ULTRASÓNICA 1998 ENTREVISTA CON MANIC STREET PREACHERS

ULTRASÓNICA 1998 ENTREVISTA CON MANIC STREET PREACHERS

Ultrasonica e-zine :: Xavier Valiño

ENTREVISTAS 1998


Manic Street Preachers, el nuevo testamento

 

 

Pasaron de la crisis por la desaparición de quien era su imagen y su líder -Richey James, episodio aún no aclarado- a las ventas y los premios por su mejor disco, Everything Must Go. Su nuevo disco, This Is My Truth Tell Me Yours, sigue en aquella línea, dándole un repaso a unos cuantos temas de actualidad, con un sonido aún más pulido y con la rabia de sus principios bastante lejos ya. Eso sí, siguen muy seguros y orgullosos de su clase social.

 

¿Es mejor todo siendo tres que cuatro?

– Nicky Wire (N): Sólo notamos la ausencia de Richey James en el escenario. No es una gran pérdida cuando estamos escribiendo o grabando. Tal vez seamos más amables entre nosotros, puede que nos sintamos un poco más cerca.

 

Pero Richey era el líder, ¿no?

– N: La habitación de Richey era el centro de reunión. Estaba siempre haciendo cosas en la esquina, notas, textos… y al final de la noche se hundía. Ahora el centro de operaciones es mi casa.

– James Bradfield (J): Es más fácil llegar a un consenso. Hubiera sido muy difícil tal y como estaba comportándose Richey…

– Sean Moore (S): Se había convertido en una espiral hacia abajo, grotesca y trágica. Es difícil comprender de dónde venía. Estaba muy confundido.

 

¿Cómo sonarían vuestros discos si él estuviera aquí?

– N: Habría ido más lejos de ser simplemente un letrista en su cabeza. Quería llegar mucho más lejos que The Holy Bible. Dejó una nota en una de sus canciones que decía: ‘Idea para un álbum conceptual entre Screamadelica -de Primal Scream- y Pantera’.

– J: Si piensas que The Holy Bible era gratuito y difícil, imagínate cómo hubiera sido El Nuevo Testamento. Disfrutaría el reto, pero hubiera sido un callejón sin salida. Hubieran sido discos muy malos.       

– N: Hubiéramos llegado a un compromiso para grabar alguna de sus canciones aquí y allá.

 

¿Estáis preocupados sobre cómo va a reaccionar la gente ante el nuevo disco?

– N: Después del desastre comercial de aquel disco, no había nada que perder. Sobre todo desde que desapareció Richey. Recuerdo que dijimos que seríamos felices si Everything Must Go vendía cien mil discos y si llegábamos a tocar en algunos festivales. Ahora todo el mundo va a ser mucho más crítico. Aparentemente, no somos tan sexy como cuando éramos un grupo de combate y Richey estaba con nosotros. Pero todo está ahí aún, en el disco.

 

¿Sentís todavía esa rabia?

– N: Somos menos nihilistas y más constructivos, y eso tiene que ver con la edad. Richey es un buen ejemplo de que la rabia es mala a largo plazo. Pero incluso en el primer disco teníamos canciones como "Motorcycle Emptiness". Siempre hemos sido artistas, je, je.

– J: Si un grupo saliera ahora como éramos nosotros entonces, intensos y furiosos, pensaría que son muy buenos. El problema es que ahora la rabia se asocia con toda esa mierda rápida del punk por culpa de los americanos.

 

¿Qué pasa con las comparaciones de vuestro sonido más limpio y asequible con Foreigner?

– J: Si alguien me dice eso a la cara, entonces me marcharía, porque sino le pego. Puedo aguantar las críticas, pero no las groserías.

 

¿Pueden las estrellas del pop ser héroes todavía?

– J: Héroe es una palabra de adolescentes, heroico es una palabra de adultos. Creo que es difícil ser heroico. Pero las estrellas del pop pueden ser héroes brillantes. Liam Gallagher parece llevar una armadura por traje y a Richard Ashcroft también le sienta bien.

 

¿Pensasteis alguna vez en cambiar el nombre?

