ROCK AMERICANO Novedades
Rock americano: más madera desde los USA
Entrevistas musicales, artículos y comentarios de discos, libros y películas de Xavier Valiño
Rock americano: más madera desde los USA
CAMPUS GALICIA ARTICULO TOM WAITS
ULTRASÓNICA
ARTÍCULOS 2002
Tom Waits, cabaret lunático
Alice. Blood Money (Anti/Epitaph-Mastertrax)
Hace tiempo que Tom Waits ha trascendido cualquier capacidad de juzgar objetivamente su trabajo utilizando los parámetros de crítica al uso, por lo que no es posible compararlo y contrastarlo con el de otros artistas. Su producción es tan singular que sólo se puede analizar teniendo como referencia sus propios logros anteriores. Con la edición simultánea de Alice y Blood Money, Tom Waits se vuelve a poner exclusivamente en relación a sí mismo sin el más mínimo esfuerzo.
Ambos discos tienen la misma importancia y, al mismo tiempo, son mitades de una única entidad. Aunque casi diez años separan la composición de cada uno de ellos, el material de ambos es territorio familiar en el trabajo de Tom Waits posterior a Bone Machine: un buen montón de instrumentación étnica y añeja, para canciones que intentan armonizar con la atmósfera que crean.
Alice es la ópera vanguardista que hace una década Waits y su colaboradora -y mujer- Kathleen Brennan escribieron para el director Robert Wilson, obra que se representó durante 18 meses en un teatro de Hamburgo. Blood Money está compuesto por las canciones que, de nuevo en pareja, ambos escribieron para la representación en Dinamarca hace dos años de la obra de Georg Bucher Woyzek, con el montaje, otra vez, de Robert Wilson.
Tom Waits siempre se ha encontrado muy cómodo en las áreas oscuras de la mente humana, y estos dos discos encajan perfectamente en el patrón. Alice está basado en las supuestas obsesiones de Lewis Carroll con la niña que le inspiró su Alicia en el país de las maravillas, mientras que Blood Money parte de una historia de 1837 en la que un soldado alemán que ha vivido varios conflictos bélicos se presta a sucesivos experimentos médicos a cambio de dinero, experimentos que lo conducen a matar a su novia y a suicidarse después.
Como profundo estudioso de las obsesiones ocultas de la raza humana y como abogado musical de los perdedores, Waits es la persona perfecta para dar voz a estos dos personajes. Al igual que una película de David Lynch, sus dos nuevos discos son, al mismo tiempo, misteriosos y divertidos, extraños y desalentadores, aunque ofrecen numerosas recompensas al oyente.
Como siempre, lo primero que sorprende es la voz, con tantas marcas como la cara de Charles Bukowski, lo que quiere decir que se trata de un instrumento áspero, ronco y crudo, que estalla en un júbilo maníaco, que parece bañado en bourbon y que suena rabioso en su libertad. Y que nadie piense que cuando canta utiliza algún tipo de truco y no pura emoción: que alguien intente seguir los textos en el mismo tono burlón y malhumorado que él y no parecer ridículo. Entonces podrá apreciar la profundidad de su don y cuán lejos ha llegado con la bestia que ha creado.
En “Kommienezuspadt”, de Alice, con una abundante maquinaria de fondo, Waits canta como un poseso mientras la música se va convirtiendo en algo así como la banda sonora de un capítulo de Bugs Bunny. Su forma de repetir el título es tan obsesiva que uno piensa en un carnaval repleto de luchadores de sumo.
Por el contrario, Waits puede evocar una ternura que incita a llorar. En “Flower’s Grave” canta: “Si morimos esta noche, ¿habrá luz de luna allá arriba?”. Poco más tarde se pregunta: “Dime, ¿quién pondrá flores en la tumba de una flor?” Con un piano, varios violines, un órgano de iglesia y un clarinete contribuyendo a la ambientación, se convierte en una melodía hermosamente angustiosa. De esta forma, las canciones se debaten entre lo exótico y lo triste, dejando una sensación final de encontrarse ante una obra inmensa.
A esto hay que añadir el disco hermano Blood Money, el de las nanas enfermizas, las marchas fúnebres, el gospel gótico y las operetas anacrónicas. En el corte que lo abre, “Mysery Is The River Of The World”, Waits canta en una insólita cadencia, con un acento bronco que parece de otro mundo, mientras una marimba le da un aire de circo. Con menos sección de cuerda y más instrumentos de viento, Blood Money tiene un aire de cabaret lunático.
