TRIÁNGULO DE AMOR BIZARRO

Triángulo de Amor Bizarro, himnos como balas

 


Entre Boiro y Rianxo, en lo más profundo de las Rías Baixas, se cruzaron los destinos de Rodrigo e Isa. Junto con Blas (hoy en Carrero Bianco) y con Julián a la batería (llegado de Albacete a A Coruña, hoy fuera del grupo), dieron forma a la sorpresa de 2006, con canciones en maquetas singulares, muy especiales, que ya avanzaban lo que sería su primer disco grande, grande, en 2007. Tras tres años de actividad continua (y un álbum recuperando sus primeras grabaciones, El hombre del siglo V) y replantearse casi todo (con la incorporación de Rafa Mallo y Óscar Vilariño, también en Valetudo), llega su segundo álbum, una bomba de relojería titulada Año Santo, como, sí, el Año Santo 2010. Rodrigo lo explica.

 

¿Cómo habéis vivido personalmente los tres años que os separan de vuestro debut? ¿Habéis crecido como personas, habéis cambiado, estáis más a la defensiva…?

– Pues la verdad es que todo lo del primer disco nos cogió bastante a contrapié. No contábamos ni con una gira tan larga, ni con la aceptación que tuvo. Dejamos nuestros trabajos y, así de golpe, nuestras vidas cambiaron por completo. Estuvimos el primer año o así noqueados. Cuando acabamos la gira, pues nos encontramos bastante saturados de la música y con que nos teníamos que plantear que, para bien y para mal, nuestro futuro inmediato estaba ligado al rock and roll. También nos dimos cuenta de que la relación entre nosotros no era demasiado buena. Hicimos unos cuantos ensayos a ver si salía algo, pero siempre acabábamos discutiendo por cualquier tontería y haciendo todo menos canciones. Yo en particular estaba en el punto de no querer saber nada de la música. Nos planteamos dejarlo, ya que la idea del grupo estaba muy alejada de los planteamientos iniciales. Básicamente, no había lugar para la psicodelia, no sé si me explico, no nos dejábamos llevar en los ensayos, no nos lo pasábamos nada bien. Isa y yo decidimos seguir, nos compramos un sampler, y nuestra idea era hacer unas cuantas canciones por gusto, alejadas de lo que en ese momento suponía Triángulo de Amor Bizarro. Hacer canciones por el hecho de que te apetece hacerlas, como al principio, cuando no tienes ninguna expectativa. Al cabo de un tiempo vimos que nos hacía falta un batería y retomamos la idea de que volver a Triángulo de Amor Bizarro, ya que a fin de cuentas, nosotros éramos el grupo. En cuanto Rafa aceptó, le preguntamos también a Óscar si le apetecía ponerse con el teclado, y fue como volver a empezar. Nos pusimos desde el primer momento con material nuevo, no ensayamos ninguna canción del primer disco hasta la semana antes del primer viaje a México. En dos o tres meses teníamos ya casi todas las canciones de Año Santo, incluido cuatro o cinco que al final se descartaron. Después de este tiempo, creo que estábamos más a la defensiva antes que ahora. Ahora nos lo tomamos como tiempo regalado. Intentamos disfrutar más de lo del grupo, pasear, dar conciertos, entrevistas y todo eso. Es cansado, pero lo estamos aprovechando mejor que con el primer álbum. Para nosotros es una suerte poder hacer discos y, mientras dure, procuraremos disfrutarlo.

 

Durante este tiempo habéis estado escapando de tener que darle continuidad. ¿Cuál fue el punto de inflexión en el que quedó claro que había que ponerse?

– Fue algo muy natural. En cuanto lo volvimos a pasar bien en los ensayos, todo salió muy rápido. Nos planteamos grabarlo en noviembre para sacarlo en enero, pero al final lo grabamos en enero para sacarlo en mayo… Tampoco nos preocupó demasiado, la verdad, ya que estábamos muy contentos con las canciones, y después de tres años, pues tanto da unos meses más.

 

Tengo entendido que hay disco porque trabajáis mejor bajo presión. ¿Es así?

– Yo siempre he sido de los de estudiar el día antes. Me paso meses concienciándome y con remordimientos por no ser capaz de ponerme, hasta que llega un día en que me entran las ganas y me pongo a tope. Con el disco fue un poco lo mismo… Si no nos meten prisa, somos muy dejados de Dios. De todas formas, para el tercer disco, debido a cómo somos, nos hemos marcado ya unos plazos, que no voy a decir, pero que nos valen a nosotros para meternos presión.

 

¿Alguna idea antes de entrar o grabar o simplemente compusisteis y grabasteis aquello que iba saliendo en el momento que hubo que hacerlo?

– En cuanto de verdad nos pusimos, nos marcamos unas pautas de lo que queríamos hacer, y qué tipo de canciones nos valdrían y cuáles no. Teníamos muy claro que nos apetecía volver al planteamiento inicial del grupo y recuperar el sonido que teníamos en la cabeza con las maquetas pero que, por una cosa o otra, se perdió por el camino. Para Isa y para mí, sobre todo, ya que Óscar y Rafa en su grupo Valetudo hacen muchas canciones bastante a menudo, fue como volver a aprender como componer, recordar cómo lo hacíamos al principio.