– J: Ahora el nombre tan punk y la rabia parecen un poco estúpidos. Muy al principio lo intentamos. Allí estaba una banda que sonaba como The Clash en una noche mala, que llevaba vaqueros ceñidos y se llamaba ‘Los predicadores maníacos de la calle’. Pensamos si lo estábamos llevando demasiado lejos. Al final no se nos ocurrió nada mejor.

 

¿Qué significa ser galés?

– N: La nuestra es una forma muy particular de ser galés. Es una cultura rural y urbana que tiene mucho de industrial. Y, definitivamente, hay una vena de locura en el temperamento galés que les hace dejar el país o beber hasta matarse. Richey era un buen ejemplo…

– J: Gales nunca deja artistas galeses. Tienes que desconfiar del romanticismo. Gales es un sitio mucho más complejo de lo la gente piensa, no es una comunidad unida, también hay rencor. Alguna gente del Norte y del Oeste se ofende si hablamos de Gales porque no sabemos hablar galés.

 

¿Alguna vez habéis estado en un club de fans?

– J: Intenté unirme al de The Waterboys una vez. Ahora odio esa actitud amistosa de algunos grupos que dicen que no son nada especial, que cualquiera lo puede hacer. No todo el mundo lo puede hacer. Sólo nosotros podemos hacer lo que nosotros hacemos.

 

Como grupo, ¿estáis solos?

– N: No hay muchas bandas influidas por nosotros. Y ningún grupo dice que somos su grupo favorito. Me gusta eso.

 

¿Es la clase social lo más importante de Manic Street Preachers?

– N: Creo que tienes que salir de la clase trabajadora para escribir una canción como "SYMM" y para entender el fútbol y su importancia sobre la clase trabajadora. Ahora la clase es algo más subliminal en la música. Después de "A Design For Life" no quiero escribir sobre ello otra vez de una forma específica, porque ese disco cristaliza todos los pensamientos que siempre he tenido sobre la clase social, histórica y físicamente, todo.

 

¿Pueden los saludables miembros de un grupo de rock llamarse propiamente clase trabajadora?

– N: La clase social es algo de lo que no te puedes desprender por mucho que lo intentes. Es inherente, no puedes dejarlo. No puedes comprarla, ni tu pertenencia a una clase superior ni a la clase trabajadora. El éxito no cambia esos fundamentos. Cuando Damon Albarn intentó convertirse en alguien de la clase trabajadora no lo consiguió. La sociedad sin clases es un mito y me alegro de que no exista. Siento pena por las clases medias. Sus vidas no tienen alma. Siempre prefiero la comida normal en casa que comer en un restaurante fino. Y nunca me quejaría en un restaurante sobre la comida aunque fuera la peor que hubiera probado.

 

¿Es ése el dilema del rock: esforzarse por escapar reteniendo la identidad?

– N: Cuando Richard Burton le compró un diamante a Elizabeth Taylor pensé que era muy galés, algo de la clase trabajadora, y me gustó. Siempre viajo en primera clase en el tren porque siempre lo deseé, y el conductor todavía nos lo recuerda cada vez que nos ve. Sean se compra coches nuevos. La clase trabajadora siempre quiere mejorar, sea yendo a la universidad o traficando.

 

¿Hay un riesgo de aburrir a la gente siendo correctos?

– J: Soy consciente de la pasión y la sinceridad tal y como se ve en el rock. En el nuevo disco, "My Little Empire" es una canción sobre no preocuparse o no saber nada más allá de tus cuatro paredes.

– N: Somos sinceros, pero somos conscientes de que hay una línea muy fina entre eso y The Joshua Tree. Sé que mucha gente piensa que soy el más vanidoso y arrogante capullo en el mundo, y tienen razón. En el escenario me preocupo más de como sostengo el bajo que de tocar bien.

 

¿Os va este trabajo?

– J: Me va muy bien. Creo que estar en el estudio es como estar en un campamento de verano.

– N: Odio viajar. Y me arrepiento de dar tanto de mí en las letras. Me siento como aquellos indios que pensaban que les robaban el alma con cada foto.

 

¿Es el grupo indestructible ahora? ¿Cómo sabéis si ya no funciona?

– J: Nick y yo tenemos un sexto sentido sobre las cosas. Sabríamos si se ha terminado. Además, Nick me ha enseñado algunas letras nuevas y, como siempre, me ha emocionado por lo buenas que son. Lo de poner punto y final al grupo ni se plantea.

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