“Coney Island Baby”, por ejemplo, evoca una atmósfera de final de siglo -de hace dos siglos, exactamente-, con una instrumentación minimalista que remite a días de carruajes y damas con sombrillas, mientras Waits le canta a su amor. Por su parte, “Lullaby” -“Nana”- no es precisamente la clase de canción que uno le cantaría a su hijo para que se durmiera, a pesar de la belleza de su música. La línea que lo abre -“El cielo está rojo, la luna está tarada, papá no volverá nunca”- parece demasiado para un niño, aunque puede que no para un adulto.
El propio autor define estos dos álbumes como una colección de canciones opiáceas, de canciones adultas para niños, de canciones de niños para adultos, como una odisea en la lógica del sueño y del absurdo. Nadie consigue tal emoción y horror hoy en día. Waits inhala y exhala las canciones mientras las interpreta, convirtiéndolas en inseparables de su persona. Así que debemos darle las gracias a quien corresponda de que el crooner surrealista esté deseando bajar a las cloacas por nosotros y vuelva a contárnoslo.
Al igual que en el brillante Mule Variations de 1999 -y como en los veinte años que le preceden-, Waits no busca nuevos seguidores para su música. Se contenta con perseguir proyectos que encuentra fascinantes y que pueda traducir de forma tal que le reporten una satisfacción personal. La aceptación por parte de quien lo escucha es siempre bienvenida, pero no es una opción necesaria y, mucho menos, considerada de antemano.
Xavier Valiño
CAMPUS GALICIA ARTICULO THE REPLACEMENTS
ULTRASÓNICA
ARTÍCULOS 2002
The Replacements, desgana adolescente
Por fin se ha hecho realidad: Restless Records acaba de reeditar los cuatro primeros discos de los Replacements en formato digital y totalmente remasterizados. Los discos, Sorry Ma, Forgot To Take Out The Trash, Stink (EP), Hootenanny y Let It Be, cada uno de ellos importante por sí mismo, han influenciado a toda una generación de músicos, al tiempo que documentaban el crecimiento de una de las bandas de rock más rotundas de los 80.
The Replacements, que en un principio se llamaron Impediments, fue formado en 1978 por el cantante, compositor y guitarrista Paul Westerberg, el batería Chris Mars, el guitarrista Bob Stinson y su hermano de 12 años Tommy en el bajo. Después de varios cambios de nombre, The Replacements, conocidos cariñosamente como ‘Mats por sus más cercanos fans, se ganaron la atención de la gente de su Minneapolis natal, al combinar el glamour y el espíritu de los New York Dolls con la rabia adictiva de los Sex Pistols. La energía desbordada y destructiva de sus conciertos, impulsada por el alcohol y una completa falta de inhibiciones, se convirtió rápidamente en algo legendario.
Aunque The Replacements abrazaron el espíritu punk desde sus inicios, con el deseo de molestar y una afición por la bebida habitual en otros grupos, hubo algo especial desde el principio. The Replacements se distanciaron rápidamente de las otras bandas punk-rock de su tiempo, gracias a la determinación y a las habilidades compositivas de Paul Westerberg, al tiempo que mostraban más ambición de la que nunca serán capaces de admitir.
Sus canciones flirteaban con el aburrimiento, la alienación y la furia adolescente, pero mostraban también un profundo conocimiento de las melodías clásicas del rock y del pop, y un estilo lírico que iba de lo sarcástico e inteligente a los honesto y directo. A medida que el grupo progresaba, tanto su sonido como la escritura de Paul se convirtieron en algo más refinado.
Editado originalmente en agosto de 1981, el debut del grupo, Sorry Ma, Forgot To Take Out The Trash, es uno de esos discos clásicos de punk-rock. Fuerte, rápido y totalmente conciso, sus 18 canciones contienen la energía desnuda, la irreverencia y el desdén adolescente que definieron la ética del grupo en este período. Sin embargo, entre sus estrías ya se puede encontrar algún intento de Paul Westerberg de capturar y comunicar sus propias experiencias y emociones.
Puede que no haya muchos mejores ejemplos de la desgana y la desesperación que este disco. Bien fuera escribiendo sobre el amor no correspondido de un dependiente de una tienda o sobre algo tan simple como pasar el día en una esquina, su autor capturaba sinceramente las sensaciones de los adolescentes de buena parte del mundo.
El EP Stink fue grabado al mismo tiempo que su debut, pero se editó un año más tarde. Evidentemente, no es más que la continuación del anterior, con gemas como “Kids Don’t Follow”, “Stuck In The Middle” y la inolvidable “Dope Smokin’ Moron”, que lo convierten en esencial para los seguidores del grupo.
