Todos quieren a Daisy Jones

Todos quieren a Daisy Jones

Scott Neustadter y Michael H. Weber

(Amazon Prime)

Parece ser que Taylor Jenkins Reid, autora de la novela Todos quieren a Daisy Jones, trasladada este mismo año a serie televisiva, tomó como punto de partida e inspiración para su obra las imágenes del vídeo de la actuación de Fleetwood Mac en los estudios de Warner Bros. en Burbank, California, en mayo de 1997. En especial, su interpretación de “Landslide” y, más concretamente, las miradas entre Stevie Nicks y Lindsey Buckingham, otrora pareja, que parecían seguir teniendo una conexión muy íntima a pesar de todo lo que había sucedido entre ellos y dentro de la banda.

La serie -y el libro- recoge perfectamente esas líneas borrosas en las que se mueven las relaciones de aquellos que fueron pareja y cantan sobre las viejas heridas noche tras noche. Lo hace invocando el espíritu de películas como Casi famosos, con el trasfondo de las historias legendarias de Laurel Canyon y tomando como referencia a otra pareja reciente, The Civil Wars, que desapareció repentinamente del mundo de la música tras su ruptura. Y lo hace con canciones de entonces pero compuestas ahora por Phoebe Bridgers, Marcus Mumford o Jackson Browne, con tal éxito que ha llevado a que el grupo ficticio haya recibido ofertas para hacer giras.

Entre el testimonio oral y las hechuras de un falso documental se mueve la trama, tirando a veces hacia el cliché (“Esto es el futuro. Nosotros somos dinosaurios”, asegura el bajista al ver a un grupo punk en directo) o hacia tramas secundarias innecesarias (la cantante disco, la estancia en Grecia). No obstante, hay momentos en los que logra captar la compenetración que se da en ocasiones entre los músicos (como al componer por primera vez juntos) y, sobre todo, tiene a una actriz hipnótica en el papel principal (Riley Keough, nieta de Elvis Presley), siempre creíble e intensa. Viéndola cabe pensar también que la autora no solo se inspiró en la interpretación de “Landslide” de Fleetwood Mac de aquel día, sino también en la de “Silver Springs”, cuando Nicks y Buckingham se fulminaban con sus miradas.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *