Portada de Candy-O
THE CARS: Candy-O, portada
Si una portada ha quedado como icónica en la carrera de The Cars, esa es la de Candy-O. Sin apartarse de su historial con coches en sus portadas (exacto, todo un derroche de originalidad), esta además incorporaba el dibujo de una pin-up por el ilustrador más conocido en este campo, Arturo Vargas.
La idea partió del batería de la banda David Robinson, auténtico ‘director artístico’ del grupo. Su devoción por el arte hizo le llevó a iniciar pronto una colección privada que ya contaba entonces con una decente muestra de pin-ups. Para ese segundo disco del grupo, Candy- O (1979), Robinson pensó en Vargas, retirado del mundo de la ilustración desde 1974 tras la muerte de su mujer por una grave caída. Por suerte, Vargas vivía con su sobrina, una seguidora de The Cars que intercedió para que su tío volviera a aceptar un trabajo.
El primer boceto para la cubierta fue hecho por Johnny Lee, el director artístico de Elektra, y su ayudante Ron Coro. Al presentárselo a Vargas, este sugirió utilizar como modelo a una bailarina que había visto años atrás y que le parecía una perfecta ‘Chica Vargas’, de nombre Nancy Beth, quien se echó atrás después de posar en una primera sesión al saber que una imagen de ella medio desnuda adornaría la cubierta de un disco que se vendería copiosamente.
La discográfica contrató entonces a una actriz, Candy Moore (fue casualidad que su nombre coincidiera con el título del disco), que había intervenido en series de televisión juveniles a principios de los 60 y en películas como Toro salvaje junto a Robert de Niro. Le hicieron unas fotos en una segunda sesión que duró menos de diez minutos y en la que ella posó con su ropa de calle, una blusa y unos pantalones vaqueros encima del capó de un Ferrari 365 GTC/4 de 1972.
Con las fotografías tomadas por Robinson a las dos modelos, Vargas decidió mantener el pelo rojo y la pose de Nancy Beth combinándolos con el cuerpo y la cara de Candy Moore recostada sobre el automóvil, contrastando el color y el detalle de la pin-up con finos trazos en blanco y negro del vehículo. En la parte inferior derecha dejó también su acostumbrada firma.
Tras presentárselo a Elektra, el sello le solicitó a Vargas que retocara la ilustración y le eliminase a la modelo pintada los pezones y el vello púbico. Sobre ella, y ya que el grupo no quería ninguna letra por encima, la discográfica colocó una pegatina con el nombre del grupo y del álbum. A Alberto Vargas le dieron un disco de platino por su contribución al proyecto y acabó asistiendo a un concierto de The Cars en Los Ángeles a sus 83 años. Según Robinson, “dijo que no era su tipo de música, pero que estaba impresionado porque podía ver que habíamos trabajado muy duro. Y además le gustó ver a tantas chicas guapas entre el público”. Poco después, en 1982, Alberto Vargas moría de un ataque del corazón.