CAMPUS GALICIA ENTREVISTA RICHARD ASHCROFT

Richard Ashcroft, el amigo americano

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Enjuto y demacrado, a sus 28 años, Richard Ashcroft parece el mismo que encabezaba The Verve, pero sólo exteriormente. Porque, después de tomar «algunas decisiones importantes, he cambiado. Me metí demasiados productos químicos que me hicieron perder el control de algunas partes de mi cabeza. Pertenezco a esa generación para la que la música llegó con todo el kit completo: los discos y las drogas. Haga lo que haga, mi percepción de las cosas estará distorsionada para siempre. Como digo en el álbum, he visto el diablo. Pasé por terribles abismos y sobreviví. Pero, para seguir haciendo música, debía cambiar de vida y tener estabilidad. No podía seguir intoxicándome. Mi mujer ha sido muy importante. Estética y musicalmente, me enseñó muchas cosas que nunca hubiera conocido quedándome en un grupo de rock o entre mis amigos. Me convertí en un mejor marido y espero ser un buen padre. Ya no quiero sufrir ataques de ansiedad como antes, quiero ver un poco más la belleza. Ahora únicamente tomo marihuana».

A1 frente de The Verve escribió una historia conflictiva y heroica, adscrita al guión más tópico del pop escrito por sus valedores Oasis. Después de todo, ellos también surgieron en un barrio obrero de una ciudad anónima (Wigan) al norte de Inglaterra. Y, durante un tiempo, Richard compartió escándalos y correrías con Noel Gallagher, que incluso llegó a dedicarle una de sus mejores canciones, “Cast No Shadow”.

Arrogancia megalómana, uso y abuso de drogas, choque de egos. También canciones hermosas, amargas y épicas como “Drugs Don’t Work”, “Lucky Man” o el célebre “Bitter Sweet Simphony”. Gran música pop, fruto de un pasado convulso -Richard perdió a su padre a los 11 añosy tuvo una adolescencia problemática- que llevó a Ashcroft y a su grupo al éxito planetario tras vender más de siete millones de copias de su último disco, Urban Hymns.

Con aquellos himnos urbanos, The Verve escribió, paradójicamente, su epitafio, tras una primera disolución temporal en 1995. Una defunción certificada en abril de 1999, pero que ya era oficiosa a raíz de los cacareados enfrentamientos entre Richard y el guitarrista y compositor Nick McCabe.

Así que, liberado de las presiones que impone permanecer en un grupo convulso en el ojo del huracán del pop británico, Ashcroft ha vuelto a resucitar por segunda vez en tres años. Y su lapso silencioso de reflexión personal ha desembocado en Alone With Everybody, un disco de sabor agridulce, fruto de su incorregible melancolía y su plácida existencia con la mujer que, hace tres años, le daba su primer hijo, la ex teclista de Spiritualized y actual manager del cantante, Kate Radley.

Alone With Everybody es el resultado de pensar que su voz, su instinto para la composición y los arreglos estaban, de alguna manera, soterrados por el marcado perfil de su grupo. «Necesitaba un entorno sereno, estar rodeado de gente positiva, que me permitiera llegar adonde quiero. Necesitaba que. mi música reflejara todo lo que me conmueve. El nombre The Verve estaba demasiado marcado por la melancolía. Nuestra música estaba condenada a ser pesada, trágica. Me limitaba mucho nuestra reputación».

En su debut como solista, Ashcroft conserva sus señas de identidad, aunque sus nuevas canciones postergan las cuerdas y la psicodelia de The Verve a favor de una suerte de rock agridulce de vocación clásica y sabor americano.

“A veces escucho las canciones del disco con los ojos cerrados y es como si escuchara gospel. Siempre me gustaron esas músicas tradicionales americanas, sobre todo el country, pero también la psicodelia de la costa oeste. Funkadelic, el soul, Burt Bacharach, Glen Campbell, Scott Walker, Dennis Wilson y Gene Clarke han sido influencias muy importantes en mi trabajo. Me demostraron que uno puede salir de grupos tan importantes como los Byrds o Beach Boys y hacer una música personal”.

