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A no ser que alguien se haya mantenido totalmente alejado de la música pop desde 1978, seguro que en el fondo de alguno de sus recuerdos o en lo más profundo de su mente se esconde todavía un grupo de notas o una melodía creada por Peter Hook. Casi todos hemos disfrutado más de una vez con alguna canción suya, bien con el ritmo profundo y contagioso de "Love Will Tear Us Apart", de Joy Division, con el encanto del famoso "Blue Monday", de New Order, o incluso con el sonido electrónico de "Pineapple Face" de Revenge. Quizá incluso hayamos escuchado todos esos temas y algunos más, y lo que es aún mejor, ahora tenemos la posibilidad de añadir nuevos ritmos de esos que no se olvidan fácilmente a nuestro subconsciente pop. La razón es sencilla: Peter Hook, considerado el bajista post-punk por excelencia, ha regresado al mundo de la música, y lo ha hecho con más energía que nunca a bordo de su cuarta banda, de nombre suficientemente explícito, Monaco.
Parte de esa energía se debe al hecho de que Peter Hook, quien siempre se ha mostrado orgulloso de lo diferentes que han resultado sus proyectos, y en los que siempre ha demostrado una gran dosis de ingenio, sobre todo junto a New Order, se muestra ahora mucho más feliz y seguro de sí mismo como para crear un álbum instintivo por encima de todo en el que ha recogido buena parte de las ideas y experiencias que ha aprendido a lo largo de las últimas dos décadas. Además, en su nuevo compañero en Monaco, David Potts, ha encontrado un nuevo apoyo a su inspiración y el entusiasmo que estaba necesitando.
"Estoy tan orgulloso de esta nueva experiencia como lo estoy de cualquier otra cosa de las que he hecho a lo largo de mi carrera", afirma. "En mi último proyecto, el álbum de Revenge, me alejé de New Order y de los aspectos relacionados con el sonido del bajo, porque sentía la necesidad de hacerlo de ese modo. Me parece que en cierto modo fui bastante egoísta y el disco se resintió de esa actitud mía. Ahora, con Monaco me siento más feliz y cómodo que nunca".
Cuando dice nunca, Hook se refiere sobre todo al principio de los 90, en su etapa con Revenge, pero su experiencia profesional se remonta mucho más atrás. Su historia musical empezó en el terreno del punk-rock, sobre todo con una actuación de los Sex Pistols a la que asistió en el Free Trade Hall de Manchester en 1976 y que le sirvió como auténtica inspiración.
Entonces, Hook sólo tenía 16 años. "Después de aquel concierto monté con dos amigos un grupo llamado The Stiff Kittens. No sabía tocar ningún instrumento y elegí el bajo. No tenía profesor y no me gustaban los convencionalismos, así que solía tocar como si fuera el guitarrista principal, eligiendo las notas más altas porque era la única manera de poder escucharme por encima del insoportable ruido que hacía el grupo en los ensayos". Poco a poco, Hook fue creando un estilo nuevo y personal que más tarde influyó en varias bandas británicas como Cocteau Twins o The Cure.
"Poco después, al grupo se incorporó Stephen Morris como nuevo batería e lan Curtis como cantante. Dejamos de llamarnos The Stiff Kittens para convertirnos en Joy Division y firmamos un contrato con el nuevo sello independiente Mancunian". Con su estilo oscuro, claustrofóbico y neurótico, Joy Division llevó el punk al límite más peligroso y tétrico. Tal como afirmó en una ocasión Jon Savage, "el punk te empuja a sumergirte en el fondo más oscuro de tu mente".
Durante su breve carrera como grupo, Joy Division fue más allá de todo lo acostumbrado, hasta que lan Curtis se suicidó el día antes de iniciar la que iba a ser la gira más importante del grupo por los Estados Unidos, en 1980. "Poco después, en junio de 1980, se editó el segundo álbum de Joy Division, mi favorito, y tras un breve paréntesis los tres miembros restantes dimos la bienvenida a Gillian Gilbert como teclista, iniciando una nueva etapa, esta vez con un nuevo nombre, New Order."
New Order fue el grupo pop más importante de su generación, transformando la emoción a través de la música de baile electrónica. Marcando ese nuevo estilo, destacaba la presencia de Peter Hook, acompañado de su bajo y de su capacidad para pasar, en la misma canción, de tocar notas duras y descarnadas a ofrecer toques refinados y totalmente pop. "Lo que tenían ambos grupos era la potencia y la oscuridad de su música, porque esas cualidades ayudan a comunicar al público auténticas emociones, algo que, para mí, es lo más importante en el mundo de la música."
Luego vino Revenge, su aventura de menor repercusión y que, evidentemente, guarda ciertas diferencias con el pop bailable de Monaco. "Estas canciones", continúa David Potts, su nuevo compañero, "no tropiezan consigo mismas, algo que sucedía con frecuencia en los temas de Revenge. Hemos trabajado mucho para crear este disco, pero, para mí, lo más importante es que se trata de algo que hemos hecho con el corazón, algo que no tiene nada que ver con el arte".
Curiosamente, Hook nunca se ha dejado influir demasiado por otros estilos o grupos, a excepción de los Sex Pistols, que le sirvieron como inspiración, aunque admira el sonido del bajo que había en los viejos discos de los Temptations y en los álbumes de Hot Chocolate durante los años 70. "Los temas de nuestro primer disco como Monaco", afirma Peter Hook, "surgen del corazón y no de la parte racional, como ocurría en Revenge. En Revenge hacía muchas cosas porque veía que otras personas las hacían. Esto, en cambio, es exactamente lo que quiero hacer, y creo que el resultado es algo que el público puede escuchar bastante bien". Así es Monaco, el ¿último? proyecto de Peter Hook.