Su siguiente álbum, Hootenanny, editado en abril de 1983, significó un distanciamiento significativo del sonido punk-rock mostrado en los dos primeros discos. Todavía quedaba una parte de la energía y de la actitud que los había definido, tal y como prueban cortes como “Run It,” una canción sobre saltarse los semáforos en rojo, por increíble que parezca.
Pero son canciones como “Color Me Impressed” o “Within Your Reach” las que muestran un sentido de la melodía y una ambición por experimentar del que carecían sus predecesores. Hootenanny, al mezclar elementos pop con el clásico rock y el blues añejo, es, por muchas razones, el auténtico primer disco de The Replacements.
Considerado por casi todos su mejor disco, Let It Be es un disco esencial para cualquier degustador de rock americano de los 80, además de convertirse, con el tiempo, en uno de los más influyentes de los editados en su época.
Publicado originalmente en octubre de 1984, Let It Be muestra la confianza del grupo como unidad, su madurez como músicos y la voz definitiva de Paul Westerberg como compositor. Ahí está el rock crudo y directo que se convirtió en el elemento más claro de su obra. También contiene algunos de los momentos más hermosos y melódicos de la banda, mostrando una afinidad con el gran Alex Chilton y otros clásicos de los 80, en canciones como “I Will Dare”, “Answering Machine”, “Unsatisfied” o la versión de Kiss “Black Diamond”.
Estos cuatro discos fueron editados en la compañía independiente de Minneapolis Twin/Tone. Poco después, The Replacements fichaban por Sire Records, subsidiaria de la multinacional Warner Brothers, con la que editaron cuatro discos más de larga duración. Esos discos les reportaría un mayor éxito comercial, aunque para la mayoría de sus seguidores los cuatro primeros representan la cima creativa del grupo. Sobre todo, documentan su poder y su popularidad creciente, además de permitir comprobar cómo fue desarrollando sus habilidades uno de los compositores más prolíficos de nuestros tiempos, Paul Westerberg.
Xavier Valiño
CAMPUS GALICIA ARTICULO SEX PISTOLS
ULTRASÓNICA
ARTÍCULOS 2002
Sex Pistols, la mugre y la furia
Jubilee, The Best Of The Sex Pistols (Virgin)
Cuando Malcom McLaren, que había sido manager de los New York Dolls, y la diseñadora vanguardista Vivienne Westwood decidieron crear un grupo de rock, lo primero que hicieron fue abrir una tienda de moda llamada Sex. Pensaban que un nombre polémico atraería a los inadaptados de la zona. En el momento en que John Lydon cruzó el umbral, sabían que no se habían equivocado.
Parece irónico que los Sex Pistols, conocidos sobre todo por sus proclamas antisistema, surgieran de la misma forma programada que grupos para adolescentes como las Spice Girls o los Backstreet Boys. No fue la única similitud: no eran exactamente músicos cuando fueron descubiertos, sino punks creativos y comprometidos. Ésa es, justamente, la naturaleza de los Sex Pistols: fueron un dechado de contradicciones.
Poco después de unirse al resto de compañeros -que no eran otros que Sid Vicious, Glen Matlock, Paul Cook y Steve Jones- en lo que sería esta nueva aventura, John Lydon cambió su nombre por el de Johnny Roten -Juanito Podrido-. En 1977, después de la más famosa aparición de un grupo en un programa de televisión, en la que sustituían a los previstos -y más políticamente correctos- Queen, los Sex Pistols lanzaron su único disco mientras el grupo existió, Never Mind The Bollocks, el álbum que puso a temblar el adormecido sistema y que sentaría para siempre el catálogo del perfecto punk.
Aquel disco tomó por sorpresa las listas rompiendo muchos de los tabúes establecidos y atacando a varias vacas sagradas, llegando a insultar a la Reina del Imperio Británico en “Good Save The Queen”. En un acto de rebelión política, el grupo de anarquistas reconvertido a banda de rock editó aquel single coincidiendo con el Jubileo de la Reina Isabel. Las tensiones se desataron y había que tomar postura: o se estaba con ellos o se les despreciaba.
Never Mind The Bollocks, con sus escasos 40 minutos, todavía mantiene toda su fuerza. Grabado entre marzo y junio del 77, en una época en la que no era fácil ser los Sex Pistols -censurados en una parte del país, bloqueados en la otra, atrapados entre las decisiones erráticas de Malcom McLaren-, no deja de ser un milagro que el álbum agitara las conciencia de la sociedad bienpensante de entonces. Más aún si tenemos en cuenta la ineptitud en el bajo de Sid Vicious, que sólo grabó un par de temas, y la presión que sentían sobre sus personas para reinventar el rock’n’roll.