Richard Ashcroft ya no exhibe la desmedida arrogancia que le llevó a describir su último álbum como el de la mejor banda del mundo. Además se siente más relajado. «Me siento liberado, feliz. Esto no es un regreso, porque no quiero volver donde estaba antes. Además, me molesta ser siempre como el ave fénix, que renace de sus cenizas. He tenido, por fin, la oportunidad de construir algo a largo plazo. El día que anuncié la separación de The Verve ya tenía grabada una parte del disco. Mantener el grupo hubiera sido así poco realista, un verdadero desastre. Había demasiados problemas personales. Empezamos a los 16 años, compartiendo un sueño común. Cuando lo logramos, salieron a la superficie todas esas cosas que no nos dijimos al principio”.

YOUSSOU N’DOUR

Youssou N’Dour, el África suave

 

        No hay duda de que la música senegalesa ha alcanzado, lentamente, pero de un modo firme, un reconocimiento  internacional difícilmente imaginable hace unos pocos años. Mientras que sus predecesores habían roto pocas barreras sociales, Youssou N’Dour estaba preparado para revolucionar las percepciones establecidas en la música y a los músicos de la sociedad senegalesa. Sus logros son numerosos y su talento, innegable. Leer más

SARGENTO GARCÍA

 

Sargento García, fiesta comprometida

sargento garcia

 

Bruno García pasó del punk a la salsamuffin, que es como él llama a la mezcla de salsa y reggae en la que basa su reciente disco Un poco quema’o, editado desde París para el mundo y cantado en castellano. Leer más

JOSH ROUSE 2005

ULTRASÓNICA ENTREVISTA CON VERANO EN LISBOA

Ultrasonica e-zine :: Xavier Valiño

ENTREVISTAS 2005


Josh Rouse, la otra cultura sureña

        A la hora de escribir sobre Josh Rouse, ya no se puede decir que es un artista residente en Nashville; pero, irónicamente, si se puede hacer referencia a este enorme artista y compositor, cuyo nuevo disco lleva por título Nashville. Durante casi una década, Rouse se refería a la capital de Tennessee como su hogar. Una noche, acabando este Nashville, decidió que Nashville se había acabado para él. 

        Después de su separación matrimonial y meses adentrándose en sus sentimientos, Rouse decidió preparar una maleta lo más pequeña posible, añadir los últimos retoques a su Nuevo trabajo y partir hacia Altea, España. Pese a haber cambiado su base de operaciones artística de la mayoría de su carrera, nos ha dejado una muestra de la influencia musical de la ciudad, propia de la compleja y bella naturaleza de una de las ciudades, artísticamente hablando, más ignoradas en todo el mundo. 

        “Es un título introspectivo, supongo. Nosotros, los músicos que vivimos o hemos vivido allí que, en cierto modo, no estamos dentro del circuito country comercial, sabemos lo que en realidad se está cociendo,” explica Josh. “Siempre ha habido propuestas musicales muy interesantes en esta ciudad al margen del country, pero poca gente en realidad identifica Nashville desde esta perspectiva.” 

        El disco al principio no se iba a llamar Nashville. En realidad no tuvo ningún otro título al principio. Después de recopilar los temas, pensando en qué nombre darle al disco, una voz de más arriba le dio la respuesta. “El disco estaba completamente grabado y estaba dándole vueltas a qué nombre asignarle,” recuerda Rouse. “Estábamos volando de vuelta desde Los Ángeles en julio y el capitán por megafonía anunció que íbamos a aterrizar en Nashville y pensé en llamar al disco Nashville.”

        Después de reflexionar, el título fue adquiriendo mucho más significado para él, y se empezó a revelar que era algo más que un pensamiento espontáneo volando por el cielo. “Es una especie de reflejo del punto en que me encuentro. Pensé que estaría muy bien editar un disco que se llamara Nashville y que no sonara al típico disco de Nashville. Hay gente que está haciendo música más interesante que su verdadero país de origen.” 

        Los temas del álbum fueron recogiendo de manera eficaz distintas versiones de Nashville, que están escondidas desde del punto de vista de la mayoría de la gente de fuera de la escena musical. Así, el disco se convierte también en una postal, en muchos aspectos una carta de amor, a una ciudad cuya vibrante comunidad musical y riqueza histórica han significado muchísimo en el desarrollo como artista de Josh Rouse.   

