BRYAN FERRY & AMELIA BARRATT: Loose Talk
BRYAN FERRY & AMELIA BARRATT: Loose Talk (Dene Jesmond)
Han pasado once años desde el último disco en solitario de Bryan Ferry, Avonmore, y ya no se esperaba ninguna novedad en su catálogo ni, tampoco, en el de la banda con la que se dio a conocer, Roxy Music. Inesperadamente, en lugar de un recopilatorio al uso o una nueva y lucrativa gira, aparece este Loose Talk, un disco en el que recupera bocetos musicales que había compuesto a principios de los años 70, a los que pone por encima la voz la artista visual escocesa de 35 años Amelia Barratt, recitando -no cantando- textos que ha escrito ella.
A punto de cumplir los 80 años en septiembre, Ferry decide por primera vez en su carrera no poner su voz en un disco que lleva su firma. Es cierto que aparece muy débilmente al fondo en el tema “Orchestra”, a mitad del álbum, y que en el corte final, y que le da título al disco, su voz parece hacer acto de presencia de nuevo, aunque en esta ocasión aún de forma más vaga. Son, en todo caso, grabaciones de voz de hace mucho tiempo y casi imperceptibles.
Barratt pronuncia los textos en un inglés muy civilizado, comprensible, casi elegante, evocando imágenes concretas en los textos, pero vistas desde la perspectiva de un observador frío y sin que en ningún momento formen una historia. Podemos seguir lo que ocurre en “Cowboy Hat” o “Holiday” pero la sensación es que algo crucial queda fuera de la imagen. En “Florist” la narradora termina llorando sin que quede clara la razón, mientras que en la canción titular la soledad se siente como un alivio y una manta sofocante.
Ferry combina estas letras abstractas con una música melancólica y atmosférica, pero sobre todo cinematográfica. Cierto es que el piano de “Big Things” podría ser una reliquia de los años de Roxy Music y “Stand Near Me” recuerda a la forma de tocar el oboe de Andrew Mackay, una pieza que podía haber terminado en el álbum Manifesto. Las referencias suman al aparecer el antiguo baterista de la banda, Paul Thompson, acompañado curiosamente en siete de los cortes por un guitarrista flamenco, Tom Vanstiphout.
Todo se mantiene fiel a un sonido atmosférico, melancólico, decadente. En ocasiones suena como si a Anne Clark le hubieran extirpado el ritmo (“Demolition”) pero en otros se vuelve hermoso y conmovedor (“Landscape”). En todo momento pide silencio y concentración, confirmando la evidencia de que, en el ocaso de su carrera, Ferry ha entregado su obra más atípica.