En su momento, el crítico de la revista Rolling Stone definió el disco “como dos trenes de metro desbocados que chocan bajo toneladas de barro.” No iba muy descaminado, pero se olvidó, sin duda, de la astuta observación de su productor Chris Thomas, cuando afirmó que los Sex Pistols eran como los Who.
Otro de sus colaboradores en el estudio de grabación, Dave Goodman, afirmó que “los Sex Pistols son un grupo que han representado un paso de gigante en la historia de la música, como los Beatles, Elvis Presley o Beethoven.” Aunque la audacia de la manifestación invitaba a la controversia, lo cierto es que su tesis era difícilmente rebatible.
Como grupo, consiguieron que se desarrollase una escena completamente nueva a su alrededor y, aunque sus limitaciones como artistas les impidió grabar un disco tan completo como London Calling de The Clash, todavía permanecen como la imagen más indeleble de aquel momento. Tan grande es su sombra, que hoy en día sus sucias huellas están marcadas en todas y cada una de las habitaciones de la música pop.
Poco más de veinte meses después de su formación, los Sex Pistols se separaban debido a múltiples causas. La principal era que un grupo así no se podía mantener en pie sin entrar en el sistema contra el que despotricaban. Las razones secundarias habría que buscarlas en las drogas, la incompetencia y una falta de dirección por parte de su manager.
Su nihilismo encendió la mecha que prendió en gente como Kurt Cobain, por poner uno de los ejemplos más evidentes. Grupos de los 90 como Nirvana o Pearl Jam mostraron con vehemencia su rabia y su desilusión, aunque ya entonces estaba claro que tales sentimientos pertenecían a los Sex Pistols. Además, en lugar de quejarse y lamentarse, los Sex Pistols mostraron su furia con una convicción que nadie puede definir ni negar.
Los Sex Pistols golpearon la escena de los setenta como ninguna banda antes. Su irreverencia tenía precedentes en los primeros rockers, como Eddie Cochran, Chuck Berry o Pete Townshend. Desaparecieron tan rápidamente como se hicieron notorios y la sociedad se encerró en su concha durante la siguiente década. Seguidores como Frank Black o Bob Mould continuaron su legado en un anonimato casi completo hasta que a finales de los 80 todo explotó de nuevo. Ya entonces, cualquier grupo que pretendiese armar ruido con una guitarra eléctrica sólo podía hacer revival.
Hoy, 25 años después del lanzamiento de Never Mind The Bollocks, sus canciones siguen manteniendo el mismo impacto que cuando se editaron por primera vez. En homenaje a esas bodas de plata, se publica un recopilatorio más titulado Jubilee, The Best Of The Sex Pistols, que no es más que una colección de todos sus singles en estricto orden cronológico. Aunque decir nada más en un disco que contiene “God Save The Queen”, “Anarchy In The UK”, “Pret Vacant”, “Holidays In The Sun” significa quedarse muy corto.
Xavier Valiño
CAMPUS GALICIA ARTICULO LAS MEJORES CANCIONES DE LOS ROLLING STONES
ULTRASÓNICA
ARTÍCULOS 2002
40 años de los Rolling Stones
Sus mejores canciones
Mick Jagger, Keith Richards y compañía aún se andan pensando cómo celebrarán los 40 años de andadura de los Rolling Stones. Nosotros lo tenemos claro: pinchar sus mejores canciones otra vez. Y para ello contamos con la inestimable ayuda de la aristocracia del rock. Recientemente una publicación británica les preguntó a los propios Mick Jagger y Ronie Wood de los Stones, y a, entre otros, Paul McCartney, Joe Strummer –The Clash-, Mike Scott –The Waterboys-, Ryan Adams, Johnny Marr –The Smiths-, Ian McCulloch –Echo & The Bunnymen-, Frank Black –Pixies-, Phil Manzanera –Roxy Music- o Ian Astbury –The Cult- cuáles eran las mejores canciones de los Stones. Algunas coinciden con las que están incluidas en el recientemente editado Forty Licks (Virgin), así que prepárate a compararlas con su último lanzamiento oficial; otras tendrás que buscarlas en su discografía. Éstas son, según votación de los propios músicos, los diez momentos para el recuerdo en la obra de sus satánicas majestades.