THE CURE: Songs of a Lost World
THE CURE: Songs of a Lost World (Polydor-Universal)
Comienza “Alone” (título ya clarividente: “Solo”) y hasta pasados los tres minutos no entra la voz de Robert Smith. En ese tiempo, cualquier canción de los últimos años tiene que haber enganchado en 15 segundos y haber despachado todo lo que tenía que decir. Lo mismo sucede en el segundo corte, “And Nothing Is Forever” (otro título que no deja lugar a dudas: “Nada es para siempre”). Por si no fueran suficientes los indicios, en “Endsong” (“Canciónfinal”) no hay voces hasta pasados los seis minutos.
Lo primero que se escucha no es que sea precisamente edificante: “Este es el final de cada canción que cantamos / El fuego se convirtió en cenizas y las estrellas se oscurecieron con lágrimas / Fríos y asustados, los fantasmas de todo lo que hemos sido / Brindamos con restos amargos, por nuestro vacío”. Nada que ver con el mundo vacuo y aparentemente luminoso que suena a nuestro alrededor para acallar la angustiosa realidad. Son The Cure a la contra, como si no hubiera pasado nada en el mundo de la música en los últimos 16 años, desde que publicaron su último álbum.
Lo que sucede es que esto es, probablemente, justo lo que la mayoría de los seguidores de la banda agradecen y ya casi ni esperaban, obviando que aquí no hay ningún momento pop ni un single de esos que recuerda los ajenos al grupo. Ni siquiera “All I Ever Am”, lo menos lejano entre las ocho canciones de esta entrega a aquellos éxitos de antaño, se convertirá en un tema que sirva para la catarsis colectiva en algún festival o concierto veraniego.
Para nada. Estos son los Cure que cimentaron su base de seguidores en el pasado, con ecos de Disintegration o incluso de Faith. Los de la época sombría, de las atmósferas densas. Con canciones que envuelven con su manto áspero, que sirven para el consuelo y la afirmación propia, que noquean con la rabia de sus guitarras (“Warsong”) , que van creciendo y creciendo hasta calar en el tuétano. Es el caso del ejemplar cierre ya citado “Endsong” (en cuyo epílogo Smith canta “Todo se ha ido, todo se ha ido / Me perderé en el tiempo / No tardará mucho / Abandonado, solo, sin nada al final de cada canción / Nada”), que no hace más que confirmar lo necesaria que es la banda de su generación que mejor ha llegado hasta aquí.