RICHARD HAWLEY

Richard Hawley, segunda juventud

rICHARD HAWLEY

Curiosamente, buceando en los orígenes del nuevo álbum de Richard Hawley se llega hasta España. En la gira de su anterior disco, Standing at the Sky’s Edge (2012), Hawley se rompió una pierna en Barcelona. Cuando empezó a sentirse mejor, intentó recuperarse jugando al fútbol con sus amigos, lo que derivó en un problema incluso mayor en su espalda. Tuvo que permanecer inmóvil durante cuatro meses, tomando medicamentos prescritos como Tramadol para mitigar el dolor.

Según ha reconocido, dejar aquellas medicinas fue la cosa más difícil por la que ha pasado, peor que cualquiera de las drogas que había tomado en el pasado, especialmente durante su infame etapa con Longpigs. Poco a poco, empezó a salir de casa por los bosques de Sheffield para recobrar el ánimo. Era el invierno de 2013 y su capacidad de observación, más agudizada durante la convalecencia, le llevó a reparar en los pequeños detalles de la naturaleza, caminando por los campos nevados. Esta concatenación de acontecimientos dirigió su atención por primera vez a cosas menos llamativas de su vida, aunque igualmente relevantes.

Así, durante 18 meses fue componiendo y grabando tranquilamente en su cabaña-estudio en el bosque, de nombre Digracelands (un claro homenaje no exento de sentido del humor a la mansión de Elvis, Graceland). El resultado es su octavo disco en estudio, Hollow Meadows, un álbum en el que medita sobre temas como el envejecimiento, la falibilidad y las relaciones de pareja y de familia, sobre el que conversamos con él en escasos 30 minutos de una charla afable e intensa en revelaciones.

Este álbum nace de unas circunstancias personales muy concretas y duras. ¿Motivó ello que te enfrentases al proceso de componer de otra manera?

– Me hizo pensar en las canciones bastante más de lo que lo había hecho hasta el momento. Fue un proceso más lento de lo habitual aunque también es cierto que cuando me pongo a escribir sale todo más y más rápido a medida que avanzo con un álbum. Lo que me ha sucedido con este disco, que nunca me había pasado antes, es que acabé todas las letras antes de grabarlas, antes de meterme en el estudio, porque hice unas maquetas caseras. Por lo tanto, tuve mucho más tiempo para trabajar en las letras, lo que es toda una novedad.

Parece que has prestado especial atención a los detalles pequeños y a sentimientos en los que no habías reparado antes. “What Love Means” es una de esas canciones, que no habla de amor romántico sino por los seres queridos.

– Sí, totalmente. Eso sucede, por ejemplo, como dices, con la canción que cierra el álbum, “What Love Means”, que surge de ver cómo mi hija abandonaba el hogar familiar. Refleja el pensamiento de un hombre maduro que nunca piensa en ello. Crees estar preparado para cuando llegue el momento, pero nada puede prepararte. Un buen día, tus hijos se meten en el coche y se marchan de casa. No creí que fuese a ser doloroso, pero te puedo decir que fue muy, muy doloroso. Ese día comprendí lo que es el amor.

Si las letras son distintas, ¿tiene eso traslación en las músicas o este disco sería, por el contrario, un resumen de lo que has hecho hasta ahora?

– Se trata de una evolución, de mirar hacia adelante. Como has dicho antes, es algo que se aprecia más en los detalles, en la emoción, no es elementos tan específicos como en ocasiones anteriores.

Cada vez se aprecia mejor la interacción tuya con el guitarrista Shez Sheridan, en la que cada uno deja espacio para el otro.

– Siempre ha existido esa afinidad entre nosotros, pero puede ser que en este disco en concreto los sonidos que trenzamos entre los dos sean más intrincados. Si hubiéramos tenido la capacidad de leer música o nos hubiesen dicho cómo se hacía, probablemente lo hubiésemos conseguido antes, así que nos ha costado un tiempo llegar a conseguir algo como esa interacción que hay entre nosotros.

Como en todos tus trabajos anteriores, el disco toma su nombre de un lugar de Sheffield. En este caso, incluso tiene que ver con tus antepasados, ¿no?

– Básicamente, sigo estando muy interesado en la historia local de Sheffield. En este caso fue un amigo mío quien descubrió este nombre, Hollow Meadows, que parecía corresponderse con la localización de un hospital que existió hasta la década de los 50 del siglo pasado. Yo no había reparado en ello. Realmente se trata de un pequeño y viejo pueblo en las afueras de Sheffield que se había llamado Auley Meadows. Era un nombre interesante (Lugar perdido) aunque no tenía demasiada afinidad con él, pensaba. Después me puse a investigar sobre el tema y descubrí, para mi sorpresa, que el nombre del lugar derivaba del apellido Hawley, ya que mis ancestros habían morado allí entre el siglo XIII y XVII. La revelación me voló la cabeza literalmente.

¿Cómo de importante es para ti seguir en Sheffield? ¿Qué te da tu ciudad que no encuentres en otros sitios?

– Desde luego, Sheffield me inspira, es el lugar en el que nací y en el que mi familia ha vivido durante siglos. No sé lo que es vivir en Los Ángeles, Madrid o París, no tengo ni idea. Pero sí sé lo que es vivir aquí y prefiero escribir de cosas que son reales, no imaginadas. La magia está ahí. He recorrido el mundo muchas veces buscando músicos con los que colaborar y trabajar, y lo curioso es que acabé descubriendo que los músicos con los que quería hacerlo estaban al final de mi calle.

