BRUCE SPRINGSTEEN

Bruce Springsteen, rastros de un pasado

 

 

Tenía que llegar, porque sus seguidores exigían conocer el material del que tanto habían oído hablar y para cerrar el paso a las grabaciones piratas. Tracks es un caja de cuatro compactos y 66 canciones, una buena parte de las que Bruce Springsteen no tuvo a bien incluir en su día en sus discos oficiales y que lo confirman, ahora en los 90, a sus 49 años, como el último rey del rock, algo para lo que se preparó concienzudamente.

¿Había alguna razón especial para editar Tracks?

– Resultaba interesante escuchar mi voz cuando tenía 24 años e intentar descubrir quién era aquel tipo. Además, no parecía una buena idea tener toda esa música ahí, sin dar la posibilidad de que fuera escuchada. En cada concierto había siempre un tío con una pancarta reclamando alguna de esas canciones oscuras. Sabía que tenía que encontrar la forma de dejar que parte de esa música viera la luz. Fue divertido encontrarme con cosas que no sabía que estaban ahí. No había escuchado nada de esto en, probablemente, 20 años.

 

¿La idea venía de antiguo?

– Estaba intentando decidir qué hacer cuando pensé que, en lugar de tirarme un par de años sin editar nada, podría sacar material del baúl. Sabía que mucho de lo que tenía era muy bueno. No eran descartes. No incluiría nada que no se sostuviera por sí mismo. Durante un tiempo no supe como contextualizarlo. Lo dejé en 100 canciones y después lo dejé en música que tuviera relación directa con discos que hubiera editado, así que ésa es la referencia. Si la canción había sido escrita para un disco que nunca se editó, entonces ni consideraría su inclusión.

 

¿Tiene que ver con que para la grabación de cada disco componías canciones que no se correspondían con la temática?

– Eso pasó a menudo. Algunos discos, como Nebraska, tuvieron un enfoque desde el principio, pero hubo otras ocasiones en que me puse a trabajar en un disco y salieron dos o tres más en el proceso. Ahora tengo, por ejemplo, colecciones casi completas de canciones sin editar de diferentes ondas: acústica, eléctrica, country y hip-hop.

 

¿Hip-hop?

– Sí, empecé a trabajar con un montón de samplers y loops y traté de darle forma a un disco. Fue divertido, lo disfruté de verdad, pero necesitaba otras dos o tres canciones más y, por alguna razón, nunca me puse a escribirlas. Así que lo dejé de lado.

 

Da la impresión de que la época de The River fue una de las más prolíficas.

– En la época de The River, estaba muy influenciado por Woody Guthrie y el country, así como por libros y películas concretas. Al mismo tiempo escuchaba los grandes éxitos de Raspberries, así que escribí todas esas canciones pop como ARestless Nights@, ADollhouse@ y ABe True@, que no se relacionaban con el disco y que ahora por fin se editan. Aunque también puede ser que hubieran tenido un mayor impacto si se hubieran editado entonces.   

 

¿Y cuál es tu valoración ahora de todo el trabajo en conjunto?

– Con discos como The River, llevaba material nuevo al estudio cada día. Nos llevó 19 meses desde principio a fin, cortando, recortando, revisando y reconsiderando. Era un proceso muy exigente, al igual que lo fue Born In The U.S.A. Fueron épocas dolorosas y largas. Nadie tenía una novia, nadie salía un sábado por la noche. Trabajábamos 16 horas y nos íbamos a casa a dormir tanto como pudiéramos para después regresar. Para esto hemos vivido. Básicamente dimos nuestra juventud para hacer esto, pero valió la pena cada pequeño pedazo de ello.

 

¿Ha cambiado el método de trabajo con los años?

– Puedes seguir una canción desde que surgió hasta el producto final y ver todos los versos malos que tiré. Normalmente, desaparezco en mi trabajo y después surjo de nuevo. Siempre he disfrutado del trabajo en privado. Pero, a lo largo de los años, tiendes a tener más flexibilidad. Ahora ya no me parece que todo sea algo tan grande.

 

¿Sientes también que entre tus discos pasó mucho tiempo? 

– Ése es un hecho incuestionable. Es frustrante para mí, aunque, mirando hacia atrás, no hubiera hecho esos discos de otra manera. Tenía envidia de la gente que podía publicar discos con más facilidad. Pero yo pensaba mucho en la música que hacía, y eso consiguió sacar adelante algo que tenía un enfoque y una intensidad que no lo hubiera tenido de otra forma. Pensaba mucho sobre qué quería escribir, quién quería ser y el lugar qué quería tener en las vidas de mi público. Me llevaba tiempo. Editaba discos con cuidado y precaución, y eso me permitía tener una relación más profunda y duradera con mi público. Me gustaría encontrar una forma de editar música más despreocupadamente. Este disco es un paso en esa dirección.

 

Esa preocupación siempre ha sido muy evidente en tus textos.          

            – Siempre me he preocupado por temas adultos. Desde los 20 años he estado preocupado por escribir canciones que no estuvieran fuera de contexto cuanto tuviera cuarenta años, que mantuvieran su vitalidad y su propósito. No sabía qué nivel de éxito iba a tener, pero sabía que era un trabajo que haría toda mi vida. Todavía es algo que me gusta hacer, y creo que he ido mejorando. Todavía hay una gran historia que contar.

 

¿Cuál ha sido el papel de la E. Street Band en todo el proceso y qué posibilidad hay de una reunión?

– Lo que mi banda ha contribuido a mi trabajo es inestimable. Han hecho añicos la definición de lo que es una banda de acompañamiento, y mi trabajo hubiera sido muy distinto sin ellos, aunque concibo mi carrera individual e independientemente. Ahora mismo no hay planes para una gira. Todos tienen sus vidas y sus familias, lo que no era así hace una década. Las relaciones han seguido siendo buenas y me encanta tocar con esos tíos. Si se presenta la oportunidad de una gira, creo que lo disfrutaríamos.

 

¿Cuál sería el consejo que le darías ahora al joven Bruce Springsteen?

– Dos cosas. La primera, le diría que su trabajo es la cosa más seria del mundo aunque, y ésa es la segunda, es  sólo rock and roll. Tienes que intentar mantener las dos cosas en tu cabeza, simultáneamente. Todavía creo que tienes la posibilidad de influenciar la vida de la gente y, a la vez, sólo se trata de entretenerlos, quieres levantarlos y que se pongan a bailar. Creo que me lo tomé demasiado en serio. No me arrepiento, pero creo que hubiera sido menos auto-dañino a veces si hubiera recordado que sólo era rock and roll. Preocuparse mucho puede ser peligroso. Es como un campo de minas: es peligroso para ti y para cualesquiera que sean las ideas y los valores sobre los que quieres cantar. Debería ser divertido también.   

 

¿Y qué consejo te daría el joven Bruce Springsteen?

– Guitarras más fuertes.

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