WANDA JACKSON

Wanda Jackson, la dama dulce con la voz obscena

 

 

 

 

 

Cuando Wanda Jackson, la coronada en su día como Reina del Rockabilly, grabó “Let’s Have a Party” (“Montemos una fiesta”), una canción que convirtió en un éxito en su propia interpretación en 1958 -incluso después de la que hiciera quien en su momento fue su novio, Elvis Presley-, la frase quedaba claro que no era tanto una sugerencia como una orden.

 

Como indicaba aquel título y, más importante aun, el contenido de su último álbum, la fiesta no ha terminado (The Party Ain’t Over). Así lo demostrará el próximo miércoles por primera vez en Galicia, a partir de las 22 horas en la Sala Capitol de Santiago, en compañía de la banda viguesa Pedrito Diablo & Los Cadáveras.

 

 

 

 

 

Wanda Jackson, septuagenaria que no ha dejado de hacer giras en los últimos 50 años, fue recientemente incluida en el Salón de la Fama del Rock and Roll, honrando así su influencia y su papel fundamental en la evolución de la música popular y, especialmente, en la participación en ella de las mujeres. Cuando era adolescente, a mediados de los años 50, la diminuta Jackson fue la primera mujer en hacer rock and roll puro y competir directamente con sus colegas masculinos, incluido Elvis Presley.

 

 

 

En la brecha durante casi seis décadas, Jackson sigue ganando nuevos fans, entre ellos, por ejemplo, el guitarrista y vocalista de The White Stripes, Jack White. A él se acercó Jackson para grabar una canción para un disco de duetos que se iba a titular Wanda y sus amigos. De ese primer contacto surgió la idea de grabar todo un disco entre ambos, lo que se materializó el año pasado como The Party Ain’t Over, editado finalmente en el sello de White, Third Man Records.

 

“Tenía miedo al principio porque yo no sabía lo que esta joven estrella de rock esperaba de mí o qué me iba a pedir que hiciera” admite Wanda Jackson. “Me temblaban los pies, no sabía si quería hacerlo o no. Por supuesto que sabía de él, tengo que admitirlo, desde que grabó aquel álbum con Loretta Lynn, que se convirtió en un éxito. Eso sin duda me llamó la atención cuando me comentó que estaba interesado en hacer un disco conmigo. Así que comenzamos a enviarnos material: él me enviaba canciones que pensaba que debía hacer o que quería que hiciera y yo le pasaba material que había apartado para una grabación futura”.

  

“Cuando por fin llegué a Nashville para grabar”, prosigue, “él me tranquilizó de inmediato. Me pareció muy seguro y un tipo tan genial que quise agradarle; en aquel momento ya quería hacerlo a su manera. Mi marido, que ha sido también mi mánager en los últimos 40 años, y yo le dijimos que lo hiciera él como quisiera, y que si quería alguna sugerencia, no dudase en preguntar. De lo contrario, él tendría que tomar las decisiones”.

 

 

 

 

 

 

“Eso le dio mucha libertad y yo quería que él la tuviera”, afirma rotunda. “Y creo que eso es lo que hizo que el álbum resultase tan bien. Cuando comencé a cantar estas canciones y empecé a escuchar las primeras grabaciones que me hizo, me di cuenta de que él no pretendía cambiar mi estilo en absoluto. Sólo quería que yo tuviera material nuevo, más fresco. Y yo le dije que lo podía hacer, que podía cantar como Wanda Jackson. Él sólo quería más de Wanda de lo que yo pretendía poner en ello. Y al parecer funcionó”.

Jack White y Wanda Jackson se propusieron hacer una serie de canciones que recogieran la larga historia de Jackson con el country, el blues, el rock and roll, el góspel, los timos tropicales e incluso la música de big band que ella recuerda de su infancia. Además de incluir una versión de Bob Dylan, “Thunder on the Mountain”, también registraron una versión contemporánea de la chica mala Amy Winehouse, “You Know that I’m Not Good”.

 

La canción de Winehouse le va bien, asegura Jackson, pero al mismo tiempo quiere trazar una línea de separación entre la vida y el arte: “Por un lado, soy buena, por otro, soy mala. Esa parece ser la imagen que me ha dado esta nueva generación de fans que tengo. Es como el título del documental sobre mi vida, que recientemente se pudo ver: The Sweet Lady with the Nasty Voice (La dulce dama con la voz obscena)”.

 

 

“Eso puede que indique que me convierto en una persona diferente cuando canto estas canciones”, continúa. “Tengo una buena reputación, siempre la he tenido, y el respeto de todo el mundo como dama, y ​​eso me gusta mucho. Sin embargo, los jóvenes piensan que soy esa chica dura que se sale con la suya y lleva el huracán a su paso. Creo que se debe al material que he cantado y la forma en que lo he cantado. Y me parece bien. Eso es lindo”.

 

 

Wanda Jackson es una de las pocas leyendas vivas de aquella época que queda, y ella lo sabe, después de haberlo disfrutado todo este tiempo. “No puedo pensar en alguien que haya sido más afortunada o más feliz que yo. Creo que es una bendición del Señor. Tuve unos padres maravillosos que lo dieron todo para que yo pudiera hacer que mis sueños se convirtieran en realidad. Yo era hija única, así que tuve todo el amor y la atención que cualquier persona puede pedir. Mi madre hacía mi ropa para que llevase en el escenario y también mi ropa de calle. Mi padre viajaba conmigo y me llevaba a todos esos conciertos de mis inicios para que no tuviera que estar sola. No se puede pedir más que ganarte la vida haciendo lo que te gusta hacer, cantar y viajar y entretener a la gente toda la vida. No puedo pensar en una vida mejor que esa”. Y, por suerte, como dice el título del disco que nos presentará en unos días, la fiesta aún no ha terminado.

 

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