        “No hay otro sitio en el mundo como éste. Simplemente la historia de la gente que ha participado en grandes discos, todos los grandes compositores, y todo lo que se puede sentir y apreciar es, simplemente, increíble. Aprendí a escribir canciones rodeándome de todas esas personas, aprendiendo de ellos y aplicándolas cada día.” 

        “Nashville son canciones. No se trata de ser el más ‘chulo’ o llevar puesto lo que esté más de moda. Se trata de poder hacerlo o no. Creo que es extraordinario ser capaz de sentarte con una guitarra y ser capaz de improvisar una gran melodía, encontrar el acorde indicado, sentirte bien y eso es todo. En Nashville hay gente que conoce esto. No se les puede engañar. La ciudad es ser capaz de hacerlo y hacerlo bien. Este disco es una especie de homenaje, es una especie de agradecimiento a Nashville porque es donde definitivamente aprendí cómo funciona.”  

        Es algo que Rouse lo ha estado desarrollando considerablemente bien a lo largo de los años, en discos muy bien considerados por la crítica musical como 1972 y Under Cold Blue Stars, pero, quizás, es más correcto decir que este disco realmente marca a Rouse como un consolidado compositor e intérprete semitradicional.   

        “Es la impresión que yo tengo. En el pasado pude interpretar mis temas con guitarra acústica, pero estas canciones son más folk en el sentido de que son más simples y concisas. Es parecido a lo que me propuse. Le comenté al productor Brad Jones que tenía más canciones, pero que no nos preocupásemos realmente en grabar un disco, sino únicamente canciones. Brad me había estado hablando de Neil Young, sobre como cuando tenía buenas canciones no pensaba en hacer un nuevo disco. Simplemente iba acumulando canciones hasta que pensaba que quizás encajaran bien juntas, que ése sería su nuevo disco. Creo que mis canciones tienen calidad, aunque no pensaba que tenía que hacer una obra de arte o nada por el estilo. No tenía grandes planes, sólo quería que fuese un disco de canciones.”  

        Por lo tanto, es un capítulo importante, pero cerrado. “Viví en Nashville por algún motivo. Me mudé de allí por otros. A estas alturas de mi vida, creo que las cosas suceden por algún motivo y estoy convencido que pasé por Nashville por alguna razón. Parte de esa razón fue el conocer a mucha de la gente que encontré y ‘emborracharme’ de parte de esa cultura sureña,” comenta para finalizar la charla entre risas.  

Xavier Valiño
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ULTRASÓNICA ENTREVISTA CON MORRISSEY

ENTREVISTAS 2004 


Morrissey, al Este del Edén

 

         Morrissey ha vuelto. Tras siete años, You Are The Quarry lo sitúa de nuevo en la primera división de los artistas británicos de los últimos 20 años, un lugar que ocupa desde que puso cara e imagen a la banda más importante de estas dos décadas en las islas, The Smiths. 

         Su séptimo disco en solitario se edita en Attack Records, un sello discográfico de reggae que fue adquirido por la compañía Sanctuary cuando ésta también compró Trojan. “Hace mucho tiempo que soy un fan indiscutible del sello Attack,” comenta Morrissey. “Tengo un viejo single de Gregory Isaacs pegado en la puerta de mi nevera. Desde el principio le propuse a Sanctuary ocuparme del relanzamiento del sello. Una de las cosas que quería hacer era publicar You Are The Quarry a través de Attack, y desde el principio estuvieron de acuerdo”.        

         En este disco hay ya canciones legendarias, gracias a que las ha venido presentado en directo en diversas actuaciones. “Temas como “Irish Blood, English Heart” o “The First Of The Gang To Die” las pudo escuchar el público por primera vez en el Royal Albert Hall, en unos conciertos que hasta a mí me emocionaron.” 

         You Are The Quarry puede considerarse ya como uno de los mejores discos de Morrissey, al lado de Vauxhall & I o Your Arsenal. “Ha sido la primera vez que he grabado en un estudio acompañado por un grupo, incluyendo mis discos con los Smiths. El cambio de actitud ha sido propiciado por el productor Jerry Finn (Blink 182, Green Day y AFI). Creo que facilitado mucho el proceso creativo.”  