 

La espontaneidad, el grabar en directo en el estudio, son algo consustancial a la banda, ¿no? ¿Son principios básicos del grupo? ¿Se os pasa por la cabeza que algún día podáis dedicarle meses a un disco y meter toda clase de instrumentos?

– Intentamos aprovechar los medios de los que disponemos de la mejor forma posible. Si tuviésemos meses de estudio, nos plantearíamos cosas que ahora no lo hacemos, sobre todo en cuanto a sonido. No somos unos talibanes de la grabación en directo, ni mucho menos; muchos de nuestros discos favoritos no están hechos así. Pero es una cuestión de sacar el máximo partido a los recursos de los que disponemos, y por ahora no nos podemos quejar. El primer disco lo grabamos en cinco días y éste en una semana, más tres o cuatro días de mezclas. Hay cosas que no te puedes plantear, nada de tomas alternativas, y no podemos pasarnos días y días experimentando con el sonido. Si algún día tuviésemos tiempo para grabar, intentaría reproducir el ‘muro de sonido’ de Phil Spector, pero en vez de orquesta con mucha gente haciendo el mismo acorde con las guitarras, lo haría doblando los bajos y teclados y dos o tres baterías haciendo lo mismo. De todas formas, espero que nos queden bastantes discos por hacer; nuestra idea es hacer los tres primeros como una banda de rock and roll, y después ya veremos.

 

¿Algún disco, algún momento de la historia del rock, algún artista que hayáis tenido más en mente a la hora de hacer este segundo disco?

– Yo creo que el grupo que nos hizo ver la luz de nuevo y que nos devolvió la ilusión por la música fue Kraftwerk. Nos pasamos la mitad del año pasado escuchando sólo los discos de Kraftwerk. Me parece el grupo total, en planteamiento y, por supuesto, por su sonido.

 

Habéis sorteado perfectamente el síndrome del segundo disco. ¿Cómo lo lograsteis? ¿Soltando lastre con El hombre del siglo V?

– En lo de El hombre del siglo V realmente apenas participamos. Yo le di las mezclas de las maquetas a Carlos Hernández, las masterizó, y entre él y Marcos Collantes hicieron la secuenciación. Yo sólo puse una condición: que metiesen la primera maqueta completa, incluidas las canciones repetidas, sobre todo por “Salud y belleza”, ya que la versión de la maqueta nos parece buenísima y la que grabamos después no tanto. Realmente, la idea era hacer un single con las canciones que nos sobraron del primer disco pero, habiendo espacio en el CD, decidimos meter todo lo que teníamos y que era escuchable. La gente se lo tomó como si fuese un recopilatorio y como un ejercicio de vanidad y chulería por parte nuestra, pero nuestra intención y la de la discográfica era simplemente acercar algo que estaba ahí y por lo que la gente nos preguntaba continuamente (las maquetas) al público, y además salió a precio de single. No sé realmente por qué se montó tanta polémica. Es más, al año siguiente mucha gente sacó discos de descartes y nadie dijo nada en contra. Yo tengo claro que lo volvería a hacer.

 

El primer disco me entró como un tiro y lo pinché varias veces seguidas la primera vez. Sin embargo, sigo escuchándolo hoy como entonces. Este segundo álbum crece más lentamente, sobre todo la parte final, pide ser escuchado una vez todos los días, hasta hacerse con uno. ¿De cuál de las dos formas os gusta más que escuche vuestros discos?

– No sé, la verdad creo que depende del disco y de la persona. Hay gente que nos dice que con el primero no había forma, y que este le entró más fácilmente. Yo creo que es un poco como lo que tú dices, pero a nosotros nos gusta más este, ya que creo es mucho más homogéneo, al ser todas las canciones de una misma época. La verdad es que mientras lo escuchen y le den el tiempo que necesita,  que hoy en día es algo cada vez más difícil, yo me doy por contento.

 

¿Cuál os convence más a vosotros cuando os enfrentáis al disco de otro artista?

– No sé qué decirte. Hay discos que me entran muy bien a la primera y después los olvido, y al revés también. También hay discos que lo intento y lo intento y no me entran, y todo mi entorno dice que es la hostia.

 

Para no desvariar, ¿es mejor tomarse literalmente los textos que buscarles dobles sentidos?

– Sí, definitivamente. Si te los tomas de forma literal y no literaria, creo que el significado está más claro. Lo que pasa es que el castellano es un idioma tan rico que los segundos y terceros significados están ya incluidos en la propia palabra sin tener que usar metáforas ni, sobre todo, eufemismos. Odio realmente los eufemismos en las canciones.

 

 

¿Os influye lo que leéis o la realidad que os rodea para vuestras canciones o son otros los temas que pensáis deben tratar las canciones?

– Yo creo que una canción puede tratar de cualquier cosa. Lo que pasa es que en la realidad, el 90 por ciento hablan de amor y de nostalgia. Tampoco creo que sea un problema, pero sí lo es la forma de tratar el asunto. La mayoría tratan el tema desde la misma perspectiva. Nosotros tratamos de evitar ese mismo punto de vista.

