LOS SECRETOS
Los Secretos, el sabor de la derrota
A todos se nos hizo un nudo en la garganta cuando supimos que Enrique Urquijo había muerto. No había hecho más que empezar su trayectoria con Los Problemas, que ahora queda reducida a dos discos. También estaba en la agenda una posible reunión con su hermano Álvaro, para retomar el pulso de Los Secretos. La primera colección de sus grandes canciones, editada hace un año, había sido un éxito, y la segunda, editada el mismo fin de semana de su muerte, lleva el mismo camino. Retomamos aquí una entrevista con Enrique hecha poco antes de su desaparición.
– ¿En que se diferencian Los Secretos de Enrique Urquijo y Los Problemas?
– Los Secretos son un grupo de rock con la formación clásica: dos guitarras, teclado, bajo y batería. Los Problemas cuentan con acordeón, piano, violín, guitarra acústica o española, contrabajo y batería. Eso te condiciona a hacer las cosas de otra manera. La voz también es más fácil de escuchar y se le puede sacar más provecho. El sonido es distinto y cada músico aporta cosas diferentes. El tratamiento de los temas no tiene nada que ver, ya que con estos instrumentos es difícil dar variedad a un disco, pero te permite experimentar y cantar más a gusto. No es un grupo de rock, no va dirigido a un público determinado… Es difícil de calificar.
– ¿Con qué te quedas, con las grandes salas de Los Secretos o las más reducidas de Los Problemas?
– Es más agradecido y directo el contacto y la recompensa en las salas pequeñas. Y aunque es más difícil mantener la atención del público, percibes si le está gustando a la gente lo que haces.
Begoña y yo hemos tocado mucho en locales pequeños y es otra historia: hablamos, bromeamos entre nosotros y con el público. Somos gente romántica -quizá una especie a extinguir- pero nos gusta y disfrutamos haciendo esas cosas.
– A la movida madrileña empiezan a redimirla de sus pecados…
– Yo no soy producto de ninguna movida, si hubiera nacido antes o después creo que habría grabado igual. Tampoco me siento tan madrileño; mis padres no son de aquí y no hay muchas raíces… Fue una época muy rara, manejada por cuatro tíos que escribían fanzines y que musicalmente no aportaron nada. Las compañías se dieron cuenta que los grupos eran más baratos y empezaron a contratar. A nosotros nos hacían grabar un LP cada año y así no hay forma de hacer nada bueno. Fue la misma movida madrileña la que se encargó de hacernos desaparecer. Luego nos han reivindicado, pero esto es como todo: el paso del tiempo lo aclara todo y al final quedan las canciones. Si nos referimos a lo que pasó en España a partir de 1980, pues si te puedo decir que hubo movimiento, pero, personalmente, no es un tema del que me apetezca hablar…
– ¿No estás agradecido a Madrid?
– Claro que sí. Me refiero a que la movida madrileña también nos acarreó más desventajas. Por ejemplo, llegábamos a Cataluña y nos veían como abanderados de algo que no nos ha beneficiado y eso que, curiosamente, en Madrid no hay un sentimiento tan enraizado como otros sitios, al menos yo lo veo así. De todos modos en Madrid era y es mucho más fácil abrirse camino.
– Enrique Urquijo responde a un estereotipo: triste, torturado…
– De todo personaje público la gente se hace un estereotipo gratuito, pero eso es normal e inevitable. Yo no sé si hay algo de cierto en cómo me ve la gente, porque tampoco sé cuál es la idea que tienen de mí. Tan fácil es etiquetar como difícil conocer a alguien.
– Después de 20 años en la música -un récord en este país- ¿te quedan tantas cosas que decir?
– Pues sí. Aunque tampoco es tanto tiempo, no estoy quemado ni nada parecido. Es simplemente el inicio de una nueva etapa. Además la música es algo mucho más sencillo que todo eso. Si un grupo funciona, pues tú sigues porque puedes alimentarte, si no funciona, éste se deshace y cada uno se busca la vida. Pero mientras la gente vaya a los conciertos de Los Secretos y a los míos…
– Enrique Urquijo es una figura importante dentro del pop español. ¿Se te ha subido en algún momento a la cabeza?
– No, yo creo que soy muy consciente de mis limitaciones. Ahora tú puedes decir eso, pero he pasado etapas donde el grupo no funcionaba y otras donde ha ido algo mejor… En este país, además, la gente empieza a reconocer las cosas siempre tarde, pero me considero afortunado porque he podido hacer lo que más me gusta. Por otra parte, el público siempre se ha portado fenomenal y la crítica me ha tratado bastante bien.
– ¿Qué hace un músico cuando tiene que subirse a un escenario y no le apetece?
– Si es porque no le apetece, debe empezar a pensar seriamente si quiere seguir en este negocio. A mí, por ejemplo, si no me apeteciera cantar una noche, no podría hacerlo; la gente no se lo creería.
– ¿Qué es lo más duro de la vida de un músico?
– Quizá lo más duro sea la falta de seguridad de que puedas serlo durante toda la vida. Duro es levantarte a las siete de la mañana para ir a trabajar, pero dedicarte a lo que te gusta sin tener un jefe y viajar por ahí haciendo que la gente se lo pase bien es un privilegio al cual no se le puede poner ningún pero.
– ¿Y las satisfacciones?
– Que la gente te escuche, se lo pase bien y se olvide durante un concierto o los tres minutos de una canción de lo dura que está la vida
Xavier Valiño