         You Are The Quarry es, también, el primer álbum que ha compuesto Morrissey desde que se fue a vivir a California, algo sintomático para un artista que siempre ha expresado su sentimiento de no sentirse identificado con ningún lugar en concreto. Sin duda, su nueva actitud se refleja en el resultado final.  

         No en vano, el disco se inicia con el tema “America Is Not The World”, un tema ya polémico por su letra. “Sí, es una compleja carta de amor dedicada a mi nuevo hogar,” afirma Morrissey. “Tienes razón en que hay varios versos llenos de ironía dedicados claramente a la ciudad en la que vivo en estos momentos. Sí, sí, hablo del imperialismo cultural, el exceso de consumismo y la intolerancia racial y sexual como elementos que caracterizan la vida en el mundo occidental, pero concluyo diciendo, de un modo especialmente emotivo y con total sinceridad, “te quiero”.   

         “Irish Blood, English Heart” también se presta a la polémica. “Se trata de una canción dirigida claramente a los poderes más importantes del mundo en que vivimos. Hablo del día en que “ser inglés no resulte algo destructivo, cuando podamos permanecer junto a nuestra bandera sin sentirnos avergonzados, racistas o interesados,” continúa Morrissey.  

         A continuación, critica a los políticos de todas las tendencias, así como al hombre con el que empezó todo, Cromwell. Es difícil encontrar otra canción que consiga dejar las ideas tan claras en tan poco tiempo y espacio, dos minutos y medio. Además, a medida que el sonido de la guitarra va añadiendo más ritmo a las notas con las que concluye la canción, es fácil comprobar por qué ese tema en concreto ha adquirido una categoría casi mítica entre los fans de Morrissey. 

         No acaba ahí la cosa. “I Have Forgiven Jesus”, la tercera canción del disco, va a sorprender sin duda a cualquiera que aún no se hubiera sentido ofendido hasta ahora. En ella, Morrissey perdona a Jesucristo “por todo el deseo que ha metido dentro de mí / Cuando no hay nada que pueda hacer con ese deseo”. Posteriormente, hace referencia a un diario que dice: “Lunes, humillación / Martes, asfixia / Miércoles, condescendencia / El jueves es patético / Cuando llego al viernes, la vida ya me ha matado”. 

         Así es Morrissey. No se limita a interpretar, sino que en todo momento se expresa tal y como es. A su lado, los demás sólo podemos permanecer sorprendidos al vernos reflejados en esos pensamientos  de una forma que nunca podríamos haber imaginado que existieran. “Siempre he incluido mis propias emociones, mi propia vida, en todas mis canciones,” aclara, y, afortunadamente para todos, él lo hace para los demás no tengamos que hacerlo.  

         Por eso no es de extrañar que a lo largo del disco se enfrente a lo que él mismo define como “prostitutas de uniforme”, a los “los jueces que se pasan la vida ocultando sus errores” o al ejército de “diabólicos buitres de la ley, carroñeros contables y similares”, que concreta en “mujeres y hombres policías, mujeres estúpidas y recaudadores de impuestos”.  

         En “The World If Full Of Crashing Bores” se pregunta: “¿Qué hay detrás de los límites de mi mente?”, antes de concluir diciendo: “No somos más que estrellas del pop de sonrisa falsa / Más grande que la mierda de cerdo”. Para Morrissey, “todos sentimos miedo de mostrar nuestra inteligencia, y en vez de eso nos limitamos a presumir de nuestra maravillosa carrera.”  

         A estas alturas, seguramente nadie seguirá pensando que las ideas se vuelven más moderadas a medida que pasa el tiempo. Las reglas de la física y las normas morales por las que se rige nuestra sociedad parecen no tener cabida en el mundo de Morrissey. La complejidad de sus teorías y las críticas que hace a todo y a todos a través de sus mensajes siguen destacando como algo único. Sin embargo, tal como nos dice con una impecable lógica: “¿Cómo puede saber alguien / cómo me siento, cuando los demás son los demás / y cuándo yo soy yo mismo?”. Desde luego, nadie tiene más derecho a definir su disco como una ventana a su mundo interior más el propio Morrissey.

Xavier Valiño

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