 

Siguen ahí esos grandiosos títulos. ¿Sirven para completar la canción, para darle entidad, como declaración de intenciones, para poner orden en los textos…?

– Sí, con los títulos le ponemos el punto y final al significado de la canción. De alguna forma, pone límites a lo que la gente puede interpretar.

 

El disco tampoco sería el mismo sin el diseño. Sin embargo, no lo hacéis vosotros. ¿Cómo surgió? ¿Cómo llega alguien ajeno a captar tan bien la esencia del grupo?

– El diseño es obra de Rubén Domínguez y Andrés Magán. Llevan tiempo haciendo portadas, videoclips, carteles y demás para grupos de la zona, y nos encanta el estilo que tienen. Les dimos muy pocas indicaciones, ya que conocen al grupo, y nosotros no queremos limitarlos de ninguna manera. Mandaron unos cuantos diseños hasta que dimos con el indicado. Estamos encantados, la verdad.

 

Hay un tema extra en el vinilo. ¿Qué podéis contarnos de él? ¿Quedó algún otro tema fuera que hayáis grabado?

– “Rosario” es una canción que antes de entrar a grabar para nosotros era fija en el disco pero que, por una cosa o por otra, no quedó tan bien como nos gustaría, sobre todo por las voces, y que no está bien cantada. Es además una canción complicada para mezclar, así que decidimos dejarla fuera del CD y ponerla como extra en el vinilo. En las mismas sesiones grabamos también una versión de Franco Battiato, “Bandera Bianca”, para el proyecto PEACE de buffetlibredjs, y un par de canciones que no merece la pena comentar, y que no creo que recuperemos.

 

El título no puede ser más oportuno. ¿Cómo surgió la idea y que pretende decir además de lo evidente?

– El título la verdad es que nos lo dieron hecho. En noviembre-diciembre, de lo único que hablaban los periódicos y la televisión en Galicia era del Año Santo. Justo nosotros estábamos pensando en el título del disco. Es algo que siempre nos ha costado, por eso las maquetas y el primer disco no tienen título. Éste tenía todas las papeletas para quedarse sin título también. Mientras, en la televisión, continuamente Año Santo, Año Santo… Era como ese episodio de los Simpson de «seguro dental, seguro dental…» Fue verlo y título puesto, y además arrastra una cantidad de significados increíble, incluido lo de no cumplir con las expectativas.

 

¿Qué gana el grupo con la incorporación de Rafa Mallo y Óscar Vilariño?

– Si ellos no se hubiesen unido, el grupo ahora no existiría.

 

¿Cómo condicionan las Rías Baixas vuestra música? ¿Habéis pensado en ello? ¿U os motiva simplemente la desgana de vivir en un lugar como tantos otros similares sin alternativas?

– Pues creo que más de lo que pensaba. Hasta que no salimos de la aldea, no nos dimos de cuán aldeanos éramos, y a buena honra. Yo creo que si fuésemos de cualquier otro lugar, el grupo no sería así, sería algo muy distinto, no sé cómo. Creo que nos condiciona mucho nuestra condición gallega, y para bien, por supuesto. Estamos muy orgullosos de ser de donde somos, y todo de lo que hablamos lo sacamos de eso. Lo de las alternativas, creo que seas de donde seas, uno mismo tiene que buscarlas. Es una cuestión de buscar la perspectiva adecuada.

 

¿Qué tiene que tener para vosotros la perfecta canción pop?

– Ser de los Beach Bois.

 

¿Seríais capaces de reconocer alguna canción ajena en la que os hayáis inspirado para una de las vuestras o no hay nada de eso?

– Si, en un montón. “Súper Castlevania IV” está basada en “Be My Baby”, “Cheere” de Suicide y “Just Like Honey” de The Jesus and Mary Chain. Muchos ritmos del disco son del kraut. Y así con muchas otras. Me parece que el pop se basa en eso. Otra cosa es copiar directamente y no poner nada propio encima. Eso me parece una pérdida de tiempo. Pero en nuestro caso, no tenemos nada que esconder.

 

¿Cómo lleváis trabajar y vivir en estos tiempos tan revueltos?

– Bueno, como todos. Como nuestra vida es bastante caótica, no somos capaces de diferenciar la crisis personal de la económica, pero supongo que también afecta. Pero bueno, vivimos al día y mientras dure.

 

¿Dónde habéis tocando hasta ahora en el extranjero y dónde os gustaría tocar?

– Pues hemos estado en México y el Reino Unido, pero esperamos ir a más sitios con este disco. Es una de nuestras prioridades. De pronto, en México sale Año Santo el 8 de junio, editado por Arts&Crafts, y estamos pendientes de varias cosas más que no podemos anunciar.

 

Por último, ¿cuál ha sido la mejor anécdota hasta el momento en el mundo de la música?

– Pues yo creo que el vernos con esta edad y metidos en el asunto. Yo empecé a tocar la guitarra con 21 años, y no me veía para nada dando un solo concierto, y ni te digo dedicándome a esto. Para mí sigue siendo una cosa inexplicable.

 

 

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