TULSA
Tulsa, secretos íntimos
Tuvo que cambiar un par de veces de nombre para su nueva aventura, ahora en solitario. Al fin como Tulsa se presenta Miren Iza, una guipuzcoana nacida en Fuenterrabía en 1980 que comenzó a dar sus primeros pasos en el rock con el grupo de riot girrls Electrobikinis, haciendo punk-rock y surf cantado en inglés. Tras su separación en 2002, Miren comienza a crear canciones en castellano junto a Alfredo Narra, en una línea bastante distinta. Ahora presenta su debut, Sólo me has rozado, en la onda de Nacho Vegas o Christina Rosenvinge, que la trae hasta el Auditorio de Castrelos de Vigo este sábado día 30. Como han dicho ya, “algo así como Cecilia cantando con los Jayhawks como banda de acompañamiento”.
¿Cómo acabó la aventura de Electrobikinis, tu anterior grupo?
– Acabó de forma pacífica y no tuvimos que utilizar nuestras armas. Fue necesario cuando nos dimos cuenta de que hacíamos las canciones más pendientes de que gustaran al resto del grupo que de hacer lo que realmente nos apetecía; y teníamos gustos diversos, así que era complicado.
¿Tenías claro desde ese momento que seguirías adelante de alguna forma?
– Sí, por eso enseguida le llamé a Alfredo, me encantaba su estilo. Y sus botines.
¿El sonido ya estaba en tu cabeza desde hacía un tiempo o fue surgiendo poco a poco?
– No, fue surgiendo así, a medida que fui haciendo canciones.
Tras la separación del grupo, durante un tiempo te dedicaste a hacer versiones con Alfredo Narra. ¿Cómo fueron aquellos tiempos? ¿De qué versiones constaba el repertorio?
– Fue divertido y sirvió para matar el gusanillo y para ir conociéndonos y entendiéndonos. En cuanto a las versiones, era todo muy clásico. Tocábamos canciones de The Beach Boys, Big Star, Lovin´ Spoonful, Elvis Costello, Paul McCartney, The Jayhawks, Badfinger, Rolling Stones…
¿Cómo explicarías que es la misma persona la que estaba en aquel grupo que la que ahora comanda Tulsa?
– No podría explicar lo que no es cierto. No soy la misma, parece que tengo 150 años más. Hay cambios sustanciales en varios aspectos, para bien o para mal. No me reconozco en aquella persona, simplemente es otra, aunque siga siendo igual.
¿Te impones límites a la hora de elaborar las letras, por si son demasiado personales?
– No me da miedo que sean personales porque mis canciones no son yo; hay una distancia entre canción y autor o cantante. Deja de ser tuya en cuanto la escupes. Además, pienso que tenemos la obligación de que lo que hacemos sea ‘personal’, si no es un fraude.
Me gustan especialmente los cambios de ritmo, como en “Estúpida”. ¿Qué me puedes contar de esta canción?
– Que le tengo mucha manía, ya que la he tenido que oír y tocar muchas veces porque a alguien se le ocurrió elegirla como single: la pobre no sabía que eso iba a suponer su muerte.
¿Y de “Sólo me has rozado”, otra de mis favoritas?
– Que es la que más me gusta y la más reciente. Por poco no la grabamos.
El gallego Magín Blanco editó el año pasado su primer disco en solitario titulado Ella y a finales de los 80 y principios de los 90 tenía un grupo llamado La Rosa. Su modelo es Lucinda Williams. ¿Lo conoces?
– No lo conozco, lo siento, aunque acabo de leer alguna cosa interesante sobre él, pero como no sé bajarme música no te puedo dar mi opinión ahora mismo. De todas formas, investigaré, gracias.
Supongo que Lucinda Williams también será un referente para ti. Por los menos los/las cantautores/as eléctricos americanos.
– Sí, su voz es dolida y sugerente. Hay algo en común entre ella y mujeres del calibre de Billie Holiday, Bessie Smith, Karen Dalton o Rickie Lee Jones. Todas transmiten algo fuerte, no importa si lo han vivido o no. Me gustan también Howe Gelb o Jason Molina.
Al mismo tiempo, hay una generación de gente como Raülmoya, Mate, Nacho Vegas o El Hijo que también siguen esa onda. ¿Es lo que más escuchas en el ámbito estatal?
– Sí, éstos que mencionas me gustan, especialmente Nacho Vegas, que lo considero el pionero de esto. Para mí escucharle supuso una especie de escándalo, porque se trataba de un tipo más o menos de mi edad, que seguramente había escuchado lo mismo que yo, que vivía cerca de donde vivía yo, y que cantaba y contaba las cosas como sólo lo había oído hacer a Bob Dylan o a Leonard Cohen, y en castellano, que era lo más novedoso. ¿Quién decía que la métrica del rock no encajaba con el castellano?
El disco fue grabado con Zodiacs y diste algunos conciertos con ellos. Sin embargo, ahora ya no puedes contar con ellos. Un grupo versátil, ¿no?
– Ellos estuvieron mientras fue posible. Después, afortunadamente para ellos, la agenda se les complicó y no pudo ser. Les estoy muy agradecida porque me acompañaron mucho y muy bien. De todas formas, la banda actual, con dos nuevas adquisiciones (Gabriel Marijuán, batería, y Alberto Rodrigo, bajo), se acerca bastante a la banda de mis sueños.
Para acabar, ¿me puedes contar la mejor anécdota que te haya pasado en la música?
– Hace poco toqué sola en un sitio muy acogedor aunque muy silencioso. Curiosamente, el silencio era un requisito indispensable para tocar allí, así que toqué sin enchufar la guitarra y sin micrófono, por supuesto. Lo más gracioso fue que tampoco la gente podía aplaudir, claro, así que al terminar cada canción cada uno se las apañó como pudo: unos miraban con vehemencia como dando ánimos, otros chasqueaban los dedos silenciosamente y los más atrevidos me tiraron lo que encontraron a mano, en señal de júbilo y agradecimiento.
Xavier Valiño