializados. 

         La industria, que se había mantenido prácticamente inamovible desde principios del siglo pasado, se enfrenta a su mayor reto, renovarse o morir, debido, principalmente, a la piratería y a las descargas gratuitas a través de Internet. Hasta ahora se ha optado por la concentración empresarial aunque, muy probablemente, no sea la solución. El futuro está en enfocar Internet como una ilimitada promoción y adaptarse a la venta de música por la red, aunque la mejor estrategia ha sido siempre la apuesta por nuevos valores, los únicos que pueden asegurar una viabilidad más allá del corto plazo. 

         De todas formas, los artistas más creativos nunca han desaparecido del mapa y se encuentran, en este momento, en una coyuntura favorable, valiéndose, como ya hacían en los 50, de los resquicios desaprovechados por la industria. Ellos sí han sabido comprender las oportunidades que Internet ofrece para darse a conocer. También siguen existiendo las compañías independientes, al igual que hace cinco décadas, para promover su música. Y, por si fuera poco, el círculo se cierra después de 50 años: si en el principio era la canción en single el formato en el que se comercializaba la música, un soporte que con el tiempo acabó casi por desaparecer, hoy vuelve a ser la canción, como unidad de venta e intercambio en la red, el valor de consumo y creación predominante.

Xavier Valiño

ULTRASÓNICA ARTÍCULO DÚO DINÁMICO

ULTRASÓNICA ARTÍCULO DÚO DINÁMICO

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ARTÍCULOS 2004


Delicatessen dinámicas

 

La historia de Manuel de la Calva y Ramón Arcusa como artistas es, sin duda,  una historia fascinante y definitivamente atípica. Hijos de familias humildes (de emigrantes vascos y aragoneses respectivamente), encontraron en su Barcelona natal todo lo necesario para el éxito, que exportaron inmediatamente a toda España y a Sudamérica. También como autores, productores o arregladores,  muchas de sus obras han sido grandes éxitos por otros artistas desde Suecia a Australia, desde Francia a Japón. 

Esta historia comienza en los años 50. Manolo es campeón de España junior de natación,  con un tiempo de 1’07” en cien metros,  y juega como titular del equipo de waterpolo del Club Natación Barcelona. Al mismo tiempo frecuenta el Club Hondo de la Ciudad Condal, de gran raigambre jazzística. Visitan ese club, con cierta frecuencia, Tete Montolíu, Lionel Hampton, Ramón Farrán, Roda, y otros músicos de jazz que pasan por la ciudad. Manolo canta en algunas ocasiones temas americanos, acompañado por esos grandes músicos.  

Ramón ha estudiado música desde los nueve años y, por tradición familiar, canta jotas en el Centro Aragonés de Barcelona, donde, siendo aún niño, gana varios concursos de jotas. Su padre le enseña los primeros acordes de guitarra. También dirige una pequeña coral en un grupo parroquial y forma parte de un trío musical con un hermano mayor y otro amigo, que actúa en fiestas benéficas, cantando canciones folklóricas, de Los Panchos, etc.  

Manolo y Ramón se conocen en la empresa Elizalde, S. A. en donde ambos han entrado a trabajar. Coinciden teniendo dieciséis años cada uno, en la misma sección y buscando su futuro: los dos quieren ser peritos industriales (hoy ingenieros) y se ubican en el Departamento Técnico de diseño de fabricación de motores de aviación.  

Todo va viento en popa, terminan sus estudios, y como pasatiempo se reúnen a veces para cantar. Es en la fiesta de la empresa por Navidad donde cantan juntos por primera vez: el “White Christmas” de Bing Crosby. El éxito obtenido les anima a ensayar otras canciones de Paul Anka, de los Cinco Latinos, de Nat King Cole, de Frank Sinatra, de los Everly Brothers, de Elvis Presley, o sea, los ídolos de entonces, aunque tratarán ya desde esos primeros tiempos de añadir su sello personal.  