¿Y qué es lo que tú le has dado a cambio en agradecimiento?

– Lo que le he dado a Sheffield ha sido un montón de tiempo grabando y trabajando en la ciudad. La mayoría de los artistas cuando tienen éxito se marchan a Londres. Rechacé hacer eso y, como resultado, ahora hay mucha gente que viene también a grabar a la ciudad.

¿Es Sheffield un lugar tan romántico como parece en tus canciones? Desde fuera da la impresión de que no se ve así.

– ¡Desde luego! Te daré un dato definitivo: esta es la ciudad más ‘verde’ de todo el Reino Unido. Tenemos dos millones y medio de árboles, es como un bosque urbano, y lo curioso es que la gente piensa en Sheffield como una ciudad industrial. No lo es, aunque, bueno, lo ha sido históricamente. Pero tenemos 250 parques y espacios públicos, cinco ríos y siete colinas. Es un sitio fantástico para vivir y la gente tiene muy buena salud aquí en general porque respira más oxígeno que en otros lugares.

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¿Cuánto hay de aprendizaje en tu trabajo diario? ¿Intentas probar algo nuevo, mejorar tus habilidades o simplemente dominarlas?

– Todos los días me sorprendo. Toco la guitarra a diario y sigo aprendiendo. Esa es la belleza de la música. Es muy peligroso, es arrogante y estúpido pensar o decir que lo sabes todo, porque no es así: se evoluciona, hay cambios. Lo mejor en mi caso es que nunca pensé que seguiría haciendo música a mi edad. Tal vez pudiera pensar que seguiría tocando en pequeños clubes, pero poder seguir comunicándome con otra gente en este momento de mi vida es un regalo. Cuanto mayor me hago, me parece que mi mente rejuvenece más. Tengo más curiosidad ahora que cuando era joven, por descubrir cosas, por saber, por adquirir conocimientos. Y, también, por ser más humilde.

Al escribir canciones, ¿ayuda la experiencia o puede convertirse en un obstáculo?

– Depende. La experiencia te ayuda enormemente. Sin embargo, la educación en mi país te enseña cómo encajar en un pequeño compartimento: te preparan para ser un peón en las carreteras, un científico o lo que sea. Lo que se debería potenciar, creo yo, es la curiosidad, el cuestionamiento, el interés por el mundo. Me preocupa que se intente hacernos personas de mentes cerradas, aunque yo intento estar siempre abierto y alerta. Mantengo la curiosidad por conceptos e ideas nuevas, más a medida que envejezco.

No sé si en ocasiones te gustaría olvidar lo que has aprendido e intentar que todo sea más fácil o distinto.

– Es muy buena idea olvidarse a veces lo que has aprendido hasta el momento e intentar algo nuevo, sin duda.

Tus discos invitan al oyente a sentarse y prestar atención a las letras y a los detalles en la música. Hoy parece que la gente joven no tiene la paciencia suficiente para hacerlo.

– Sí, es el síndrome de prestar atención a algo únicamente durante un período muy corto de tiempo. Tiene que ver, claro está, con Internet. Yo aprendí a amar los discos como LPs, como entidades de larga duración, y espero que haya alguien ahí fuera que pueda prestarle atención a mis discos y desconectar y concentrarse durante un rato.

¿Cuántas veces te has sentido tentado a dejarlo?

– Prefiero no pensar en ello. Es mejor vivir el día a día como si fuese el primer día, como si estuvieses empezando, y no el último.

Para conseguir plasmar el sonido que tienes en tu cabeza supongo que habrás tenido que tratar con músicos y productores que no entienden lo que quieres.

– Lo importante para mí siempre ha sido no trabajar con productores porque no iban a entender lo que quería. El productor es básicamente alguien empleado por una compañía de discos para sacarle algo al artista que pueda ser dirigido hacia un terreno comercial. Siempre tuve claro que, si hacía mis discos, no iba a querer ningún productor por el medio entrometiéndose. No es que fuese una gran decisión. Simplemente, no me llevo muy bien con la autoridad, que me digan lo que tengo que hacer; me gusta hacer las cosas por mí mismo y a mi manera.

Hace diez años me confesaste que no querías cantar tus canciones en un principio y que casi no te quedó más remedio, pero que aún no te veías como cantante. ¿Ha cambiado esa sensación?

– Espero que sí. Es un poco tarde para cambiar, ¿no? (risas). Pero sigo aprendiendo. No me considero un cantante sino un compositor y un guitarrista, pero intento cantar lo mejor que puedo, que no sea muy horrible lo que se escucha.

Con una carrera tan larga, ¿cómo mantienes el interés, la excitación y la inventiva en tu música?

– La clave es que no te intereses por la celebridad, que no te dejes nublar por ello. No te metas en ello, no caigas en ello. Sé siempre un músico, mantente firme en la razón por la que estás aquí. No te distraigas con cosas que no importan nada, como la fama o la celebridad. Lo importante es tu arte. Si te despistas o te dejas llevar, estás perdido.

Por último, ¿cuál dirías que es el mayor motivo de orgullo de todo este tiempo en la música?

– Lo que más me llena de satisfacción es haber sobrevivido, seguir componiendo, grabando y dando conciertos. Y, al mismo tiempo, mantener el entusiasmo y sentirme positivo por seguir avanzando sin mirar atrás. La gente me pregunta mucho por el pasado pero a mí no me interesa. Solo importa el hoy y el mañana. No pienso mucho en el pasado, la verdad.

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