TV ON THE RADIO 2009
TV On The Radio, la luna asesina
“Muchos grupos tienen algo que decir”, explica el productor y multiinstrumentista de TV ON The Radio David Sitek. “Nosotros tenemos algo que preguntar”. Ciertamente. Buena suerte si intentas encontrar respuestas en los envolventes paisajes de TV On The Radio, bien sea en su nuevo álbum, Dear Science, o en los primeros discos de la banda. Cuando el vocalista y guitarrista Kyp Malone se unió al grupo, ni siquiera sabía qué era lo que buscaban Sitek y el vocalista Tunde Adebimpe en su debut autoeditado del 2002, OK Calculator.
“Algunos aspectos de OK Calculator son geniales”, asegura Malone, “pero no lo teníamos tan claro como en Young Liars”. Tampoco lo estaban los directos de Adebimpe y Sitek en sus primeros tiempos, algo que Malone recuerda como un ‘karaoke de micros abiertos que se volvía incontrolable’. “Podía ver canciones en medio de todo aquello, pero realmente no era mi cosa”.
Aquello cambió en 2003, cuando Young Liars se convirtió en la maqueta favorita de Malone (a veces lo pinchaba para los últimos en dejar el local en el que trabajaba) y, también, en la primera referencia del grupo con el sello Touch & Go. En ese momento se empezó a hacer realidad el sueño de Sitek de sonar como “una gran cosa grabada en un cuatro pistas”. Malone abandonó su escepticismo y se unió a ellos antes de la edición del disco, con el batería Jaleel Bunton y el bajista Gerard Smith completando la sección rítmica poco después.
“Teníamos un concierto en Islandia para el que necesitábamos un grupo, así que le preguntamos a los dos mejores guitarristas que conocíamos, Gerard y Jaleel, si querían tocar la batería y el bajo”, explica Sitek, riéndose. “Es absurdo que Kyp y yo toquemos las guitarras cuando Jaleel y Gerard son unos putos genios con ellas”.
Puede que sea cierto, pero también lo es que la forma de acercarse a la música por todo el grupo deja un montón de espacio para la improvisación, los cambios de instrumentos, el rehacer completamente una canción. Normalmente, cuando un tema llega al estudio, la actitud es que tiene que pasar por el filtro de todos antes de que la den por finalizada.
“La música es el medio más flexible en el mundo para mí”, explica Sitek, el responsable de destilar cada uno de los temas hasta conseguir una composición que respire y que nunca parezca demasiado obtusa. “No faltan ideas; lo complicado es hacer que resulten. A muchos grupos les lleva todo un disco para llegar a algo que valga la pena. Yo puedo contar de 4 a 96 en un día, sin duda, pero mucho de lo que tengo no es ni siquiera un instrumento”.
Lo más denso que el grupo ha llegado a ser se encuentra en su tercer disco, Return To Cookie Mountain (2006), una colección de canciones que necesitabas escuchar con auriculares sin distracciones para apreciarlo plenamente. En su nuevo álbum, Dear Science, Sitek buscó algo un poco más ligero, aunque no mucho.
“¿Sabes eso que dicen de los comediantes de que son parte de la gente más triste del mundo?”, pregunta Adebimpe. “Bueno, pues lo opuesto también es verdad. A medida que las canciones se van haciendo más complicadas, las bromas y risas de nosotros cinco se van haciendo más descontroladas”.
“Si la gente nos escucha porque somos oscuros y retadores, bien”, añade Sitek. “Pero creo que hay un mayor porcentaje de gente que busca que hagamos algo diferente con cada disco. Alguna de las canciones más oscuras en Dear Science son las más enérgicas, como “Crying”, por ejemplo”.
“Es como dijo Bukowski una vez, que escribía todo eso para distanciarse de ello”, explica Adebimpe, que tuvo que enfrentarse a la muerte de un amigo y un familiar mientras hacían Dear Science. “Componer es una meditación, un ejercicio para poner lejos todas esas cosas dolorosas”.
Y eso es lo que TV On The Radio pretende lograr realmente con su música: conectar con la gente, hacer que sientan algo, sin importar si el arreglo de una canción es oscuro o alegre. “Crecí escuchando a Joy Division, New Order, Echo & The Bunnymen, The Cure, The Smiths y Swans”, dice Malone.
“Podrías cualificar una parte de esos sonidos como ‘góticos’, pero a mí no me deprimía escuchar esa música, por mucho que mis padres pensasen así. No añadió nada a mi rebeldía juvenil. Simplemente me identificaba con algo en esa música. Me hacía sentir menos solo, ¿sabes? Si yo pudiera ser así para alguien, me haría feliz. Sería una auténtica forma de éxito para mí”.