El Dúo Dinámico nace como tal en Barcelona el 28 de diciembre de 1958. La primera actuación ante público es en el programa La comarca nos visita de Radio Barcelona. Ellos quieren llamarse The Dinamic Boys pero el presentador del programa, Enrique Fernández, dice no saber inglés y los presenta como Dúo Dinámico. Ellos aceptan el nombre y así queda. Ese día firman los primeros autógrafos.

Después de varias actuaciones en la radio, firman su primer contrato. Es para actuar en el restaurante La Masía de Barcelona donde les pagarán 400 pesetas por cantar tres tandas de canciones por noche. Eso es en el verano de 1959. De día siguen trabajando en su empresa, que ahora se llama Enmasa. Duermen cuando pueden, pero poco. Al final del verano deciden dejar su anterior empresa y dedicarse a la música. Sus padres no lo ven claro de momento, pero ellos sí. También actuarán en tardes de brassería con el trío de Tete Montoliu cobrando por ello… ¡la merienda! Los chicos prometen.  

Algunos profesionales de compañías de discos les oyen cantar en una de las salas de fiesta que ya les empiezan a contratar, y después de conversaciones y de varias pruebas, graban su primer disco en el otoño de 1959. Cuatro canciones (“Little Darling”, “Cowboy”, “Alone” y “Recordándote”) forman un EP que rápidamente alcanza gran difusión en la radio y, casi inmediatamente, grandes ventas, las máximas posibles, ya que en la España pobre de finales de los 50 casi no había tocadiscos. En el segundo disco que graban, intentan la aventura de la composición: su canción “Linda Muñeca” obtendrá el mismo éxito que otras canciones del disco.  

A partir de entonces, los nombres de De la Calva/Arcusa, ya como autores, figurarán en casi todos sus discos, tres años antes de que los famosos Beatles, Lennon y McCartney, irrumpieran en el mundo musical. Definen así de una forma completa con sus propias canciones el estilo único que los hace inconfundibles, imitados y, a la vez, bandera musical de una juventud que empieza a despertar como colectivo. El Dúo Dinámico tiene que luchar contra los ejecutivos de su compañía discográfica para defender sus ideas, porque en su sello no quieren grabaciones con grandes coros, grandes orquestas, ni un repertorio original que el Dúo propone. El Dúo Dinámico vence y convence con sus ideas y su éxito.  

El fenómeno de las fans está entonces latente en todo el mundo. Elvis Presley y Paul Anka en EEUU y Cliff Richard en el Reino Unido despiertan locuras entre las chicas más jóvenes. El Dúo tiene también suerte en eso. Cantan un tipo de canción con un estilo nuevo, casi revolucionario, dicen cosas para los jóvenes por primera vez en este país, su vestuario es informal y los jóvenes se identifican con ellos.  

“Quince años tiene mi amor” hace estragos. Todas las adolescentes del país tienen la fotografía o un póster del Dúo Dinámico en sus habitaciones. Los clubes de fans del Dúo Dinámico se forman de una manera espontánea por toda la geografía, y allí por donde van a actuar desatan las emociones de las colegialas y las iras de los padres, que no entienden lo que pasa. La mili, que también hacen juntos en la Base Aérea de Zaragoza, les servirá para hacer planes y prepararse para el futuro.  

El futuro se materializa en forma de más y más EPs de 4 canciones. Ocupan los primeros lugares de las listas de éxito con cada canción que graban, hasta conseguir 17 números 1. Salen en la portada de mas de 200 revistas. Una editorial de Barcelona, Bruguera, lanza un cómic con el Dúo Dinámico de protagonista que alcanza una tirada de casi 100.000 ejemplares semanales. Comienzan entonces las giras por América. Y cuatro películas: Botón de Ancla, Búsqueme a esa chica, Escala en Tenerife y Una chica para dos.  

