El conde de Montecristo
El conde de Montecristo
Matthieu Delaporte y Alexandre de La Patellière
(Chapter 2/Fargo/M6-Pathé)
Frente a las bombásticas producciones de Hollywood, abonadas a las historias de superhéroes, poco pueden hacer las filmografías del resto del mundo. Además, las películas de aventuras no son precisamente las más queridas por productores y realizadores cinematográficos. Por eso El conde de Montecristo ya despunta como un film único que además confirma, junto a la serie de Los tres mosqueteros (con sus dos entregas hasta el momento, D’Artagnan y Milady, y una tercera por llegar), que en este momento son los franceses los que dominan y han devuelto la dignidad al género.
El conde de Montecristo reúne las mejores virtudes de los grandes clásicos de aventuras, convirtiéndose en un hito y en la mejor adaptación llevada a la pantalla de la obra de Alejandro Dumas. El guion consigue condensar lo verdaderamente relevante de la novela de Dumas, reforzado por una realización que muestra veneración por sus personajes, que cuida todos los aspectos artísticos, que mantiene la intriga y despliega un montaje con un ritmo trepidante.
Duelos a espada, venganza, enredos, conspiraciones, traiciones, máscaras y un héroe que poco a poco se va revelando más oscuro justifican de sobra sus tres horas de duración. El listón queda muy alto, pero también es cierto que nadie confía mucho en que sigan haciéndose películas de este tipo, así que toca disfrutar la excepción.