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The Kinks, reedición de unos clásicos
¿Qué tienen en común, pongamos por caso, Van Halen, The Raincoats, Mot The Hoople, The Pretenders, The Fall, The Jam, Big Star, Blur, Elvis Costello, Herman’s Hermits…? No mucho, a no ser que todos han hecho versiones de alguna canción escrita en su día por Raymond Douglas Davies, por supuesto. El repertorio de los Kinks de los años 60 es tan variado y de tal alcance que ha conseguido tener una amplia variedad de grupos como fans. Y en el caso de The Jam o Blur le deben gran parte de su razón de ser.
La banda surgió en medio de la invasión británica de los 60 con ruidosas canciones rock, que contribuyeron a cimentar las bases del heavy -"You Really Got Me", sin ir más lejos-, pero pronto se convirtieron en un combo de canciones nostálgicas dedicadas a reflejar el mundo londinense de aquellos años, y todo ello sin estar en sintonía con el resto del mundo musical de por aquel entonces: tan sólo Donovan estaba también fuera de juego, pero Ray Davies tenía un oído más preparado para las melodías y unas letras mucho más clarividentes.
Cuando la banda comenzó con una serie de singles de éxito que incluían "You Really Got Me" y "All Day And All Of The Night", parecía que estaban en la cima del mundo y que habían nacido para quedarse allí. Los problemas echaron a perder tan benévolos presagios incluyendo, en el caso de Ray, crisis nerviosas, pérdida de inspiración y problemas con la bebida. Y, a pesar de todo, consiguieron legar a su compañía de discos, la más preocupada por sacarle un rendimiento instantáneo, y al mundo entero, cinco discos ya clásicos y un buen puñado de singles en menos de tres años.
Esos son los cinco discos que ahora se reeditan gracias a la colaboración entre su sello original Castle y Mastertrax: The Kinks, Kinda Kinks, The Kinks Kontroversy, Face To Face y Something Else By The Kinks. Y la mejor noticia es que todos doblan su duración original, incluyendo rarezas, caras B y versiones que no aparecían en las ediciones originales, aunque se respetan las portadas que antes tenían y se le incorporan unos acertados comentarios.
Puede que los tres primeros no pasaran de ser colecciones de singles -excelentes, eso sí-, pero a partir del cuarto, en 1966, The Kinks empezaron a hacer discos completos, al igual que los Beatles, los Beach Boys o los Rolling Stones, en una época en la que se hicieron muchos discos grandiosos y atemporales, con forma de declaraciones íntegras más que una simple colección de singles de éxito con algún que otro relleno.
Para probarlo están las canciones, que fueron ganando en profundidad a medida que pasaban los meses y que el éxito les rondaba. Y todo coincidió con los problemas: su hermano Dave empezó a buscarle un sustituto a Ray en la banda, las giras eran una tensión continua dentro del grupo, su compañía no se preocupaba más que por los beneficios instantáneos y su productor Shel Tamy tenía que bregar con los intentos de Ray de hacerse con el control tras la mesa de producción.
Así que, a medida que su vida personal iba cayendo en picado, sus letras empezaron a reflejar este peso, mostrando las depresiones del principio y buscando alguna forma de escapar más tarde, con el sonido mirando hacia los "viejos y buenos tiempos".
Cuando a Ray Davies le preguntaban por la melancolía de sus canciones, él respondía diciendo que no lo hacía por fastidiar, sino porque en todo el mundo encontraba la misma debilidad que él sentía. "Dellicated Follower Of Fashion" o "Well Respected Man" demuestran que Ray aprendió, poco a poco, a darle un severo repaso a las clases medias, y en ello basó buena parte del resto de su producción: de la frustración personal a su madurez como compositor sólo medió un paso.
Aunque el grupo empezaba a mostrar síntomas de sofisticación con The Kinks Kontroversy, su material realmente valioso llegó con Face To Face, cuando comenzaron a mezclar sus raíces rhythm’n’blues con escalas indias, folk, el music hall y la colaboración del clavicordio de Nicky Hopkins -también asiduo en las grabaciones de los Rolling Stones-.
Con Something Else By The Kinks dieron lo mejor de esta su primera etapa, un paso de gigante en términos de elegancia y consistencia. No hay más que escuchar el acertado relato de idolatración escolar que es "David Watts" o el dardo certero de "Harry Rag", que ahora se recogen junto a cortes extra tan exquisitos como "Wonder Boy" o "Autumn Almanac".
Ironías de la vida, sus más brillantes capítulos junto a la banda a la que Ray Davies dedicó toda su existencia se reeditan al mismo tiempo que aparece su primer disco en solitario después de 34 años, The Storyteller, un disco digno, pero que no pasa la prueba de las comparaciones, ni siquiera lo debería intentar. Ray Davies se lo ha ganado a pulso.