El Dúo se hace imprescindible también en los festivales de canción que se prodigan por toda España. En varios de ellos consiguen premios, ganando el Festival de la Canción del Mediterráneo en Barcelona con “Como ayer”, cantada también por el trágicamente desaparecido Bruno Lomas; el Festival de la Costa Verde con “Somos jóvenes”; y segundos premios en el Festival de Benidorm con “Quisiera ser” y en otra edición con “Amor amargo”.  

El broche final lo consiguen como autores, ganando por primera vez para España el Festival de Eurovisión en 1968, con “La la la”, cantada por Massiel. La anécdota es que esta canción iba a ser cantada por Joan Manuel Serrat, amigo de Manolo y Ramón por tener en aquel tiempo un manager común, José M ª Lasso de la Vega. Serrat, al final, decidió ir solamente si la cantaba en catalán, creando un problema político de cierta importancia en aquel tiempo.  

Hacia 1972 el Dúo decide retirarse. El último disco grabado en Londres, con todos los medios posibles y hasta con la colaboración del productor de los Beatles, George Martin, como asesor, no tiene el éxito de ventas al que estaban acostumbrados, y deciden marcharse sin grandes aspavientos. La música va por otros derroteros. En España soplan los vientos de protesta, preludio natural de un cambio político, y nacen por doquier cantantes de música folk, poetas de temas sociales y de protesta. Admitiendo el cambio, y desplazada la música de diversión de su sitio, el Dúo Dinámico se va. Se va para siempre.  

Es lo que pensaban, pero la vida se encargaría de demostrarles lo contrario. Como muchos futbolistas cuando terminan su vida activa en el campo de fútbol y se retiran, al Dúo se le ocurre continuar en la música, como “entrenadores”. Aplicarán sus experiencias a otros artistas. Compondrán y producirán a nuevos cantantes. Es un trabajo nuevo y duro. Ya no estarán delante del público, sino tras las bambalinas del teatro, y saben que perderán poco a poco su gran popularidad. No les asusta y acometen su nuevo trabajo con entusiasmo. Sendas compañías de discos les ofrecen un cargo de dirección artística que ellos aceptan de buen grado.  

Para entonces, ya España ha consolidado su democracia, y la gente vuelve a pensar en divertirse. Varios empresarios quieren hacer volver a cantar al Dúo Dinámico. Ellos se han retirado y dicen que no. Lo consigue, después de mucho intentarlo, Antonio Asensio del Grupo Z, quien se empeña en que el Dúo cante en la presentación de El Periódico en Madrid y en Barcelona. Es a finales del año 1978. En ese tiempo, sus canciones, incluidas en películas como El último guateque y Asignatura pendiente o en la serie de TVE Verano azul, reverdecen los éxitos de antaño y preparan su retorno, casi a pesar suyo.  

En la Navidad de 1980, EMI, su discográfica de siempre, decide publicar un LP con los 20 éxitos de Oro, las mejores canciones de los sesenta del Dúo, y el disco se coloca en el número 1, como en los viejos tiempos, vendiendo un millón de copia casi de golpe y porrazo. Tenemos Dúo otra vez.  

Lo que menos podían esperar es que, después de 16 años sin grabar, en el año 86 Sony les ofrezca un contrato para grabar temas nuevos y popurrís de sus antiguos temas. Canciones como “Tu vacilándome” o “Resistiré”, que es elegida por Pedro Almodóvar para su película Átame con Victoria Abril y Antonio Banderas, obtienen otra vez el éxito. 

En 1999 el Dúo Dinámico recibe el Premio De Honor por la significativa labor de una vida como autores y artistas en la gala de los Premios De La Música de ese año. Es un nuevo hito en su trayectoria, y un merecido reconocimiento a su papel crucial en el desarrollo de la música en España. Y así hasta ahora, con el Dúo que sigue sin parar: conciertos por toda España con su eterno repertorio de superéxitos, actuaciones en TV y los inviernos dedicados a composición, grabaciones y producciones (Manolo en Madrid, Ramón en Miami y, a veces, juntos).

Xavier Valiño

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