TRILOGÍAS ROCK (y 3)

Trilogías rock, cuando el concepto es lo que importa

 

 

Algunas nacieron involuntariamente, otras se fueron haciendo por el camino y las hay que tardaron cincuenta años en completarse… ¡cuando nadie lo esperaba! Pueden tener un concepto detrás, una historia común, un lugar que las inspiró, una reconversión religiosa, evocaciones del pasado, sentimientos muy oscuros, recuerdos a los maestros, rupturas amorosas, los años de formación, versiones primerizas de canciones emblemáticas e incluso viajes alucinados y alucinógenos.

 

 No son demasiadas, pero sí que ha habido más de un artista que le he dado por grabar tres discos relacionados, admitiendo que forman una trilogía de forma implícita o explícita. Ese es el condicionante principal para que aparezcan en estas líneas y que deja fuera otras que algunos han entendido como tales pero que sus responsables nunca llegaron a reconocer -la trilogía Discipline de King Crimson, la de la muerte de Neil Young o la neoyorquina de Lou Reed-. Ahora solo toca decidir a cuál de las que siguen en las próximas líneas hay agallas para enfrentarse. [Este artículo se publica en tres partes, hace dos días, ayer y hoy] 

 

– Nick Lowe: La trilogía The Brentford

Después de su particular travesía del desierto durante los años 80, Nick Lowe fue imaginando y encontrando poco a poco un nuevo sonido, aquel en el que las canciones fuesen cada vez más y más sencillas, compuestas a la vieja usanza, grabadas con sus músicos en el estudio todos a la vez, en las que no hubiese ambigüedades y quedase reflejada su mediana edad. El regreso de Nick Lowe en el año 1994, con The Impossible Bird, marcó un cambio notable en su obra, tomando un camino más maduro y con unos arreglos más desnudos. Sus dos siguientes álbumes, Dig My Mood (1998) y The Convincer (2001) seguirían la misma pauta marcada por el anterior, con un sonido propio que fusionaba sin complejos country, soul y rhythm & blues, o sea, las raíces de la música popular norteamericana de las últimas décadas. Todo ello los convirtió en una especie de trilogía que encontró su confirmación cuando en 2009 editó la caja Brentford Trilogy en la que figura un escrito del propio Lowe en el que explica por qué considera los tres discos como una trilogía. Según él, los tres se relacionan con la trilogía de libros de Brentford del autor Robert Rankin, vecino como Lowe del mismo barrio (Brentford) en Londres, aunque había otra más importante: “Me rompieron el corazón terriblemente al final de una relación. Había cantado canciones sobre rupturas infinitas veces, pero nunca, nunca, lo había experimentado realmente hasta ese momento. Ese es el hilo que recorre los tres discos, un sentimiento real de tristeza y un intento genuino de darle sentido artísticamente”.

 

 

– Paul McCartney: La trilogía McCartney

Si no hubiera habido pandemia, probablemente no hubiera existido esta trilogía. Pero cuando McCartney se encontró sin giras a la vista, parado en casa, empezó a componer canciones que dieran forma a la tercera entrega de la trilogía que lleva su apellido. Así surgió McCartney III, publicado en 2020. Es, de hecho, la trilogía que ha tardado más años en completarse, porque la primera parte, McCartney I, se editó en 1970. ¿Y cuáles son los lazos que engarzan a estos tres discos -el segundo, McCartney II, apareció en 1980-? Para empezar, que él toca todo -salvo muy contadas excepciones- en los tres y que cada uno refleja lo que le sucedía en su momento. En el primero se convirtió casi en un precursor de las grabaciones caseras, registrando un disco de canciones clásicas tras de un período de depresión y encierro en su granja de Escocia, después de la separación de The Beatles, descubriéndose como un hábil multinstrumentista y lustroso compositor. Su segundo disco de la trilogía también marcaba el final de una época, en este caso el de su banda Wings. En él se aventuraba a explorar nuevos estilos -electrónica, reggae-y a emplear sintetizadores. La tercera entrega, de 2020, era más una colección ecléctica de canciones espontáneas producto del encierro. Los tres se editaron en una caja conjunta en agosto de 2022.

 

– Pete Townshend: La trilogía Scoop

Se sabe que la forma preferida de Pete Townshend, compositor de The Who, de preparar nuevas canciones para ser grabadas por la banda es registrar maquetas en las que él mismo canta y toca todos los instrumentos, para presentar a los otros miembros del grupo una idea clara de lo que busca. Parte de esas maquetas aparecieron en Scoop (1983), con material de 1965 a 1982, casi siempre interesantes y algunas destacadas, como “Mary” o “So Sad About Us”. En 1987 le dio continuidad con Another Scoop, mientras que en 2001 llegó el tercer capítulo de la trilogía, Scoop 3. En esta tercera entrega pervirtió un tanto su naturaleza, al incluir también material suyo en solitario. Los tres discos fueron a su vez recopilados en 2002 en Scooped, con un libreto que contiene los comentarios de Townshend sobre la inspiración, las ideas y la instrumentación detrás de cada canción. También fueron remasterizados y reeditados en 2006.

