Mi reno de peluche

Mi reno de peluche

Richard Gadd

(Clerkenwell-Netflix)

No esperes en esta serie la típica historia de un/una acosador/a a lo Hollywood, a pesar de que aquí hay una. No: lo que Richard Gadd ha filmado en Mi reno de peluche no es el relato de un monstruo, sino de una enferma mental vulnerable a la que el sistema social le ha fallado, y de lo que esa enfermedad provoca en ella y las personas con las que se relaciona. De hecho, una parte de esa conducta se apunta cuando se explica el título de la serie.

Todo surge tras un encuentro casual de un cómico en busca de una oportunidad con una mujer que llora en el pub en el que trabaja y a la que le ofrece un té, lo que conduce a una obsesión de años y a una obstinada campaña de acoso y hostigamiento. Cuarenta mil correos electrónicos y trescientas cincuenta horas de mensajes de voz después, el resultado es esta serie.

Su mérito parte ya del tono, al no ser una comedia estrictamente hablando ni tampoco un drama, aunque el espectador sienta ambas cosas a la vez. El impacto prosigue al revelarse que la acosadora no es la única protagonista, para ventilar más, mucho más, en giros que lo revuelven todo (incluido tu estómago) y lo vuelven más oscuro, más desgarrador, con abusos, traumas, victimización y confusión emocional como consecuencia de los actos de otros -y los propios, en menor medida- que contribuyen a formar -o deformar- a una persona en la búsqueda de su supervivencia y su propia identidad.

Por si fuera poco para esta obra mayor, el estar basada en hechos reales e interpretada por la misma persona que los sufrió -Richard Gadd, también un actor poderoso, como se puede apreciar en el poderoso monólogo central- la hace incluso más escalofriante. Escapa a todo lo previsible y solo se puede emparentar con un único precedente, Podría destruirte, de Michaela Coel (2020), de la que bien podría decirse que sigue su estela, si no fuera porque Gadd ya reveló y trató todo esto en una presentación teatral (Monkey See Monkey Do) en el 2016 premiada en el Festival de Edimburgo. Devastadoramente magnética.

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