 

– Steve Earle: La trilogía de los maestros

Sin duda, esta es la trilogía más sencilla de explicar, ya que Steve Earle trató de rendir homenaje a sus héroes, todos inextricablemente vinculados entre sí y que fueron sus referentes cuando era un joven aspirante a músico. En 2009 grabó Townes como recuerdo al legendario Townes Van Zandt. Diez años después publicó Guy, en el que rendía tributo a Guy Clark. Con Jerry Jeff, en 2022, Earle (& The Dukes) completaba la trilogía de álbumes en homenaje a lo que él llama sus “maestros de primer nivel”. “Los discos fueron grabados y lanzados en el orden en que [los artistas] dejaron este mundo. Pero no se equivoquen: fue Jerry Jeff Walker quien llegó primero”, aseguró Earle sobre el proyecto. Y cuando la publicación Holler le preguntó si siempre había tenido en mente hacer una trilogía, Earle contestó rotundamente, “Sí, Jerry Jeff completa el conjunto”.

 

– The Residents: La trilogía Mole

En 1981, The Residents decidieron no seguir creando una serie de discos aislados entre sí y se plantearon proyectos más ambiciosos. La trilogía Mole fue la primera aventura en esta nueva dirección. En un principio, el proyecto fue diseñado para ser una colección de seis álbumes: tres de los discos estarían destinados a contar una historia épica, conectando varias generaciones de dos razas ficticias, mientras que los tres álbumes adicionales servirían como ilustraciones musicales para esta historia. Cada una de estas dos trilogías contribuiría tanto al contexto narrativo como al cultural de la saga en curso. Además, se planeó una gira en vivo. Retrospectivamente, parece que el proyecto era quizás demasiado ambicioso, ya que solo han aparecido la primera, segunda y cuarta partes: Mark of the Mole (1981), The Tunes of Two Cities (1982) y The Big Bubble (1985). Además de los tres álbumes, la muy esperada gira mundial Mole Show se desató ante audiencias desprevenidas, que podían escuchar un álbum de música previo, otro intermedio y un tercero posterior al espectáculo. En 2019 se editó una caja con los tres discos y otros tres más con extras, entre ellos dos conciertos de la citada gira de 1982 y 1983.

 

– Tom Waits: La trilogía Los años salvajes de Frank

En 1983, Tom Waits publicaba Swordfishtrombones, un disco que marcaba un cambio en el enfoque y el sonido en su composición, con una instrumentación inusual y un enfoque más abstracto, abierto a la experimentación, a diferencia del estilo de cantante de piano jazz con el que se había dado a conocer en los años 70. Dejaba atrás su productor habitual, pasando a producir él mismo, y empezaba a colaborar con su mujer, Kathleen Brennan. En ese disco ya estaba la canción “Frank’s Wild Years”. Le daría continuidad con Rain Dogs (1985), donde Waits encontró la voz que seguiría desde entonces y, sí, Frank’s Wild Years (1987), el álbum que lo mostraba en plena racha creativa y aún más aventurero. En 1988 lanzaba la banda sonora de Big Time, un espectáculo en el que había interpretado canciones de los tres discos y que servía de nexo de unión y conclusión de la trilogía, marcando el final del viaje de Frank y otros personajes desahuciados que habían ido apareciendo en las canciones de esos álbumes. Se la ha llamado la trilogía de la chatarrería, una serie en la que cada disco se sostiene por sí mismo al tiempo que también resulta efectivo como parte de esta trilogía.

 

Trilogías patrias:

En nuestro Estado podemos empezar citando a Caballero Reynaldo, responsable de una trilogía de despedida, La Trilogía Final -según la presentaba en su día su discográfica, Hall of Fame- unida también por su títulos: Cromos (2019), Cronos (2020) y Cosmos (2021). Antes ya había grabado otra con canciones de Malcolm Scarpa: Hispano-Olivetti (2007), Tamoxifeno Funk (2009) y Matilda (2011).

 

Por su parte, The New Raemon, David Cordero y Marc Clos han editado hasta ahora dos partes de una trilogía (A los que nazcan más tarde, 2021, y Así caen los días, 2022) que se completará con su entrega final en 2023. Se llamará La Trilogía de la Esperanza, denominada así por el escenario pandémico en el que surgió el proyecto, con canciones compuestas al piano en las que muestran su devoción por la música de texturas o ambiental de artistas como Brian y Roger Eno, Harold Budd, Robin Guthrie, Arvo Pärt, Steve Reich o Stars of The Lid.

 

El rapero Rayden es quien ha trabajado de forma más completa las trilogías, al menos en cuanto a los textos, focalizando en ellos toda la atención. La llamada La Trilogía de la Palabra está compuesta por Antónimo (2017), Sinónimo (2019) y Homónimo (2021), un concepto que se extiende también a las tres portadas, en blanco, negro y gris respectivamente, siendo la última la superposición de las dos anteriores.

 

Quedan para el final tres trilogías que, a diferencia de todas las anteriores, no optaron por el formato LP. Los donostiarras Le Mans se despidieron con una Trilogía Final de dos EPS, Mi novela autobiográfica (1997) y Yin Yang (1998), y el álbum Aquí vivía yo (1998). En la portada de cada uno de ellos su diseñador Javier Aramburu colocó una letra que, puestas en conjunto, decían FIN. Por su parte, Chucho editaron tres EPs titulados Los diarios de Petróleo en 2001 antes de publicar un álbum del mismo título, aunque en su caso más bien se deberían sumar todas las canciones para considerarlo un único trabajo de 28 temas. Por último, La Bien Querida fue adelantando en 2015 su cuarto disco Premeditación, nocturnidad y alevosía con tres EPS que llevaban una de esas tres palabras por título.

 

 

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